viernes, 5 de noviembre de 2010

Para cosas buenas

Tres cosas me encantaron de trabajar en el canal de la palomita.

La primera fue que no tenían drama en mandarte un remis a las 12 de la noche para que vayas al canal a ponerle los diálogos al guión que el “escritor de turno” termina de sacar del horno. No pagaban ningún “extra”, pero la idea de salir corriendo a escribir era sensacional. Con Gabriel, nos sentíamos como una especie de bomberos de los guiones.

La segunda era la chica de la fotocopiadora del canal, de quién ya hablé en otra ocasión. Encantadora.

La tercera, y más importante: el baño del canal. Sin lugar a dudas tercero en el podio de super baños. El primer lo ocupa el baño de mi casa, por supuesto. Y el segundo, el baño del Aromi de Ángel Gallardo y Corrientes, cerca de la facu.

Como único hijo varón, en una casa habitada por tres hermanas, mi mamá y mi abuela, soy bastante “caprichoso” con el tema “baños”. Con los años de me llegué a convertir en un estudioso de los baños públicos y privados. Aquí tienen algunos tips para encontrar un baño top: piso limpio, puerta de los bañitos individuales con pasador (que funcione), mucha luz, suministro de papel abundante y, sobre todo, que quede lejos de toda la actividad del establecimiento en cuestión.

Lo que tenía de bueno el baño del canal de la palomita era que, no solamente cumplía con todos los requisitos anteriormente mencionados; sino que potenciaba el último. El baño estaba estratégicamente ubicado, casi de forma secreta. Este era el verdadero encanto del lugar. Era una puerta enorme sin ninguna marca, que bien podría pasar por una puerta de algún depósito de las oficinas de producción. El baño se mimetizaba con su entorno. Es decir, no es que te vas a perder buscando el baño, sencillamente tenes que saber dónde está para encontrarlo. Lo que me llamaba la atención era que no tuviera indicaciones de “Nenes/Nenas”, aunque nunca le di demasiada importancia al asunto… hasta que un día la puerta del baño secreto se abrió y entro un muchachito actor de Rebelde Way,

El muchacho tenía esa mirada de “encontré el baño secreto” que todos teníamo

- Hola- saludó el joven.
- ¿Qué tal?- respondí, asegurándome que nada de lo que sostenía en mis manos quede demasiado expuesto. No por vergüenza, lamentablemente el chiste interno era dudar de la sexualidad de todos los actores varones de Rebelde Way.

El joven actor entró en cuartito individual y empezó a cantar. Si, a cantar. Fue entonces que descubrí la acústica del lugar. Una exquisita resonancia digna del Colón. Cuando el pendejo se fue, intenté probar con una de Cypress Hill; pero no funcionó. Probé nuevamente, esta vez con “Bonita de más”. Mi voz sonaba increíblemente bien.

Entonces, me di cuenta de la triste realidad: era un baño que sólo funcionaba con canciones pop.

martes, 2 de noviembre de 2010

Aves de paso

Fue difícil encontrar el lugar donde habíamos pasado toda nuestra secundaria. El campamento de San Antonio de Areco había sido desmantelado, no existía más. En su lugar, había una tranquera que invitaba a almorzar una parrillada gigantesca. El terreno fue vendido y ahora era una estancia turística. Casualmente, el mismo lugar donde terminamos almorzando. En ningún momento, nos negamos la posibilidad de entrar, eso sería negarnos el recuerdo. El último recuerdo. A primera vista, era “otro” lugar. No había hamacas de tablones y sogas entre los árboles, yo las hubiera dejado. La brisa del mediodía era la misma que hace veinte años, ese frescor que cobija siestas kilométricas bajo alguna sombra. También estaba los ladridos de miles de perros, a lo lejos. El experimento de cerrar los ojos durante un largo tiempo funcionó. La brisa y los perros trajeron las risas que se escondían en aquel lugar, los gritos, los llantos, el silbato de algún coordinador. Todo esta ahí, servido para la añoranza.

Ahí estábamos, almorzando, en lo que era la primera salida oficial de Bruno desde que llego de París. Un asado con todos, en Areco, y nosotros riendo, gritando, hablando todos a la vez, volviendo a reir y a gritar. Ahí estábamos, mezclando recuerdos de campamentos anteriores, tejiendo nuestras risas entre presente y pasado.

En contadas ocasiones, el mejor recuerdo puede que venir acompañado de muchas cosas; incluso, mágicamente, puede generar otro recuerdo más fuerte. La vida es así, siempre pasa algo que uno va sumando a cuestas de la propia existencia.

Bruno estaba feliz, todos estábamos felices. Eso era lo único que importaba.

viernes, 29 de octubre de 2010

El rito

Durante los cinco años del secundario tuvimos un ritual: la noche anterior al viaje, nos quedábamos a dormir en la casa de Diego.

En este punto, comienza la historia que quería contarles. Es una “no-historia”, no se ilusionen, y disfruten los recuerdos. Disfruten del abanico de historias que vendrán, las que fueron y son las instantáneas de mi memoria. Las fotos que quedan.

Me acuerdo que dormíamos amontonados en la pieza de Diego, escuchando el sonido de una radio que entraba por la ventana. La música llegaba del caserón inmenso que había junto a la casa de Diego. Era un geriátrico; y lo fue hasta que el trazado de la nunca construida Autopista 3, expropió todas las casas de Holmberg y Monroe. Los que vimos el desalojo del geriátrico guardamos ese recuerdo en un lugar muy oscuro de nuestra memoria. Pero, por ahora, la historia del geriátrico no es importante.

Lo más importante del geriátrico fue que allí, trabajaba la mamá de Diego, y siempre tenía alguna historia para contarnos.

Durante años, la noche del primer viernes de febrero, esperábamos ansiosos escuchar estas historias. El sábado a primera hora, salíamos hacia San Antonio de Areco, sin haber pegado un ojo en toda la noche. Si hay algo que sabía hacer bien la mamá de Diego era contar historias, siempre sospechamos que era mas que una simple enfermera.

En la mayoría de los relatos siempre había un viejo escondido por ahí, una mano arrugada que te acariciaba mientras dormías, el olor a crema que se percibía en el aire... todo funcionaba y creaba un clima perfecto. Teníamos miedo, la mamá de Diego sabía contar historias.

- ”El gato que no dormía con nadie”- murmuré cortando el silencio del viaje.
- ¡Hijo de puta!- Diego soltó una carcajada.- ¿Cómo te acordás?
- No, no...- corrigió Pato desde el asiento de atrás.- Era “El gato que nadie quería a sus pies”.
- ¡Es verdad!- Pato iluminaba mis recuerdos.- Que grande tu vieja, Diego.

Fue increíble ver como, veinte años después, todos nos acordábamos las mismas historias y todos les habíamos puesto los mismos nombres. "El gato que nadie quería a sus pies", "El viejo que se creía Johnny Weissmuller", "El señor que nunca supo de qué murió", "La silla de ruedas y el cuadro de Rosita", "Descanse en paz, Señor Benavides", “La nieta invisible” y alguna más, fueron algunas de las historias que nos regalaba la mamá de Diego. Todos recordamos la historia del gato como la que más miedo nos dio. Pero como les dije, esas son historias que no vienen al caso, por lo menos ahora.

El viaje fue tranquilo, cada vez faltaba menos.

viernes, 22 de octubre de 2010

Promesas sobre el bidet

Cuando terminamos séptimo grado hicimos una promesa: "continuar la secundaria juntos". Todos. Alejandro, Martín, Diego, Gabriel, Agustín, Richard, Pato, Bruno. Pudimos cumplirla. Por supuesto, gracias a nuestros padres, pudimos cumplirla. No se ni quiero saber, como hizo cada uno de nosotros para que la opción de cambiarnos de colegio, no existe. Pagar un doble escolaridad en esa época no debe haber sido fácil para ninguno de nuestros viejos. Con aquella inocencia de no ser partícipes de ninguna decisión importante en nuestras vidas, consideramos la promesa como cumplida.

No volvimos a prometernos nada hasta terminar la secundaria. El incertidumbre de que la vida nos tirara a cada por en un rincón del mundo era terrible. Sabíamos que eso iba a pasar. Entonces, hicimos una promesa. Algún día íbamos a volver a uno de los lugares que más felicidad nos regaló: San Antonio de Areco.

Si había algo que esperábamos con ansiedad durante todo el año, era el campamento en Areco. Irse de campamento era una señal: el año lectivo terminaba. Todos las divisiones, de primero a quinto, iban a pasar unos días en Areco.

Cuando terminámos la secundaria, la promesa fue: "vamos a volver a Areco cuando seamos más grandes". Bruno se fue a París. Nunca pudímos cumplirla.

Veinte años después, íbamos en cuatro autos a San Antonio de Areco.

Zona de promesas.

martes, 19 de octubre de 2010

Salud, dinero y amor

Al día siguiente, renuncié a la agencia de eventos. La sensación fue gratificante; igualmente, deje una “ventana abierta” (nunca se sabe). Caminé por Cabildo hasta Plaza del Carmen. Victoria estaba en el primer piso, leyendo el diario.

- “Trabajo: Cambios laborales. El optimismo laboral marca un estilo propio que debe contagiar al resto de sus colegas”. No esta mal para empezar la semana- dijo Victoria.- “Dinero: Cuide sus ahorros para invertirlos en el momento justo. Piense antes de gastar”.
- Claro, por la nena- suspiré.- Nos vamos a fundir.
- Eso no cuenta. Este es el horóscopo de la semana, no es un extendido de nueve meses. Mira: ”Amor: El buen humor es el mejor estímulo para el amor. Amor con amor se paga”.
- Bueno, nosotros siempre reímos de todo. Estoy de acuerdo- el mozo trajo un café con leche.
- “Vida social: Un viaje al pasado”.
- Ya viajaste, Vicky… A Colonia… Tu horóscopo atrasa.
- No es el mío… estaba leyendo el tuyo- dijo Victoria.
- ¿El mío? Basta, Victoria no leas más… no quiero saber mas nada…
- “Sorpresa: Todo rojo”.
- ¿Qué te dije?
- Si vos no crees en estas cosas, nunca lo lees.
- ¡Precisamente por eso, Victoria! ¡Porque creo, es que no leo! ¡La puta madre!
- Dejate de joder, Pablo, mira si vas a creer en esas cosas, además…- Victoria fue interrumpida por una llamada a mi celular.
- ¿Hola? … ¿Que haces, Martín? … ¿Este domingo?- trague saliva.- Si, si… dale, buenisimo. Este domingo… ¿Me pasas a buscar? ... Listo, un abrazo- cerré la llamada y mire a Victoria.- Era Martín… para invitarme a comer un asado con los chicos, así sacamos a pasear un poco a Bruno.
- Copado- dijo Victoria.
- Es un almuerzo en San Antonio de Areco, un asado… en el mismo lugar donde ibamos de campamento con el colegio. Hace mas de 20 años que no voy a ese lugar.
- ¡El viaje al pasado!- grito Victoria, y empezó a reir.

Terminamos el desayuno, con el peso de un horóscopo que amenazaba cumplirse rigurosamente.

viernes, 15 de octubre de 2010

Me verás volver

Dicen los “teóricos” del guión que “el diálogo es el elemento principal”. La teoría esta llena de frases como esa. Así entonces, el desarrollo de un guión consiste en la conversación entre dos o más personajes, por medio de los “diálogos”.

Bien, Victoria y yo no cruzamos casi ni una palabra en el viaje de vuelta. Sin embargo, nuestras miradas decían mucho. Por primera vez en mucho tiempo me sentía en paz, tranquilo. El cuerpo de Victoria durmiendo sobre mi hombro en el Buquebus, me reconfortaba.

El detalle de los personajes -en cine, teatro, radio o televisión- se entrega en hojas separadas al manuscrito original. Esa “biblia” incial debe tener una sección que indique las actitudes, ademanes y expresiones en general, de los personajes. Es decir, cómo actuarían ante determinada circunstancia.

Victoria era una persona “cálida”, en más de un sentido. No solamente tratarla reconfortaba, Victoria tenía la cualidad de la tibieza en la piel. En verano o en invierno, su cuerpo era brasa tibia. Me encantaba eso, la posibilidad de encontrar en invierno una espalda tibia donde refugiarme. En verano, era la excusa perfecta para dormir debajo de un ventilador de techo en velocidad moderada, o con la ventana abierta.

La noticia del embarazo todavía no terminaba de “caerme”. Cada vez que pensaba en eso, el corazón me latía a mil por ahora. Las cosas estaban claras, tenía que tomar una decisión.

Cambiar un poco mis obligaciones laborales y mantener cierta estructura. Convertir mi vida laboral en algo “sólido, lineal, entendible”; eso era lo que estaba en juego. No había lugar a dudas, conseguir “estructura”… rutina. Si bien, mi laburo no era tan “rutinario”, siempre sucedían cosas distintas, el mundo de la “media” política no dejaba de sorprenderme. Ley de medios, 82 % móvil, glaciares, comunicados, gacetillas, vivir en un agite permanenten... todo lo que yo (en cierta forma) esperé vivir toda mi vida. Vivir de mi profesión. Sumado a todo esto, además estaba el laburo en la agencia de eventos sociales; y también la editorial con Gabriel, y tantas cosas...

