miércoles, 29 de abril de 2009

Cosas que vuelan (pero no choclos)

Entrar divididos no fue una buena idea. Media hora después de dar vueltas sin sentido me encontré con Richard en el segundo nivel. Desde abajo, llegaban las canciones de una casa de música. Gilda cantaba “Corazón valiente”.

- ¿A que hora te llamo Lucinde, Pablo?
- Hace mas o menos dos horas- bebí tu veneno y caí en la trampa...
- ¿Por qué tardaste tanto en venir? De Urquiza a Retiro tenés 15 minutos, y la caminata hasta la terminal son otros 15... No entiendo.
- Hice un par de llamadas- una vez más Richard tenía razón.- No quería venir solo- que para mi tienes solo sufrimiento...
- No te preocupes, además vinimos en auto, eso nos comió mucho tiempo. La vamos a encontrar, pero hay mucha gente acá- miramos hacia abajo y, efectivamente, había mucha gente.

Según las publicidades autobombistas que estaban pegadas en los pasillos, la terminal de Retiro tenía 75 plataformas para micros, que cubrían todos los servicios de llegadas y partidas en todo el país y países limítrofes.

- Mira...- Richard me señaló un aviso nuevo- “En temporada baja (solamente) llegan 1300 ómnibus por día. Son 25.000 personas”- terminó de leer, preocupado.- Es un montón de gente... Gente que va y viene...
- Ya se, boludo, ya se. ¿Qué querés que haga? Vos siempre tenes la respuesta sarasesca para todo...- pero la respuesta no vino de Richard sino de mi celular.- ¿Hola?
- Pablo- Patricio, del otro lado.- Anden 8, del lado del estacionamiento. Creo que es ella, no me acuerdo, paso mucho tiempo. Pero tiene que ser ella.
- Anden 8, del lado del estacionamiento- mire de reojo las plataformas: “34”. Genial.
- Si se toman un taxi los perdemos- Richard apuro el paso.
- ¡Que no tomen un taxi, Pato!- le grite a Patricio.
- Okey, okey...
- Espera... por ahí el tipo esta armado- pensaba Richard.
- ¡Espera, boludo! ¡Por ahí el Tipito esta calzado o algo!- volví a gritarle.
- La puta madre...- me respondió
- No hagas nada, vamos para allá- corte.

Llegamos a la plataforma 8 para ver como Patricio caía de un piña en el cemento del estacionamiento.
- Voy a llamar a la policía- gritó un taxista.
- No, a la policía, no- lloraba Lucinde en perfecto castellano.- Si mis padres se enteran... ¡No quiero!
- Richard, el tachero... anda- le dije.
- Esto esta muy mal, Pablo. Muy mal, la reputisima madre que lo remil parió- murmuraba Richard mientras corría al taxista y dejar salir a la fiera de las puteadas escondida detrás del ángel de la lógica.

No les voy a mentir, realmente estaba temblando. Nunca estuve en una situación tan “rara y peligrosa”. Me quede paralizado, mientras Patricio se incorporada y Tipito empujaba a Lucinde por entre medio de los coches. Tenía que haber llamado a la policía desde un principio. ¿Qué mierda me importa que los padres la castiguen? Es grande... se vino desde Brasil a conocer a un loquito.
- ¡Pablo!- Lucinde lloraba a gritos en el preciso instante que una zapatilla aterrizaba en la cabeza de Tipito.

- La negra se queda con nosotros, loco de mierda- había llegado Diego, sin cadena ni bozal.

lunes, 27 de abril de 2009

Conspiraciones poco realistas

En el coche, yendo a Retiro, esquivando embotellamientos.

- Estuve pensando en lo que dijo tu vieja, Pablo- dijo Richard.- Lo del secuestro, siendo realistas, no esta tan desacertada.
- No me digas eso que me cago todo, pelotudo.
- Igual, tranquilo, porque seguro que no cuentan con que vayamos en patota… Ademas, todas las conspiraciones del mundo siempre son rastreables.
- Richard, ¿que tiene que ver?
- Que si te pasa algo, seguro que encontramos a los culpables. Pensa: Watergate, el chofer que mató a Kennedy…
- ¡Las manos de Perón!- Diego riendo.
- Exacto, las manos de Perón, también.
- ¿El Proyecto Stargate y el Experimento Philadelphia?- pregunté.
- No, Pablo, esas son películas…

Media hora después y cuando ya la charla de conspiraciones, secuestros y el trabajo de los científicos norteamericanos sobre ls sífilis en los negros ya llegaba a su fin, bajamos en la estación de Omnibus de Retiro.

