martes, 29 de junio de 2010

Cuando voy al trabajo

El miércoles que viene -mañana- se cumplen 4 meses de mi nuevo trabajo. No me quejo, fue duro. Por momentos pensé que iba a ser mi Wateloo laboral, por suerte no fue así. Evidentemente, el cambio fue brusco. Me di cuenta que las cosas iban a cambiar, ya no se trataba de labural para eventos familiares y corporativos, ni escribir guiones, ni “cuentitos”. De un día para otro me convertí en periodista parlamentario, asesor de prensa del jefe de Elizabeth Veterana, y gacetillero full time. En mayo, Elizabeth me preguntó si quería organizar las charlas de su jefe en universidades y barriadas. Dije que sí, con lo cual estaba agregando mas trabajo al que ya tenía. Cada decisión tomada, generaba otra más.

La decisión más sensata que pude tomar fue impulsada por Gabriel. “Vamos a dejar de laboral en la agencia de eventos, es imposible, con tu laboral mas el mío en la editorial, no llegamos... Mejor irnos ahora, y dejar la puerta abierta; de última, podemos tomar laburos específicos”, me dijo. Me pareció una buena idea. Así que cambié la organización de eventos familiares y corporativos, por la gestión de eventos políticos.

La buena noticia: la obra de teatro que escribimos con Gabriel fue seleccionada para participar en un festival de teatro hispano en Washington. Estuve dos semanas con una sonrisa de pelotudo increíble, valió la pena todo el esfuerzo que le pusimos a eso.

Seguí escribiendo los cuentos para la editorial de Gabriel, algo que se convirtió en uno de mis cables a tierra.

También durante febrero, mientras me aclimataba a mi nuevo laburo, reemplace en el Paseo la Plaza al amigo de Alejandro. Hacer reír a la gente es algo muy difícil. Fueron 4 funciones increíbles, con mucha gente conocida y otra tanta que no sabía ni donde se estaba metiendo. Una experiencia que sirvió para que confirme que me tengo que dedicar a escribir y no a actuar. Alejandro dijo que no estuvo tan mal, y que le gustaría hacer algo conmigo, entre amigos, para después del mundial. ¿Quién sabe? Lo bueno es que fue otro lindo cable a tierra.

Mi nuevo trabajo es agobiante y demandante. He conocido gente siniestra, gente noble y víboras de todo tipo. Son muchas horas, pero poco a poco me fui acomodando a todo. Los dolores de cabezas y la presión el pecho siempre están... ya me acostumbre.

Tuve que desempolvar un montón de apuntes de cuando estudié Periodismo en el TEA, y otros tantos de Comunicación Social. Fue como empezar de nuevo, nacer profesionalmente de nuevo... Estoy agradecido, Elizabeth es una gran mentora.

Así están las cosas ahora, tranquilas y (todavía) acostumbrándome a este nuevo mundo laboral.

Hasta aquí, y por el momento, voy a dejar de aburrirlos con temas laborales.

Lo se, ustedes quieren historias... ya vienen, no sean impacientes.

viernes, 25 de junio de 2010

martes, 22 de junio de 2010

Mentira

- ¿Cómo te fue con Elizabeth?- preguntó Victoria, durante la cena.
- Bien… La oferta es buena.
- ¿Vas a poder con todo?
- Sí, creo que si- respondí, pensando que debería aceptar mi condición de “mentiroso compulsivo”.

Se lo que están pensando. A mi favor, puedo decir que siempre tuve la delicadeza de nunca mentir sobre cosas realmente importantes.

- ¿Qué opina Gabriel?- Victoria, mientras se servía un poco de gaseosa.
Opina que es buenísimo, si esto va bien, nos puede dar un gran empujón…
- ¿Y Alejandro? ¿No le confirmaste que ibas a hacer un par de funciones hasta que el actor se recupere?
- Bueno, pero… Ese texto lo escribí yo, me lo conozco de memoria, Vi.
- ¿Vas a poder con todo?
- Si...