Me di cuenta, que estaba viviendo una vida para otra persona (en cierta forma). Una vida para alguien “sin novia, sin esposa, sin hijos”. Tuve la sensación de vivir un momento de vida con retraso... ¿Por qué esta plenitud laboral me llegaba tan tarde? Puta madre. No podía dejar de trabajar, no podía perder todo lo que siempre soñe...

- ¿Qué pensás?- Victoria se había despertado.
- No sé qué hacer, Victoria- suspiré.- No se qué mierda hacer con todo.
- Yo te voy a decir lo que tenes qué hacer, pero me tenes que hacer caso- me miro fijamente- Prometelo.
- Lo prometo.
- Tenes que hablar con Elizabeth y darle forma a tu laburo, con horarios, de tal hora a tal hora, punto. Podés laburar los fines de semana, pocas horas- se acomodó un poco en asiente.- Con respecto a los eventos sociales, eso ya no lo podes seguir haciéndo. No tiene sentido, es un laburo que solamente es fuerte 6 meses al año. En vacaciones, y en época de clases, nadie cumple años, nadie se casa, nadie... Por eso nosotros elegimos casarnos en diciembre, ¿te acordás?
- Si- tenía razón.
- La editorial no podes dejarla. La editorial es lo que te va a mantener conectado con tu parte creativa, va a ser tu cable a tierra- levantó una ceja.- Resumiendo, yo creo que si dejás el tema de las fiestas, y te acomodas a una rutina con el tema de Elizabeth, va a estar todo bien. ¿Entendiste?
- Si- respondí.
- A ver, ¿qué entendiste?
- Las fiestas se van.
- Muy bien- Victoria sonrió, volvió a cerrar los ojos y se acomodó sobre mi pecho en un suspiró eterno.

Lo que siempre me llamó la atención de los “teóricos” del guión es la fascinación por encasillar y estructurar todo. "La estructura de una obra no debe dejar lugar a dudas, debe ser sólida, lineal y entendible".

Siempre odié esa clase de limitaciones. Un guión siempre tiene que tener una "salida de emergencia".

Cerre los ojos, y me dormí.

martes, 12 de octubre de 2010

Orange blossom special

- Vamos a tener que comprar naranjas- fue lo único que dije después de la noticia, Victoria me miró. Supongo que no esperaba esa respuesta. Dentro de mi cabeza, yo ya estaba a mil por ahora. Pero en ese mar de pensamientos y posiblidades, en lo único que podía pensar era en “naranjas”.

La lógica masculina implica que la mayoría de las mujeres experimentan antojos durante el embarazo. En realidad, los deseos más populares son los alimentos dulces y salados, o alimentos con mucha grasa o picantes.

Victoria, no. Victoria era fanática de las naranjas, de cualquier tipo, de jugo, de ombligo, en barrita de cereal, en Fanta, en Tang, en Freddo. Era su alimentos preferido.

- Claro, muchas naranjas- murmuró Victoria, y seguimos abrazados y rato más; ahora sí, en silencio.

viernes, 8 de octubre de 2010

Boletos, pases y abonos

“Un buen guión tiene que tener: introducción, nudo y desenlace”, dijo Aristóteles. Si existen esos tres momentos bien definidos, uno ya puede pensar en salir a venderlo. Pobre Aristóteles, murió auto-exiliado y sin un peso.

- ¿Cuanto te debo?- pregunté, los que se llenaron de dinero fueron los que vinieron después de Aristóteles y reformularon su teoría.
- 200 pesos- dijo la rubia, desbordando simpatía en su uniforme azul.

Syd Field, por ejemplo, impuso dentro de la teoría aristotélica, los “puntos de giro” o “plot-points”. Para Field, una buena historia tiene que tener dos puntos de giros: el primero entre la introducción y el nudo, y el segundo entre el nudo y el desenlace. Luego del primer punto de giro, el nudo termina con una acción del personaje que lo mete de lleno en el desarrollo del final. Es la alfombra que dice “bienvenidos al final”.

- Elizabeth, mañana no vengo- los teléfonos del tercer día sin Victoria ya empezaban a torturarme.- Estoy muy cansando.
- Se te ve cansando, Pablo. Mañana es viernes, y esto los viernes esta tan muerto como el amigo de Federico- Elizabeth se sirvió un café y salió al balcón de la oficina a fumar un cigarrillo.

El segundo punto de giro debería significar una acción tan contundente que no deje dudas acerca de la predeterminación del final.

- Su vuelto- sonrió la joven rubia.- Bueno Aires/Colonia, el buque sale a las 18.45, llega a Colonia a las 21 horas, aproximadamente. Un adulto, descuento con Visa. Muchas gracias, señor.

Años más tarde, Field introdujo un nuevo concepto: el “midpoint”, el cual no tiene una traducción suficientemente lograda. El “midpoint” es un “punto de giro” que va directamente unos minutos antes del final, una especie de climax. Piensen en películas como The prestige y The unusual suspects, y lo van a entender.

Siempre me pregunte como se jugaría un “midpoint” en When Harry met Sally. Sería algo así. Harry estaría corriendo hacia la fiesta de Año Nuevo donde esta Sally; pero se chocaría con otra chica y se enamoraría de ella. Mientras tanto, Sally estaría sola mirando los fuegos artificiales y, de pronto, alguien la invitaría a bailar. El final sería una batería de imágenes del futuro de Harry y Sally con sus respectivas nuevas parejas al ritmo de Auld lang syne. Bueno, esto es una cagada.

Victoria me abrazo sin decir una palabra en el hall del hotel; su cara de sorpresa lo decía todo, tenía esa sonrisa encantadora que siempre me enamoró.

Un “midpoint” tiene que tener tan fuerza como para patear el tablero en cinco minutos. Es cuando el asesino no es el asesino, cuando pasan esas cosas que no ves venir. Lo bueno de la mayoría de estas reglas es que siempre pueden doblarse, por eso son ficciones, porque uno puede darle la forma que quiere. Esto en la realidad, no pasa. Las cosas simplemente son.

- Te quiero- no me dijo nada más, continuo abrazándome, acercando su boca a mi oreja. En la vida real, la linealidad de cada historia (estructurada en tres, cuatro o cinco partes) es tan única que no permite “midpoints”. Como decía, esto en la realidad, no pasa.- Estoy embarazada, Pablo.

Las cosas simplemente son.

martes, 5 de octubre de 2010

No te mueras en mi casa

Existe cierta gente que, en un momento determinado de su vida, tienen una sensación extraña, algo que los come por dentro, un deseo autodestructivo de finalizar su paso por el mundo. Las personas que lo logran se llaman suicidas. Los caminos hacia la autodestrucción de nuestro ser son variados; pero hay algo que esta claro: los que sobreviven, nunca llegan a comprender los motivos de los muertos.

- Pablo, decime… ¿Nunca tuviste la sensación de que tu vida no tiene sentido por sí sola?- preguntó Jorge Fantasma, llorando su melancolía en la quinta cerveza.- Hasta hace seis años, yo creía que mi vida iba a ser la típica rutina diaria de superación personal… que todos los días me iba a enfrentar a los mismos problemas que los demás, que no iba a existir nada original.
- Que te ibas a convertir en una gota de agua en el mar…- mis ojos miraban bajar la espuma de un porrón que estaba perdiendo su frescura. Me gusta la cerveza natural, soy de esos locos. En realidad, a Victoria le gusta... y... ahora me gusta a mí. Raro.
- Claro, una gota más… pero un día conocí a Clara. Ella me cambió la vida- murmuró Jorge.
- Me alegro mucho- por un momento tuve una sensación de afinidad con Jorge casi mística, pensé en contarle mi historia con Victoria, pero el tipo siguió hablando.
- Hace un mes, Clara me dejo por otro… un abogado, creo- Jorge volvió a llenar su boca con cerveza, casi media botella de un trago.- Y ahora que Clara me dejo, todo vuelve a ser como antes… sin sentido.
- No creo que sea tan así, en la vida hay un momento para cada cosa- inventé una respuesta protocolar, que no sirvió de mucho.
- Eso es verdad… hay tiempo para todo. Para crecer, para cualquier cosa- hizo una pausa, terminó su cerveza.- Tengo tanto tiempo para pensar, que incluso puedo pensar la mejor forma de quitarme la vida… Estoy mal, Pablo.
- ¿Sabe Federico esto?- pregunté. Federico Robot charlaba con la recepcionista del quinto piso.
- Federico hace rato que dejo de escucharme… solo le interesa hablar de su trabajo, de lo bien que le van las cosas, de la vida que “nos” sonríe… de “nuestros” sueños realizados y los que van a venir.
- Entiendo.
- Me dijo que tu laburo coordinando los eventos de prensa es bastante bueno- Jorge improvisó un brindis entre su botella y mi porrón.- Te felicito.

Federico llegó a la mesa con la oficinista del quinto y sus amigas. La conversación

- Las chicas van a bailar- sonrío.- Noche de solteros, Pablo... ¿Jorge?
- Noche de solteros- Jorge inventó una sonrisa cómplice.
- Me voy a dormir, muchachos; mañana tengo mucho laburo- me subí al primer taxi milagroso que cruzó Libertador.

Un par de horas mas tarde, Jorge se quitó la vida. Cerca del Alto Palermo, por Arenales, una vereda tiene algunas baldosas rotas por el impacto de su cuerpo al caer del octavo piso. El kioskero de la esquina dijo que nunca va a olvidarse del ruido de ese golpe.

- Pablo te juro que bailo toda la noche, Jorge no estaba mal... no entiendo como mierda hizo una cosa así- se justificó Federico a la mañana siguiente.- Le tengo que avisar a la novia, a Clara...
- Federico... Jorge y Clara se pelearon hace un mes.
- La puta madre- dijo, y creo que esa fue la máxima compostura que estaba dispuesto a perder.

Federico Robot se pidió el día de trabajo, para hacer algunos llamados a los amigos que tenían en común. Después de todo, Jorge era su mejor amigo (al menos eso creí entender). Felicia Oficina se encargó de avisar a los demás de su ausencia, y derivarme sus llamadas. El teléfono fue cruel, no se quedó mudo ni un minuto. Así empezaba la mañana del tercer día sin Victoria... el panorama no podía ser mas desolador.

viernes, 1 de octubre de 2010

Blues del traje gris

En el arte de la observación, aparecen distintas secuencias que se van tejiendo a partir del observador. Como dije con anterioridad, en primera instancia, es como caminar por un angosto tunel con la urgente sensación de querer llegar al final, ver qué mierda hay ahí. Con suerte, en una buena tarde, ese túnel se convierte en un laberinto, y uno puede elegir distinso caminos, distintas secuencias. Distintas historias, o sea.

Les voy a contar la historia de Federico Robot. Tiene 35 años y un trabajo excelente, habla tres idiomas correctamente y es muy educado; una novia hermosa, por supuesto. Federico tiene un problema, una enfermedad: no tiene añoranza. Lo diagnóstique una noche hace tres meses, después de una jornada agotadora de trabajo que terminó en un after office de la calle Reconquista.

Federico Robot es un hombre que no sabe extrañar, que perdió la añoranza y que se olvidó del sweater de lana verde que su mamá secaba con gusto a sol de media tarde. Se olvidó de su infancia en Mataderos, de sus amigos, y de amar a su novia.

Lo único que le importaba a Federico era su trabajo, todo lo demás, le importaba poco y nada.

Victoria había viajado hace dos días, y no tenía planes de volver a casa temprano. Federico salía de la oficina, me invitó a tomar algo, y rapidamente fuimos a la cochera del edificio. Cerca del auto nos esperaba una persona, un tipo de unos 35 años. Tenía un traje gris, gastado en los codos, una camisa blanca, y sobresaliendo de uno de los bolsillos dels aco, la corbata. Federico lo presentó como Jorge, su mejor amigo.

- Pablo, el es Jorge Fantasma… mi mejor amigo, viene a tomar algo con nosotros, después vienen los otros chicos de la oficina- dijo Federico.
- ¿Qué tal?- salude a Jorge.
- Encantado- dijo Jorge.

El tipo tenía la mano helada… Y esto, les aseguro, no es una metafora.

En ese momento, yo no lo sabía, pero Jorge Fantasma tenía doce horas de vida.

martes, 28 de septiembre de 2010

A cada hombre, a cada mujer

Uno de las cosas que me me gusta hacer cuando voy a un lugar nuevo es inventarle historias a la gente. Para hacer esto, primero hay que observar y tener un rapido panorame de cada habitat. Puede ser un banco, una plaza, un shopping, una esquina, una oficina… Una oficina.

- Cuidado con Felicia Oficina- me dijo Elizabeth Veterana, dos días despues de aceptar el contrato.- Es una mala mina.

Casi siete meses después de esta revelación, puedo asegurar que Elizabeth no se equivocó. Aquel consejo fue algo que agradecí en silencio con el correr de las semanas. Empece a cuidarme de Felicia, empecé a estudiarla.

Observar a la gente es un hecho trasncendental y puede llegar a convertirse en una experiencia relajante. Uno puede aprender de cada gesto, cada experiencia o cada situación. Pensar una historia de vida para cada persona, es una buena manera de pasar el tiempo cuando estás en el banco esperando pagar un impuesto.

