jueves, 31 de diciembre de 2009

That every kiss was neverending

Los miedos terminan cuando empieza lo inevitable.

El 18 de diciembre pasado, culminamos con Victoria nuestra historia de novios y nos largamos a vivir nuestra historia de casados. Una historia de novios que comenzó hace 5 años; casualmente, en un momento donde no pensaba hacer nada mejor que concentrarme de lleno en mis metas profesionales y seguir haciendo de mi vida amorosa un desastre total.

Recuerdo que (cuando todavía estábamos en el forcejeo interno de dejarnos entrar uno en la vida del otro) nos dimos cuenta -ella primero- que esto iba para largo. Al principio me tragaba los "te quiero", los masticaba y los hacía desaparecer. Hasta que un día sentí que faltaba algo despedirme; por inercia lo pensaba y casi lo decía. Casi, hasta que un día simplemente lo deje escapar. “Te quiero, Vicky”. A partir de ese momento, ella empezó a robarse los "te quiero" de mi boca.

De la manera menos pensada, encontramos a alguien en donde pegotearnos un poco, sostenernos para que las caídas no duelan tanto, y que los chistes sean más graciosos.

Pasaron los meses, y ya era inevitable que (al menos) pensemos un poco en explicar que nos pasaba. Lo bueno de todo, fue no darle forma a nada y seguir así. Como generalmente sucede en estos casos, la explicación que yo buscaba estaba en su mirada y su sonrisa. Mirar sus ojos verdes y escucharla sonreír era (y es) la maravilla de cada día.

Ella no es una pequeña bailarina en una cajita de música, no es un roble fuerte donde cobijarse. Ella es mucho más que todo eso.

Ella es la señora de los bosques, la reina del abrigo, aquella mujer hermosa que me deja dormir abrazado a su cuerpo y sentirme muy chiquito.

No hay coraza posible, inventada por el hombre, que frene una mirada que te llegue hasta el estomago y que atraviese tu corazón, y eso lo sabemos.

Lo mejor de estas historias es vivirlas todos los días, como si fueran el primero y el último.

Esa es la única realidad, que todos nuestros miedos mueran en una búsqueda inevitable por ser feliz.

Este lugar, este blog, fue un poco eso durante este año, la búsqueda de ser feliz, de tener un cable a tierra entre tanto acelere laboral y casamenteril.

Sirvió, y como. Recordar cada momento en forma de torbellino me pareció genial, volverme tan lineal en los últimos meses, no tanto. Creo que falta mucho por contar, historias, miles de historias inconclusas, gente que ni siquiera se asomo, y sobre todo, mis días con Victoria. Resumir la relación en espacios tan acotados le quitó toda la magia que siempre tuvo, las alegrías y las tristezas, y más alegrías, siempre más alegrías.

La idea de contar todo, fue darle forma a mi historia, y eso esta cumplido en un porcentaje muy pequeño. Me gustaría contarles de la internación de Sandra MuchoTiempo a mediados de este año, de la reunión de ex alumnos y de Paula Miano, de la vida actual de Jorgelina Pecas, del momento exacto en qué desapareció Angelo de esta historia, de la muñeca antigua que Richard se robo la noche de los brownies de marihuana, la historia de Dalia, sobre el violento final de mi viejo... muchas cosas, muchas historias, poco tiempo.

Este es el violento final. El violento final feliz. Así termina esto, en su ley, en el relato de la historias que no fueron, la narración de las no-historias, y con mi casamiento, como siempre supe que terminaría.

Las historias de amor -de las verdaderas historias- son las que uno no planea vivir, las que aparecen a la vuelta de la esquina y nos llevan de la mano a un mundo de costumbres totalmente nuevas y desconocidas, a un mundo de recuerdos que termina dando forma a nuestro presente. Esa es la magia del verdadero amor, que nuestra historia pasada sea el nexo con nuestro presente y nuestro futuro, haber amado para poder amar.

Gracias a todos por leer, por acompañarme. Feliz año para todos, de todo corazón. Me llevo la notebook para cerrar el ciclo, para terminar de responder cada uno de los comments como siempre hice, que sepan que estoy acá, con tiempo de vacaciones y luna de miel, Entre desayunos increíbles y soles cordobeses.

Final feliz, sin dudas.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una luna de miel en la mano

Durante la fiesta hubo miles de anécdotas que jamás podrían ser contadas en una sola entrada. Sin dudas, fue una gran fiesta.

La luna de miel es en enero. Victoria y yo teníamos un montón de obligaciones que acompañaban a la guinda del casamiento; laburos y demás. Enero es una buena fecha, vamos a ir a Córdoba (primero) y después, veremos. No tenemos nada planeado, iremos improvisando sobre la marcha. En ese sentido, somos los dos bastantes tranquilos. La fiesta (por el contrario) tuvo que ser “importante” porque había gente involucrada que esperaba que sea una super fiesta. No en el sentido de una fiesta de revistas, sino una fiesta con muchos invitados, gente con la que uno quiere compartir el momento.

Estuve escribiendo todo diciembre, tengo cubierta la editorial hasta marzo (5 notas y 2 cuentos, y a otra cosa). La productora de eventos esta muerta en enero y febrero, lo único que hay son entrevistas para fiestas con deadline a partir de marzo (Gabriel las toma). El teatro nos pidió re-estrenar la obra en enero (segunda temporada, dicen). La versión oficial manifiesta “creemos que es un éxito pequeño que podemos llegar a convertir en uno mediano, la propuesta es interesante, el teatro apuesta a la obra”. Todo muy lindo, la versión extra-oficial -en cambio- dice “miren, muchachos, en enero no tenemos una puta obra en cartelera porque se van todos a la costa; si ustedes quieren, renovamos”. En fin...

El 2010 viene muy agitado; pero como dice Victoria “tranquilo”.

Si, tranquilo.

Las valijas ya están en el living. Deje algo de ropa afuera para pilotear la indecisión de “¿qué carajo me pongo en año nuevo?”. No me importa, tengo excusa, tengo 3 hermanas, 2 sobrinas... puede ser todo lo superficial con la ropa que quiera. Después del brindis, vamos a pasar por la casa de Gabriel.

No se cuando vamos a volver. Puede ser el 15, puede ser el 20.

Ahora, el consejo gratis: nunca se casen en diciembre. Es un horror, es la peor pesadilla convertida realidad. De nada.

martes, 29 de diciembre de 2009

El año del cometa

Como sabrán, el último año de novios fue un descontrol. Hubo corridas, apurones, insomnio, recuerdos, amores y desamores. Fue un año hermoso, en más de un sentido.

Recuerden este año, porque es probable que la raza humana haya ganado concursos millonarios, las máquinas de boletos en los colectivos, hayan escupido pasajes capicúas uno tras de otro, y la mujer y el hombre de sus sueños se haya entregado a todos sus placeres... fue un año, no solamente para mí, sino para todos creo. Es que solamente hay que recordar un poco lo vivido. Hay oportunidades que aparecen una sola vez en la vida, y no hay que dejarlas escapar. De eso se trate, de ver el cometa y pedir un deseo. Yo vi una estrella fugaz, pero subí la apuesta. Era la hora de pedir mi deseo.

Fue ser feliz.

Y mirando lo hermosa que estaba Victoria, no podía dejar sonreír como un boludo. El cura dejo hablar, en un momento; era la hora de abrir la boca y decir lo mío:

- Si, acepto.

lunes, 28 de diciembre de 2009

El año que vivimos en peligro

Victoria caminaba despacio hacia el altar, con su papá del brazo. Bellísima, sonriente, con sus ojos verdes encandilándome en cada paso. Su sonrisa de ángel, feliz.

La mayoría de las historias de amor son tan simples de contar que uno puede calificar cada momento de rutinario. Dos personas se quieren, punto. No hay mucho más. Pero hay que vivirlas... nadie puede morirse sin haber vivido una verdadera historia de amor. La vivencia de querer es tan frágil que cualquier cosa la puede romper. Y nuestro cuarto año de noviazgo comenzó con un cimbronazo, un temblor seguido de pequeñas secuelas que fueron removiendo los cimientos... No fue fácil. No, no lo fue.

Jorgelina Pecas regreso a pasar la navidad con sus padres y para quedarse en Buenos Aires. El restó había quedado en manos de un primo lejano (ni idea). No lo voy a negar, había recibido llamados de Pecas en fechas claves (cumpleaños, navidad, día del arquero) durante los últimos 3 años. En algún llamado de tantos le dije que estaba de novio. Eso fue todo, ella siguió llamando. No hay muchos más que decir. Me hago cargo del silencio, de las llamadas clandestinas y de haber blanqueado la historia de pecas con Victoria en el último instante posible. Fue cuando nos cruzamos los tres en el hall de mi edificio. Victoria supo al instante que algo pasaba. Le dije la verdad. Que Jorgelina Pecas era “antes”, eso fue todo lo que necesito Victoria. Pero hay una realidad, Jorgelina Pecas no vino a recuperar nada. Esas cosas solamente pasan en las películas. Sin embargo, su regreso me hizo replantear un montón de cosas. Pecas era demasiado inteligente como para intentar nada, sabiendo que ya íbamos por nuestro cuarto año de novios con Victoria.

Los primeros seis meses del 2008 fueron casi caóticos. La adicción al trabajo tuvo su momento de gloria con un proyecto al que no pude negarme, un proyecto por el que había luchado durante mucho tiempo. Era “el sueño”, como lo llamábamos con Gabriel. Era un trabajo progresivo durante casi todo el año, con todo lo que eso implicaba para mí: no dejar ninguno de mis otros laburos satélites (editorial, eventos, correcciones, etc). Era no tener más vida, no ver a Victoria más que una vez por semana, llegar a mi casa sufriendo de soledad. Victoria fue compresiva, sabía lo que me estaba jugando. No dijo nada. Mi relación con Victoria sufrió cada decisión que yo tomaba. A pesar de esto, peleamos mucho. Peleas que eran -en realidad- pedidos de auxilio. No los escuchamos. La compresión, por supuesto, tiene sus límites. Llegamos a pasar 4 días sin hablar, eso era muchísimo. Había algo que estaba mal, que se estaba rompiendo.

El 19 de diciembre del 2008 me di cuenta que me había convertido en el “Jorgelina Pecas” de Victoria. Habíamos cumplido 4 años de novios y yo ni siquiera la había llamado. Poco a poco había hecho a un lado a Victoria por perseguir mis sueños, mis metas laborales y profesionales. Me había convertido en un año en lo que a Jorgelina le tomo varios años y muchas idas y regresos. Había dejado sola a Victoria; sin ella, cualquiera de mis logros era “medio logro”. Era una mierda.

El 20 compré un anillo y le propuse casamiento.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Los años felices

Pilar no sonreía; tenía los ojos húmedos, cruzamos miradas y le sonreí. Ella modulo un “te quiero” perfecto, y me devolvió la sonrisa. Paz lloraba. Nunca entendí la manía de llorar en los casamientos. No les voy a negar que yo también lo hice. Una sola vez, fue en el casamiento de Patricio, fue una sensación liberadora, felicidad pura... raro, me sentí un pelotudo. A un costado, estaba Patricia -radiante, la mas hermosa de todas- se había preocupado por cada mínimo detalle de su vestuario, maquillaje y peinado. Y mis sobrinas, Macarena y Micaela... El primero en darse cuenta de lo crecida que estaba Maqui fue Alejandro. Fue una suerte para él que tuviera otras cosas en que pensar...

Mientras tanto, Victoria caminaba despacio hacia el altar, con su papá del brazo. Mi suegro, dios mío.

Llegando al segundo año de noviazgo conocí a la familia de Victoria, y viceversa. Ella primero y -para variar- mis hermanas la odiaron. Mi vieja todo lo contrario, la amo desde el primer momento. Patricia criticó su ropa, Paz criticó algunos comentarios que hizo durante la cena, y Pilar... bueno, Pilar simplemente le bajo el pulgar de entrada. Fue una suerte tener a mi vieja de nuestro lado. Pudo haber sido peor. Las diferencias fueron suavizandose con el correr del tiempo, por suerte
No pude dilatar mas el momento de conocer a su familia, integrada por padre, madre y hermano. Por lo poco/mucho que sabía iba a resultar una tarea titánica. La familia de Victoria es el clásico clan aristocrático de Belgrano, codeándose siempre con gente de apellido Anchorena, Ocampo, Bustamente o Larreta, o combinación de ambos apellidos. No fue tan malo como pensaba. Vivían en una casa enorme en la zona de los “virreyes”, jardín adelante, jardín atrás… Cuando cruce las puertas de aquel caseron escapado de una telenovela de las 3 de la tarde, el único recibimiento que tuve en el jardín fue Dalia (si, Victoria se quedó con la perrita). La familia nos esperaba en una recova que tenía la casa. Al día siguiente, la mamá de Victoria me describió como “un joven encantador”. A decir verdad, la familia de Victoria me recibió mucho mejor que mi hermanas a ella. Me sentí muy comodo, y la relación fue creciendo con los años.