Definitivamente, debería aceptar mi condición de “mentiroso compulsivo”. Lo bueno es que tengo bastante suerte en el día a día. Como en este mundo no hay muchas cosas “realmente importantes”, eso me deja mucho margen para mentir.

viernes, 18 de junio de 2010

Donde van las almas

Se sabe, o por lo menos, muchos intuyen que: el hombre es un ser vivo compuesto de cuerpo o materia y alma o espíritu. Lo evidente no necesita ser demostrado, el cuerpo del hombre es algo evidente, así que no necesita demostración alguna. El alma, por el contrario... es otra cosa.

Aquella tarde, en Pueyrredón y Santa Fé, cuando Elizabeth Veterana terminó de hablar, bebió de un sorbo lo último que quedaba de su cortado en jarrito y me miro, expectante. También, dejó de sonreír, mientras colocaba dos sobres en la mesa. El primero, de color madera; el otro, blanco, mas pequeño, sin una sombra de suciedad.

- Lo que mi jefe esta buscando es alguien que cumpla todos estos requisitos, creo que no es nada que vos no puedas hacer - dijo señalando el sobre de color madera.- Y en este tu contrato y lo que se te estaría pagando- apoyo su mano en el sobre blanco.
- Te agradezco la confianza... a ver...- intente agarrar el sobre madera, pero Elizabeth apoyo el sobre blanco arriba.
- Creo que primero tendrías que ver el “número”- dijo sonriendo.

Como les decía, el alma es otra cosa, y aquella tarde yo vendí la mía.

martes, 15 de junio de 2010

Careless talk

- Son las dos de la mañana, Pablo- la voz de Victoria sonaba frustrada.
- Ya se, perdón.
- No podes estar en la calle a esta hora, habíamos quedado que no ibas a laburar así- “así” era la forma que Victoria utilizaba para llamarme “adicto al trabajo, enfermo, obsesivo”.
- Perdón.
- ¿Dónde estás?
- En Urquiza.
- Pablo... ¿Qué haces ahí? ¿A qué hora pensás llegar?
- Hoy a la mañana pase por lo de mi vieja, y me olvide el cargador de la notebook.
- O sea que vas a llegar a las 3 de la mañana.
- Dos y media, me tomo un taxi- hubo un silencio, un silencio “no lindo”.- Te quiero, Victoria. Y... perdón.
- Habíamos quedado que no ibas a laburar “así”, lo prometiste. Si hubiera sabido que iba a pasar esto, nunca te hubiera dejado aceptar la mina esa- se refería a Elizabeth Veterana.
- Perdón. Quiero que te acuestes, que duermas, vos mañana te despertás temprano.
- Y vos te despertas a las seis.
- Ya se...
- Y son las dos.
- Ya se...
- “Ya sé y perdón” son las palabras que mas veces te escuche decir en los últimos dos meses.
- También me escuchaste decir “te quiero”- otro silencio, un poco menos feo.
- Yo también te quiero- suspiró Victoria.- ¿Cenaste?
- No.
- Te hago un churrasco, apurate. Nos vamos a dormir, por lo menos tres horas de sueño. Es lo mínimo que podes hacer, dormir y dejarte de joder con el laburo- Victoria hizo una pausa, y un ruido con su boca, como explotando un poco de saliva en el paladar cuando algo no sale bien.- Te vuelvo a repetir: baja un cambio. O algo va a salir mal, no quiero tener que te pase nada.
- No me va a pasar nada, es el ritmo que elegí para mi vida, Vi.
- Te quiero, idiota.

Esta charla tuvo lugar los primeros días de mayo. Victoria tenía razón. Una semana después empezaron los dolores de cabeza. Algunos días mas tarde de la primer aguje de tejer atravesando mi ojo derecho, me di cuenta que Victoria tenái razón.

Nunca debí aceptar la oferta de Elizabeth Veterana.

viernes, 11 de junio de 2010

Love and marriage

Como se podría haber esperado, los primeros seis meses de matrimonio fueron como una prolongada luna de miel. Básicamente, no hubo muchos cambios en nuestras rutinas. Victoria y yo manteníamos una “casi” convivencia desde hacía dos años (un poco más) antes de casarnos. Por lo tanto, no hubo sorpresas en ese aspecto.

Algunos de mis amigos casados me dijeron que los primeros seis de meses eran una prueba de fuego, que la diferencia la marcaban la ceremonia, la libreta y ese pedacito de papel que decía “matrimonio”. Dijeron que las cosas habían cambiado para ellos, que se les había hecho muy difícil.