- ¿Qué hacemos?- preguntó Patricio, cuando lo ubicamos en el hall de entrada.
- Opción 1: busquen un cyber, busquen una negra. Opción 2: busquen una negra corriendo. Opción 3: busquen una negra llorando- les dije, hice una pausa para esperar el comentario de Richard, intentando refutar mis ideas. Por suerte, no dijo nada.
- ¿Nos separamos?- dijo Patricio.
- Si nos separamos, seguro la encontramos mas rápido- Diego, muy inquieto y con ganas de repartir trompadas.
- No se si separarnos es una buena idea- Richard, obvio.
- Ya me fui, Richard, ustedes hagan lo que quieran- Diego entró en la terminal.

Lo seguímos -por supuesto- perdiendonos en los pasillos, escaleras y andenes... buscando a Lucinde.

viernes, 24 de abril de 2009

Triangulación de llamados y decisiones

Llame a Diego, Richard y Patricio. Diego venía con el coche, Richard pasaba por casa, y Patricio nos encontraba en la puerta de la terminal de onmibus de Retiro.

Richard es -de todos mis amigos- el tipo más metódico que conocí. Analiza todo muchas veces, siempre tiene una versión lógica de por qué no se deberían hacer ciertas cosas y una versión verosímil de por qué la gente hace tal o cual cosa. El ejemplo más válido que puedo encontrar -entre muchos- es una discusión entre Richard y Diego acerca de “¿por que la gente no cruza por la senda peatonal?”, estuvieron así hasta las 7 de la mañana. Por eso, no es bueno juntar a Richard con Diego. Richard pregunta y cuestiona. Diego es acción y reacción. Richard es la “decisión” antes de convertirse en “consecuencia”. Diego es lisa y llanamente, la “consecuencia”. Y en decisiones, cuestiones y consecuencias nos encontrabamos aquella tarde antes de partir a Retiro.

- Tenemos que ir en tren- dijo Richard.
- Vamos en coche- dijo Diego.
- ¿A esta hora?- pregunto Richard, mientras elaborada la teoría de...- La gente esta saliendo de trabajar, el tráfico es un desastre a esta hora, Diego. Si vamos en tren, vamos en el sentido contrario a la gente que viene. Atravesamos las arterias mas complicadas, sin tránsito. El tren es la mejor opción y…
- Si vamos en auto también estamos yendo en el sentido contrario a la gente que viene- tiró Diego mientras se subía al coche.
- Si, pero te van a matar las paralelas a Libertador. No vayas por Libertador...

Pero Diego ya estaba arrancando el auto.

- La puta que te parió, Diego- para putear, Richard, no era para nada metódico.- ¿Alguna vez en tu puta vida me vas a hacer caso?- dijo subiéndose al auto.

Agarramos Av. Congreso y cuando doblamos en Libertador nos dimos cuenta que Richard -una vez más, en cierta forma- tenía razón. El tráfico de regreso a casa hacia imposible cualquier maniobra.

miércoles, 22 de abril de 2009

Victoria y las mil preguntas

- ¿Quién? ¿Lucinde? ¿Quién es Lucinde?- preguntó Victoria, y yo hice un resumen acelerado de… diez años.- Me perdí, Pablo.
- ¿Dónde?
- En la parte del choclo- y largo una carcajada.- ¿Quién tiro el choclo al final?
- Dale, boluda, no te estoy jodiendo.
- ¿Pero estás seguro? ¿Es verdad? ¿No te habran chamuyado? ¿Alguien que quiera hacerte una joda?
- Las únicas dos personas capaces de armar algo tan maquiavélico y retorcido son dos… una es Agustín, y él no fue, estoy seguro.
- ¿Y la otra?
- Yo. Pero yo no me voy a hacer esta clase de bromas a mi mismo, Vicky- mientras pensaba “tengo que escribir esto, tengo que escribir esto, tengo que escribir esto”.
- Okey, dejame pensar…- pausa.- Tengo preguntas…
- ¿Más?- mire la hora.- Decime…
- Si estaba secuestrada, ¿cómo es que ahora esta en Retiro? ¿Se escapó?
- No se… probablemente.
- Entonces, ¿por qué no fue a la policía?
- No se.
- ¿Y a la embajada de Brasil?
- No se.
- ¿Estas seguro que no es una joda?
- No se.
- Genial, Pablo. No sos de mucha ayuda. ¿Qué vas a hacer?
- ¿Ir a Retiro?
- ¿Solo? ¡Ni se te ocurra!
- Llego la hora, Victoria- le dije, en tono ceremonial.
- ¿Hora de comportarse como un hombre de verdad?
- Si, Victoria.
- Suponia que ibas a decir alguna pelotudez como esa…- Victoria suspiro y pude verla sonreir.- Llama a los chicos, estoy en el laburo y es un kilombo hoy. No vayas solo.