Felicia es una chica que odia. Tiene el odio en su mirada, en su sonrisa y en sus palabras. Felicia trabaja 10 horas diarias sentada en una oficina, frente a su computadora; todos los días a las doce del mediodía sufre una terrible jaqueca que la acompaña toda la tarde.

Lo bueno que tiene esto, es construir una mecánica de multiplicar historias, una historia te lleva a otra, y a otra. Lo mejor es elegir esos caminos, los que están fuera de la pista, y adaptarse a esa nueva búsqueda.

Felicia Oficina también odia las risas de sus compañeros de trabajo, las risas complices entre mate y mate. No suele hablar con nadie. La mayoría de la gente que trabaja en el piso termina sus tareas a las cinco de la tarde. El primero en irse es Federico Robot. Entonces, Felicia llega a la cúspide de su odio. Todos los días, Felicia los ve irse. A ellos, a Federico Robot y sus amigos, con sus risas amontonadas y corbatas desajustadas. A ellas, perfumadas, cargando sus carteritas diminutas de cuero negro, sus bolsitas de Akiabara y sus tapado gris melange.

Todo el mundo debería tomarse quince minutos por día para observar a quienes nos rodean. Este proceso nos convierte en personas con capacidades ilimitadas de imaginación, capaces de ver el futuro y desarrollar ciertas rutinas. Lo malo de todo esto, es cuando nos damos cuenta que, todo lo que imaginamos es la misma realidad… nuestro propio reflejo.

El primer día sin Victoria me di cuenta de todas estas cosas. Me di cuenta que el único que se quedaba después de las cinco de la tarde, en aquella oficina, era yo… y Felicia.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Desapariciones

- ¡Que susto! No te escuche llegar- dijo Victoria, mientras llevaba al tender de la cocina la toalla con la que terminaba de secarse el cabello. Tenía la bata blanca, como salida de baño, el pelo mojado y ese olor fresco a manzana.
- Victoria…- ella me miro.- ¿Qué hace la valija sobre la cama?
- Me voy a Colonia, vuelvo el martes.
- ¿Qué?
- La Agencia nos manda a participar de unas charlas de diseño multimedial. Me enteré hoy.
- Bueno, no vayas. Quedate conmigo- le dije seriamente.
- No puedo, tengo que ir. Igual no te preocupes que mi sentido de la diversión no pasa por estar 12 horas en un congreso de diseño- me regalo una mirada felina, se venía la garra.- Si bien me encanta mi laburo, a diferencia tuya, preferiría pasar mi tiempo con vos.
Le podes decir a tu jefe que no estaría bien dejar a tu marido solo- me saqué los zapatos.- Es muy probable muera de hambre.
- Son 4 días, Pablo- Victoria doblaba prolijamente unas camisas.- Además, vas a tener tiempo para pensar.
- Hija de puta, lo tenías todo re planeado.
- No, me enteré hoy- suspiró.- Pero es necesario que sepas algo, no me banco más esto. Tenes que hacer algo. Yo se que estás haciendo lo que siempre soñaste, que poco a poco se esta dando todo lo que quisiste. Pero escuchame bien, y no quiero equivocarme, pero yo también soy algo que vos siempre quisiste.
- ¡Cuatro días! ¡Me quiero morir!- me tire en la cama.
- No me estás escuchando.
- Si, Vicky, te escucho… te escucho. Algo voy a hacer- cerré los ojos, estaba pensando, lo juro. Todas las soluciones implicaban tener que dejar algo de lado. Sentí el peso de Victoria hundiéndose en la cama, y de nuevo el olor a manzana fresca me hipnotizó.
- ¿Cenamos?- preguntó, recostándose en mi hombro.
- Quedate un ratito más así- le dije.
- Traje empanadas, supongo que puede llegar a ser la última comida decente que pruebes hasta que yo vuelva.
- En esta casa el único que cocina soy yo.
- No, Pablo, esa es otra de las cosas que dejaste de hacer cuando agarraste el nuevo laburo, sin dejar los otros.
- Dale, ¿otro palo más? Encima que te vas cuatro días dejando a la buena suerte.
- Claro, necesito estar bien segura que si yo me voy, vos te vas a quedar pensando en lo que hablamos.
- ¡Cuatro días!
- Mira el lado positivo, vas a poder hacer lo que te gusta- sonrió Victoria.
- ¿A ver, qué?- pregunté.
- Comer en Burger King, mirar a Jesica Cirio en Bailando por un sueño y… trabajar toda la noche…
- ¡La puta que te pario!

Nos abrazamos fuerte, entre risas. Victoria había manejado la conversación y la situación a la perfección. Puso las cartas sobre la mesa y dejo en claro que esperaba una decisión a su regreso.

Cenamos. También hicimos el amor, y terminamos la noche durmiendo abrazados.

A la mañana siguiente, escuche el timbre del remis que la iba a llevar a tomar el buque. “No te levantes, descansa”, entre sueños y susurros, la voz de Victoria se despedía. Alrededor de las 8 de la mañana, decidí levantarme. Después de ducharme, mientras desayunaba, abrí mi agenda.

“¿Qué son cuatro días a cambio de toda una vida juntos?”, en cursiva, con marcador fibrón negro, la letra de Victoria cruzaba todas mis actividades de sus cuatro días ausentes. Antes de irse, ella dejó en claro que, no importaban las reuniones, ni las corridas laborales, no importaba nada en esos cuatro días. Excepto, sí; una sola cosa: nuestro futuro.

martes, 21 de septiembre de 2010

Yo quiero morirme acá

A ver, en principio, me gustaría dejar en claro algunos detalles históricos sobre el matrimonio. Antes que el mundo fuera como todos lo conocemos ahora, el matrimonio era la unión de dos almas que -decían- ni la muerte misma podía separar.

Citaré algunos ejemplos para ilustrar esta cuestión. Dicen que los vikingos quemaban a sus guerreros con sus esposas, que se mostraban muy dispuestas al suicidio asistido. A los guerreros solteros, se les proporcionaba una esclava, aunque no tan dispuesta (creo). Los hindúes, por otro lado, practican el ritual de Sati. En este rito, la mujer que enviuda recientemente debe inmolarse en la pira funeraria de su difunto marido.

Ahora bien, en la realidad, la mayoría de nosotros creció escuchando otra cosa. “Hasta que la muerte los separe”. Esta frase es pintoresca, no deja de tener cierto candor poético.

Llegué al departamento a las diez de la noche. Victoria no respondió ninguna de las dos llamadas que realicé. El celular estaba apagado. Abrí la puerta, y me tranquilizó escuchar algunos ruidos que venían de nuestra habitación.

Victoria estaba en el baño, sobre la cama matrimonial, había dos valijas y algo de ropa. Las puertas del placard estaban abiertas, trabadas con cajones mal cerrados.

“Hasta que la muerte los separe”. Hay detalle teórico que las estas dos concepciones de “muerte y matrimonio” no tuvieron en cuenta. ¿Qué pasa cuando lo que se muere primero es el amor? No había respuesta para esto.

O si, porque la estaba descubriendo en ese mismo instante. Mi corazón se detuvo, lo juro; sentí el freno de mano de mis latidos. Durante esos segundos, no puedo precisar cuántos, estuve muerto.

La puerta del baño se abrió. Ahí estaba Victoria.

viernes, 17 de septiembre de 2010

martes, 14 de septiembre de 2010

Desarma y sangra

Probablemente, tendría que haber hecho lo que la mayoría de los hombres harían en una situación como esa. En teoría, lo primero que hacen todos los hombres cuando su novia (o esposa) intenta dejarlos es -por supuesto- intentar convencerla verbalmente que se quede. En estas ocasiones, la mayoría de los hombres preparan un largo y emotivo discurso sobre la posibilidad de ser “el hombre adecuado para ella” y sobre por qué ella esta “cometiendo el mayor error de su vida si se va”.

- ¿Y que hiciste?- preguntó Mariana Pizza, mientras colocaba edulcorante en su café con leche.
- Nada.
- ¡Sos un pelotudo!
- Esas cosas no funcionan, Mariana. No voy a salir corriendo a buscarla al laburo y decirle que la quiero, que sarasa... Esto no es el fin del mundo.
- ¿Seguro?
- Seguro- suspiré.- Esto no es el fin del mundo.

Hay muy pocas cosas que hay que tener en cuenta cuando una relación esta tambaleándo hacia el desastre. Lo primero que hay que considerar es que “no es el fin del mundo”. En mi caso, esta premisa funciona como una especie de auto-engaño que da cierta confianza y logra mantenerme calmo. Y en esa calma, poder pensar.

- ¿Y qué vas a hacer?- el que hablaba era Gabriel, ahora.
- Eso, ¿qué vas a hacer?- presionaba Mariana.
- Lo que mejor se hacer...
- ¿“Hacerte el boludo”?- dijo Mariana, y buscó la complicidad de Gabriel.
- Y...
- Creo que esa no es una opción copada, Pablo- aconsejó Gabriel.- Construiste algo re lindo... no podes dejar que las cosas “te pasen”. Tenes que hacer algo.
- No se manejar estas situaciónes, Gabriel- busqué una escusa.
- Organizate, boludo, organizate, por una vez en tu vida. Elegí laburos, prioriza.
- Todo es importante; y eso vos lo sabes.
- Esto es mas importante- Gabriel buscó la hora en su celular.
- Acá esta lo mío. Un café con leche, tres medialunas- Mariana dejo la plata sobre la mesa.

Salimos de La Opera, encendí un cigarrillo. Mariana Pizza se perdió en Callao rumbo a Córdoba. Gabriel se fue por Corrientes hasta el Paseo La Plaza.

Yo encendí un cigarrillo, y camine hacia Rivadavia, por Callao.

Llame a Victoria al celular, y lo tenía apagado.

Eso no era una buena señal.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Blues de la amenaza nocturna

Siempre fui muy analítico con el “amor”, muy de criticar todo. Para mí, el enamoramiento es un estado de ánimo, un desencadenante de lo que llamamos "amor". Esta experiencia, el “amor”, puede ser compartida o no por la otra persona. Si esta persona, responde a nuestro deseo amoroso; en el ida y vuelta, aparece: la magia.

En esta etapa, no parece haber barreras ni límites para los enamorados; es como si nada tuviera más sentido que ellos mismos. Acá encontramos por primera vez, la noción de: espacio relativo. "El mundo deja de ser el mundo y se sucede a -el mundo sin vos-".
Esto quiere decir, y es lo que generalmente sucede, que el enamorado puede sentir sensaciones de frío, calor, tener taquicardia, ponerse a temblar, ponerse colorado ante la presencia de la persona amada o con solo oír su nombre. Se vive con mucha intensidad, pero también con muchísima inseguridad. Uno puede llegar a sentir, desde la alegría más absoluta a la tristeza más profunda, cuando ese “mundo sin vos” está en juego.

El martes pasado llegué a mi casa a las dos de la mañana, cansadísimo, con un asqueando olor a cigarrillo, y el hombro torcido por el peso de la notebook. Victoria no dijo nada, pero su cara aventuraba la posibilidad de una lista enorme de reproches.

- Ya se, ya se…- fue lo único que pude llegar a decir.
- Esto no va más, Pablo. Estoy cansada de no ser ni siquiera una segunda opción. - suspiró Victoria.- Tenes un problema serio con el laburo… tenes que aprender a decir “no” porque ya no aguanto más. Vas a tener que elegir, o el laburo o nosotros.

Ese fue “mi” momento, cuando el “mundo sin vos” se estaba rompiendo. Cuando mi mundo sin Victoria se transformaba en nada. No dije ni una palabra, me acerque y apoye mi cabeza en su hombro, hundiendo un suspiro largo. Sentí un beso suyo en la frente, mientras sus manos me quitaban los lentes. Me quede dormido.

Cuando me desperté, ella ya se había ido.

martes, 7 de septiembre de 2010

viernes, 30 de julio de 2010

Es una nube, no hay dudas

No lo voy a negar, nadie tenía ganas de ingresar a la usina abandonada de Coghlan por segunda vez. Así que optamos por lo que nos parecía mas sensato... ir a la casa de Alejandro y tocarle el timbre.

- Por ahí, salió, no encontró a nadie y se fue a la casa- pensó Pato, con cierta esperanza.

Eso hicimos.

Ya en el umbral de su casa, Alejandro nos relató un cualquierismo total.

- Me perdí, estuve como dos horas dando vueltas. La lluvia no me dejó escuchar nada, ni ruidos, así que me quería ir a la mierda. En eso, al doblar una pila de vigas de cemento se me apareció un tipo. Me dijo que era el Rey de los Ferroviarios, y que ese era su reino. Después me señaló una puerta que estaba enmarcada entre las rejas que bordean la usina. No la había visto, salí corriendo. ¿Y ustedes, cómo salieron?
- Nos encontramos, Ale. Simplemente nos encontramos- le dijo Martín.
- ¿Que? ¿No me van a creer? Les digo que un tipo que era el...
- ¡El rey de los boleteros!- lo cortó Bruno, riendo.
- De los ferroviarios, Bruno- se ofuscó Alejandro.
- ¡El rey de los maquinistas!- gritó Pato, y todos no reímos.
- Son unos boludos, les digo que un tipo me ayudo a salir... Estaba vestido todo de gris, como con un sobretodo, y tenía una franela saliendo del bolsillo... una franela naranja.
- Por ahí era la bandera que usan para que la gente no cruce las vías...- dedujo Martín.
- Puede ser...- respondió Alejandro.