En mi caso, no hubo sorpresas que vengan desde la convivencia. Con Victoria ya teníamos en claro que queríamos cuando pensamos en casarnos: formar una familia, ser felices, cuidarnos mutuamente, tener una casa con patio o un departamento grande con balcón-terraza (de esos donde podes poner una mesita con sillas y tomar mate).

Nuestra única diferencia de criterios es con respecto a “formar una familia”. Yo quería tener hijos a la brevedad. Me hubiera gustado culminar el año esperando un bebe. Victoria, por el contrario, quiere esperar un poco más. Como dice el refrán, “si uno no quiere, dos no pueden”. Decidimos esperar, decidí esperar. No hubo sorpresas con respecto a este tema.

Somos felices, nos cuidados; eso lo tenemos claro. Con respecto a la vivienda, el departamento de Belgrano R cumple perfectamente el sueño de poder “formar una familia”. Son cuatro ambientes, cortesía de la abuela de Victoria. No tiene balcón-terraza, pero es más que suficiente para empezar. Tampoco hubo sorpresas en este tema.

El principal reto de una pareja de recién casados es elaborar un plan financiero conjunto que les permita realizar todos sus sueños, un soporte económico donde ambas partes puedan ser felices. Victoria trabaja en una agencia de publicidad pequeña como diseñadora multimedial. Esa es su única entrada de dinero, además de algún laburo de diseño de logos o afiches. No esta tan mal. En mi caso, siempre labure de más, mi idea para generar entradas de dinero (además del alquiler de mi departamento), fue tejer una red laboral que me permita y siempre dentro de lo que me gusta hacer: escribir. Sin sorpresas, económicamente estamos bien, levantando cabeza después de los gastos del año pasado. Casarse es básicamente ser el boquetero de tu propia cuenta bancaria; pero bueno, se sale, con una buena organización, se sale. Por lo tanto, no hubo sorpresas económicas tampoco.

Las sorpresas vinieron de afuera, claro. La llegada de Bruno, y los recuerdos. La propuesta laboral de Elizabeth Veterana, y mi decisión. Mariana Pizza y la necesidad de alguien confiable para contenidos artísticos de radio. Alejandro, mi querido Alejando, y sus terribles ganas de hacerme cruzar la enorme línea que separa al “tipo que escribe” del “tipo que actúa y escribe”. Estas fueron las sorpresas, las descaradas sorpresas. Y cada una de estas sorpresas, llevó a una decisión fundamental.

La primera de todas, el primer encuentro, fue a fines de febrero de este año, cuando decidí encontrarme con Elizabeth Veterana y escuchar su oferta. Fue algo que cambió mi vida, que produjo ausencias involuntarias y la caída en un mundo lleno de anécdotas y oscuridades.

De eso se trató mi ausencia, de no saber decir "no".

martes, 8 de junio de 2010

It's about nothing

“¡Patricia, la puta que te parió!”, pensé.

- Pibe, ¿tenes un cigarrillo?- le di a Franelita un Philip Morris, y rápidamente lo colocó en su boca mientras me miraba de costado.- ¿Me das otro para después de cenar?
- Claro- en el paquete había cinco puchos, me acordé que tenía otro cerrado en el morral.- Quedese con el paquete, tengo otro.
- Gracias, pibe…- el tipo no dejaba de mirarme, estudiándome, en silencios interminables.- Que raro...- murmuró al fin.
- ¿Cómo?
- Que raro... No te pareces en nada a tu viejo. Tus hermanas, si. Vos tenes la mirada de tu mamá- sentenció, no respondí incliné mi cabeza a un costado y lo mire muy seriamente.- Tenes los ojos de tu abuela y la mirada de tu mamá.
- Gracias... Que siga bien, hasta luego- estaba dispuesto a continuar mi camino cuando Franelita volvió a la carga.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Digame- le dije
- ¿Tenes problemas con la caída del pelo, vos?- preguntó con la impunidad de los locos.
- ¿Qué?
- Digo… se nota que tenes problema con el pelo- dijo señalándome la cabeza.- Que raro... Tu viejo tenía mucho pelo.