Cinco minutos despues, tenía un sms de Victoria con: la dirección y el teléfono de la Embajada de Brasil, el teléfono del Consulado y discado rápido de la seguridad de Retiro.

lunes, 20 de abril de 2009

Mi vieja y el delivery de secuestros

- ¿Quién es Lucinde?- fue lo primero que dijo mi vieja. Lo cual pudo haber sido el comentario más acertado de toda la conversación.
- Mamá, escucha esto…- y le conte.
- ¡Ni se te ocurra hacer nada!- dijo con la clásica calma que yo conocía muy bien y que en realidad quería decir “no te grito porque hay gente acá y no quiero hacer un papelón, infelíz”. Como les decía, mi vieja… una genia.

Mi vieja es una mina divina. Tiene 58 años y tiene un don. Más vieja se pone, más joven parece. Nunca nos explicamos cómo hace esto. Suponemos que -sin decirle nada a nadie- se baña en formol y se entrega al mundo clandestino de las operaciones estéticas. No viene al caso. Por muy joven que parezca, los años no vienen solos y…

- ¡No vayas, no te metas, seguro que es una mentira para secuestrarte!
- ¿Pero quién me va a querer secuestrar, mamá, por dios?
- Ah, no sabes… Seguro, ya la veo venir…
- Llama a tu hermana, a la mas grande, no a la más chica… que te acompañe alguien- tengo tres hermanas, algún día les voy a contar; pero hoy no.
- Mamá, voy solo.
- Bueno, llama a Victoria.
- ¿Qué?- evidentemente, mi vieja no me estaba escuchando.
- Que no vayas solo… Bueno, te dejo, tengo que cerrar un contrato con unos constructores y… y… no puedo con todo, eh.
- …- silencio para tragarme la puteada.
- Bueno, cuidate. Besito, bebe- y cortó.

Mi vieja… una genia. Pero entre toda la batería de palabras había dicho algo sensato. Hice mi segunda llamada.

- ¿Hola, Victoria? ¡No sabes lo que acaba de pasar!

viernes, 17 de abril de 2009

Intersección

Hay dos formas de contar lo que paso el año pasado. La manera fácil -larga y divertida- y la difícil –corta, aburrida y políticamente correcta-. No lo voy a negar, fue una buena anécdota. De esas que se cuentan por años, más o menos como el recital de los Rolling. Aclaremos que lo que sucedió con Lucinde fue jodido, complicado, triste, una hijaputez de las más grandes. Bronca e impotencia, hubo de sobra. Por eso mismo, no voy a pretender hacer un análisis de conciencia con esto, ni mucho menos.

Elijo el camino fácil. Y nadie mejor que explicar lo que pasó, que la misma Lucinde.