El tercer año de noviazgo fue maravilloso. Fue el primer año que pudimos irnos de vacaciones, hubo muchas salidas con mis amigos y los dos nos afianzamos mucho en nuestros laburos. El único momento oscuro del año fue cuando sucedió el “incidente del concurso teatral en Miami”. Aprendí (aprendimos con Gabriel) que antes de entregarle un script a un productor, lo mejor es tenerlo registrado. Algún día me gustaría volver a cruzarme con ese tipo… Victoria fue de gran ayuda, apoyó y motivó lo suficiente para abrieme los ojos. ¿Era realmente eso tan importante? Era una cagada, sí. Pero no era lo más importante, yo ya estaba laburando y tenía todo lo necesario para vincularme laboralmente en lo que yo quisiera. Ese fue otro error, me convertí en un adicto al laburo. Feliz y enamorado. Este año fue increíble, empecé a laburar más eventos en la productora, más notas y cuentos en la editorial, más asistencias de producción para mis amigos, más de todo… mi idea era comerme el mundo, formar un equipo de laburo transparente y perfecto. El final de nuestro tercer año de noviazgo no podía prometernos un futuro mejor, la productora de eventos nos dio la posibilidad de laburar algunos eventos instituciones (pasar de familiares a empresariales era el salto que estabamos esperando hace años), edite mi primer libro, estrene mi primera obra de teatro (con Gabriel y yo produciendo, esta vez no nos iba a cagar nadie), la editorial empezó a pedirme cuentos... fue un año maravilloso.

Si, el nuestro tercer año de noviazgo fue maravilloso… excepto por un pequeño detalle: cuando estabamos por cumplir 3 años de novios (el 18 de diciembre), Jorgelina Pecas regreso de Nueva York.

jueves, 24 de diciembre de 2009

El año del conejo

Si... efectivamente, Diego estaba llorando. Pude ver el codazo entre Agustín y Gabriel -complices- intentando recordar las silenciosas lágrimas de Diego para después hacer mil chistes sobre eso.

Victoria caminaba despacio hacia el altar.

Nuestro primer año estuvo lleno de cosas lindas. Estar con Victoria era un sentimiento nuevo para mí. Todavía no sabía si estaba enamorado. De lo que no había dudas era del mareo, estaba mareado. Ella se fue metiendo en mis rutinas y yo deje que lo haga. Desayunaba con ella, la llamada después de almorzar, antes de acostarme, y poco a poco le fuimos dando forma a esa rutina. Todo tenía un entorno, nada era dejado al azar. Siempre estaba el placer de observar alrededor y comprobar que un momento mágico, puede ser pintado con aromas, colores, ruidos y voces. Con su perfume, con su color preferido para las remeras, con el ruido de sus llaves, con sus mil y una risas. Si, Victoria tiene mil risas, una para cada momento. Eso fue algo que me llamo la atención, y me enamoro.

Nuestro primer año de novios fue como subirse a un columpio, una de esas hamacas de plaza pública, sentir el movimiento, el viento en la cara, y dejarse llevar. Ir cada vez mas arriba, subiendo la apuesta. De eso se trataba, de un movimiento sutil, de un viento suave y un aroma dulce, de cabellos al viento, dibujando una parábola, de una sonrisa que no para de crecer.

La multiplicad de sentidos. Los distintos tonos del cielo. Las formas monumentales y fantásticas de las nubes. La táctica del movimiento genial. El mareo visceral al cerrar los ojos. Ir y volver. Reir y re-volver. Sentir el viento en la boca abierta, el aire de lleno en los pulmones, inflando corazones. Jugar con quien sepa jugar... dejarse llevar.

No hay peor que sacar un animal de su habitat natural y ponerlo en cautiverio. Esa es mi teoría sobre los conejos. Así me sentía, en un lugar nuevo, inspeccionando asustado cada momento y situación, esperando cualquier acontecimiento inesperado.

Tarde más de 6 meses en presentarla a mis amigos, casi un año en invitarla a cenar con mi vieja y mis hermanas, y mucho más que eso en conocer a su familia. Ella lo entendía, supo las reglas desde un principio. Fue ir de a poco, pero pisando firma en cada momento. No hubo errores.

Ella conocía el juego... mucho mejor que yo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ceremonia

En el triángulo de las Bermudas barrial que forman las calles Estomba y Echeverría, se encuentra situada la Parroquia San Patricio. Es una zona reclamada por 3 barrios, Villa Urquiza, Villa Ortúzar y Belgrano. A nadie le importa. En esta Parroquia tome mi primera comunión y -contra todos los pronósticos- fue la que elegimos con Victoria para casarnos. Mi vieja hubiera preferido que elija el Santuario de Jesús Misericordioso (en Miller y Rivera) o la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (en Cullén y Triunvirato). Mas datos inútiles. Elegimos precisamente San Patricio porque esta en esa lugar incierto en donde ningún familiar nos podía decir “¿por qué no se casan en algún lugar del barrio?” Estomba y Echeverría no es Villa Urquiza, no es Belgrano, ni siquiera se sabe si es Villa Ortúzar. Fue la elección correcta.

Casarse por iglesia es una experiencia personal y única. El silencio de la espera, la llegada de la novia, todo tiene una mística muy especial. Creo que con Victoria nos necesitábamos este momento. Casarse por iglesia es algo que corona todo, le da un sentido casi mágico, más allá de ser creyente o no, es el momento que todos esperan.

- Que buenas que están las amigas de Victoria- me dijo Alejandro.- Tranquilo, estoy haciendo un chiste para descomprimir el momento.

Me asomé por un ventanita y pude ver a Diego fumando un cigarrillo a las apuradas. Me estaba muriendo por un cigarrillo. Casi podía ver toda mi vida pasar por delante de mis ojos cuando empezó a sonar la música. Me estaba muriendo por un cigarrillo, la puta madre. Toda mi vida, no. Solamente los últimos 5 años con la mujer que estaba entrando en ese preciso momento por la puerta de la parroquia. Respiré hondo... cerre los ojos un segundo, mire a mis amigos. ¿Diego estaba llorando? ¡Que pelotudo!

Victoria seguía caminando, sonriendo. El cura empezó a hablar. No lo escuche, estaba disfrutando cada recuerdo de cada año que estuve con ella.

martes, 22 de diciembre de 2009

Get me to the church on time

El sábado a la mañana nos despertamos con una mezcla de excitación y nerviosismo. Tenía todas las ganas del mundo en convertir el día en algo divertido y memorable para Victoria. El problema fue el desayuno. No tendría que haber comido nada. Siempre me pasa lo mismo. Tengo miles de anécdotas que involucran “nervios y baños”. Me pongo nervioso, empiezan los retorcijones y voy corriendo al baño. Victoria se muere de risa cuando me pasa esto.

- ¿Cuándo vas a entender que los nervios están en tu cuerpo pero no “acá”- me dijo una vez, señalando mi cabeza.- Tu mente esta re tranquila, es tu cuerpo el que esta somatizando.

Aquella vez fue mucho más comprensiva. De todos modos, supongo que ver a tu novio pasarse casi todo un sábado encerrado en el baño no debe generar visiones de futuro muy prometedoras. Se entiende.

- ¡Pablo, salí del baño o te mato!- grito parada en el pasillo del otro lado de la puerta.- ¡Tenes que irte a lo de tu vieja! Te tenes que ir a preparar. Nos casamos dentro de dos horas, la puta madre.
- Bueno, bueno... ya estoy- salí del baño mientras Victoria quería entrar.- Espera, no se puede entrar... Hay olor.
- Dejate de joder- y entró. Y salió al instante.- ¡Pero que olor! ¿No dijiste que no comiste nada?
- Es el olor del miedo, Victoria. ¡El olor del miedo!
- Dios...- Victoria tomo aire, aguanto al respiración y se encerró en el baño. Pude escuchar como vaciaba un desodorante de ambientes entero.- ¡Anda a lo de tu vieja ya!

Obviamente, hice lo que todo hombre en mi situación haría.

Le hice caso.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Civil war

El viernes estuvo todo muy lindo. El civil era a las 14.30. Mis testigos fueron Patricio y Mariana Pizza.

Contra todos los pronósticos, no tuvieron que tirar abajo la puerta del baño de mi casa. Así que todos los que pensaron que me iba a atrincheran ahí hasta el último minuto posible, se equivocaron. Abrí la puerta del baño a las 14.28.

- Estas llegando tarde- apretó los dientes Pilar.
- Callate y dame lo que te pedi.
- Pone la mano- mi hermana tiró sobre mi mano dos pasillas de carbón y yo manoteé un vaso de agua en la cocina.
- No puedo creer. Te juro que hace dos días que no como nada...- intenté una excusa.
- Siempre lo mismo... te pones nervioso y te cagas, dejate de joder. ¡Apurate!

Salí de mi casa, Diego me estaba esperando en el auto. Llame a Victoria.

- Hola...- no era Victoria.
- ¿Victoria?- pregunté.
- Cecilia, Pablo. Victoria esta en el baño.
- ¿Qué le pasó?
- Se descompuso, los nervios... Además se comió una barrita de cereal porque estaba ansiosa y se ve que le cayo mal.
- ¿Eh?
- No importa, porque yo tengo un set de cepillo de dientes siempre. Me quedaron un montón de una promoción, son como los que te dan en el avión, chiquitos que entran en cualquier lado y...
- Cecilia, pasame con Martín- aparentemente era la mejor opción.
- ¿Pablo?
- ¿Qué pasó?
- Comió una barrita de cereal para no comerse las uñas esculpidas, le cayó mal, le dieron ganas de vomitar. Y... los nervios.
- Pero, ¿esta bien? Si hay que suspender...- cruce los dedos.
- ¡La puta que te pario! ¡Vení acá ya!

Afortundamente, no hubo nada que suspender.

Como les decía, el viernes estuvo todo muy lindo. El civil fue a las 14.45... cosas que pasan.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Wouldn't it be nice

A pesar del acelere que tenía, estaba tranquilo. Aún con el corazón latiendo a mil, estaba tranquilo. “Nos vemos una vez y veo que onda”, pensé. Este era un encuentro sin filtros, no había borrachera de la primera vez, ni estábamos protegidos por el tubo del teléfono. Era un encuentro real, y ni siquiera estaba ansioso. Victoria era inteligente, dulce y muy bonita; lo que mas recordaba de ella eran sus ojos verdes, y su cabello castaño, lacio y brillante. Evidentemente, nada más alejado de mi gusto por las mujeres. Las morochas me pierden irremediablemente, las rubias me calientan bastante y las pelirrojas... bueno, las pelirrojas suman. Las castañas, no. Nunca me llamaron demasiado la atención.

Cuando llegue a Cabildo y Juramento, ella todavía no había llegado. Cinema no tenía mucho tiempo más de vida, quedaba poca gente y seguro cerraban en minutos. Encendí un cigarrillo, mi corazón latía con fuerza, apenas podía tragar el humo... pero juro que no estaba nervioso. Era una sensación extraña.

- No sabia que fumabas- escuche una voz a mis espaldas. Era Victoria.- No fumes, hace mal.
- Hola- tire el cigarrillo y nos saludamos con un beso en la mejilla. Nos miramos un segundo. Creo que fue el segundo más largo de mi vida. Por supuesto, que no teníamos la más puta idea de cómo nos recordábamos. Suele pasar siempre con esa clase de encuentros, que uno “cree” que se acuerda de la persona a la que le dio su teléfono, y luego en el encuentro se da cuenta que no se acordaba nada.
- Si, ya se, seguro pensaste que tenía más pelo- tenía que hacer un chiste en forma urgente para desdramatizar la situación, fue lo mejor que se me ocurrió.
- No, en realidad, pensaba que tengo muy buena memoria. Tenía miedo de no acordarme de vos- tiro una carcajada sonora y miró a los mozos de Cinema.- Están cerrando. ¿Vamos por Juramento? Algo tiene que estar abierto cerca de la estación.

Acepté, mi corazón latía más rápido, mientras las calles iban avanzando. Me sentí afortunado, la charla durante la caminata fue muy amena, cómoda. Llegamos a una confitería con ventanas francesas y nos sentamos afuera. Ella pidió un capuchino, yo pedí un cortado en jarrita. Victoria era muy agradable. Yo creo que durante los primeros 20 minutos no pare de hablar. Esto me pasa -a veces- cuando estoy nervioso (aunque hasta el día de hoy juro que no, que esa noche estaba super tranquilo). Generalmente hablo mucho; pero Victoria dice que aquella noche, durante los primeros 20 minutos, ella apenas pudo conseguir meter una palabra en la conversación. Creo que exagera.

- Esta bien, mejor me callo- dije.
- No hay problema, pero se te va a enfriar el café- ya estaba helado, de hecho.- Igual no me molesta que hables, te imaginaba así.

Entonces no hubo marcha atrás. Hable de mi viejo, le conté que no sabía manejar, que vivía solo, de mis hermanas, de mis sobrinas, de mi vieja, de mis amigos, mi carrera, mis múltiples laburos. Ella se reía, estaba mostraba atenta e interesada por cada historia que yo le contaba.