Dedicamos los últimos minutos de aquella tarde a dos cosas puntuales: intentar quitar crédito a la historia de Alejandro y deducir si lo que el tipo (en caso de existir) tenía en el bolsillo era una bandera de señalización o una franela. Perdimos la esperanza de encontrar alguna respuesta cuando la mamá de Alejandro lo llamó para cenar.

- Bueno, podemos seguir haciendo estas cosas, son divertidas- dijo Martín, recordando lo que fue, nuestra primera escondida hormiguero.
- Claro, además todavía nos quedan tres meses para empezar la secundaria- respondió Bruno abriendo un paquete de galletitas Manon.
- Cierto- dijo Alejandro.- Entonces... ¿me creen?
- Por supuesto...- Bruno respondió, con una pausa dramática.- ... que “no”.
- ¡Pelotudos!- dijo Alejandro dando un portazo y dejando nuestras risas en la vereda.

Lo que no sabíamos era que Alejandro había tenido el privilegio de ser el primero de nosotros en conocer a Franelita, el loco del barrio; y al parecer, por aquella época, rey auto-coronado de la usina abandonada de Coghlan.

martes, 27 de julio de 2010

A nadie le interesa si quedás atrás

Las consecuencias de aquella escondida hormiguero fueron nefastas. Pero como siempre pasa en estos casos, nosotros la hicimos recordable. En mi caso, la notable incertidumbre... -perdón, el notable cagazo- me privó de recordar ese primer juego como único (no así, las siguientes escondidas hormigueros). Dicho esto, recuerdo que me quedé escondido y leyendo aquel comic de Spiderman hasta que la lluvia no dejo mas que un rastro de barro y silencio. La mezcla de olores, el hierro oxidado, la humedad, la tierra mojada propiciaba una pronta retirada, y si era posible, volando. Salí de mi escondite y me di cuenta de la inmensidad del lugar y de la locura que habíamos cometido. A ver, nos habíamos metido en una usina eléctrica abandonada, probablemente la rata mas chica tendría el tamaño de una nutria australiana (son grandes), como poco. Y como mucho, en aquel lugar podría haber cualquier cosa escondida. Sin contar con el óxido, posible infecciones, etc. La sensación de que todos se habían encontrado y que yo había ganado el juego, se convertía en la más horrible de las realidades. Me di cuenta que para un chico de séptimo grado, la usina de Coghlan era un laberinto horrible en donde te podías perder y aparecer al día siguiente, con suerte, vivo. Y cuando tenes esa edad, lo primero que se pierde es la calma.

Abrí la boca y grité.

- Maricon- escuché la voz de Martín, estaba detrás de una reja sosteniéndola y mientras me señalaba el lugar por donde salir.
- ¿Gané?- pregunte, agitado.
- No entendí muy bien quien gana el juego, los chicos ya salieron todos.
- Entonces, gane- sonreí.

Salimos por la cortada de Rivera, es una cortado que da a uno de los lugares mas pintorescos de Coghlan: a una pequeña plaza, con un mástil y unos bancos. Ahí estaban los chicos... Bruno, Diego, Pato...

- ¿Alejandro?- pregunté.

Enseguida supe que no iba a querer oír la respuesta.

viernes, 23 de julio de 2010

Próxima

Me gustan las chicas que encienden un cigarrillo para que venga el colectivo.

martes, 20 de julio de 2010

viernes, 16 de julio de 2010

Comic Code Autorithy

Siempre dije que cada historia puede ser contada de muchas formas. Son miles las puertas que una historia abre, miles las formas de entrar y recorrer ese camino.

Hace mucho tiempo, un psicólogo estadunidense tenía mucho tiempo libre y se puso a analizar el contenido de los comics. El tipo llegó a la conclusión de que los jóvenes estaban amargados y que "el" culpable de tanta tristeza eran -sorpresa- "los" comics. A partir de este análisis se creó el Comic Code Autorithy (CCA), un organismo que regulaba los contenidos de los comics. La idea era alejar a la juventud de cualquier cosa que fuera peligrosa para sus mentes.

Los análisis del psicólogo fueron motivados por un paciente que se confesó homosexual y admitió que leía comics de Batman. Entonces, el doctor llegó a la conclusión que los comics de Batman, llevaban a los inocentes a la homosexualidad, así que escribió un libro llamado "La seducción del inocente". El psicólogo se volvió millonario, su paciente se suicido.

Es increíble como uno siempre encuentra al análisis justo a determinada vivencia años después de experimentarla. Eso pasa mucho, y generalmente empieza con un “cuando yo era chico…” o con un “una vez me acuerdo que éramos chicos y…”

Una vez me acuerdo que éramos chicos y… entramos a la usina abandonada de Coghlan. Me escondí dentro de un pasillo largo que terminaba en una puerta cerrada. Sobre las paredes, unas maderas que dejaban un hueco interesante entre pared y madera. Desde ese lugar pude ver como la reciente lluvia de verano estaba mojando una revista. Era una historieta del Hombre Araña, estire mi mano para salvarla. Salí un poco de mi escondite para agarrar la historieta.

El primer comic en cagarse en el CCA fue una saga de Spiderman en la que Harry Osborn tomaba drogas por problemas familiares, mientras el Peter Parker cagaba a trompadas al dealer de Harry.

Además de todo eso, fue el primer comic que tuve en mis manos.

Volví a mi escondite, y me quedé ahí… leyendo.

La lluvia se hacía cada vez más fuerte.

viernes, 9 de julio de 2010

Piedra libre

Siempre me pregunté por qué la mayoría de la gente grande recuerda a la escondida clásica como uno de los mejores juegos inventados y posibles de ser jugados hasta el hartazgo durante la niñez. Psicológicamente creo que encierra un par de aspectos interesantes. No soy psicólogo, pero me gustaría analizar esto a la luz de mi propia experiencia. Mi teoría es que cuando somos chicos nos escondemos porque sentimos la necesidad de saber que podemos volver a salir de ahí, de encontrar la salida. Es decir, buscamos el mejor lugar, el clandestino, el ajeno a los ojos del buscador, pero a la vez… necesitamos saber que podemos salir de ahí, que somos nosotros los que entendemos el significado de la búsqueda.
Bien, la “escondida hormiguero” no tiene demasiados secretos. Es -técnicamente- igual a la “escondida clásica”, pero en lugar de tener “alguien que busca” y “muchos que se esconden”, en la “escondida hormiguero” existen la multiplicidad de roles: todos buscan, todos se esconden… todos a la vez.

En la práctica funcionaria así: se pauta un número (100, por ejemplo), todos salen corriendo buscando su escondite mientras van contando hasta 100 mentalmente, una vez que todos están escondidos, es obligatorio que todos salgan de su lugar a buscar a los demás. ¿Inentendible? En la práctica, créanme, funciona. Llegado un punto, nos vamos encontrando, y así, se van formando grupos de búsqueda.

Ustedes pueden pensar que el juego no tiene demasiado sentido jugado de esa manera. Tiene derecho a pensar que el juego se agotaba al primer encuentro: y porque al final era un todos contra todos sin sentido. No los culpo por eso.

Lo bueno de la “escondida hormiguero” es que la seguimos jugando durante mucho tiempo, con el correr de los años con más o menos éxito. La última vez que la jugamos fue en mi despedida de soltero, y voy a guardarme esta anécdota para un futuro cercano.

Volviendo a nuestro último verano, ustedes pueden pensar que no tenía mucho sentido jugar el juego de esa manera, que es peligroso jugarlo así en una usina abandonada. Sin embargo, a todos nos pareció interesante.

Buscamos ciertas emociones estúpidas y, también, reinventar las que ya conocemos. Eso hicimos.

Cuando mis números llegaban a 60, encontré un fantástico lugar para esconderme. Había un pasillo largo que terminaba en una puerta cerrada, apoyadas sobre las paredes, unas maderas, dejando un hueco interesante entre pared y madera, me ubiqué sin hacer mucho ruido.

Espere… 100.

Se escuchó el primer trueno, lluvia de verano.

martes, 6 de julio de 2010

Los condenaditos

Hay una época misteriosa del ser humano. Es un momento que muy pocas personas tienen la capacidad de controlar. Hablo de aquella puerta que se abre a un nuevo mundo, lleno de dolores profundos y alegrías incomprensibles. Esa época siniestra, entre la niñez y la adolescencia, llamada “preadolescencia”.

Nuestro último verano, “el verano en capital” como solemos llamarlo, fue un vertiginoso viaje al mundo barrial. Redescubrimos el barrio con ojos enormes, enamorados de cada detalle. El viaje de aventuras iniciadas al terminar 7mo grado comenzó cuando Bruno dijo “estoy aburrido”, sentado en las vías muertas de la Estación Coghlan. Eso fue el puntapié inicial de todo, las propuestas no tardaron en llegar.

Pato propuso entra a la casa abandonada de Donado y la vía de Drago. Alejandro quería entrar a la usina eléctrica de Coghlan. Diego quería meterse en la morgue del Pirovano y ver un muerto. La fallida (para nosotros, no para Nuria Vainilla) historia de la morgue del Pirovano ya la conocen.

- Algo distinto, algo podamos recordar durante años- dijo Alejandro.
- ¿Cómo ver un muerto? Somos un desastre, no servimos… Somos “chicos doble escolaridad”- la cara de Martín se ensombreció.
- Yo estoy investigando- la voz de Pato sonaba muy seria, lo miramos.- Si, investigo cuales son las casas abandonas del barrio para poder entrar.
- Bueno, pero algo tenemos que hacer hoy- insistió Alejandro.- Creo que entrar a la Usina abandonada es lo mejor, nos vamos a cagar de risa, seguro.
- ¿Le aviso a Nuria?- preguntó Bruno.
- Mejor no, a ver si es la única que se anima a entrar- concluyó Diego con una sonrisa.

Entonces, caminamos por la plaza de la estación. No era un recorrido difícil, la Usina estaba sobre Monroe (y todavía sigue ahí). Me detuve un segundo a mirar una pequeña habitación pegada a la Sala de Espera para Señoras de la estación. Era la biblioteca, por la ventana se podían ver una gran cantidad de libros donados; una placa junto a la puerta decía: fundada en 1967. La biblioteca pública Bartolomé Mitre es la primera (y todavía se cree que única) biblioteca que funciona en una estación ferroviaria. Hay una historia muy interesante con respecto a esta biblioteca, ocurrió en 1991. Lamentablemente, nunca hay tiempo para todas las historias. Pero algún día, se las voy a contar.

La vieja usina de Coghlan es un edificio enorme; para nosotros, en ese momento, gigantesco. Fue construida por una empresa de ferrocarriles en 1929, cuando comenzaron a electrificarse las vías de los trenes. Al pasar los años, la usina dejo de servir para su propósito original y fue abandonada por sus trabajadores. Y ahí la encontramos nosotros… en toda su inmensidad.

- Bueno, hacemos esto y después basta. Cortémosla con las pendejadas- dijo Martín.- Esta tiene que ser nuestra despedida de la primaria.
- Nos queda entrar a una casa abandonada- murmuró Pato.
Entremos- Bruno fue el primer valiente en intentar trepar las rejas de corte inglés que rodeaban el edificio, Diego lo detuvo.
- Esperen… tengo una idea. ¿Y si inventamos un juego dentro de la usina?- propuso Diego.

Todos pensábamos que sería una idea interesante.

Fue el día que inventamos la “escondida hormiguero”, un juego que volvimos a jugar con el correr de los años en diferentes ocasiones. Lo bueno de la “escondida hormiguero” es que, como verán mas adelante, no se necesita tener 12 años para jugarla.

Pero claro, ese día no lo sabíamos.

Era una hermosa tarde de verano, ni una nube en el cielo.

Eran las 15.30 cuando cada uno de nosotros fue saltando las rejas de la vieja y abandonada usina, dando por fin, inicio a nuestra primer "escondida hermoguero".

En ese preciso instante, el cielo se nubló.

martes, 29 de junio de 2010

Cuando voy al trabajo

El miércoles que viene -mañana- se cumplen 4 meses de mi nuevo trabajo. No me quejo, fue duro. Por momentos pensé que iba a ser mi Wateloo laboral, por suerte no fue así. Evidentemente, el cambio fue brusco. Me di cuenta que las cosas iban a cambiar, ya no se trataba de labural para eventos familiares y corporativos, ni escribir guiones, ni “cuentitos”. De un día para otro me convertí en periodista parlamentario, asesor de prensa del jefe de Elizabeth Veterana, y gacetillero full time. En mayo, Elizabeth me preguntó si quería organizar las charlas de su jefe en universidades y barriadas. Dije que sí, con lo cual estaba agregando mas trabajo al que ya tenía. Cada decisión tomada, generaba otra más.

La decisión más sensata que pude tomar fue impulsada por Gabriel. “Vamos a dejar de laboral en la agencia de eventos, es imposible, con tu laboral mas el mío en la editorial, no llegamos... Mejor irnos ahora, y dejar la puerta abierta; de última, podemos tomar laburos específicos”, me dijo. Me pareció una buena idea. Así que cambié la organización de eventos familiares y corporativos, por la gestión de eventos políticos.