- ¿Pablo? ¿Esta Pablo?- si, era ella.
- Lucinde, ¿cómo estas, divina?- le dije, reconocí su voz.
- Pablo... Estoy secuestrada. Tenes que ayudarme- llorando.
- ¿Secuestrada?- no pude evitar sorprenderme, rozando casi la incredulidad.
- Pablo, Tipico me encerró cuando llegue a Buenos Aires a conocerlo, esto fue hace tres semanas. Hace tres semanas que me tuvo drogada en su casa, estoy toda golpeada… la cara llena de cardenales… machucones.
- Moretones- murmuré.
- Pablo, soy Lucinde. Tipico me encerró cuando me conoció, hace tres semanas que no me deja salir de su casa, me tuvo drogada durante días y…- a esta altura de la charla era obvio que no estabas conversando.
- Para, para, para, para… para, negra. ¿Qué carajo esta pasando?
- Pablo… tenes que ayudarme.
- ¿Dónde estás ahora?- respire profundo.
- En la rodoviaria.
- ¿Dónde?
- ¡En la rodoviaria!- gritó
- ¿Qué es eso?- le pregunté.
- Donde estan los buses…
- ¿Subtes?
- ¡Buses! La rodoviaria… Retiro. Pablo… vení a buscarme, tengo miedo, estoy toda golpeada- estaba llorando.
- A ver, quedate tranquila… ¿Dónde exactamente estas?
- En Retiro, en una teléfonica…
- ¿Un locutorio?
- Una teléfonica… - la barrera idiomática nos estaba asesinando o yo estaba muy pelotudo.
- Una teléfonica con muchos teléfonos… Un locutorio, okey, okey… ¿Donde?
- En la rodoviaria.
- Lucinde…- no estábamos avanzando.- ¿Dentro o fuerta de Retiro?
- Me escape… ahí esta Tipito, Pablo… Ahí viene… Me vió, tengo que cortar…
- Para, para, para…- se cortó la llamada- ¿Hola? ¿Hola? La puta madre…

Mantuve la famosa “tensa calma” durante unos minutos, mientras una alguien adentro de mi cabeza me decía: “okey, me hago el boludo, esto no puede ser verdad y esto no me puede estar pasando, esta llamada nunca existió”. Después pensé que pasan cosas como esta; de hecho, pasan cosas mucho peores. Por mi profesión -tarde o temprano- todo vuelve, la realidad te golpea en la cara siempre, y sigue pasando. Una y otra vez.

Mire el teléfono una vez más. Había llegado la hora de portarse como un hombre. Hice mi primer llamado.

- ¿Hola, mamá?- ya se, no digan nada.- ¡No sabes lo que acaba de pasar, vieja!

miércoles, 15 de abril de 2009

Entrega a domicilio

Después de tres semanas en Brasil, volví a subirme al mismo ascensor. Deje todo sobre la cama, separe la ropa para lavar y los regalos. Con la botella de vino italiano en la mano, salí de mi depto y subí a la portería.
- Pedro... tenés idea una chica, pelo castaño con ondas. Ojos marrones claritos- pensé un poco más- Alta por acá... y pecas.
- ¿Cómo?- dijo el portero.
- Pecas, pequitas en la cara.
- 6º C- dijo Pedro con una seguridad perfecto.
- Gracias, Pedro- le di una caja de bombones brasileros.- Y gracias por llevarle los impuestos a mi vieja- aunque en realidad le estaba agradeciendo mucho más que eso.

En el piso 6º deje el Mónica di Sardegna sobre la alfombra del departamento C. Después, volví a mi depto, abrí la ducha y me regale un baño largo y reparador.

Eran las 12 del mediodía cuando me caí sobre el colchón. Cerré los ojos y dormí bastante. No tanto como yo hubiera querido, porque a las 9 de la noche, alguien se había pegado persistentemente al timbre de la puerta.

Era Jorgelina Pecas.

lunes, 13 de abril de 2009

Chica (brasilera) conoce chico (argentino)

Todavía me acuerdo cuando ponerse de novio eran tan jodidamente normal. Era cuestión de ir viendo las posibilidades, los lugares y todo lo demás. Era tan “normal”. Ahora parece que la gente ya no conoce gente de las mismas formas que antes. Ahora esta internet. Y así fue como Lucinde conoció a su novio.
Es decir, podes ser un tipo socialmente marginado pero si tenes dos pesos para gastar en una hora de internet, es muy probable que consigas novia en media hora. Y en el otro rincón, lo mismo... Lucinde y su constante necesidad de amar.