Eran casi las 3 de la mañana cuando terminamos la segunda ronda de café, la acompañe hasta su casa, cerca de Belgrano R. Nos despedimos con un abrazo, creo que no lo pudimos resistir. Nos quedamos un raro en silencio, y nos besamos por primera vez. Volvimos a abrazarnos, fuerte, como para perdurar en la oscuridad de la noche ese lindo momento. Durante el segundo beso, sentí un ruido seco sobre las baldosas de la vereda y una sombra pasó corriendo rápidamente a la altura de nuestras rodillas. Victoria se separó.

- ¡Mi sandalia!- gritó.
- ¿Eh?
- Que me saque la sandalia... y...- giró hacia la esquina.
- Uy... no- entonces la vi tenía la sandalia de Victoria cruzada entre sus dientes y nos miraba moviendo la cola.- A ver...

Era una perra callejera, tamaño mediano, con algún ancestro ovejero (según el pelaje que iluminaba la luz de la calle). Me acerqué despacito y la perra empezó a correr. Aquí comienza el “episodio de la sandalia y Dalia”, historia que merece ser contada pero que, por cuestiones de tiempo, nunca lo será.

Dos horas después, tenía la sandalia de Victoria en la mano, un paquete de galletitas Surtidas en la otra, una perra siguiéndome para todos lados y unas ganas terribles de pegarme un baño.

- Dos horas persiguiendo un perro. ¡Sos un cabeza dura!
- ¿No lo ves como un acto de caballerosidad increíble? ¿No te hace caer rendida de amor a mis pies?- pregunté.
- Puede ser...- dijo Victoria sonriendo.
- No doy más... como me hizo correr esta hija de puta- señale a la perra.

Terminamos el paquete de galletitas entre los tres (Victoria, la perra que más tarde sería bautizada como Dalia y yo). Esa fue nuestra primera cita, no estuvo tan mal. Cuando estaba amaneciendo decidimos ir a desayunar. La perra nos acompañó.

Nos volvimos a ver al día siguiente, y al otro... El 18 de diciembre del 2004 decidimos que queríamos estar juntos y ver que pasaba, ser novios.

Esa misma fecha, fue la que elegimos -cinco años después- para casarnos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ella está de mi lado

Escuchar la voz de Jorgelina Pecas en una semana tan complicada, feliz, triste, como aquella semana de diciembre del 2004; solo me hizo pensar en una cosa: evidentemente eran presagios que anunciaban la tormenta. La llegada del huracán.

- Hace una semana falleció mi viejo- le dije.- Supongo que te hubiera gustado estar acá, para abrazarme y acompañarme en este momento, como hice cuando falleció tu tía en Nueva York.
- Lo que estas diciendo no es justo, Pablo.
- No te preocupes, lo entiendo. Se que hay cosas más importantes- jugué con todo el sarcasmo que pude exprimir a mis tonos.- ¿Cómo va el restó?
- Dejame decir algo... ¿Puedo?- preguntó Pecas.
- Te escucho, Jorgelina.
- Siento mucho lo de tu papá. Me hubiera gustado estar con vos...
- No te preocupes, lo entiendo.
- Te quiero mucho, Pablo. Quería escucharte.
- Realmente deseo que tus cosas en Nueva York vayan geniales, Pecas- suspiré.- Pero no se si esta bueno que sigas llamando.
- ¿No? Yo algún día voy a volver.
- Algún día...- hice un esfuerzo por no estallar en una risa increíble.
- Algún día, si. Algún día voy a volver...- hizo una pausa y luego continuo.- Pablo, vivimos en tiempos distintos, pero siempre encontramos nuestra sintonía. Nos merecemos estar juntos...
- Claro, algún día...
- La distancia no me hace dejar de pensar en vos, cada día, cada noche cuando llego a casa... y tampoco hace morir la necesidad de hablar con vos 50 veces por día... de escucharte.
- Jorgelina... Te fuiste a Nueva York porque falleció tu tía. No tu vieja, no tu viejo. Tu tía. ¡Te fuiste hacerte cargo de un restó! Esa fue tu elección... Ser... ser... ¿Manager? ¿Como mierda se dice?
- Lo que sea...- completó Pecas.
- ¡Lo que sea! Esa fue tu elección... ser “lo que sea” del restó de tu tía. Con esa decisión “vos” elegiste tu destino. Un destino en el que yo no figuraba.
- Pablo... somos dos personas libres que están solas y que se llevan muy bien, que se quieren, que se tienen afecto, y que si el “destino” (como vos decís) quiere los hará encontrar... como sea... Y esto significa, en “algún momento”, en “algún día”... en cualquiera sea el momento de sus vidas en que se encuentren. Esa es mi opinión sobre el “destino”.
- Que tengas una Feliz Navidad, Pecas.
- Vos también...

Eran las 23.50 cuando corte con Pecas. El teléfono volvió a sonar, sonreí.

- Hola- dije, intentando sacarme la mala energía de la conversación anterior.
- Pensé que te habías reservado el horario de las 23.30 para hablar conmigo- dijo Victoria.- Que no vuelva a pasar...
- Tenemos que hacer algo al respecto, no podemos estar siempre hablando por teléfono.
- Es verdad... ¿En cuanto estas en Cabildo y Juramento?
- En 5 minutos, te espero en Cinema- colgué el teléfono sin darle oportunidad de responder.

Me subí al primer taxi que venía por Monroe. Las cosas solo podían mejorar. Mire el cielo. La noche estaba despejada, sin nubes. Eso era una buena señal.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Moonlight serenade

Los primeros minutos de conversación fueron los más duros. Como sea, Victoria había llamado y no se merecía ni mal humor ni malos tratos. La charla navegó por los tópicos habituales, estudios, laburo, familia. Los dos evitamos el tema pareja, creo que no lo consideramos necesario. Esa fue la primer llamada.

Al día siguiente, durante la segunda llamada, empezamos a construir la relación, nuestra “amistad”. También liberamos algunos sentimientos con la certeza de que había alguien del otro lado de la línea para sostenernos.

Luego de su tercera llamada, colgué con una sensación extraña: me gustaba acostarme escuchando la voz de Victoria.

En su llamada número cuatro, ya teníamos un coqueteo inocente y divertido. Los dos estábamos seguros hacia donde iba todo y nos gustaba.

Al llegar la quinta noche, esperaba con muchas ganas que el teléfono sonará a las 23.30, hora en qué por lo general Victoria solía llamar. Me había convertido en una especia de perro de Pavlov telefónico. El ring no se hizo esperar. El pequeño detalle fue que no se trataba de Victoria.

- Pablito... Te extraño- una lluvia telefónica cubría la entrecortada voz de Jorgelina Pecas desde Nueva York.
- Pecas...- mire la hora, 23.28.- Tanto tiempo.
- Necesitaba escucharte. ¿Cómo estas?

martes, 15 de diciembre de 2009

Y si amanece por fin

- ¿Tomas un café?- invite a Sandra a entrar en lo de mi vieja. La casa estaba vacía. Era raro, sin ese murmullo femenino persistente era demasiado grande, el eco recorría los ambientes de la planta baja jugando en cada mueble.
- ¿Cómo estas, Pablo?- preguntó Sandra.
- Bien... la verdad que bien. Creo que es lo que todos esperamos desde hace un año- me sorprendió la frialdad con la que hablaba de mi viejo. Algunas cosas que jamás me perdonaría.
- Si, tu vieja y mi vieja siguen hablando. Me enteré de lo que paso hace unos meses. Una verdadera tragedia.
- Si... nos tomó por sorpresa todo eso. Hicimos lo que pudimos.

Los memoriosos recordaran a Sandra como una chica que asesinó mi corazón hace mucho tiempo. Mantuve la mirada fija en sus ojos en cada momento de la charla. A mitad de la conversación, me di cuenta de algo. Sandra estaba muerta. Murió cuando apretó el botón del inodoro, dejando que cinco años de noviazgo se vayan por esa cañería. No era una mala mina, simplemente había dejado de querer. Aún así, yo la asesiné. La mate en vida.

- Vivimos a menos de una cuadra y no nos vemos nunca- y ella lo sabía.- Muy mal eso.
- Una locura, si.
- ¿Qué es una locura, Pablo?
- Encontrarnos cada 6 meses en el kiosko o en Drago esperando el tren.
- Y si, habría que hacer algo con eso- intentó una sonrisa.- Por lo menos, intenta saludarme cada vez que nos crucemos en la estación.
- Si- sonreí.
- En serio, deja de hacerte el boludo. Las mujeres nos damos cuenta de eso- se levantó y camino hasta la mesada. Ahí estaba yo, tomando mi café. Puso su mano en mi mejilla, sosteniéndola.
- Claro, vos ya sos una mujer- sentí una sonrisa estirarse hasta tocar la punta sus dedos en mi rostro. Nos dejamos de mirarnos ni un instante. Por suerte, para nosotros (para mí, para ella, para todos) los dos hicimos el movimiento para separar nuestros cuerpo a la vez. Claramente, la situación nos incomodaba pero la disfrutamos. Eso es lo único que recuerdo.- ¿Cómo estás vos, San? ¿Tus cosas?
- Me recibí- la carrera era Administración de Empresas.- Ahora estoy buscando trabajo, pero esta todo bien... Estuve laburando haciendo cosas chicas y ahorré bastante plata... Me fui a vivir sola, estoy alquilando en Coghlan.
- Cerca- me serví más café.- ¿Y Noelia, como anda?- recordé la cantidad de veces que fuimos a buscar a la hermanita de Sandra al jardín.
- No creo que la conozcas si la ves por la calle. También, ya es una mujer- terminó su taza.- ¿Necesitas algo? ¿Mas abrazos?
- Gracias, San, esta bien así.

Sandra se fue, regalándome un abrazo interminable mientras yo cerraba con doble llave la casa de mi vieja. Caminamos hasta Drago, ella se subió al andén que iba a Retiro, acortando camino por Roosevelt para entrar en Coghlan. Por mi parte, llegue a mi departamento, anestesiado por el velorio de mi viejo, por la charla con Sandra... Tanto, que tarde algunos segundos en darme cuenta que el teléfono no paraba de sonar. Esta vez, sí.

- ¿Hola?- casi gruñí.
- Hola, chico It.

Esta vez, sí. Era Victoria.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Haciendo cola para nacer

A las 6:30 de la madrugada del pasado sábado 4 de diciembre de 2004 dejó de existir, víctima de paro cardio-respiratorio, un grande de corazón, el sastre José Luis Vanucci, cuyo deceso constituye una irremplazable pérdida para la comunidad de vecinos de Villa Urquiza. Con motivo de sus sensible fallecimiento: sus hijas, Pilar, Patricia y Paz; su hijo Pablo; sus nietas, Macarena y Micaela; participan que sus restos estarán siendo velados en... (sigue)

Dotado de una envidiable destreza para la aguja y de una tenacidad sin límites a la hora de jugar al billar. Estuvo frente a su negocio hasta principios del 2003, año en que tuvo el famoso accidente que recordarán todos los vecinos, en el cual... (sigue)

Ante su dolorosa pérdida física, queda para la posteridad su bella obra como padre de tres hermosas mujeres y el inolvidable disfraz de monito como estímulo para el crecimiento artístico de su hijo... (sigue)

Camine hacia la casa de mi vieja, había sido un día durísimo. Cuando un ser querido viene de una larga convalecencia uno desea su muerte, su paz. Terrible historia, oscura, una situación de mierda. La noticia de la muerte de mi viejo -no lo voy a negar- fue un alivio. Desde hacía un año que...

- Pablo- mira hacia la voz.- Me enteré de lo que pasó.
- Sandra...- era Sandra MuchoTiempo.
- Lo siento mucho- y me abrazó, la deje.

¿Cantidad de años en que no me cruzaba con Sandra MuchoTiempo? Infinitos. Muy de vez en cuando la veía tomar el tren en Drago o caminar por Acha hasta Monroe... y yo haciéndome el boludo. Lo que generalmente hacia en estas situaciones era caminar más lento, mirar para otro lado, así durante años. No quería volver a verla nunca más en mi vida, desde aquella conversación a la salida del Banco Galicia. Ahora, todas esas actitudes me parecían tan estúpidas, tan sin sentido.

Deje que Sandra me diera ese abrazo, que yo tanto necesitaba.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Yo te avisé

El amor es un lenguaje -imposible de definir- que encierra un montón de secretos. Dicen que el amor es como una gran Babel, donde los futuros enamorados van dando vueltas sin encontrarse. O, mejor dicho, buscando su par. Es decir, dos personas, un mismo idioma. Así se empieza. Esto es lo que llamamos “el ideal”, es lo que golpea nuestra puerta una vez sola vez en la vida. Ahí es cuando el amor empieza a tomar forma de “nosotros”. El amor se transforma en una especie de afecto que no se puede romper, es un tipo de lenguaje que no se puede definir, es un sentimiento que no puede expresarse. Es la combinación de dos almas puras -perdón, “puras” no, dispuestas-, la comprensión mutua de dos personas que no necesita ningún soporte físico. Es un mismo lenguaje, algo vinculante a un montón de aspectos: una charla con un tema en común, una mirada, un gesto. Y Victoria me había guiñado el ojo, esa era mi puerta abierta. Eso era el “seguí intentando”, “seguí buscando”.