Lo mire seriamente, fue un largo silencio. Recordé el cabello de mi papá, negro azabache, como la misma noche.

- ¡Contestame!- grito el viejo.
- No se que quiere que le responda...- me incomode un poco.
- ¿Tenes problema con la caída del pelo, si o no?- y poco de ceniza cayo en una baldosa, mientras el tipo gesticulaba.
- Supongo que si- respondí, pensando en salir corriendo lo más lejos posible del loco de mierda.
- ¡Bife de hígado, pibe!- me dice, mientras se lleva sus dos manos a la altura de las orejas y hace el ademán de calzarse un gorro de lana.
- ¿Cómo?- lo mire desconcertado.
- Bife de hígado... acordate...- y diciendo esto, Franelita giró y empezó a caminar lentamente, dándome la espalda; lo seguí.- ¿Sabés? Los indios usaban hígado cortado en rodajas. El hígado tiene hierro, una vitamina necesaria para que fortalece las raíces. ¡Tenes que dejar que el líquido penetre, eh! ¿Entendiste?
- Si…
- Bien...- Franelita suspiro.- Todavía me acuerdo la noche que lleve a tu papá a la puerta de casa con las piernas rotas.

“Desgraciadamente, Franelita, yo también me acuerdo”, pensé.

- Y siempre se lo vamos a agradecer- fue lo único que llegue a decir.
- ¿Vos sabías la historia, no? ¿La del Francés, tu viejo y la mesera del Billarmonia? ¿La sabes o no?
- Si, la se...- pero claro, esa es otra historia.
- Bueno, acordate… ¡bife de hígado!- dijo y volvió a hacer el gesto de ponerse un gorro de lana.- Y gracias por el paquete de puchos…- dicho esto, cruzo Roosevelt y la vía de Miller, perdiéndose rumbo al Santuario de Jesús Misericordioso.

Por mi parte, cuando regresé de Triunvirato, pase por una carnicería. Una señora mayor tenía en la mano un Nación. Alcance a leer una de las noticias de costado: “La calvicie reduce el riesgo de cáncer de próstata” decía el título.
- ¿Qué llevas?- preguntó el carnicero.
- Voy a llevar…- había llegado la hora de la verdad.- Un kilo de nalga para milanesas… bien finitas.

A la noche, mientras preparaba las “pablinesas” (especialidad de la vida de casados), Victoria llegaba de trabajar.

- Dejo unas "pablinesas" en el freezer y tiro dos así te acompaño mientras cenas- le dije.
- ¿Vos no te ibas a lo de Martín?
- Si, pero bueno... no hay horario, vamos a pedir unas pizzas y (probablemente) debatir si abrazamos a Bruno en el aeropuerto o no- mire a Victoria unos minutos.- Che, Vick, estaba pensando... ¿A vos te gusta el bife de hígado?
- ¿Vos estas en pedo?
- Dicen que es bueno para la calvicie...- me justifique.- Pero no hay que comerlo, hay que...- agarre un milanesa e intente el ademán de colocármela en la cabeza.
- ¿Pero quien te pone esas ideas locas en la cabeza?
- Un amigo de mi viejo...
- El día que yo llegue de trabajar y te encuentre con un bife de hígado en la cabeza para que te crezca el pelo, es el mismo día que pido el divorcio, Pablo.

No hubo mucho mas que decir.

viernes, 4 de junio de 2010

En la vereda del sol

Regresábamos de Ezeiza. En el auto de adelante iban, Martín, Patricio y Bruno, recién llegado de Francia, con sus valijas de fantasmas, recuerdos y Nuria. El recuerdo de la prematura muerta de Nuria Vainilla era demasiado para mi cabeza, que pesaba cada vez más.

La mejor forma de matar una historia es contando otra. Escribir sobre lo escrito, sin buscar un hilo conductor, sin nada. Buscar una historia para escapar…

- ¿Se acuerdan que cuando volví de vacaciones mi hermana se había olvidado de pagar la luz de mi departamento?- no hubo respuesta.- Bueno… cuando iba a Triunvirato a pagar la luz me encontré con...- el sonido agudo y ensordecedor de la bocina del tren, rompió cualquier intento de conversación.
- Espera, Pablo- dijo Diego.- Empeza de nuevo…

Eso hice.