La buena noticia: la obra de teatro que escribimos con Gabriel fue seleccionada para participar en un festival de teatro hispano en Washington. Estuve dos semanas con una sonrisa de pelotudo increíble, valió la pena todo el esfuerzo que le pusimos a eso.

Seguí escribiendo los cuentos para la editorial de Gabriel, algo que se convirtió en uno de mis cables a tierra.

También durante febrero, mientras me aclimataba a mi nuevo laburo, reemplace en el Paseo la Plaza al amigo de Alejandro. Hacer reír a la gente es algo muy difícil. Fueron 4 funciones increíbles, con mucha gente conocida y otra tanta que no sabía ni donde se estaba metiendo. Una experiencia que sirvió para que confirme que me tengo que dedicar a escribir y no a actuar. Alejandro dijo que no estuvo tan mal, y que le gustaría hacer algo conmigo, entre amigos, para después del mundial. ¿Quién sabe? Lo bueno es que fue otro lindo cable a tierra.

Mi nuevo trabajo es agobiante y demandante. He conocido gente siniestra, gente noble y víboras de todo tipo. Son muchas horas, pero poco a poco me fui acomodando a todo. Los dolores de cabezas y la presión el pecho siempre están... ya me acostumbre.

Tuve que desempolvar un montón de apuntes de cuando estudié Periodismo en el TEA, y otros tantos de Comunicación Social. Fue como empezar de nuevo, nacer profesionalmente de nuevo... Estoy agradecido, Elizabeth es una gran mentora.

Así están las cosas ahora, tranquilas y (todavía) acostumbrándome a este nuevo mundo laboral.

Hasta aquí, y por el momento, voy a dejar de aburrirlos con temas laborales.

Lo se, ustedes quieren historias... ya vienen, no sean impacientes.

viernes, 25 de junio de 2010

martes, 22 de junio de 2010

Mentira

- ¿Cómo te fue con Elizabeth?- preguntó Victoria, durante la cena.
- Bien… La oferta es buena.
- ¿Vas a poder con todo?
- Sí, creo que si- respondí, pensando que debería aceptar mi condición de “mentiroso compulsivo”.

Se lo que están pensando. A mi favor, puedo decir que siempre tuve la delicadeza de nunca mentir sobre cosas realmente importantes.

- ¿Qué opina Gabriel?- Victoria, mientras se servía un poco de gaseosa.
Opina que es buenísimo, si esto va bien, nos puede dar un gran empujón…
- ¿Y Alejandro? ¿No le confirmaste que ibas a hacer un par de funciones hasta que el actor se recupere?
- Bueno, pero… Ese texto lo escribí yo, me lo conozco de memoria, Vi.
- ¿Vas a poder con todo?
- Si...

Definitivamente, debería aceptar mi condición de “mentiroso compulsivo”. Lo bueno es que tengo bastante suerte en el día a día. Como en este mundo no hay muchas cosas “realmente importantes”, eso me deja mucho margen para mentir.

viernes, 18 de junio de 2010

Donde van las almas

Se sabe, o por lo menos, muchos intuyen que: el hombre es un ser vivo compuesto de cuerpo o materia y alma o espíritu. Lo evidente no necesita ser demostrado, el cuerpo del hombre es algo evidente, así que no necesita demostración alguna. El alma, por el contrario... es otra cosa.

Aquella tarde, en Pueyrredón y Santa Fé, cuando Elizabeth Veterana terminó de hablar, bebió de un sorbo lo último que quedaba de su cortado en jarrito y me miro, expectante. También, dejó de sonreír, mientras colocaba dos sobres en la mesa. El primero, de color madera; el otro, blanco, mas pequeño, sin una sombra de suciedad.

- Lo que mi jefe esta buscando es alguien que cumpla todos estos requisitos, creo que no es nada que vos no puedas hacer - dijo señalando el sobre de color madera.- Y en este tu contrato y lo que se te estaría pagando- apoyo su mano en el sobre blanco.
- Te agradezco la confianza... a ver...- intente agarrar el sobre madera, pero Elizabeth apoyo el sobre blanco arriba.
- Creo que primero tendrías que ver el “número”- dijo sonriendo.

Como les decía, el alma es otra cosa, y aquella tarde yo vendí la mía.

martes, 15 de junio de 2010

Careless talk

- Son las dos de la mañana, Pablo- la voz de Victoria sonaba frustrada.
- Ya se, perdón.
- No podes estar en la calle a esta hora, habíamos quedado que no ibas a laburar así- “así” era la forma que Victoria utilizaba para llamarme “adicto al trabajo, enfermo, obsesivo”.
- Perdón.
- ¿Dónde estás?
- En Urquiza.
- Pablo... ¿Qué haces ahí? ¿A qué hora pensás llegar?
- Hoy a la mañana pase por lo de mi vieja, y me olvide el cargador de la notebook.
- O sea que vas a llegar a las 3 de la mañana.
- Dos y media, me tomo un taxi- hubo un silencio, un silencio “no lindo”.- Te quiero, Victoria. Y... perdón.
- Habíamos quedado que no ibas a laburar “así”, lo prometiste. Si hubiera sabido que iba a pasar esto, nunca te hubiera dejado aceptar la mina esa- se refería a Elizabeth Veterana.
- Perdón. Quiero que te acuestes, que duermas, vos mañana te despertás temprano.
- Y vos te despertas a las seis.
- Ya se...
- Y son las dos.
- Ya se...
- “Ya sé y perdón” son las palabras que mas veces te escuche decir en los últimos dos meses.
- También me escuchaste decir “te quiero”- otro silencio, un poco menos feo.
- Yo también te quiero- suspiró Victoria.- ¿Cenaste?
- No.
- Te hago un churrasco, apurate. Nos vamos a dormir, por lo menos tres horas de sueño. Es lo mínimo que podes hacer, dormir y dejarte de joder con el laburo- Victoria hizo una pausa, y un ruido con su boca, como explotando un poco de saliva en el paladar cuando algo no sale bien.- Te vuelvo a repetir: baja un cambio. O algo va a salir mal, no quiero tener que te pase nada.
- No me va a pasar nada, es el ritmo que elegí para mi vida, Vi.
- Te quiero, idiota.

Esta charla tuvo lugar los primeros días de mayo. Victoria tenía razón. Una semana después empezaron los dolores de cabeza. Algunos días mas tarde de la primer aguje de tejer atravesando mi ojo derecho, me di cuenta que Victoria tenái razón.

Nunca debí aceptar la oferta de Elizabeth Veterana.

viernes, 11 de junio de 2010

Love and marriage

Como se podría haber esperado, los primeros seis meses de matrimonio fueron como una prolongada luna de miel. Básicamente, no hubo muchos cambios en nuestras rutinas. Victoria y yo manteníamos una “casi” convivencia desde hacía dos años (un poco más) antes de casarnos. Por lo tanto, no hubo sorpresas en ese aspecto.

Algunos de mis amigos casados me dijeron que los primeros seis de meses eran una prueba de fuego, que la diferencia la marcaban la ceremonia, la libreta y ese pedacito de papel que decía “matrimonio”. Dijeron que las cosas habían cambiado para ellos, que se les había hecho muy difícil.

En mi caso, no hubo sorpresas que vengan desde la convivencia. Con Victoria ya teníamos en claro que queríamos cuando pensamos en casarnos: formar una familia, ser felices, cuidarnos mutuamente, tener una casa con patio o un departamento grande con balcón-terraza (de esos donde podes poner una mesita con sillas y tomar mate).

Nuestra única diferencia de criterios es con respecto a “formar una familia”. Yo quería tener hijos a la brevedad. Me hubiera gustado culminar el año esperando un bebe. Victoria, por el contrario, quiere esperar un poco más. Como dice el refrán, “si uno no quiere, dos no pueden”. Decidimos esperar, decidí esperar. No hubo sorpresas con respecto a este tema.

Somos felices, nos cuidados; eso lo tenemos claro. Con respecto a la vivienda, el departamento de Belgrano R cumple perfectamente el sueño de poder “formar una familia”. Son cuatro ambientes, cortesía de la abuela de Victoria. No tiene balcón-terraza, pero es más que suficiente para empezar. Tampoco hubo sorpresas en este tema.

El principal reto de una pareja de recién casados es elaborar un plan financiero conjunto que les permita realizar todos sus sueños, un soporte económico donde ambas partes puedan ser felices. Victoria trabaja en una agencia de publicidad pequeña como diseñadora multimedial. Esa es su única entrada de dinero, además de algún laburo de diseño de logos o afiches. No esta tan mal. En mi caso, siempre labure de más, mi idea para generar entradas de dinero (además del alquiler de mi departamento), fue tejer una red laboral que me permita y siempre dentro de lo que me gusta hacer: escribir. Sin sorpresas, económicamente estamos bien, levantando cabeza después de los gastos del año pasado. Casarse es básicamente ser el boquetero de tu propia cuenta bancaria; pero bueno, se sale, con una buena organización, se sale. Por lo tanto, no hubo sorpresas económicas tampoco.

Las sorpresas vinieron de afuera, claro. La llegada de Bruno, y los recuerdos. La propuesta laboral de Elizabeth Veterana, y mi decisión. Mariana Pizza y la necesidad de alguien confiable para contenidos artísticos de radio. Alejandro, mi querido Alejando, y sus terribles ganas de hacerme cruzar la enorme línea que separa al “tipo que escribe” del “tipo que actúa y escribe”. Estas fueron las sorpresas, las descaradas sorpresas. Y cada una de estas sorpresas, llevó a una decisión fundamental.

La primera de todas, el primer encuentro, fue a fines de febrero de este año, cuando decidí encontrarme con Elizabeth Veterana y escuchar su oferta. Fue algo que cambió mi vida, que produjo ausencias involuntarias y la caída en un mundo lleno de anécdotas y oscuridades.

De eso se trató mi ausencia, de no saber decir "no".

martes, 8 de junio de 2010

It's about nothing

“¡Patricia, la puta que te parió!”, pensé.

- Pibe, ¿tenes un cigarrillo?- le di a Franelita un Philip Morris, y rápidamente lo colocó en su boca mientras me miraba de costado.- ¿Me das otro para después de cenar?
- Claro- en el paquete había cinco puchos, me acordé que tenía otro cerrado en el morral.- Quedese con el paquete, tengo otro.
- Gracias, pibe…- el tipo no dejaba de mirarme, estudiándome, en silencios interminables.- Que raro...- murmuró al fin.
- ¿Cómo?
- Que raro... No te pareces en nada a tu viejo. Tus hermanas, si. Vos tenes la mirada de tu mamá- sentenció, no respondí incliné mi cabeza a un costado y lo mire muy seriamente.- Tenes los ojos de tu abuela y la mirada de tu mamá.
- Gracias... Que siga bien, hasta luego- estaba dispuesto a continuar mi camino cuando Franelita volvió a la carga.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Digame- le dije
- ¿Tenes problemas con la caída del pelo, vos?- preguntó con la impunidad de los locos.
- ¿Qué?
- Digo… se nota que tenes problema con el pelo- dijo señalándome la cabeza.- Que raro... Tu viejo tenía mucho pelo.

Lo mire seriamente, fue un largo silencio. Recordé el cabello de mi papá, negro azabache, como la misma noche.

- ¡Contestame!- grito el viejo.
- No se que quiere que le responda...- me incomode un poco.
- ¿Tenes problema con la caída del pelo, si o no?- y poco de ceniza cayo en una baldosa, mientras el tipo gesticulaba.
- Supongo que si- respondí, pensando en salir corriendo lo más lejos posible del loco de mierda.
- ¡Bife de hígado, pibe!- me dice, mientras se lleva sus dos manos a la altura de las orejas y hace el ademán de calzarse un gorro de lana.
- ¿Cómo?- lo mire desconcertado.
- Bife de hígado... acordate...- y diciendo esto, Franelita giró y empezó a caminar lentamente, dándome la espalda; lo seguí.- ¿Sabés? Los indios usaban hígado cortado en rodajas. El hígado tiene hierro, una vitamina necesaria para que fortalece las raíces. ¡Tenes que dejar que el líquido penetre, eh! ¿Entendiste?
- Si…
- Bien...- Franelita suspiro.- Todavía me acuerdo la noche que lleve a tu papá a la puerta de casa con las piernas rotas.

“Desgraciadamente, Franelita, yo también me acuerdo”, pensé.

- Y siempre se lo vamos a agradecer- fue lo único que llegue a decir.
- ¿Vos sabías la historia, no? ¿La del Francés, tu viejo y la mesera del Billarmonia? ¿La sabes o no?
- Si, la se...- pero claro, esa es otra historia.
- Bueno, acordate… ¡bife de hígado!- dijo y volvió a hacer el gesto de ponerse un gorro de lana.- Y gracias por el paquete de puchos…- dicho esto, cruzo Roosevelt y la vía de Miller, perdiéndose rumbo al Santuario de Jesús Misericordioso.

Por mi parte, cuando regresé de Triunvirato, pase por una carnicería. Una señora mayor tenía en la mano un Nación. Alcance a leer una de las noticias de costado: “La calvicie reduce el riesgo de cáncer de próstata” decía el título.
- ¿Qué llevas?- preguntó el carnicero.
- Voy a llevar…- había llegado la hora de la verdad.- Un kilo de nalga para milanesas… bien finitas.