- Pablo, estoy re borracha- me dijo Mariana.- ¿Vamos?
- Mariana, vení conmigo- agarre a Mariana de la mano, y la lleve hasta donde estaba Victoria con dos amigas.
- ¿Te puedo molestar un segundo?- le pregunté con total impunidad. Victoria se acercó.- Ella es Mariana, es mi mejor amiga. Mariana esta muy borracha y necesita que alguien la acompañe a su casa. En este caso, yo tengo que cumplir ese rol. El problema es que...- le apreté el brazo a Mariana.
- El problema es que...- Mariana gesticulo como si fuera una nutria enjaulada.- Tenes que darle el teléfono a mi amigo, porque sino es capaz de quedarse toda la noche acá.
- Y no voy a poder llevarla a su casa- termine la frase porque tenía miedo que Mariana siga hablando y vomite entre los pies de Victoria.
- El problema es que... no tengo celular- dijo Victoria.
- ¡Pero cómo! Todo el mundo tiene celular. ¡Dios!
- Bueno, yo no uso celular.

En este punto de la charla y de la noche, había algo clarísimo. Había llegado al subsuelo del encare, utilice la borrachera de Mariana, y nada. Victoria no tenía la más mínima intención de vincularse. Y yo no estaba tan borracho como para seguir insistiendo. Estaba a punto de dar la batalla por perdida.

- Dame el tuyo- dijo Victoria.
- No me vas a llamar- retruque.
- No lo sabes.
- Si que se.
- No, no sabes.
- No me vas a llamar- me cruce de brazos.
- ¡Dale el teléfono, Pablo, por Dios!- grito Mariana y corrió buscando la salida tapándose la boca.
- Tu amiga va a vomitar- Victoria señaló el recorrido realizado por Mariana.
- No me vas a llamar- gruñí mientras anotaba mi número telefónico.
- ¿Sos de Urquiza?- dijo Victoria mirando el papel.
- Si... ¿Vos?
- De Belgrano.
- ¡Pablo! ¡Por el amor de Dios! ¡Me muero! - los gritos de Mariana interrumpieron cualquier posible acercamiento.

El taxi agarró por Córdoba. Mariana hizo que el conductor frenara dos veces para vomitar, la dejé en la puerta de su casa, de la misma manera que ella lo hizo cientos de veces conmigo.

Esa noche dormí muy bien, estaba cansado y el alcohol había logrado relajarme lo suficiente.

Me despertó el teléfono, a las 7 de la mañana. Era Pilar.

- Pablo... acaba de fallecer papá.

Así empezó el 4 de diciembre del 2004.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Espejito, espejito

Es una hecho que estar enamorado es una sensación por demás agradable. Los que saben, dicen que sienten que el corazón late más rápido, sin agitarse. Es raro, no hay un efecto cardíaco semejante. Eso es imposible. El corazón no puede latir rápido sin que el ser humano este agitado. La excepción que hace a la regla es un extraño tipo de taquicardia, seguida de muerte. Nadie la ve venir, pero cuando viene, mata. Sin avisar, así nomás. Como el amor... Como el aquel día, hace 5 años...

La charla con Mariana Pizza se prolongó, incluso después que la barra cerrara el Happy Hour. Sentados en unos sillones, bebimos en silencio una botella de New Age, probablemente lamentándonos por nuestros fracasos amorosos. Generalmente, la gente hace esas cosas cuando el alcohol empieza a nublar la mente. Decidí dar una vuelta por el pub, mientras pensaba en lo mucho que estaba tomando cada vez que salía. Por desgracia, aquella noche mi compañera de copas era Mariana. O sea, un verdadero desastre. Cuando Mariana terminó su última copa de New Age ya estaba besándose con el primer boludo que se le cruzó enfrente. Así que me dediqué a recorrer el boliche.

Me considero una persona que puede ser capaz de cualquier cosa con tal de lograr que una mujer le de su número de teléfono. Mínimo, el número el teléfono. ¿Por qué? Porque me gustan mucho las mujeres, me encantan. Y siempre tuve en claro una cosa, que si yo no voy a buscarlas, ellas no van a venir. El espejo se encarga de recordármelo todas las mañanas. He llegado a planear tácticas magistrales, otras no tanto y otra realmente, humillantes. Y quiero dejar algo: no me arrepiento de ninguna.

Por eso, cuando vi que Victoria se dirigía a la barra, solo quedaba una opción: la humillación. Me acerqué a ella, muy sigilosamente, y le toque el hombro con mi dedo índice, tres veces.

- Si, ya se... es muy probable que sea el flaco número 14 que se acerca para intentar chamuyarte. Pero mira el lado bueno, soy el único de los que esta acá que leyó It- tenía que dejar de hablar de It ya mismo o la iba a manquear de nuevo.- Bueno, cuestión que con esos ojos, si es que funcionan tan bien como se ven, tampoco me des mucha bola... Gordito, pelado, un desastre... ¿Qué caradura? Y no se, arriesgado diría yo, es arriesgado pensar que me vas a dar tu teléfono... Y más a alguien como yo. Alguien “cualquiera”. Si, arriesgado. Bueno, al grano: ¿cómo te llamas, “chica It”?
- Victoria- recibió sus tragos del barman.- Y tenes razón, no le doy mi teléfono a la gente que no conozco.
- Me llamo Pablo- tome aire.- Me gustan las mujeres con un manejo excepcional del sable láser y las armas de corto y largo alcance en el Counter Strike. Si, me junto una vez por semana a viciar unos tiros con mis amigos... Aunque si de eso depende un café con vos puedo pasar el día.
- Bueno, pero...
- No termine- levante la mano para frenar su huída.- También me gustan las minas que pueden pensar venganzas épicas, llenas de sangre y muertes, las que desarrollan software para terroristas, las que tienen una habilidad sublime para molestar a los empleados de "soporte técnico" de celulares, las que saben en qué bajada salir cuando van por la General Paz a Tigre, y corto acá para no aburrirte...
- ¿Estas muy borracho, no?- me estudió.
- Si... Gordito, pelado, borracho y sin tu teléfono. ¡El mundo es una mierda! ¿Me vas a rescatar o me tiro en el próximo movimiento de traslación?
- Rotación.
- ¿Qué?
- "Rotación”, queres decir. Es lo que hace la Tierra por día, supongo que queres decir que te vas a tirar dentro de poco. “Traslación” es lo que dura un año, alrededor del Sol.
- Uy, sos re nerd. Que nerdita.
- Esa no es una buena respuesta de alguien que quiere mi teléfono- me guiño el ojo y se fue con sus amigas.

Ese fue el segundo intento de la noche.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Love actually

“¿Existe el amor realmente? ¿qué carajo es el amor?”, yo no entiendo por qué todo el mundo hace tanto problema preguntándose esto.

La mayoría de las personas dice “el amor es increíble”; pero -aún así- siguen lastimándose día a día, se lastiman en nombre del amor. Las mujeres se la pasan llorando porque “mi novio no me escucha”. Los hombres se quejan porque “ella no me entiende”. Dejar de amar, duele. Que nos dejen de amar, también. Esa es la cruda realidad. No hay vueltas ni lugares oscuros, es así de sencillo. Duele mucho.

Pero hay algo que duele más, es no haber amado nunca. Y esto -ya lo se- es un maldito cliché. Hay uno peor, y es: no haber intentado amar nunca. Todas las personas del mundo, deberían entregarse por completo a ese cliché y decir “te amo”. Ese es el intento que vale, porque si no funciona, nos queda el aprendizaje. Para bien o para mal, esa es la historia de mi vida: los intentos, intentar ser feliz.

Ahí estaba yo -hace cinco años- , frente a esa sonrisa increíble, y esos ojos verdes radiantes. Y tenía que decir algo, tenía que decir algo mágico, perturbador y significante. Algo que haga valer el intento.

- Bip bip, Richie- dije, imitando al payaso de It. Un segundo después de decir eso, me di cuenta que lo que acababa de decir era una tremenda pelotudez.
- De nada- dijo Victoria, y volvió a sentarse con sus amigas.

Por supuesto, ella siguió su camino huyendo del borracho que intentaba seducirla con frases de It. Bueno, todo no se puede, pero al menos lo había intentando. De eso se trata, de intentarlo.

Ese fue el primer intento de la noche.

martes, 8 de diciembre de 2009

Tonto rompecabezas

Dos días antes de mi despedida de soltero, estaba tomando un café con Mariana Pizza en la Del Carmen de Cabildo y Monroe.

- ¿Qué es lo primero que miras en una mujer?- me preguntó Mariana
- Piernas, culo, boca, tetas... en ese orden- la lista fue bastante fácil; aún así, me quedé pensando.- No, espera… a ver…

Con el fin de responder correctamente a su pregunta, realicé un pequeño trabajo de campo recordando un par de detalles puntuales de las tres mujeres de mi vida.

El día que conocí a Sandra MuchoTiempo ella tenía puesta una remera verde. Odio el verde… pero ese culo fue inolvidable. Me causa gracia hablar de Sandra y pensar que lo único que puedo decir de ella es que tenía un culo increíble. Después de tanto tiempo juntos. No dejaba de ser un detalle que me causaba gracia.

Con Jorgelina Pecas fue distinto. Los ojos de Jorgelina eran de un color tan intenso que enmarcaban su rostro decorado con pequeñas pecas. No era linda en el sentido estricto de la palabra, pero tenía una confianza en su cuerpo que cada gesto la convertía en una mujer sexualmente perturbadora. Sus ojos eran... Verdes. No, grises. No... creo que eran celestes. Creo que si. Después de tanto tiempo sin verla, me había olvidado del color de sus ojos. ¿Cuánto hace que no nos cruzabamos? ¿Un año? ¿Seis meses?

Y Victoria...

- Y entonces, ¿qué es lo primero que mirás en una mujer?- me preguntó Mariana.
- La verdad… no tengo la más puta idea, Marian- respondí, al fin.

El día que conocía Victoria la mire directamente a los ojos. Eran verdes, y no mire nada más. Creo que eso fue todo lo que necesite para avanzar, su sonrisa y su mirada.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Comunicado # 3

Este sábado fue mi despedida de soltero. Todavía intento recuperarme y bajar el nivel de alcohol en sangre que tiene mi cuerpo. Sepan disculpar las molestias. Hay mucho que contar, todavía. Paciencia que ya llegamos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El club de los perdedores

- Perdón, Pablo, si hubiera sabido que Sabrina tenía tan poca onda...- se excusaba Mariana Pizza. - Una boluda.
- Ya fue, Marian- resigné mi bronca en un suspiro.

Sabrina Rebote me dejo caramboleando entre las paredes cincuentosas de ese pub, saludo a Mariana y se fue. “Tenía que despertarse temprano”. Podría haber elegida alguna excusa mejor. Por suerte, Mariana se quedó un poco más. Fuimos a la barra, todavía estaba vivo el Happy Hour y pensamos aprovechar con un par de tequilas.

- Parecemos los personajes de It- sonreí. It es un libro de Stephen King que recomiendo con ganas.
- El club de los perdedores- murmuró Mariana.

El libro tuvo una pésima (o genial, según a que edad uno la mire) adaptación para la televisión. Canal 9 se encargó de contaminar nuestras mentes y noches de insomnio con un doblaje maravilloso, lleno de citas increíbles. “Me preocupas, Beverly... a veces me preocupas mucho”. “Flotan... todos flotan aquí abajo”. Maldito payaso. ¡Maldito payaso! Lo mejor del libro (y la miniseria de televisión) era ese retrato espectacular de la infancia de los protagonistas, el club de los perdedores. Los siete protagonistas eran chicos unidos por una vida de mierda, una miseria atada a viejos temores, intentando constantemente superar eso. Ser felices.

Después de apurar dos tequilas más, colgué pensando en un montón de cosas. En el laburo, en la soledad, en una rubia que estaba bailando sola en un rincón, en Jorgelina Pecas, en las tetas de una morocha que se paseaba impunemente entre la gente, en Natalia Halloween, en el escote de una pelirroja de una mesa cerca de la máquina de canciones, en los chicos, en las vacaciones que se acercaban, en una petisita divina que correteaba entre las mesas, en las ganas que tenía de ser feliz... Pero feliz en serio, feliz de verdad. La pollera hiper corta de una flaquita que camina hacia el baño me hizo perder el hilo de... También pensaba en lo mucho que estaba laburando y cuando mis pensamientos se volvieron más circulares y redundantes...
- Che, Marian... ¿Sabés? Yo me acuerdo de todos los personajes principales de It- le di un codazo para despejarle la borrachera.
- Siempre tuviste buena memoria, Pablito- Mariana bostezo.
- El Club de los Perdedores...- suspire y empecé a enumerar.- Ben Hanscom, Eddie Kapsbrak, Beverly Marsh, Mike Hanlon, Bill Denbrough, Stan Uris y...
- ¿Y?
- Y...- pensé y me ahogue en mi propia laguna, nadar entre miles de nombres no es bueno, era imposible hacer pie.- Y... ¡La puta madre! Ben Hanscom, Eddie Kapsbrak, Beverly Marsh, Mike Hanlon, Bill Denbrough, Stan Uris y...
- Richie Tozier- dijo una voz al lado mío, junto a la barra.

Gire y ahí estaban los ojos verdes más hermosos que jamás había visto.