Como ya escribí en alguna ocasión, en Villa Urquiza tenemos dos o tres leyendas barriales. Estas son, la siniestra historia de la niñera de la calla Bucarelli, el simpático caso de Franelita y -la leyenda mística, no podía faltar- el bar escondido llamado Billarmonía. Me han dicho que hay muchas leyendas más, algunas historias urbanas tan misteriosas que ni ganas de investigarlas; pero estas tres son las principales. Y también comenté alguna vez que, gracias la buena dicha de ser un buen vecino, pude dar fe y cuenta de las tres leyendas más llamativas del barrio. Creo que es el agradecimiento del barrio por no haberlo dejado nunca. Por volver, siempre volver.

Recuerdo como si fuera hoy el día que conocí a Franelita (alias José Franela, alias Pepe Trapito, y algunos más que no vienen al caso). La primera vez que vi a Franelita estábamos jugando una Escondida en la usina abandonada de Coghlan. No viene al caso. Si quieren un dato accesorio fue “el último verano”. Si, y ocurrió algunos días después de la entrada de Nuria a la morgue del Pirovano. La historia de Nuria ya la conocen; y algún día contare las peripecias de aquella salvaje Escondida. Como les dije, no viene al caso. Esa fue la primera vez que vi a Franelita, pero no fue la última. Tengo que admitir que José Franela fue (es) un increíble personaje barrial, un ser tan misterioso como encantador... tan perturbador como loco.

Por eso mismo, cuando uno lo ve por la calle, lo mejor es cruzarse de vereda. Y eso mismo intente hacer cuando lo vi doblar por Valdenegro hacia Roosevelt… Pero claro, en esa misteriosa cuadra de la calle Roosevelt (entre Miller y Valdenegro) no hay vereda de enfrente… o mejor dicho: hay, pero solamente lleva a una cortada.

Granadas de humo no tenía; por lo tanto, lo mejor que podía hacer era hacerme el desentendido, abrir mi portafolio morral y aventurar la actuación de “estoy caminando y buscando algo”. Eso hice… también intente encender un cigarrillo, todo al mismo.

Franelita se acercaba a paso lento y cansado. Su cara acusaba el paso de los años; pero nadie sabe a ciencia cierta su verdadera edad. Muy pronto nuestros caminos se iban a cruzar, yo solamente pensaba “que no me hable, que no me hable, que no me hable, que no me hable”. Y no lo hizo, es más, podría jurar que ni siquiera me miro.

- ¿Pibe?- escuche la voz de Franelita detrás mío.

Me tome dos segundos para putear a mi hermana por olvidarse de pagar la luz, el teléfono, y quien sabe qué más, antes de darme vuelta y comenzar mi conversación con Franelita.

martes, 1 de junio de 2010

Virtual insanity

Los Sims. Para los que no conocen los Sims, son esos jueguitos de estrategia y simulación donde uno se inventa un personaje intentando desarrollar al máximo sus aptitudes sociales. La idea es “fabricarles” una vida a esta gente virtual, lograr que cumplan sus metas sociales, que convivan con otras personas, que lleven una vida "real", etc.

Cuando conocí a Victoria, ella y sus amigas eran fanáticas de este jueguito. Por supuesto que, cuando el tiempo de ocio lo permitía, Vicky me involucró en el “Mundo Sims”. Bien, entonces me di cuenta de mi poca jugabilidad en los Sims. Siempre me pintaba la perversidad de dejar al tipito virtual que yo había construido encerrado en el baño, o matarlo de hambre. Morbosidad virtual.

Por ejemplo: cuando un personaje tenía que ir al baño, yo hacía que otro personaje construya una pared en la puerta, para que el que había entrado no pueda salir. Cuando lso demás personajes de la casa se daban cuenta de lo que había el “personaje tapiador” se ponían en huelga de hambre, huelga de pis, y… Y bueno, yo me quedaba ahí esperando morbosamente quien se moría primero. Y así, uno a uno, iban cayendo.

Básicamente, lo mismo sucedió con Todas mis Ex. ¿Ah, no? ¿Qué todavía estoy a tiempo?

Arranquemos, entonces...