A la noche, mientras preparaba las “pablinesas” (especialidad de la vida de casados), Victoria llegaba de trabajar.

- Dejo unas "pablinesas" en el freezer y tiro dos así te acompaño mientras cenas- le dije.
- ¿Vos no te ibas a lo de Martín?
- Si, pero bueno... no hay horario, vamos a pedir unas pizzas y (probablemente) debatir si abrazamos a Bruno en el aeropuerto o no- mire a Victoria unos minutos.- Che, Vick, estaba pensando... ¿A vos te gusta el bife de hígado?
- ¿Vos estas en pedo?
- Dicen que es bueno para la calvicie...- me justifique.- Pero no hay que comerlo, hay que...- agarre un milanesa e intente el ademán de colocármela en la cabeza.
- ¿Pero quien te pone esas ideas locas en la cabeza?
- Un amigo de mi viejo...
- El día que yo llegue de trabajar y te encuentre con un bife de hígado en la cabeza para que te crezca el pelo, es el mismo día que pido el divorcio, Pablo.

No hubo mucho mas que decir.

viernes, 4 de junio de 2010

En la vereda del sol

Regresábamos de Ezeiza. En el auto de adelante iban, Martín, Patricio y Bruno, recién llegado de Francia, con sus valijas de fantasmas, recuerdos y Nuria. El recuerdo de la prematura muerta de Nuria Vainilla era demasiado para mi cabeza, que pesaba cada vez más.

La mejor forma de matar una historia es contando otra. Escribir sobre lo escrito, sin buscar un hilo conductor, sin nada. Buscar una historia para escapar…

- ¿Se acuerdan que cuando volví de vacaciones mi hermana se había olvidado de pagar la luz de mi departamento?- no hubo respuesta.- Bueno… cuando iba a Triunvirato a pagar la luz me encontré con...- el sonido agudo y ensordecedor de la bocina del tren, rompió cualquier intento de conversación.
- Espera, Pablo- dijo Diego.- Empeza de nuevo…

Eso hice.

Como ya escribí en alguna ocasión, en Villa Urquiza tenemos dos o tres leyendas barriales. Estas son, la siniestra historia de la niñera de la calla Bucarelli, el simpático caso de Franelita y -la leyenda mística, no podía faltar- el bar escondido llamado Billarmonía. Me han dicho que hay muchas leyendas más, algunas historias urbanas tan misteriosas que ni ganas de investigarlas; pero estas tres son las principales. Y también comenté alguna vez que, gracias la buena dicha de ser un buen vecino, pude dar fe y cuenta de las tres leyendas más llamativas del barrio. Creo que es el agradecimiento del barrio por no haberlo dejado nunca. Por volver, siempre volver.

Recuerdo como si fuera hoy el día que conocí a Franelita (alias José Franela, alias Pepe Trapito, y algunos más que no vienen al caso). La primera vez que vi a Franelita estábamos jugando una Escondida en la usina abandonada de Coghlan. No viene al caso. Si quieren un dato accesorio fue “el último verano”. Si, y ocurrió algunos días después de la entrada de Nuria a la morgue del Pirovano. La historia de Nuria ya la conocen; y algún día contare las peripecias de aquella salvaje Escondida. Como les dije, no viene al caso. Esa fue la primera vez que vi a Franelita, pero no fue la última. Tengo que admitir que José Franela fue (es) un increíble personaje barrial, un ser tan misterioso como encantador... tan perturbador como loco.

Por eso mismo, cuando uno lo ve por la calle, lo mejor es cruzarse de vereda. Y eso mismo intente hacer cuando lo vi doblar por Valdenegro hacia Roosevelt… Pero claro, en esa misteriosa cuadra de la calle Roosevelt (entre Miller y Valdenegro) no hay vereda de enfrente… o mejor dicho: hay, pero solamente lleva a una cortada.

Granadas de humo no tenía; por lo tanto, lo mejor que podía hacer era hacerme el desentendido, abrir mi portafolio morral y aventurar la actuación de “estoy caminando y buscando algo”. Eso hice… también intente encender un cigarrillo, todo al mismo.

Franelita se acercaba a paso lento y cansado. Su cara acusaba el paso de los años; pero nadie sabe a ciencia cierta su verdadera edad. Muy pronto nuestros caminos se iban a cruzar, yo solamente pensaba “que no me hable, que no me hable, que no me hable, que no me hable”. Y no lo hizo, es más, podría jurar que ni siquiera me miro.

- ¿Pibe?- escuche la voz de Franelita detrás mío.

Me tome dos segundos para putear a mi hermana por olvidarse de pagar la luz, el teléfono, y quien sabe qué más, antes de darme vuelta y comenzar mi conversación con Franelita.

martes, 1 de junio de 2010

Virtual insanity

Los Sims. Para los que no conocen los Sims, son esos jueguitos de estrategia y simulación donde uno se inventa un personaje intentando desarrollar al máximo sus aptitudes sociales. La idea es “fabricarles” una vida a esta gente virtual, lograr que cumplan sus metas sociales, que convivan con otras personas, que lleven una vida "real", etc.

Cuando conocí a Victoria, ella y sus amigas eran fanáticas de este jueguito. Por supuesto que, cuando el tiempo de ocio lo permitía, Vicky me involucró en el “Mundo Sims”. Bien, entonces me di cuenta de mi poca jugabilidad en los Sims. Siempre me pintaba la perversidad de dejar al tipito virtual que yo había construido encerrado en el baño, o matarlo de hambre. Morbosidad virtual.

Por ejemplo: cuando un personaje tenía que ir al baño, yo hacía que otro personaje construya una pared en la puerta, para que el que había entrado no pueda salir. Cuando lso demás personajes de la casa se daban cuenta de lo que había el “personaje tapiador” se ponían en huelga de hambre, huelga de pis, y… Y bueno, yo me quedaba ahí esperando morbosamente quien se moría primero. Y así, uno a uno, iban cayendo.

Básicamente, lo mismo sucedió con Todas mis Ex. ¿Ah, no? ¿Qué todavía estoy a tiempo?

Arranquemos, entonces...

viernes, 2 de abril de 2010

El viento te lo dirá

La puerta de la guardia se abrió. Bruno estaba un poco pálido, Martín lo acompañaba sosteniéndolo un poco. “Debilidad en las piernas, tensión en el pecho, el corazón a mil, dificultad para respirar”, eso le dijeron a Martín en la salita de emergencia hospitalaria de Ezeiza. Bruno había tenido su primer ataque de pánico.

- Menos mal, si tardaban más, iba a perder el poco pelo que me quede- tire al aire intentando robar alguna sonrisa.
- Estas igual, Pablo- murmuró Bruno dejando escapar una sonrisa.

Caminamos en silencio hasta la salida de vehículos, nos dividimos en dos autos. Martín ofreció su casa para tomar un café, y todos aceptamos. En el primer auto viajaban Bruno, con Patricio y Martín al volante. En el auto de Diego, nos trepamos con Mariana.

- ¿Dónde va a estar parando Bruno?- preguntó Diego.
- En la casa de Acha- respondió Mariana.- Me estremezco de solo pensar eso. Sólo en la casa de sus viejos, de su hermana, con tantos recuerdos…
- Tantos fantasmas- dije.

Viajamos en silencio durante un buen rato. Acababa de perder toda una tarde, en recuperar a Bruno, que ni siquiera sabía si quería tenerlo de nuevo en mi vida. Además, el encuentro con Bruno traía de regalo el recuerdo de Nuria. Nunca había pensando en Nuria Vainilla con tanta intensidad. La muerte… Tenía que encontrar una vía de escape, una ruta segura para que el regreso no fuera tan malo… tan caótico y deprimente. Por la ventanilla, entraba un viento tibio, calido... cerré los ojos y suspiré.

- Che, ¿les conté que las personas que se quedan peladas antes de los 30 tienen menos probabilidades de contraer cáncer de próstata?- pregunté, había encontrado el túnel para escaparme.
- ¿De nuevo?- suspiró Mariana.
- Lo de la testosterona, dijiste- Diego estaba haciendo uso de su memoria de colibrí.
- Si, eso. Lo de la testosterona… Lo que no sólo convierte a los pelados como yo en terribles máquinas del garche, sino que nos hace inmune al cáncer de próstata- me acomodé en el asiento de atrás, sonreí.- Lo que nos les conté fue cuando me enteré de esto…
- ¿Revista Muy Interesante?- preguntó Mariana, habíamos llegado a una barrera baja.
- No… ¿Se acuerdan que cuando volví de vacaciones mi hermana se había olvidado de pagar la luz de mi departamento?- no espere ninguna respuesta, el tren cruzó la barrera dejando entrar un viento caliente en el coche.- Bueno… cuando iba a Triunvirato a pagar la luz me encontré con…

El sonido agudo y ensordecedor de la bocina del tren, rompió cualquier intento de conversación.

- Espera, Pablo…- dijo Diego.- Empeza de nuevo…

Eso hice.

martes, 30 de marzo de 2010

Interludio musical

La banda favorita de Sandra MuchoTiempo era Depeche Mode. Y en este recorrido incierto por los laberintos de mi memoria, ella traía música para escuchar y ahí nos quedabamos, escuchando, bailando, durmiendo. Algunos temas de Depeche Mode tienen esa onda “drama y melancolía” que te transportan a un estado de conciencia superior. No miento, el mejor ejercicio es escuchar un live de Enjoy the silence una noche lluviosa, con las luces de la calle entrando por la ventana.

Postales. La recuerdo bailando mientras yo la miraba desde el sofá, y ella caminaba hasta sentarse sobre mis piernas. La sonrisa en su rostro de bailarina, nuestra primera vez, mi primera vez, sus ojos marrones, su pelo negro brillante. Siempre tuve la sensación de qué cada canción de Depeche Mode se convertiría en pequeños himnos, postales de diferentes momentos con Sandra. No me equivoque.

Muchos años más tarde, Sandra MuchoTiempo me dejó, pero su música -ni idea por qué- se quedó.

Precisamente por eso, cuando en junio del año pasado internaron Sandra por un intento de suicidio mal concebido, fuí a mi casa, agarre 101, un viejo disc-man Sony, y le pedí al primer taxi que se cruzo en mi camino que me deje en la puerta de la clínica.

Una postal... su sonrisa cuando me vio entrar en la habitación.

Pedazos de una historia que pronto vendrá.

viernes, 26 de marzo de 2010

Aeropuerto 2010

La llegada de Bruno fue muy emotiva. Mariana, Patricio y Martín lo abrazaron durante un largo tiempo. Diego y yo no tanto. Por mi parte, le di uno de esos abrazos de palmada y sonrisa. Del abrazo de Diego no puedo decir demasiado, no preste atención. Bruno tenía la misma sonrisa que todos recordábamos, eso ayudo bastante. Martín fue el conductor de la charla por el hall de Ezeiza, lo cual agradecimos todos. Si bien la mayoría de nosotros tenía un cierto grado de ansiedad bastante manejable, jamás me hubiera imaginado que Bruno se llevaba el premio.

- Necesito sentarme un segundo- dijo Bruno mientras se tiraba sobre unas sillas.

Mariana Pizza miró a Martín, Martín miró a Patricio, Patricio me miro a… Bueno, la triangulación de miradas me incomodo un poco, lo admito. Pude escuchar la respiración de Bruno, el aire entrando por la nariz a raudales, llenando los pulmones y luego, muy despacio, dejando su cuerpo por la boca.

- ¿Te sentís bien, Bruno?- preguntó Diego.
- Evidentemente, no- murmuré.
- No- respondió el recién llegado, sacando un pañuelo en el bolsillo y limpiándose la frente.- Me duelen las piernas.
- Ya vengo...-dijo Martín, alejandose.
- Tendría que haber venido Richard- pensé en voz alta. (Richard es médico).
- Si, pero todavía no se recibió…- dijo Pato.
- ¡Tiene 38 años! ¿No se recibió?- pregunté.- Pense que sí.
- Creo que le faltan dos materias…- explico Patricio.
- Bueno… dos materias, es médico- dijo Diego intentando poner fin a la discusión.
- No, le faltan dos materias. Si le faltan dos materias, no es medico- Patricio, continuaba discutiendo y Bruno seguía sin poder articular una respiración decente.
- Es médico, Pato.
- No le faltan dos materias, Diego.

Repentinamente, tuve la sensación de estar esperando que un super-meteorito venga a estrellarse contra la Tierra.

Y (dejenme decirles algo) cuando uno tiene esa sensación, solamente quedan dos posiblidades: o que todos mueran, o que alguien haga algo.

Lo que sí estaba claro es que a Bruno le resultaba cada vez más difícil respirar.

Por lo tanto, alguien tenía que hacer algo.

Y como casi siempre sucede en estos casos: Martín siempre termina salvando el día. Llegó acompañado por dos guardistas de la sala de emergencias, y se llevaron a Bruno a la guardia hospitalaria del aeropuerto.

Bienvenido, Bruno.

martes, 23 de marzo de 2010

Doe, a deer, a female deer...

“Esperar” puede ser un proceso caótico. Odio los silencios incómodos (a menos que yo los genere, por supuesto). Ahí estábamos, sentados en algunas sillas de espera de Ezeiza. Diego comía semillas de girasol. Martín miraba la hora cada 5 minutos. Patricio caminaba, se lo veía ansioso. Por mi parte, me cruce de brazos y espere, en silencio. Entonces me di cuenta que el silencio no era una buena compañía para ese momento.