Ahí estaba Victoria.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Keep the faith

Una relación de rebote es el que comienza poco después de la ruptura de una relación sentimental importante. Esto se conoce como “relación de rebote”. Bien, lamento comunicarles, estas relaciones están destinadas al fracaso.

En este caso, me usaré de ejemplo para ser más gráfico. Luego de una relación intensa y genial con Jorgelina Pecas caí en las redes vocales de Alejandra Canta. Rebote en Alejandra, tuvimos una relación de rebote, duró un par de meses, fracaso, todos amigos, aquí no ha pasado nada.

Una persona en el rebote, pasa a una nueva relación, sin tomarse el tiempo para sanar el fracaso de su relación anterior. El “rebote” es -sin dudas- una distracción al dolor anterior y una solución rápida para la autoestima dañada.

Luego de una mala ruptura, una persona en el rebote puede estar en un estado de confusión emocional importante. Puede seguir rebotando... seguir penando, seguir rebotando. Y volvemos a caer en Natalia Halloween, en donde el rebotador sigue su juego de caer en relaciones sin sentido, buscando las respuestas al fracaso de la relación anterior.

Lo bueno de estar en “relaciones de rebote” es que uno elabora cierto duelo con respecto a la primera relación, a la originaria y poco a poco se va recuperando. Uno comienza a ver esa relación original como una perdida de tiempo. Eso esta bueno, ahí es cuando el rebote sigue tomando impulso... y llegamos a Sabrina Rebote.

Lo malo de todo es las “relaciones de rebote” nos plantan en una cumbre de éxitos, nos hace sentir dioses de la seducción. Es cuando el rebotador deja la vida lo lleve a vértigos increíbles... Sólo el tiempo esta delante de nosotros, la necesidad imperiosa de querer más y mas. Es cuando el rebote cobra un impulso inesperado.

Los psicólogos suelen ver al “rebote” como una herida (¿acaso no lo es?) y a cada “relación de rebote” como los medicamentos recetados. Entonces, llega el momento que -como cualquier herida- cicatriza y la “cascarita” empieza a caer... dejando ver la herida totalmente curada. Ahí es cuando el “rebotador” deja de rebotar...

O mejor dicho, rebota de otra forma, más mundana y terrenal.

Y todo esto para decir que Sabrina Rebote no me dio ni pelota en toda la noche. El consuelo del rechazado.

Evidentemente, no le gusté. Mariana no sabía donde esconderse. Sabrina fue inmune a todas mis tácticas de levante, le hice todos los personajes habidos y por haber... el simpático cuentachistes, la boludo redimido, el gordito copado y torpe... Todos y nada.

Como decían en el barrio... rebotaste.

Por suerte, la noche todavía no terminaba.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Ella vendrá

¿Conocen a tipo que se llamaba Babe Ruth? Este señor fue uno de los jugadores profesionales de baseball más populares de toda la historia. El Gran Bambino -como le decían a Babe- es el único jugador en toda la historia de ese deporte que tiene dos records. El primero, el mayor números de “outs”. Esto es, cuando la pelota es arrojada, y el bate corta el aire sin golpearla durante 3 veces (el famoso “strike 3”); el bateador es eliminado del campo de juego. El segundo record de Babe Ruth es el “home run”. Esto sucede cuando el bateador le pega tan fuerte a la pelota que la vuelva inalcanzable para el equipo contrario. De esta manera, el bateador deja caer el bate y comienza la corrida de bases hasta llegar a completar la vuelta al campo. Eso es el “home run”, al corrida limpia. Babe Ruth tuvo los dos records. Entonces, cuando el Sultán del Bate -también le decían así- cortaba el aire sin pegarle a la bola, los relatores de aquella época decían “seguí pifiando, Babe, seguí pifiando… eventualmente le vas a pegar a una”. Porque los intentos valen… ¡y como!

Lo mismo debería suceder con las mujeres. Cada intento es único, y si sale mal… al menos tiene su momento, su gloria, el rebote y volver a intentarlo. Esta bueno rebotar… porque esta bueno ganar, también. El éxito se disfruta más, claro. Pero el camino recorrido lo vale también. Los intentos son geniales.

“Tengo una amiga para presentarte”, decía un sms de Mariana Pizza.
“Cuándo y dónde”, respondí. La idea era seguir intentando… siempre. Eventualmente podría volver Jorgelina Pecas. Si, todavía pensaba en eso. Me dolía la ausencia, y más me hacía bolsa el desamor, la falta de compromiso. Por eso me dedique a jugar… Primero y sin problemas, con Natalia Halloween. Y ahora, con la amiga de Mariana, seguir intentando.

La cita era un bar sobre la calle Reconquista, un tipico after office. Muy de moda, estilo ‘50´s. En esa época, teníamos un laburito con Gabriel en una empresa de comunicaciones, haciendo los brief de sus productos y un poco de comunicación interna. Un embole, así que después de las tres horas obligadas en el piso de la empresa, fui a encontrarme con Mariana y su amiga. Antes de llegar al lugar, mientras caminaba por Reconquista, la llame para avisarle que estaba llegando.

- ¡Pablito! Dale, mi amiga esta en el baño, ya estamos acá.
- Estoy a dos cuadras, Marian.
- Genial, llegó la hora de pagar mi promesa.
- ¿Perdón?- pregunté sin entender nada.- ¿Qué promesa?
- Uy, dios… ¿Te acordas la vez de Locos por el Fútbol? El día que se comprometieron Martín y Cecilia…
- Tampoco me acuerdo de eso. Creo que ese día estaba muy borracho, Marian.
- Si, estabas muy borracho, pero no pense que era para tanto. Bueno, nos vemos acá. Besos.

Camine las últimas dos cuadras tratando de hacer memoria. ¿De qué promesa me hablaba? Nada. Entre al bar, la decoración me gustó mucho. Fotos viejas, chicas pin-up en las paredes, viejas glorias del deporte… Bonavena, Fangio, Babe Ruth, Muhammad Ali… Busque entre las mesas y ahí estaba Mariana con su amiga. Con la mejor sonrisa de pelotudo me acerqué a la mesa.

- Pablo… ella es Sabrina- nos presentó Mariana.

Fue el 3 de diciembre del 2004 cuando seguí intentando, seguí intentando… hasta que (eventualmente) llegara mi suerte.

Y así fue, la misma noche que conocí a Sabrina Rebote, también la conocí a Victoria.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pupilas lejanas

Estar obsesionado con la belleza y otros atributos socialmente deseables (buen culo, tetas tremendas, etc.), contribuye a la “virginidad por osmosis”. Esto es, a no ponerla nunca porque ninguna mina nos viene bien. Los tipos que buscan la perfección, son los tipos que cuando la mas linda de la fiesta les dijo “no”, se quedan solos y triste en un salón mirando el culo de “una no tan linda” sin encararsela. A todos nos gustan las minas lindas, porque las consideramos como trofeos de guerra. Por eso, sabía que no me iba a enamorar nunca de Natalia Halloween, aunque tuviera los ojos y la cara de Nicole Kidman. La gracia de todo -desde el principio- fue el desafío de conquistarla.

Claro que fui al Shamrock. Natalia Halloween apareció cubriéndome los ojos mientras me susurraba al oído un orgasmico “viniste”. Estuvimos charlando dos horas sin parar, muy cerca, la clásica conversación boca/oreja que se tiene en lugares con música fuerte.

Continuamos la charla en mi departamento, hasta las dos de la mañana. Si me preguntan de qué, les tendría que mentir, ni me acuerdo. Cerca de las dos y media, Natalia fue al baño, yo busque las llave para acompañarla a buscar un remis.
- Te acompaño, se hace tarde- le dije.
- Mañana no trabajo…- sus ojos se iluminaron como los de un gato.
- Entonces, podes quedarte toda la noche…- apoye las llaves en la mesa, y me acerque cautelosamente.
- ¿Es una propuesta?
- Con toda la indecencia del mundo, Natalia- puse una mano en su mejilla y le di un beso, empujándola suavemente contra una pared. Tenía dos tatuajes y unos hombros riquísimos, se que quieren saber eso.

Cuando el sol asomaba por la ventana de mi dormitorio, Natalia se despertó y preparo unos mates. Desayunamos, la acompañe a Drago a tomarse un tren. Natalia Halloween era una belleza de mujer.

Nos vimos dos o tres veces más. A finales de noviembre del 2004 ya empecé a aburrirme. Si, fue raro. Di el primer paso, cortamos sin dolor. Creo que le hice un favor. Seguramente no faltaba mucho para que ella me dijera que no duraríamos mucho más.

Lejos, Natalia Halloween fue la mujer mas hermosa con la que soñé estar. Era la chica poster, la de mirada felina que vigila tus noches desde la pared, la inalcanzable. Fue una mina importante, a pesar de haber salido un mes. Para mi fue un trofeo, fue un trabajo fino, algo premeditado. Yo quería estar con ella y -probablemente- ella también quería sumergirse en ese juego seductor que tan bien resolvimos.

A principios del 2005, se peleó con la encargada de coordinar los grupos de promoción en la agencia donde laburaban con Cecilia. Renunció y nunca más supimos nada de ella. Nunca más regreso ningún cumpleaños de Cecilia, nunca devolvió ninguna llamada de sus ex compañeras de trabajo. Nada. A veces, la gente desaparece así.

Natalia Halloween fue la última. Porque mientras sus ojos se perdieron por Cabildo (la última vez que la vi), encontré una mirada más calma en otros ojos verdes.

Dos días después de cortar con ella, conocí a Victoria.

lunes, 30 de noviembre de 2009

La manera correcta de gritar

Cuando uno intenta levantarse una mujer que esta por sobre la media de mujeres normales lindas, hay solamente una manera: llamando la atención descaradamente, quedar como un boludo, desaparecer unos 15 minutos y luego volver relajado, cauteloso y listo para atacar. ¿Cómo funciona esto? De la siguiente manera: por mi parte, ya había realizado cada uno de los pasos a seguir.

Llame la atención descaradamente con un comentario desubicado (“Decime, Ceci, ¿por qué están tan fuertes tus amigas?”), reforcé agarrando a Cecilia de los hombros y sacudiéndola en chiste (“¿Por qué nunca tuviste amigas así? ¡Habla!”). Pude ver las sonrisas incomodas de sus amigas... Ergo, quede como un boludo. En ese momento, me convertí pase de “el mejor amigo de Cecilia” a “el amigo boludo de Cecilia”, sin escalas. Eso era bueno.

Mis 15 minutos desaparecido en la cocina agradeciendo a San Expedito semejante harem fueron suficiente para calmar un poco las aguas. Era la hora de regresar -con calma- y demostrar que efectivamente era un caballero y un tipo bastante simpático, a pesar de todo. Demostrar, no... hacerles creer que lo era.

Los tipos caballeros y simpáticos son los primeros en morir en una fiesta, nadie les da bola. Mueren en el anonimato del balcón, fumando un cigarrillo. La única forma de sobrevivir a semejante suicidio social era quedar como boludo y volver para demostrar lo contrario. Cuando salí de la cocina, con algunos vasos y un par de botellas de cerveza, ya tenia un par de miradas expectantes (“A ver, ¿qué va a hacer el boludo ahora?”). El “boludo” te va a atender como reina, te vas a sentir cómoda hablando de cualquier cosa, y media hora después vas a pensar “es el famoso simpático chistoso del grupo”. Error. El “famoso simpatico chistoso del grupo” es Gabriel; yo lo único que quiero es tu número de teléfono y garchar. Era esto o llorar por Jorgelina Pecas abrazado a una botella de Gancia. Y funciona... “la redención del boludo” es una de las tácticas de levante que mejor me funciona.

Los ojos de Natalia Halloween eran perfectos. Era igual a Nicole Kidman, era “incomodante” lo parecida que era.

- Así que trabajaste muchos años en un video club, Pablo? Me encanta el cine...
- ¡Que copado! ¿Qué te género te gusta más?
- La ciencia ficción.
- Mira vos... ¿Viste Terminator?- la pregunta del millón, tenía que hacerla.
- No. Me gusta mas la ciencia ficción elaborada. Onda Blade runner.

En ese momento casi me levanto y me voy a la mierda. ¡¿Qué carajo pasa con las mujeres que no vieron Terminator?!

- Uy, ¿pasó algo?- preguntó Natalia.- Mira que si es por lo de Terminator, las puedo ver... A las 3 de corrido.
- Ah, por lo menos sabes que hay 3.
- Claro, la tercera es la de la Terminatrix, la minita rubia.

Dijo "terminatrix". Empezamos bien, pensé.

A las 5 de la mañana, Natalia Halloween se fue. La acompañe a la remiseria de Álvarez Thomas y Monroe.

- Gracias, Pablo.
- Encantado de conocerte, Natalia- sonreí.- Hasta el próximo cumpleaños, ojazos.
- Hasta el próximo cumpleaños- colocó un super beso en mi mejilla derecha y se subió al remis.
- Un gusto, reina- le dije en voz muy baja al oído. Encendí un cigarrillo, mientras el auto arrancaba.
- ¡Pablo!- gritó Natalia Halloween asomándose por la ventanilla.- Voy todos los jueves al Shamrock después de trabajar. Besos, rey.