Vamos directamente a los churrascos. Lucinde chateaba mucho, un día en algún chat de Ciudad conoció a... a...Tipito. Nació una historia de amor de esas de internet. Chica conoce chico cateando, se enamoran, chica viaja a conocer a chico. Hasta ahí todo genial. Lucinde ahorro plata y vino con muchas ganas de conocer a su amor y casarse con él, al menos eso fue lo que me dijo en nuestra última conversación vía MSN. Tipito parecía un buen “tipito”, aunque en la generalidad, estas historias -se sabe- están llenas de clichés. Tipito también soñaba casarse, y eso a Luciende le encantaba.
- Estaría llegando a Buenos Aires el lunes, Pablito.
- Buenísimo, Lu. Hace todo tranquilo, tenes el teléfono de casa, del depto y mi celu, me encontras en cualquier de los tres- le dije poniendo un poco de tranquilidad a su acelere atómico.
- Nos vamos a ver, claro.
- Si, pero primero disfruta el encuentro. Cuando estes más tranqui de obligaciones, me llamas y nos vemos. ¿Estas contenta?
- ¡Muy contenta!- efusiva.
- Hablamos después del lunes.

Pasaron aquel lunes y dos lunes mas, Lucinde no llamó. Y a las dos de la tarde de un jueves, atendí el teléfono.

- ¿Pablo? ¿Esta Pablo?- si, era ella.
- Lucinde, ¿cómo estas, divina?- le dije, reconocí su voz.

Hubiera esperado que me dijera cualquier cosa, que no funciono, que se casaba mañana, que se volvió a Brasil sin tiempo de encontrarnos. Pero no, Lucinde habló y dijo la verdad.

- Pablo... Estoy secuestrada. Tenes que ayudarme- llorando.

Y nada más que la verdad.

viernes, 10 de abril de 2009

Paula Miano y el test de Cooper en 2º A

En 2do año teníamos que elegir un deporte para llenar dos horas semanales de Gimnasia en el campo de deportes del colegio. A saber: volley, hockey, fútbol y rugby. Pero la elección no estaba dada por nuestras ganas sino por la realización de una de las atrocidades deportivas mas terribles que se le puede hacer a unos inocentes niños de... ¿14 años? El test de Cooper. Un verdadero acto de salvajismo destinado a conocer el rendimiento físico de una persona, o bien a conocer sus limitaciones. Los primeros 10 chicos o chicas en terminar elegían primero. Por supuesto, el cupo de cada deporte estaba limitado por nuestros propios compañeros de división y gente de otras divisiones. No había posibilidad de especular. El test de Cooper se tomaba un mismo día a todas las divisiones de segundo año. Sin embargo, si bien el sistema -a ojos vista- era inquebrantable, tenía dos errores. O bien, leyes universales imposibles de discutir. Primero: las chicas nunca eligen “rugby”. Y segundo: los chicos siempre eligen “fútbol”. A los hechos me remito.

Lo recuerdo como si fuera ayer. Dos de la tarde, tercer miércoles de marzo. Un servidor corría en un trote persistente por el anillo atlético del Parque Sarmiento, cuando Martín me cruzo y empezó a caminar.
- Pablo... boludo, es mi tercera vuelta, tenes que apurarte. Tenemos que entrar todos en fútbol.
- No se si llego- le dije.- Ya estoy medio hecho bolsa.

Fue entonces cuando nos pasaron tres chicas. Y ahí lo vimos, un pantalones de gimnasia azul y un culo, adelante nuestro.

- La puta madre- suspiro Martín.
- Mierda- cegado de admiración.

Cuando las chicas iban curveando la pista pudimos ver, a lo lejos, que la dueña de ese culo era Paula Miano. Y esa -probablemente- fue la primer señal. Pero ahí quedo.

- ¡Boludos! Apuren que no entramos en fútbol... los de 2do B metieron a 3...- grito la locomotora llamada Patricio haciéndonos morder el polvo. Corrimos y punto.

Martín y yo no volvimos a hablar del tema. El culo de Paula Miano desapareció de nuestra memoria emotiva.

Se que debimos ver las señales desde temprano.

No fue así.

miércoles, 8 de abril de 2009

El Caso Lucinde (en el recuerdo)

Tecnología mediante, mi relación con Lucince prosperó durante años. Con idas y vueltas, con momentos en los que chateabamos casi todos los días, y también con notorios silencios durante meses. Típico. Primero con el ICQ, después el MSN, y mails durante mucho tiempo. Una cantidad incontable de mails contándonos todo.

Puestos en la balanza de la lógica, nunca nadie pudo creer como es que la relación se mantuvo fuerte (por decirlo de alguna forma) durante casi 10 años. Nos contabamos todo, nuestros mails eran idas y vueltas de historias de amor y estudios. Mucha vivencia de momento.