- ¿Ustedes sabían que las personas que se quedan peladas antes de los 30 tienen menos probabilidades de contraer cáncer de próstata?- pregunté, mientras Mariana suspiraba y ponía esa mirada de “oh no... conversación de hombres y de nuevo yo en el medio”.
- Tranquila, Mariana... Vos sabes que para nosotros, tenes “pitito”- dijo Diego.
- Es por una hormona... como que la queremos “poner” a cada rato... Se llama testosterona. Esa es la hormona que nos hace inmune al cáncer de próstata.

Y de nuevo el silencio. Gabriel, Richard, Agustín y Alejandro fueron a recibir a Bruno. De Agustín no me sorprendió. Los demás, tenían que laburar. Bueno, en teoría yo también tenía que laburar... Tantas cosas que hacer y tan poco tiempo. ¿Qué carajo estaba haciendo ahí? Eso es lo malo de los silencios incómodos... uno termina pensando y preguntándose estupideces.

- Como me calientan las azafatas...- dije.
- Estaba pensando lo mismo- Diego.
- Yo también...- suspiró Martín.
- Una vez me garche una azafata- dijo Patricio.
- ¡Dejate de joder!- se indignó Diego.- Eso es mentira...
- ¿Cómo sabés?- preguntó Patricio.
- Pato... si te hubieras garchado una azafata, lo primero que hacías después de acabar era mandar mensajitos por celular a todos...- dijo Mariana.
- La boquita, Mariana...- dijo Martín.
- Que fina la condesa- suspire.

En la tensa espera, Mariana Pizza mantenía un respetuoso silencio. Sin embargo, hay algo que Mariana no puede controlar: su mirada. Tiene un don, es una de las pocas personas que conozco que puede reírse con los ojos...

- Doe...- murmuró Mariana.
- ¿Que?- Diego, comiendo semillitas.
- Doe... a deer...- continuo Mariana.
- A female deer...- sonrio Martin.
- ¿Que pasa? ¿Que pasa? ¿Por qué estan hablando en inglés?- Diego, exasperado.
- Que memoria...- suspire.- The sound of music.
- Me suena...
- La novicia rebelde, Diego... La novicia rebelde. Sabes que hay algo que todavía no puedo creer... ¿Casi 13 años en un colegio doble escolaridad, y todavía hay que traducirte los títulos de las películas? Pobre tu vieja, se debe querer matar... La guita que gasto al pedo- dije indignado.
- Callate, boludo... ¿Y vos? ¿O no te acordas las canciones que le grabaste a Victoria cuando cumplieron 3 años de novios? Tu inglés apesta, Pablo... Hay copias de esas canciones en internet, deberías tener cuidado- dijo Martín.
- Gracias, Martín- Diego le ofrecio semillas de girasol a Martín.
- Miren... para que sepan: mi inglés es pésimo, pero es porque tengo un “problemita”. No retengo la buena pronunciación, pero entiendo todo... no necesito que me traduzcan nada- me justifique.
- Pobre tu vieja, se debe querer matar... La guita que gasto al pedo...- sonrió Diego.
- En fin... ¿les conté a quién me encontré el otro día cuando fui a pagar los impuestos para que no me corten la luz?- intente cambiar de tema.
- Contamos... pero en inglés- dijo Diego, obviamente mi estrategia fue pésima.
- ¡Ahora no te cuento nada, pelotudo!
- Chicos, ahí llego el avión de Bruno...- anunció Patricio.

Otra vez el silencio.

- Che...- Diego, inaudible.- Al final... ¿Lo abrazamos o no?

viernes, 19 de marzo de 2010

Un montón de nada

Dicen que los reencuentros después de tantos años, siempre son hiper emocionantes.

Martín fue el primero en enterarse de la llegada de Bruno. Realmente nos tomó por sorpresa a todos, no esperabamos semejante noticia. Habían pasado casi 20 años desde que Bruno se fue vivir a Francia. ¿Toda una vida? Y ahora volvía a Villa Urquiza, tanto tiempo después, convertido en el hombre en que nos habíamos convertido todos. Mientras comíamos la pizza (y empanadas) de los martes, en el departamento de Martín, nos sorprendimos recordando viejas andanzas (como casi siempre). Sin embargo, el pasado se cerró para nosotros dejando paso a las conjeturas de aquel futuro incierto que no habíamos compartido y -sobre todo- un presente neblinoso.

- ¿Lo tenemos que abrazar?- preguntó Diego.
- Creo que sí- pensé.- Si, ¿por qué, no? ¿No te pone contento?
- Es Bruno, boludo- dijo Patricio.
- Para, para… ¿alguno de ustedes mantuvo contacto con él?- seguía Diego con su pesquiza. Mientras Martín sacaba dos cervezas del freezer se hizo un silencio bastante incómodo.
- Es que… antes no era tan fácil como ahora, Die- dijo Pato.- ¿No nos escribíamos cartas?
- Las cartas le llegaban a Martín pero eran para todos. Quedamos que iba a ser un kilombo que mande una carta para uno… ¿No te acordas?- le dije.
- ¡Las cartas!- Martín fue a buscar la caja de madera donde guardaba todas las (pelotudeces) cosas que no sabía donde guardar. Abrió la caja y empezó a sacar fotos, papeles, cartas, entradas de cine.- No están…- dijo mirándonos a todos.
- ¿Las cartas de Bruno no están ni siquiera en tu caja de pelotudeces?- pregunté.
- ¿Cómo “pelotudeces”? Esta es nuestra historia…
- Dejate de joder, mejor me voy a fumar un pucho a la cocina…- señale la caja de "pelotudeces".- No se ustedes, pero yo a eso lo llamo “una señal”.
- Pablo tiene razón- habló Agustín, que por suerte había tenido la sutileza de quedarse callado hasta el momento, pero su participación ya era inevitable.- Las cartas no aparecen, nosotros no vamos. Punto.
- Por ahí te las dejaste en la casa de tu vieja cuando te mudaste acá, Marti- Pato siempre tan esperanzador.
- Si, pero igualmente, no voy a ir a lo de mi vieja a buscarlas ahora.
- ¿Vale la pena?- preguntó Diego.
- ¿Ir a buscar las cartas, abrazar a Bruno o qué?- Agustín, de nuevo. Ese era el peligro de Agustín... dejarlo hablar, el tipo con mas veneno que conocí en mi vida.- Sos un boludo.
- No se…
- Yo voy a ir a esperarlo a Ezeiza- dijo Pato.- Si alguien se prende estaría copado... No creo que lo vaya a esperar mucha gente
- Si… estaría bueno, chicos- propuso Martín.
- ¿Y la vieja de Bruno?- pregunté. Se hizo un silencio, bastante pesado.- ¿Qué pasa?
- ¿No te enteresaste?- dijo Martín.
- ¿No te enteraste lo que le pasó a la vieja?- Pato se puso demasiado serio.
- No- improvise un cenicero con un pocillo de cafe.
- Se tiró a principios de enero en Drago… al tren. Bruno viene para arreglar algunos temas de sucesión de la casa de Rivera- dijo Martín.
- ¿Se treneo la loca de la escoba?- Agustin hizo una mueca que intentaba ser un poco de sorpresa y cinismo.
- Agustín... Callate... Callate, Agustín. Aunque sea un minuto... Callate- me acerqué a Pato.- Me estas jodiendo...
- Boludo, que garrón… venir después de casi 20 años porque tu vieja se treneó, dejate de joder. ¿Qué te queda? Nada… ni siquiera nosotros… ni las cartas…- Diego estaba tan sorprendido como yo.- ¿Y cuando estaría llegando, Martín?
- El martes que viene, chicos.

No me había dado cuenta, pero mi cigarrillo se estaba consumiento sólo en el cenicero. El silencio se hizo dueño del living. El ruido del timbre nos sobresalto un poco.

- ¿Hola?- dijo Martín por el portero electrico.- Suban... Bueno, estan subiendo Richard, Alejandro y Gabriel...

Por suerte, Alejandro se había acordado de traer mas cerveza. Comimos en silencio... Nadie toco las empanadas de humita.

- ¿Quien es el pelotudo que siempre pide empanadas de humita y nunca se las come?- pregunto Diego.
- Bueno, si quieren...- dije, mirando a Diego.- Como para cortar el clima, les pudo contar con quién me encontre hoy en Triunvirato cuando fuí a pagar la luz que mi hermana se olvido de pagar...
- ¡Con quién!- preguntó Diego.
- Bueno, resulta que fuí a Triunvirato... Patricia se lvido de pagarme la luz, y bueno... Fuí a pagar y...
- Yo digo que votemos- interrumpió Martín.
- ¿Qué?- dijo Diego agitando la empanada.
- Ahora que estamos todos, que votemos...- Martín nos miro seriamente a todos.- Los que quieran ir a buscar a Bruno a Ezeiza que levanten la mano...

Y votamos...

Dicen que a veces se vuelve por necesidad... otras por fuerza mayor. Pero que al fin y al cabo, siempre se vuelve.

Y nosotros decidiendo el abrazo largamente postergado en una votación de mano alzada.

martes, 16 de marzo de 2010

Cero mensaje en el contestador

Ojalá, pero no.

Mensaje de Elizabeth Veterana
Pablo, soy Elizabeth... como estas? Espero que bien, hace un par de meses estoy pensando en vos. Surgió un tema de laburo, algo de prensa orgánica. Me gustaría charlar con vos personalmente, es una propuesta interesante. ¿Como te ves para escribir gacetillas políticas para una grilla de medios pautados? También habría que cubrir algunas conferencias en el congreso. Necesitaría que me confirmes antes del 1ero de marzo, ese día se empieza a sesionar... y quiero arreglar el tema de las acreditaciones. Llamame así te comento un poco mejor.

Mensaje de Alejandro
¡Pablitooo! Tengo que hablar con vos, llamame ni bien llegues. ¿Te acordas del material de stand up que cediste para la obra de mi amigo Carlos? ¿El monologo de las obsesiones? Bueno, llamame, el actor que lo estaba tirando en el teatro tuvo un accidente, nada grave, pero bueno... Bueno, el productor me dijo que te pregunte si no te interesaría subirte y decirlo vos... Te pagan la fecha, eh. No se, fijate... Ah, escuchame, otra cosa... ¿Te llamó Martín? ¡No sabes lo que paso, boludo! Nos tenemos que ver... Beso, llame cuando llegues, no te cuelgues.

Mensaje de Gabriel
Pablo, todo bien con la productora de eventos, tome 7 entrevistas, y voy cerrando la creatividad de la fiestas. Nada, espero que la estes pasando bien. Te dejo este mensaje porque se que me vas a llamar desesperado cuando llegues para ver como va todo. Con el tema de la editorial, necesitaría dos cuentos: misma temática que los anteriores. Esto es recién para marzo, así que tranca. ¿Hablaste con Martín? Terrible noticia... la verdad quede de culo. Bueno... nos tenemos que ver. Abrazo.

Mensaje de Martín
Pablo... Recibí una llamada de Bruno. Esta llegando a Buenos Aires a mediados de febrero. Falleció la vieja... Tenemos que juntarnos con los chicos, habría que ir a buscarlo a Ezeiza, no se. Llamame cuando llegues.

Mensaje de Mariana
¿Señor Vanucci, como le va? Llego la hora de cumplir mi promesa... un poco tarde, una amiga locutora quiere armar un programa, le propuse a vos y a Gabriel para la producción de contenidos. Me encantaría... Ah, si, la promesa... es pelirroja. Locutora y pelirroja... Bueno, vos estas casado... pero yo cumplo mis promesas, jajaja. Hablando en serio... Vuelve Bruno, terrible lo que le pasó a la vieja. Besos, pensa lo del programa.

Mensaje de Patricia
Pabli... mamá se fue de vacaciones, me dejo los servicios de tu depto para que los pague... pero me salió un viajecito a la costa. En fin, nada, que no los pague... Sorry, te deje la plata en casa, pasa a buscarla antes que te corten la luz. Besitos.

Elige tu propio mensaje... empezamos, nomás.

¿Por dónde?

No se.

viernes, 12 de marzo de 2010

I´ve got my mojo working

Hace algunos meses, unos tipos ingleses hicieron una encuesta sobre el trabajo y las personas. Los resultados fueron devastadores: el 55% de las personas admitieron ser infelices en su trabajo. Lo peor no fue eso; lo peor fue que un 90% admitió tenerle miedo a los lunes.

Todavía no me explico como uno puede irse de vacaciones, olvidarse del mundo; volver y encontrarse con la cruel realidad laboral como si nada. Debería existir algún Centro de Ayuda… no sé, algo. Las personas como yo no estamos preparadas para afrontar la realidad del regreso al trabajo sin sufrir un terrible stress. Yo laburo desde los 15 años. Y eso sólo puede significar una cosa: soy un adicto al trabajo. Trabajar hizo posible que me diera todos los gustos: viaje a Bariloche de egresados, salidas todos los fines de semana, cine, ropa, un departamento.