Nicole Kidman me acaba de guiñar un ojo. Perdón, Natalia Halloween me acababa de guiñar un ojo, el auto aceleró y se fue por Monroe.

El 31 de octubre del 2004, sin duda, fue una buena noche. La perfección de ese momento fue increíble.

viernes, 27 de noviembre de 2009

No le pidas más al diablo

- ¡Feliz cumpleaños!- abrace a Cecilia Miel con una sonrisa.- Ya nos vamos, Ceci.
- ¿Dónde van?- preguntó Cecilia con una sonrisa perfecta.- Ni se les ocurra irse... Ustedes se quedan.
- No da, Ceci- le dije.- Festeja con tus amigas, no hagan lío.
- Quédense, esta todo bien. Pedimos pizza- Cecilia, y después preguntan por qué todos nos enamorado de ella alguna vez.
- Cerra la puerta, corazón- Martín, llevando algunos platos y restos de comida a la cocina.
- Espera que falta más gente- se escuchó otro ascensor que llegaba. Entraron 4 chicas más, con cajas de pizza y empanadas. Volvimos a triangular miradas con Diego y Martín.
- Ahora las chicas suben las bebidas- dijo una rubia, apoyando las pizzas sobre la mesa.
- No quiero preguntar, pero tengo que hacerlo- le dí gracias a la cerveza por la cantidad de “frases bomba” que venían a mi mente a la velocidad de la luz.- ¿Cuántas son? ¿Y por qué están todas tan fuertes?
- Somos 15- Cecilia soltó una carcajada increíble y me presentó.- El es Pablo, es como mi hermano... mi mejor amigo
- ¿Y la segunda, Ceci?- insistí.
- ¿Que segunda?
- ¿Por qué están todas tan bárbaras, Cecilia? ¿Por que?- la agarre de los hombros y la sacudí- ¿Por qué esperaste tantos años para tener amigas así de fuertes? ¡Responde!
- Les juro que no muerde- pude ver la mano de Martín, tapándose la cara de vergüenza ajena; mientras inventaba una excusa.

El desfile de invitadas fue increíble. Eran 14 mujeres hermosas, todas promotoras. Pantalones ajustados, musculosas, siliconas, culos divinos, maquillaje, hombros para pasarle la lengua, ombligos con piercings... Todas encerradas en un piso 17, correteando por un dos ambientes... Todas encerradas con dos tipos solteros con ganas de bajarle la caña a más de una. Les aseguro que no es una situación agradable. Había tanto para elegir, tanta carne. Solo quedaba una sola cosa por hacer. Nos acercamos sigilosamente a Cecilia y la tiramos la mirada “cocina ya”. Cecilia fue a la cocina con una excusa cualquiera, cerramos la puerta.

- Okey, Ceci, hay 14 chicas en el living. Quiero que me señales a las casadas, a las que tienen novio y a las histéricas- le dije.
- Eso, habla...- murmuró Diego mientras habría una botella de cerveza y me servía un vaso.

Diez minutos después, me arrodille delante del almanaque que había en la cocina. Martín entro buscando servilletas.

- Voy a llevarle una cervezas a tus amig...- Martín, sorprendido.- Pablo, ¿qué carajo haces arrodillado?
- Silencio, le estoy agradeciendo a San Expedito- le dije mientras apoyaba una mano sobre el santo del mes de octubre.

El promedio de las amigas de Cecilia era mas que alentador. De las 14 chicas, había 4 de novias, 1 casada y 2 histéricas. Eso arrojaba un porcentaje de acción importante. Eran 7 las mujeres libres, 14 hombros con posibilidades de ser lengueteados, 7 ombligos con piercings para besar, y quién sabe cuantos tatuajes ocultos por descubrir.

Sí, eso tenía que ser el paraíso. Gracias, San Expedito. Una que hiciste bien.

- Diego, agarra todo el alcohol de la heladera y llevalo al living- sonreí.- Esta noche, si la hacemos bien, quien te dice que garchamos.
- Me gustan todas, boludo, no voy a poder elegir- nos miramos, abrimos la puerta de la cocina, scaneamos el living rápidamente y volvimos a cerrar.
- Che, ¿nos dejan salir?- Martín y Cecilia, arrinconados en el lavadero.
- Momento- dijo Diego.- Ya elegí, la bajita tetona... ¿Vos?
- Yo elijo a Nicole Kidman- si, dije eso.

Cecilia, Martín y Diego abrieron la puerta, se asomaron y la cerraron rapidamente.

- Es verdad- dijo Martín.- Se parece a Nicole Kidman.
- ¡Yo sabía que Natalia me hacia acordar a una actriz!- grito Cecilia.- ¡Nicole Kidman! ¡Es igual!

Dicho esto, la puerta de la cocina se abrió para que los cuatro ingresemos al living.

La cacería había comenzado.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Cosa de hombres

No había tiempo para muchas palabras, la puerta del departamento se estaba por abrir de un momento a otro. Martín tenía que responder algo.

- ¡Por favor! ¿Qué tal están? ¿Están fuertes?- Diego, gritaba cautelosamente, moviéndose como un mono enjaulado.

Son códigos, esto pasa siempre. Si la novia de un amigo viene con alguna amiga que el grupo no conoce, nuestro amigo esta obligado a pormenorizar detalles básicos de la nueva chica. A medida que nos empezamos a poner de novios, comentar sobre las virtudes de “la amiga de novia” se volvía difícil. No es algo bueno que nuestra novia nos escuche comentarle a nuestros amigos babosos que tal esta su amiga. No, definitivamente no.

Por suerte, con mis amigos perfeccionamos una técnica para calificar a las chicas que vemos por ahí -y a las amigas de nuestras novias, también-, delante de nuestras novias y que ellas nunca sepan de qué estamos hablando. La gracias de esta clasificación es que en lugar de números son palabras. La dificultad del código radica en que son palabras que no siguen ninguna línea lógica de pensamiento. Claro, si uno las dice seguidas. Individualmente, cada palabra funciona a la perfección. De menor a mayor, viene a ser algo así: Comadreja, Vasija, Peucelle, Jesuuusssto y...

Un segundo antes que la puerta se abriera completamente, Martín habló.

- Everest- murmuró Martín.- Son todas Everest.

La puerta se abrió, entraron Cecilia y tres amigas. Perdón, tres Everests.

Las 3 mujeres más lindas que jamás vi en mi vida.

Y lo mejor de todo, la noche recién empezaba.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La flor más bella

Todos los chicos del grupo nos enamoramos alguna vez de Cecilia Miel. Tarde o temprano cada uno fue cayendo en esa red implacable de ternura angelical y buena onda. No es para menos, Cecilia Miel es un ángel.

Yo me enamoré de Cecilia en nuestras primeras vacaciones grupales. Fue en una playa de Villa Gesell. Me enamoré de sus mates. Por suerte, mi amor duró lo que dura un mate de tiro corto. Sin embargo, en ese momento había caído completamente en su dulzura y me gustó. A partir de entonces, Cecilia y yo nos hicimos más amigos que nunca. No se como funcionan estas cosas, supongo que simplemente se dan. Lo gracioso fue que durante la secundaria casi ni nos dirigíamos la palabra. Ella formaba parte del grupo de bonitas, con Silvina Veneno al frente. Y debo reconocer que yo estuve toda la secundaría enamorado de Silvina, una de las pendejas con más estilo y encanto que haya pisado jamás un doble escolaridad bilingüe. Silvina era tan encantadora como hija de puta. Lo mejor que pudo pasarle a Cecilia fue salir de su influencia al terminar el secundario. Y eso, en parte, fue gracias a Martín.

Nadie podía negar que Martín y Cecilia eran la pareja perfecta. Lindos, divertidos, buena gente. Al terminar la secundaria, Martín tuvo el gesto de amor más genial que jamás vi en un hombre. Le regaló una “caja de tiempo” a Cecilia. Esa caja tenía fotos, dibujos, papeles de chocolate gastados, boletos de colectivo, entradas a recitales. Cecilia se enamoró perdidamente de Martín. Pero no funcionó. Dejaron de salir un tiempo y 5 años más tarde, volvieron a intentarlo. Estuvieron juntos un tiempo largo, hasta volver a cortar. Si la memoria no me traiciona (y les juro que no), en agosto del 2003, Martín le dio un anillo a Cecilia. Si, un anillo.

Fue en la salida de Locos por el Fútbol (claramente yo estaba demasiado borracho como para prestar atención a semejante acontecimiento). Una semana después, se fueron a vivir juntos al departamento de Martín. Fueron felices y comieron perdices.

El 31 de octubre del 2004 habíamos quedado en ir a cenar a lo Martín, Cecilia iba a salir con sus amigas del laburo, así que teníamos el depto para nosotros solos. Pizza, cerveza, charlas pelotudas, anécdotas bizarras, lo mismo de siempre. El aguante a Martín se lo hicimos con Diego, a esta altura, los únicos tipos solteros del grupo. ¡Hasta Richard tenía novia! Diego y yo no teníamos mucha suerte con las mujeres. Así que -agarrado a una Quilmes- les conté lo que había pasado con Jorgelina Pecas.

Mi relato fue cortado por el sonido del portero eléctrico. Era Cecilia, Martín tuvo una intensa conversación desde el piso 15 hasta planta baja y volvió con cara de asado escupido.

- Parece que no consiguieron lugar para ir a cenar- dijo Martín.- Vienen para acá... Ceci con un par de amigas del laburo.
- ¿Consiguió trabajo? Que bueno, hace bocha que estaba buscando- me puse contento.
- ¿Dónde consiguió?- preguntó Diego.
- En una empresa de promociones, por recomendación de unas amigas que laburan ahí.
- Para, para... ¿vos me estas diciendo que las amigas que suben “en este preciso instante” con Cecilia son promotoras? ¿Promotoras posta “posta”?- pregunté.
- Promotoras posta “posta”- afirmó Martín.
- ¡Por favor! ¿Qué tal están? ¿Están fuertes?- Diego, sacadísimo.

Triangulamos miradas rápidamente, desde el pasillo se escuchaba un murmullo persistente de voces agudas y la puerta metálica del ascensor que se cerraba.

Se hizo un silencio que duro segundos eternos. Por mi cabeza, solamente pasaba un solo pensamiento “por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas”...

¡Por Dios, que estén todas buenas!

martes, 24 de noviembre de 2009

Bye bye

Todo el mundo sabe que tengo una memoria prodigiosa. No jodo, es buena en serio. Es buena, pero no es lineal. O sea, no sirve para recitar e interpretar La semiosis social de Eliseo Verón. Sirve, por ejemplo, para detallar cada suceso que acontecía en mi vida mientras yo intentaba estudiar las condiciones de producción y reconocimiento de los discursos sociales. Algunos lo llaman “dispersión”, yo prefiero creer que es una buena forma de contener los recuerdos, sumándole más recuerdos, buscando anclas en la memoria.

Pecas cumplió su palabra: me llamó cuando llego. Eso fue lo último que supe de ella por 15 días. Ni un solo llamado. El 30 de octubre del 2004 recibí la segunda llamada de Jorgelina Pecas, desde Nueva York.

- Perdón por no llamar...- empezó a justificar.
- Ni mandar mails, ni dejar mensajes en el contestador...- me adelanté.
- Perdón.
- No hay problema, me sorprendería que no me sorprenda
- ¿Qué queres decir?
- Que sos una flaca que no se vincula, Pecas. Todo bien- en realidad, pensé que iba a ser peor; por suerte fui protocolar.
- Pablo, discúlpame.
- ¿Vos te das cuenta que estuvimos saliendo un año, no? Y no fuiste capaz de crear un puto vínculo. Algo que te diga “tengo que llamar a Pablo y decirle que estoy bien”.
- No puedo con todo- realmente se la escuchaba abatida.
- No te preocupes- respire profundo.- ¿Cómo esta tu vieja?
- Bien, pero...- pausa.- Mi tía me dejo el restó.
- ¿Cómo? ¿Cuando volves?
- Tengo que administrar el restó.
- ¿Me estas jodiendo?
- Mi vieja quiere que lo vendamos, pero no se si esta bien eso...
- ¿Entonces?- pregunté.
- Me voy a quedar, voy a intentar que esto no se caiga, fue el sueño de mi tía.
- ¿Estamos “cortando” por teléfono?
- Pablo... te quiero. Te quiero mucho, corazón. Sos el...
- ¿“Hombre de tu vida”? Dale...- me reí.
- El tipo mas especial que conocí.
- Genial. ¡Un año de novios, boluda!- me reí, suspire, trague saliva, sentí que el corazón me explotaba, volvía reír, volví a suspirar, trague saliva.
- Perdón.
- Que se no se corte- le dije, intentando disfrazar mi tristeza de ironía. El resultado fue casi un grito ahogando un llanto. Patético.
- Te quiero- escuche ese “te quiero”, y lo sentí. Realmente lo sentí.
- Yo también- murmuré.
- Te quiero mucho.
- Un beso, Pecas.
- Un beso, Pablito.

Cortamos. Apoye el auricular, instantáneamente el teléfono volvió a sonar. Atendí, era Pecas, de nuevo.