Durante enero y febrero del 2002 recuerdo un par de llamados a casa, preocupada por la situación del país, preguntándome si necesitaba ayuda y si tenía para comer. Divina, la negra.

También me llamó cuando falleció mi viejo. Eso sí que no lo esperaba.

Nos vimos un día y una noche… y la relación perduró durante años.

Pero, obviamente, nada es para siempre. Durante el 2007 yo vivía mi primavera con Victoria, así que estaba totalmente en otra. Le dí poquisima bola a todo, excepto a sentirme bien y disfrutar de una relación que crecía a pasos agigantados. Lucinde casi no se conectaba al MSN y realmente me olvide de ella.

Y así fue hasta junio del año pasado, cuando Lucinde se conectó y me dijo que viajaba a Buenos Aires.

lunes, 6 de abril de 2009

Llegando a casa

Volviendo de Brasil, cuando llegamos a Ezeiza, algunos chicos fueron a comprar algunas pelotudeces al Free Shop.

Digamos que siempre fui una persona que se decanta por sus impulsos. Y se que, lo mejor que puedo hacer cuando tengo la necesidad de algo es dejarme llevar. Así que cuando “lo” vi en aquella estantería color rojo -sin temor a equivocarme y en total dominio de mis facultades mentales- corrí hasta la otra punta del Free Shop de Ezeiza y me colgué del brazo de Richard.

- Plata, plata, plata, plata…- le dije.
- ¿No tenes mas? Le dije a mi vieja que le iba a llevar un Carolina Herrera, Polcito- respondió Richard.

Por suerte, a dos pasos de distancia estaba Diego.
- Plata, plata, plata, plata…
- Me voy a comprar dos cartones de cigarrillos, te doy lo que me sobra- y lo que sobró fueron dos dolares.

- Plata, plata, plata, plata… Patriciooo… plata, plata, plata, plata, plata…
- ¿No te queda mas guita?- preguntó Patricio.
- Si me queda, pero necesito más.
- ¿Cuánto más?
- ¡Mucho más!
- Tengo esto…- dijo Patricio mostrándome un carnaval de billetes verdes que le fueron arrebatados en un parpadeo.
- Me sirve…

Volví corriendo a la estatería roja y espere que me atienda la empleada del Free Shop.
- ¿Qué vas a llevar?- preguntó
- Quiero eso- dije señalando la botella que estaba sobre el estante rojo.

Salí de Ezeiza con un Mónica di Sardegna envuelto para regalo.

sábado, 4 de abril de 2009

Errante en las sombras

A las doce y media de la noche, apareció Agustín. Con la sonrisa pintada en la cara, y un saludo que se transformó en clásico el día que pasó de ser "amigo" a "conocido-amigo".

- ¿Qué tal, perdedores?

Por suerte para él, Diego no vino. Ultimamente, le tiene muy poca tolerancia a sus comentarios. Sobre todo desde que se puso a contar anécdotas de Diego “sin novia” a la novia actual. Ese es Agustín.

- Cada día más pelado, Pablo. Tenes que hacer algo- el tipo que te saluda y te pega un palazo.- Cortate el pelo a lo Bruce Willis, te va a quedar bien. Así como lo tenés es un desastre…
- Claro, acaba de hablar Dorian Gray- respondí.
- ¿Así que te casas?- nos dedicó su mejor sonrisa.- Al final, me caso antes que vos… En realidad, ¿quién hubiera dicho que te ibas a casar?
- Quedate tranquilo que si mi vieja sobrevivió a la noticia, vos también podes hacerlo.
- ¿Cómo se llama la pobrecita? ¿Viviana?
- Victoria.
- ¡Victoria! Cierto… decime por lo menos que es mayor de edad.
- Es mayor de edad, Agus.
- La última vez que te conocí una novia tenía 15 años… ¡15 años! Y vos tenías…
- No quiero saber que edad tenía en esa época- sonreí.
- No fue hace tanto. Trabajabas en la radio en esa época. ¡Que manera de voltearte pendejas, eh!
- ¿A que viniste, Agustín?- dijo Richard, iluminado.

Agustín nos miro a todos, encendió un Camel y fue a la cocina a buscar un cenicero.