Cuando “las personas como yo” nos vamos de vacaciones sufrimos de abstinencia. No nos permitimos el disfrute. Por suerte, Victoria se encargo de recordarme que nos íbamos a quedar un mes sin volver a casa y que podía dormir hasta la hora que yo quiera. Me costó mucho desprenderme de mi rutina, pero lo hice… Enero será recordado como el mes del caos, las sábanas arremolinadas, los desayunos frutales, el all inclusive, los protectores solares y la arena blanca entre los dedos del pie.

Disfrutamos pero, en silencio, pensamos en todo lo que nos espera al regresar. Sonreímos, nos entregamos el goce de unas vacaciones bien merecidas, pero planeamos secretamente nuestro regreso. No lo voy a negar, debo reconocer que estaba ansioso por volver a mi rutina laboral. Ese fue mi segundo error.

El primero fue no haber leído la nota de los ingleses en su totalidad. Al final, informaban -en letra muy pequeña- que uno de los golpes de stress más grande que sufren las personas en relación a su trabajo es ocasionado por un solo y único factor: volver de unas largas vacaciones. Por eso el 90% de la gente encuestada le tenía miedo a los lunes.

Por mi parte, hasta hace un mes y quince días, pensaba que mi miedo más grande era salir a la calle, tomarme el 114, sentarme en el primer asiento de uno, y que el colectivero me diga: “señor, se olvido de ponerse los pantalones, el boxer rojo con círculos blancos no le queda tan mal, pero le voy a tener que pedir que se baje en la próxima parada… y por favor, utilice la puerta de atrás”. Para sumar desgracias, mi suegra viajaba en ese bondi. Bueno, ese era mi miedo más grande.

Eso fue hasta el 4 de febrero de 2010… el día que regrese de vacaciones, entre a mi departamento de soltero, vi la luz del contestador telefónico titilando furiosamente y apreté “escuchar”. Mientras el zumbido del rebobinado mosquiteaba, suspire. Empezaba el febrero más agitado de mi existencia; pero primero, lo primero.

El primer mensaje era de Elizabeth Veterana.

martes, 9 de marzo de 2010

Alma bajo la lluvia

El día de la graduación de Nuria Vainilla llovía mucho. Un vendaval de viento y agua azotaba el SUM del country donde mi colegio solía hacer la fiesta de fin de año y entrega de diplomas. Fue el mismo country donde -dos años más tarde- Paula Miano nos dejaría a todos en vela y con un sweater deshilachado en mano. Pero para eso faltaba un tiempo, y además ustedes ya conocen esta historia.

Lo que nos importa es la lluvia. La lluvia y Nuria. La fortuna y el último día que la vi. Realmente unos pocos afortunados de 3er año logramos tener acceso a la fiesta. Algunos consiguieron su la entrada por el simple hecho de ser hermanos o hermanas de alguna de las comisiones de 4to año que organizaban la fiesta. Otros, como Bruno, por ser hermano de una egresada. Y algunos pocos; perdón: yo, por la gracia divina de ser una de las pocas familias con cuatro hermanos en el colegio. El famoso chantaje legalizado. Pilar hizo uso y abuso de ese poder; lo mío era solamente en ocasiones especiales. Ocasiones como las fiestas de egresados en ese country, me encantaban.

El final del ciclo de Nuria fue la única fiesta de egresados en la que llovió. Aún así, mi primer recuerdo fue verla bailar bajo la lluvia, iluminada por las luces y la luna que se escondía entre nubarrones enormes. Estaba sola, y en un giro me vio, su sonrisa fue intensa, sincera y hermosa. Me acerqué, me di cuenta que estaba borracha.

- Te puedo hacer una pregunta, Nuria?- ella dejo de bailar y me miro.- Hace 3 años me dejaste un sobre con una figurita adentro.
- La Antorcha del atleta del Cuerpo Humano- Nuria busco su vaso de cerveza (protegido en un reparito de ventana) y se lo bajo entero.- Que álbum de mierda.
- Si, la verdad que si...- suspire.- ¿Cómo conseguiste la figurita esa?
- La robe- me dijo.- Entre al kiosko justo en el momento en que un chico canjeaba su “Antorcha” por el casete. Le pedí una gaseosa, se fue atrás a buscarla y se olvido la figurita ahí...
- ¿La robaste?
- ¿Qué tiene de malo? Si total el pibe que la cambio ya tenía su casete. El kioskero seguro que la perdía- se rió muy fuerte.
- Nada- no me esperaba esa respuesta.- Nunca te dije... pero: gracias, Nuria.
- De nada, Pablo... Anda a bailar adentro, te vas a mojar acá. Nos vemos cuando vuelva.
- ¿A dónde te vas?
- Me voy a tomar el año que viene para recorrer Latinoamérica. Siempre fue un sueño para mi.
- ¿No vas a entrar al CBC?
- No este año... me siento un toque mariposa.

Nuria me contó sobre las mariposas. Una teoría extraña y significativa; sin embargo, esa noche no le preste atención. Sobre la energía de la vida, la naturaleza que nutre los cuerpos otorgándoles un significado único, un motor. Esa era la energía que Nuria rescataba día a día, la que la impulsó a robar una figurita difícil; y la que ahora la llevaba a llenar una mochila con algo de ropa y viajar.

- Tenes que leer a Nietzche... algún día- me dijo.- Una mariposa ejecuta sus propios deseos, sin atarse a nada.
- ¿Y esta bueno eso?- pregunté.
- Esta buenísimo eso, claro. Es una forma de convertirnos en espíritus libres, de imponer nuestros sentimientos al mundo...

La deje bailando sola, con un vaso de cerveza en una mano y su cara desafiando nubes. Esa fue la última vez que la vi; dos meses después, Nuria Vainilla moría -víctima de un asalto- en la terminal de micros de Rio de Janeiro. Como mueren las mariposas, atrapadas en la red del puto destino.

viernes, 5 de marzo de 2010

La chica del CUIL

Hubo una noche que todos recordaran como “la peor borrachera en la historia de una persona”. Sucedió hace algunos años, en el Locos por el Fútbol de Recoleta.

Luego de intentar levantarme a Mariana, de escapar del aliento de un dragón del rugby (gracias a la oportuna llegada de Diego), sucedieron muchas cosas... Esa misma noche se comprometieron Martín con Cecilia Miel y yo estuve presente... de hecho, creo que hice un papelón importante (fue algo que dije sobre el compromiso, dicen); entonces, lo mejor fue perderme entre la gente del boliche.

Para mi, estar borracho en un boliche es como ser extranjero en Singapur. Primero, sentís que todo el mundo te mira y después, vos miras a todo el mundo con la mirada perdida. Siempre con esa extraña sensación de querer estar en otro lugar (en el baño de tu casa, en tu cama, quien sabe). Pero no ahí, intentando balbucear “perdón” a cada persona que te chocas. Claro que siempre es cuestión de ver lo bueno en lo malo. Esa es mi filosofía, que resumida a un solo enunciado queda así: podría ser peor. Por suerte, la parte buena del asunto es que siempre existe una raza con la cual vincularse... Dios bendiga a las mujeres borrachas de cualquier boliche.

Ahí estaba ella. Todavía no me puedo acordar como se llamaba.

- A ver... ¿Nombre de que tengo?- dijo la muy incauta.
- ¿Tengo cara de poner apodos a las chicas con las que salgo?- le dije acercándome un poco más a su boca.
- No, no tenes cara de poner apodos.
- ¿Y yo cara de qué tengo?- pregunté.
- No se, pero tenes linda boca...
- Eso lo tendría que haber dicho yo- y la bese.

Bueno, esto resume el apareamiento de un hombre y una mujer borrachos en un boliche. Diálogos sexualmente perturbadores, mucho roce de cuerpos y manos en lugares prohibidos a la vista de todo el mundo.

- Hay un telo acá la vuelta- le hable al oído, muy despacio.
- Vamos- dijo ella.

Y fuimos.

Generalmente soy más apasionado para el garche, pero aquella vez había algo que estaba mal... mucho alcohol. Ella y yo funcionamos bastante bien, pero tanta bebida no dejo tiempo para el disfrute, fue todo muy metódico, muy salvaje, muy... Ahora que lo pienso: no estuvo tan mal.

Eran las 7 de la mañana cuando regresamos a la puerta de Locos por el Fútbol, cada uno buscando a nuestros respectivos grupos. En silencio, ella reviso su cartera, saco una lapicera y una papel.

- ¿Hablamos?- me dio el papel, era un CUIL.- No tengo otra cosa para anotarte mi celu.
- ¿No lo vas a necesitar?- pregunte.
- Voy a un locutorio y pido otro- me dio un beso con gusto a chicle de menta y desapareció.

Me uní a los sobrevivientes de aquella noche -Diego y Mariana- en un importante desayuno en la estación de servicio de Balbín y Monroe. Diego me llevo a casa, donde me encontraría con el punto culminante de mi borrachera en un vomito en el ascensor y el regreso de Jorgelina Pecas.

El año pasado, mientras ultimaba los detalles de mi mudanza, encontré el comprobante de CUIL -arrugado y gastado- en el cajón de mi mesa de luz, muerto en un rincón. Mire el teléfono, intenté buscar mentalmente el “barrio” guiándome por los 4 primeros números. Imposible. Todavía se llegaba a leer el nombre del otro lado del comprobante. No lo leí, hice una pelota con el papel y lo tire en una bolsa de basura.

Ciertamente, preferí que siga siendo la chica del CUIL.

martes, 2 de marzo de 2010

Parte de la religión

“La loca de enfrente” y “la vieja de la ventana” eran la misma persona. La diferencia estaba en las distintas generaciones que le habían regalado ese apodo. Por ejemplo, la generación de Patricia y Paz fue la encargada de bautizarla como “la loca de enfrente”. A mi vieja eso nunca le gustó. Años más tarde, Maqui y Mica -y su grupo de adolescentes caóticos y descontrolados- la empezaron a llamar “la vieja de la ventana”. Para entonces, mi vieja dejo de darle importancia, y simplemente intentaba cambiar de conversación. En cierta forma, yo la entendía. A mí tampoco me gusto ver como “la mamá de Bruno” iba transformándose en un fantasma.

Durante el último año, la vi muy pocas veces, generalmente cuando me bajaba del tren en Drago y caminaba por Acha. Ahí estaba ella, barriendo hojas secas de su vereda, saludándome con un ligero movimiento de cabeza. Siempre tuve la sensación de que no me recordaba.

Mariana Pizza nos contó que un día la escuchó murmuran “hija de puta, hija de puta, hija de puta” en un susurro casi inaudible de mirada perdida, apretando muy fuerte el palo de la escoba. Mariana nunca más volvió a caminar por aquella vereda, ni pasar por enfrente de lo que hace algunos años fue la casa estilo chalet de Bruno. Aquel “hija de puta, hija de puta, hija de puta” le erizó la piel.

No creo que el papá de Bruno haya sido el destinatario de aquella maldición. El hombre dejo la casa estilo chalet cuando se cumplió el segundo aniversario de la muerte de su hija, Nuria.

Es de esperar que las maldiciones no se dirijan al encuentro de Nuria (dónde quiera que se encuentre su alma). Ella no tenía la culpa de su destino. Nadie decide recorrer América Latina pensando que va a morir en la rodoviária de Rio intentado resistir un robo. Ese fue el revés del destino, esa jugada siniestra que uno jamás espera…

"Hija de puta, hija de puta, hija de puta"; obviamente, se refiere a la vida. Aunque podría también referirse a la sorpresa inesperada, a la policía golpeando la puerta para avisar del triste final de su hija de 19 años, a la espera, a la lluvia de verano que no pudo hacer invisibles las lágrimas de una familia que empezaba a desmoronarse.

Nuria Vainilla tenía 19 años cuando murió; sin embargo, 3 meses antes -el día de su graduación- me contó la historia de la “antorcha”, la figurita más difícil de un álbum aburrido. También me habló de su viaje y de las almas libres. Recuerdo esa noche como si fuera hoy. Fue el suceso extraordinario de aquella madrugada.

Con respecto a esta historia, hubo varios sucesos más.

Una vez, luego de regresar de unas vacaciones en Brasil, la mamá de Alejandro mencionó que le pareció ver al papá de Bruno mendigando algunas monedas en una playa de Recife. La noticia no dejo de producirme cierta angustia.

La mamá de Bruno empezó a aislarse cada vez más. La hermosa casa estilo chalet, se convirtió en un caserón horrible, lleno de plantas que intentaban devorarlo. Desde una ventana, en el primer piso, “la vieja de la ventana” abraza fotos y recuerdos antes de dormir.

Cuando Bruno terminó la secundaria, lo primero que hizo fue mudarse a Paris. Ahora, puedo definir un par de cosas. Creo que la mamá de Bruno pudo ver su futuro, y entonces intentó el último manotazo para pelearle al destino. Sacó todo el dinero de la caja de ahorros y se los envió a su hermana, dispuesta a recibir a su sobrino en su casa de Montparnasse.

Bruno se fue dejándome el casete de Tango 4, como recuerdo inalterable de un verano con muchas historias. Bruno se fue, al principio, hubo un intercambio de cartas. Yo no se, no recuerdo bien, si llegamos a la “era mails”. En algún punto de nuestras historias (la mía, la de mis amigos) Bruno desapareció -como su padre- y nadie lo juzgo por eso.

Todos pensamos lo mismo.

La vida -a veces- es una hija de puta.