- Un día voy a volver, Pablo. Y te juro que ese día vamos a estar juntos para siempre. Te pido paciencia, nada mas. Quiero estar con vos, el día que vuelva no nos separamos más... Te quiero- adivine la angustia y la seguridad, se la escuchaba feliz y triste. Ella sabía que iba a volver. Y lo que es peor... yo también sabía que iba a volver.

Sostuve el auricular en la mano hasta que la alarma de descolgado de Telecom me perforó el oído. Colgué, mirando el almanaque. 30 de octubre del 2004.

Faltaba un día para el cumpleaños de Cecilia Miel.

Un día para conocer a Natalia Halloween.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Fondo profundo

Nunca entendí a la gente que como consuelo a determinada situación dicen “no te preocupes, va a pasar cuando menos te lo esperes”. Me encantaría saber qué significa eso. Básicamente es como justificar el exceso de tiempo al pedo.

Por ejemplo, quiero conseguir un buen laburo, pero lo quiero ya. No quiero esperar. “No te preocupes, va a pasar cuando menos te lo esperes”. Es como pretender que el tiempo no existe. Yo quiero un buen trabajo “ahora”, no quiero conseguirlo “cuando menos lo espere”. No tengo esa clase de tiempo para perder.

Evidentemente, algo estoy haciendo mal, algo esta mal conmigo, porque la mayoría de cosas “buenas y malas” me suceden “cuando menos lo espero”. Y eso es lo que me molesta, porque yo siempre me consideré un generador de circunstancias interesantes. Pero no, no tengo control sobre los sucesos extraordinarios.

Y no quieran saber lo que me costó salir de ese 114, dios. Nada grave, lo peor fue el susto (diría mi abuela). No paso nada, simplemente aterricé sobre mi hombro izquierdo, y después mi espalda fue bañada por pedazos de vidrio chiquitos. Lo primero que pensé cuando abrí los ojos fue “ahora explota todo, seguro que hay una fuga de nafta, vamos a volar todos como moscas”.

- Señor, ¿esta bien?- alguien me agarro del brazo, guiándome por el pasillo.
- ¿Señor?- murmuré. ¿Señor? La puta madre, me dijo “señor”. Un pibe de unos 17 años.- Gracias, todo bien... Gracias.

Cuando me baje del 114 vi el choque de afuera. Una Fiorino blanca se había empotrado en el 114. Me senté en el cordón de la vereda, pensando que era una locura sentarse ahí (sobre Mosconi). De la Fiorino venían gritos adolescentes. El colectivero puteaba a lo loco, y siguió puteando hasta que llegó la ambulancia del SAME.

- ¿Vos estabas en el 114?- levante la vista, un ambulatorio me miraba serio.
- Si- respondí, arrojando el cigarrillo a medio terminar. Intente incorporarme con mucho dolor.- No vi nada, estaba dormido.
- No es por eso, veni que te hacemos un chequeo mínimo.

Es genial la técnica ambulatoria en caso de accidentes. Lo bueno de todo es que no había heridos de gravedad. Los pendejos de la Fiorino estaban siendo perfectamente atendidos... por la policía. La gente del 114 fue pasando uno por uno por un simple chequeo. Bien podríamos haber tenido hemorragias internas que nadie se hubiera dado cuenta de nada. Me dieron un calmante para el dolor del hombro, que ya se había hinchado considerablemente. El transito de Mosconi comenzaba a ser más fluido. Me subí al primer taxi que pasó. Me despertó el tachero cuando llegamos a mi departamento.

Ni me acuerdo como subí hasta mi cama. Si lo miro en perspectiva parecía salido de una película de George Romero. Caminando torcido, un hombro mas arriba que el otro, ojeroso... Si, de una película de Romero. Bondi of the dead. Lo último que ví antes de quedarme dormido profundamente fue la luz roja del radioreloj que indicaba las 8 de la mañana.

Desperté -creo yo- en la misma posición en que me acosté. De hecho, supongo que el despertador fue algún movimiento que hice sobre al lado izquierdo, lo que provocó una reacción en cadena de dolores desde el hombro hasta mi cabeza. Si, creo que eso fue lo que me despertó. Casualmente... cuando menos lo esperé. Eran las 5 de la tarde. Había dormido casi 10 horas de corrido. El calmante había sido bueno, en definitiva.

Fui hasta el teléfono, quería saber como iban las cosas con los viejos de Pecas. El contestador de Telecom me dio la bienvenida. “Usted tiene mensajes nuevos”. Eran 15 mensajes no escuchados. Los primeros 14 eran llamadas bobas. La clásica llamada que haces queriendo ganar al contestador pero nunca lo logras. Quiero que sepan que la gente que hacemos uso y abuso de los contestadores telefónicos, odiamos a la gente que hace eso. ¡No corten, hablen, dejen su mensaje! Gracias.

La llamada número 15 era la importante.
Pabli, soy Pecas. Te estuve llamándo toda la mañana y nada, obviamente estas durmiendo, debes estar re cansado. Me voy a New York, mi vieja quiere viajar y no quiero que viaje sola. Realmente esta inconsolable. Mi viejo va a pasar a buscar las llaves de mi departamento mañana, para tener el control de los impuestos y servicios. Si, ya se, no debería pensar en eso justo ahora, pero no quiero traerte kilombos. No te preocupes, Pablo, te llamo. De verdad, te llamo en cuanto llegue. Te quiero mucho, sos un tipo genial. Te quiero, Pablo. Te quiero.

Yo no quiero que las cosas me pasen “cuando menos lo espero”. Tiene que haber alguna forma de evitar esto.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El blues de las 6 y 30

Esta es la no-historia de Laurita Mística. Claro, porque lo más interesante de Laurita no es que fuimos “novios” en un determinado momento de mi vida. Lo realmente interesante es lo que vino después. Podría decirse que Laurita fue mi regalo de cumpleaños en el 2000 y que así la conocí.

Empezamos a salir la semana siguiente. ¿Cómo logró mi hermanita Paz que accediera a tirarme las cartas? ¿Cómo logré que Laurita Mística me diera bola? Todo eso pasará a formar parte de las historias jamás contadas; como por ejemplo: ¿quién tiro el choclo brasilero que desnucó al novio de Lucinde? ¿qué pasó con la muñeca que Richard se robó la noche de los brownies locos?

Yo les avise: esta es la no-historia de Laurita Mística. Salimos juntos durante un mes y medio. Punto. Por eso, lo más interesante vino después: nuestra amistad inquebrantable.

Lo que siempre me llamó la atención de Laurita fue su ductilidad para interpretar sueños. Era creer o reventar. Realmente era muy buena en eso. No jodo. Y menos después de lo que pasó aquella mañana, cuando regresaba de la casa de Pecas en Flores.

- Soñe con vos...- afirmó Laurita por celular, mientras yo espiaba por Mosconi si venía un 114, 107... algo.
- Te putearia, Lau; pero la verdad, te quiero demasiado como para mandarte a la mierda- no había taxis esa madrugada.- No es un buen momento... En fin, contame.
- Perdón- murmuró Laurita, y luego continuó.- Soñé que estabas durmiendo en tu casa, y tenías una mancha de sangre en la camisa, chiquita… como una gotita. ¿Seguís teniendo la camisa celeste?
- Es la que tengo puesta ahora, Lau- dije mirando el reflejo de mi camisa en la vidriera de una ferretería cerrada.- ¿Sangre? ¡Para, hija de puta! Siempre me haces lo mismo... ¡Precogniciones, las pelotas! ¡Sabes que esas cosas me dan miedo!
- ¿Te cuento o no te cuento?- no esperó mi respuesta.- Intentabas sacarte la camisa pero no podías, y así... se iba manchando mas de sangre... Perdón, la mancha... hasta que cubría toda la camisa. Quedo toda roja.
- ¿Pero me pude sacar la camisa o no?
- No...- silencio, escuché el chasquido de un encendedor del otro lado, seguido de la respiración de humo.- Análisis...
- A ver...
- Un mancha en una camisa significa que uno se encuentra atravesando por una situación molesta. Viene de las contigencias de la vida, la mancha que esta "ahí" y uno no sabe cómo llegó... pero esta "ahí". Como pasa siempre con los momentos molestos, uno no sabe como aparecen, pero estan...
- Mira vos...- eran las 6 de la mañana, venía de lo de Pecas, había fallecido su tía yanqui, Angelo me rompía las bolas, camine por Nazca esperando un 133 que no vino, no venía ningún 114, ningún 107. Si, estaba molesto, puede ser.- ¿Qué más?
- Okey, si la sangre es mucha. Tengamos en cuenta que al principio es una manchita en la camisa hasta que se extiende y la camisa pasa a ser totalmente roja. Ponele, ahí la sangre es abundante, mucha... significa que vos deseas algo y que esta por venir pronto...- evidentemente tenía razón, porque venían dos colectivos: el 114 y el 107.
- Te quiero, Lau- reí.
- Escucha, escucha, escucha...
- Dale viene el bondi...- estire el brazo, el 107 se abrió por la otra punta.
un costado de la avenida. Maldito colectivero mañanero. Le hice señas al 114.
- Pero... acá viene lo mejor. Si soñas “específicamente” con ropa manchada de sangre, quiere decir que tenes que tener cuidado porque hay gente que te quiere hacer mal... Es el conjunto de "ropa sumado a sangre" lo que da el conflicto.
- Tengo que subir... se me va el 114.
- ¿Cómo el 114? ¡Pablo no te subas al 114!- gritó.
- ¿Por qué?- el 114 se acercaba al cordón.- ¿Qué tiene que ver?
- ¡Es rojo! ¡No te subas al 114!
- Lauri, dejate de joder...- la tranquilice.- Además, no te olvides que el sueño lo tuviste vos, no yo.
- ¡Es rojo! No subas... ¿Por qué nunca me haces caso?
- Porque estoy cansando, Lau. Quiero llegar a casa y dormir- le tire un beso por el celu, mientras ella todavía seguía puteando.

Y subí... en el fondo, me acomode en el ultimo de los 5 asientos, el que esta al lado de la puerta para bajar. Me quede dormido.

El ruido de los frenos clavándose en Mosconi y Artigas me despertó. Un fuerte impacto me hizo volar dos metros por el pasillo, cuando me estaba por incorporar escuche las ventanillas romperse en mil pedazos. Ahí estaba yo, tirado en el pasillo, preso del infierno rojo de la Línea 114.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Bancate ese defecto

No nos pudimos sacar de encima a Angelo en toda la noche. El tipo sabía lo que hacía, era un ser muy hábil en el arte de la seducción. Su sonrisa era abrumadora, casi felina, casi angelical; por ende, mortal. Cuando llegamos a lo de los viejos de Jorgelina, fue a la cocina y preparó café, mientras la mamá de Pecas intentaba comunicarse con alguna vecina de su hermana asesinada. Jorgelina hablaba en un rincón de la casa con su padre, yo caminaba por el living.

- Pablo... ¿un café?- el “sorprendente” Angelo al rescate.
- Gracias- agarre un pocillo y el tano se sirvió el último de la bandeja. Mi vista se perdió en una repisa llena de fotos de Jorgelina pequeña, con pecas en la cara como botones y un pelo rojizo anaranjado mandarina.
- Se convirtió en una gran mujer- murmuró Angelo.
- Si- sonreí, y generé el clásico silencio “bueno, tenemos que hablar”.
- Pablo... tenemos que hablar- dijo Angelo.- Voy a hacer todo lo que este a mi alcance para llevarme a Jorgelina de nuevo a Italia...

Durante unos segundos, la hostilidad de nuestras miradas fue preocupante; pero ninguno de los dos iba a perder la calma. No ahí, no en ese momento.
- Chicos... me voy a quedar con mi vieja, no esta bien- sentí el brazo de Pecas anudarse contra el mío.
- No hay problema... ¿necesitas algo más?- pregunté.
- No, Pabli, anda a dormir. Todavía no sabemos que hacer...- hizo una pausa, miro a Angelo.- Gracias por alcanzarnos, Angelo.
- Si puedo hacer algo me encantaría...- tejía el italiano.
- No, gracias- sonrío Pecas.- Hiciste mucho, gracias.

Salimos de la casa de Jorgelina en silencio. Angelo fue hasta su coche, yo hasta Nazca (los viejos de Pecas vivían en Flores) buscando tomar un taxi.

- Te alcanzo, Pablo- invitó Angelo.
- Prefiero caminar- encendí un cigarrillo y me fui caminando en silencio. Pude sentir el motor de Angelo, perderse entre los primeros ruidos de la mañana.

Eran las 6 de la mañana, espere un taxi que no vino jamás. Decidí caminar por Nazca hasta que en algún momento aparezca un 133, cuando estaba llegando a Mosconi sucedió lo inesperado. Mi celular tiró las notas de Detroit Rock City de Kiss. Soy un clásico. Mire el display. No era Pecas. No era Angelo. No era mi vieja.

- ¿Laurita?- era Laurita Mística.
- Pablo, soñe con vos...- y esa afirmación, viniendo de ella, no era una buena noticia.

Lo que viene a continuación es la narración pormenorizada de uno de los sucesos más extraños que viví en mi vida.

Pero primero, llego la hora de contarles sobre Laurita Mística.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Transatlantico art decó

Era imposible que Angelo le caiga mal a alguien. Evidentemente, tenían mucho en común con Jorgelina, ella también le caía bien a todo el mundo. Angelo era un joven atractivo y emprendedor de muy buena posición económica, llegó a Buenos Aires por un laburo de comunicaciones satelitales en Bariloche. Tenía un perfecto español, con un acento impecable y seductor. Cocinaba excelentes platos mediterráneos, enamorado de los buenos vinos... en una semana aprendió el significado de una buena picada y saboreaba cada momento compartido con Pecas... y conmigo, porque no los dejaba ni un segundo solos. ¿O qué? ¿Debería?

En teoría, estaba de paso por Capital, se iba a quedar dos días. Ya había pasado una semana y no se iba, tenía un viaje planeado a Bariloche que aparentemente había encajonado.

- ¿Cuándo se va el tano?- le pregunte a Jorgelina.
- No se va...- se acurrucó en mi pecho.- Quiere que lo acompañe a Bariloche.
- ¿Qué? Lo mato- mentira, Angelo me ponía una mano encima y me escondía debajo del parquet. Pecas no dejó que me incorporara, suspire.- Creo que es obvio que el flaco sigue teniendo onda con vos...
- Lo se... me lo dijo.
- ¿Cuándo?- quería saber en qué momento me había descuidado.
- Hace dos días, cuando te llamaron del laburo y te fuiste a hablar a la cocina...- la puta madre.- No te preocupes, le dije que no venga más... Angelo no es un mal tipo, es un poco pesado cuando se le pone algo en la cabeza. Ya fue, le pedi que no me llame más...

Sonó el teléfono. Pecas atendió, era la madre. La cara de Jorgelina poco a poco se fue oscureciendo.

- ¿Te acordas de mi tía? ¿La que tiene un restaurante en New York?- dijo Pecas cuando cortó.

Recordé que Jorgelina me había hablado mucho de su “tía en New York”, era la mujer que le había enseñado de pequeña a cocinar cosas tan ricas. Un día se marcho dejando un recetario increíble de comidas secretas que Jorgelina sabía preparar muy bien. Me acordaba, claro que sí.

- Ayer entraron ladrones al restó, mi tía se negó a darles la plata y le dispararon...- nadie se adjudica los crímenes cuando son pequeños. Atentados cordiales, en lugares de elite. La inseguridad esta en todos lados, aunque uno puede pensar que no es así. La vida siempre nos recuerda que nos equivocamos. Siempre.

Nos vestimos rápidamente, al salir del edificio nos sorprendió Angelo. En sus manos, tenía un ramo de rosas rojas.

- Creo que no es un buen momento, Angelo- le dije, con cautela.- Acaba de fallecer la tía yanqui de Jorgelina. Nos estamos yendo.

Hubo un silencio. La situación era comprometida, las miradas decían mucho, y encerraban frases reveladoras. Descubrí que Angelo era un hábil negociador, un genial tejedor de situaciones ocasionales. Es una tarea precisa. Angelo era un jugador de poker.

- Tengo el auto en la esquina- Angelo arrojó las flores en el piso, como un paquete de cigarrillos.- Los llevo, ustedes diganme por dónde.

Monroe, Griveo, Nazca... El Infierno: Estación Terminal.

martes, 17 de noviembre de 2009

The Butterfly Effect (2004)

“El Efecto Mariposa”, todo el mundo sabe qué es eso. La Teoría del Caos se basa en un montón de teoremas, reglas y efectos que intentan deducir las condiciones iniciales de los sistemas dinámicos (sistema que cambia, que empieza siendo una cosa y termina siendo otra). La Teoría del Caos estudia los momentos, situaciones e imprevistos que tuvieron lugar para que el sistema cambie. Algunos dicen que no “cambia”, sino que “evoluciona”. Hasta acá, cualquier persona que lee estas líneas podría suponer que se esta hablando de una rama de la Sociología, de la Antropología o de cualquier disciplina que estudie el amplio campo de las relaciones humanas y ciclos de acontecimientos. Bueno, no. La Teoría del Caos, sus teoremas, reglas y efectos, los sistemas dinámicos, el Efecto Mariposa... forman el objeto de estudio de los matemáticos modernos, es Matemática pura. En mi modesta opinión, esta mezcla de conceptos es algo que haría que el mismísimo Isaac Newton se revuelque en su tumba. No hay forma de mezclar los conceptos “evolución” y “cambio” con “los números”.

Los “nuevos” académicos dicen que con esta teoría matemática del caos, se pueden predecir cambios a largo y corto plazo en ámbitos totalmente contrapuestos; por ejemplo: la bolsa de valores, el sistema meteorológico y el recorrido del 114 que pasa a las 9 de la mañana por Lugones y Olazábal en Villa Urquiza. Odio a los “nuevos” estudiosos. Mezclar ciencias no conduce a nada, es un híbrido que no conduce a nada... y que solamente puede traer una sola cosa: caos, justamente.

Lo que dice el Efecto Mariposa (el posta, el enunciado matemático) es que dadas determinadas condiciones iniciales en un sistema dinámico, las mínimas modificaciones en estas condiciones pueden provocar un cambio, una evolución a condiciones actuales diferentes. O sea, un flor de kilombo en un punto determinado de nuestra historia. O no, o tal vez simplemente ayudar a que no pase nada.

Por ejemplo, si yo no me hubiera comprado lentes de sol con aumento para mis primeras vacaciones en Brasil, probablemente nunca hubiera conocido a Pecas. Lo más seguro es que nuestro primer encuentro no hubiera existido nunca. Jamás nos hubiésemos chocado al salir del ascensor, la botella de Mónica di Sardegna jamás se hubiera roto... y todo esto por no usar lentes. Los lentes de sol con aumento fueron mi “condición inicial”. A partir de ahí, el caos. ¿Por qué? Porque después de mucho tiempo, entendí que jamás tendría que haber conocido a Jorgelina Pecas.

El Efecto Mariposa apesta.

La película, por el contrario, es bastante entretenida.

Todo el mundo vio The Butterfly Effect, con Ashton Kutcher y esa rubia hermosa llamada Amy Smart. Jorgelina Pecas y yo, también. Cine, estreno 2004, más o menos a principios de octubre. Llegábamos a nuestro edificio charlando sobre la película, pensando en tomar algo en su depto y quedarnos ahí, cuando una persona se asomó por el umbral de entrada. Un tipo de unos 35 años, morocho, ojos negros como la noche, bien parecido, elegante.

- ¿Jorgelina?- dijo el morocho.
- ¿Angelo?- pude sentir la mano de Jorgelina desprendiéndose de mi brazo.

Se abrazaron durante un largo minuto delante mío. Mientras intentaba categorizar el abrazo (cariñoso, intenso, muy cariñoso, muy intenso), Jorgelina me agarro la mano y se acercó a mi brazo.

- Pablo... el es Angelo- nos presentó.- Con Angelo estuvimos saliendo cuando estuve en Italia, hace un par de años...

Un meteorólogo yanqui dijo que gracias a los enunciados de la Teoría del Caos -precisamente, al Efecto Mariposa- pudo predecir ciertos aspectos climáticos y atmosféricos, introduciendo pequeños cambios para adivinar catástrofes. Fue el tipo que dijo “el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar un huracán en New York”.

Precisamente, hablando de huracanes...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Me siento mucho mejor

El motivo de su regreso. Como sabrán, Jorgelina Pecas estaba en Chile trabajando en una sucursal de su laburo, en la parte legal. Además de eso, enviaba todos los meses una cantidad de dinero para solventar los gastos del comedor para chicos de la calle en Lomas del Mirador. Gracias a ese dinero, el Comedor se amplió a Salita de Primeros Auxilios y Emergencias. Pecas había vuelto a la inauguración de la salita -era en una semana-, y me invitó al evento. Durante esa semana, cenamos y dormimos juntos varias noches. No me cuestioné nada, aprendí a dejarme llevar. Es lo que generalmente se hace cuando a uno lo agarra un huracán al salir de su casa.

Cuando pasaron dos semanas de la inauguración y Pecas no regresaba a Chile hice la pregunta de rigor.
- ¿Cuándo te vas, Pecas?
- No me voy... ¿Vos viste la cara de los chicos? Esa felicidad es impagable, valió la pena todo- no solamente vi brillar la cara de los chicos, sino también los ojos de Pecas. Y su voz tenía el timbre de los sueños, de aquellos sueños que invitan a viajar a todos los mundos de Jorgelina Pecas (y que eran muchos). Fue esa mirada la que me hizo dar cuenta que estaba luchando una batalla pérdida. Intentaba sostenerme de cualquier cosa, de mi seguridad, de mi forma de ser, de mi personalidad… cualquier cosa para no volver a sufrir. Pecas no se fue, efectivamente.

A casi tres años de conocerla, aprendí la primera lección: dejarse llevar. Pecas estaba llena de vida, llena de curiosidad. ¿Cómo luchar contra la reina de los espíritus libres? ¿Cómo luchar contra las fuerzas de la naturaleza? Dejandose llevar.

En cierta forma éramos realmente muy parecidos. Eso era lo que me gustaba de Pecas, ese espejo de personalidad en donde me veía reflejado. Y lo más importante, los estábamos buscando algo en la vida. Algo más que la gente que nos rodeaba. Algo importante. Algo hermoso.

Lo intentamos de nuevo.

En los meses (si, meses) siguientes, desarrollamos una especie de rutina increíble. Bajamos y subimos de nuestro edificio mil veces, dormíamos en su departamento o en el mío. Los días que ella viajaba a Lomas del Mirador, regresaba tarde y yo la esperama con mi especialidad: hamburguesas en pan de sésamo, un poco de queso, lechuga y tomate, algo de cebolla. Pecas fingía que era la mejor comida que había probado jamás, devorando cada bocado de esos sanguches a la velocidad de la luz. Mirabamos televisión hasta quedarnos dormido, hacíamos el amor hasta ver el sol por nuestras ventanas, íbamos a la costanera a caminar tardes enteras, salíamos a bailar hasta el desayuno del domingo, hablabamos durante horas…

Durante (ahora sí) nuestro noviazgo, Jorgelina Pecas logró muchas cosas. Matar mis miedos, hacerme felíz, completarme en muchos aspectos…

Desde agosto del 2003 hasta (más o menos) fines de octubre del 2004, Jorgelina Pecas logró -también- hacerme creer que era la mujer de mi vida.

Creo que ese fue su mejor logro.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Despertar de mambo

La "sorpresa" es un breve estado emocional que viene como resultado de un suceso inesperado. Lo que pasa con la “sorpresa” es que es fácilmente de identificar porque es imposible “sorprenderse” sin tener un acto reflejo emocional, facial o gestual. Esa es la gracia de la sorpresa, y por eso es identificable como una de las emociones básicas del ser humano (junto con la felicidad, el asco, la furia, el miedo y la tristeza). Lo malo de la “sorpresa” es que es imposible de ocultar, se refleja en cada gesto. Ni siquiera el alcohol puede anestesiar el aparato gestual que desencadena una sorpresa.

Por eso, cuando apareció Jorgelina Pecas en el hall de mi edificio -con facturas y olor a pan- yo vomité. Ese fue mi acto reflejo, vomite. No me sorprendí, no abrí los ojos como platos, no grite... vomité. Simplemente eso. Y no fue por el alcohol, se los aseguro. Fueron los nervios, la "sorpresa". O será que simplemente abrí la boca y salió lo que tenía que salir. No lo se.

Jorgelina me llevó a mi departamento, me sacó las zapatillas y me acostó (o me dejó caer) sobre la cama. Antes de cerrar los ojos, la pude ver salir al pasillo con un balde y un trapo de piso... al día siguiente, me enteré que fue a limpiar el vomito del ascensor. Dormí como un muerto.

El olor a café me despertó algunas horas después.

Cuando uno regresa de una borrachera épica y la primera imagen es el techo de su habitación, generalmente se toma 5 (¿10, 15?) minutos para recordar con detalle cada momento de la ncohe anterior. Por suerte, la mayoría de las piezas del rompecabezas se fueron acomodando. Busque en mi pantalón un CUIL con un número de teléfono y lo guarde en mi mesita de luz (nunca se sabe). Otra cosa, la resaca de una mezcla importante de alcohol es espantosa. Por suerte, yo había tomado mis precauciones en el desayuno con Mariana y Diego en la YPF. Gracias a eso, libere la mayoría del alcohol en la esquina de casa. Pero el alcohol deja olor, olor en tu cuerpo; el olor a resaca es peor que el olor a cigarrillo a una remera de algodón.

Caminé hasta el baño y me asomé al living. Ya la situación me superaba completamente. ¿Qué carajo podía hacer? Ahí estaba Pecas, nos miramos durante unos segundos en silencio. Estaba hermosa, increíblemente hermosa y brillante.

- Si, ya se... estoy mas gordo- le dije.
- Pablo...- ella sonrió, acunando una taza de café en sus manos- Un hombre sin panza es como un cielo sin estrellas...

Agosto de 2003. El Huracán Pecas, de nuevo.