- Vine a invitarlos a mi casamiento, claro- hice una pausa dramática.- Pero les claro una cosa: la despedida de soltero la organizo yo. Les aseguro que no se la van a olvidar nunca.

Y lo peor de todo, es que sabíamos que eso era verdad.

viernes, 3 de abril de 2009

No te robes esa luz

Si hay algo que odio más que la pizza fría es que me roben la luz. Se sabe que, grupalmente, “este” es MI momento. La noticia de mi casamiento con Victoria puso a todos los pelos de punta, felices, haciendo chistes, con ganas de todo, ansiosos. Eso es bueno, me gusta ser generador de momentos increíbles, para recordar. Más allá de mis propios miedos, es bueno esto, lo que me pasa. Y casualmente, divagaba yo en estas cuestiones durante la mañana de ayer, cuando recibí el llamado de Gabriel.
- ¿Entraste a los mails?- preguntó
- No.
- Entra y lee- me dijo, muy serio.- Te espero.

Entre a mi casilla esperando encontrar algún mail con fotos de Eliza Dushku o Jessica Alba desnudas, pero no.
- ¿Mail de Agustín? ¿Se acordó que existimos?- encendí un cigarrillo y abrí una ventana.
- Lee el mail, Pablo.

Estaba por hacer doble click cuando mi celular vibró. Mensaje de Diego. Decía: “Boludooosss, ¿leyeron el mail de Agustín? Quiero ir a cagarlo a trompadas ya.” Abrí el mail y leí.

“Hola, chicos. ¿Cómo están? Ya se, se estarán cayendo de culo. Yo nunca mando mails, nunca nada. Además, la última vez que nos vimos fue en la reunión de Navidad. No importa. ¿Se siguen juntando los viernes? Si es así, avisen que por ahí paso. Quiero verlos y contarles algo, en realidad, quiero verlos y que nos caguemos de risa, porque lo que les quería contar el viernes es que me caso. Si, me caso con Débora. La fecha del casorio es a fines del noviembre. Bueno, nos vemos este viernes. Abrazos. Agustín.”

- ¡Se casa Agustín!- gritó Gabriel.- Y ahora viene y “se hace el amigo de nuevo”.
- No te puedo creer, que... que... que...- inesperado, era la palabra.- Que... copado.
- ¿No es demasiado caradura? Aparecer así... de una y decir eso. Sabe que casi nadie lo soporta.
- Es copado Agustín... tiene sus mambos, pero es copado.
- Es un hijo de puta, Pablo. Deja de defenderlo.
- ¿Por qué es un “hijo de puta”? ¿Porqué nos dijo cosas que no queríamos escuchar, desapareció y después volvió como si nada hubiera pasado? ¿Y después siguió apareciendo una que otra vez, y nadie se animo a decirle nada?- no es bueno revolver algunos recuerdos, menos a esta hora de la mañana.

Agustín... “mi” ex.

O mejor dicho, “nuestro” ex.

Ex amigo.

Agustín, un tipo siniestro.

miércoles, 1 de abril de 2009

La Ovelha Rosa

Nuestras noches en Brasil tenían un punto muy alto cuando íbamos a bailar a un bar playero que se llamaba Ovelha Rosa. Dos noches después de aquella paliza frente al carrito de comida volví a encontrarme con Lucinde. Ella estaba en la barra tomando una cerveza, me miro. Yo la mira y rapidamente hice dos cosas: primero, mire dónde carajo estaba Diego por si necesitaba un guardaespaldas; y segundo, intente barrer el local como si estuviera buscando a Sarah Connor disfrazada de “novio de Lucinde”. No encontré a ninguno de los dos.
- No tengo más novio- me dijo sonriendo.
- Que suerte, yo todavía tengo el ojo casi negro, y cuando me rio generalmente termino desmayado en el piso del dolor.
- ¿Queres masajes?- sonrió, bellisima.
- Bueno.

¿Qué iba a responder? Pasamos una noche genial. Realmente muy divertida, ella me besaba y yo la dejaba. Los amores de vacaciones son así, uno no pregunta demasiado. Lo vivimos así, sin preguntas... nos disfrutamos.

Antes de irse aquella mañana de mi cama, Lucinde dejo anotado un mail y su número de ICQ.

Al día siguiente, a Diego se le ocurrió ir un poco más al norte bordeando la costa, cruzando playas y ciudades. Subimos a los coches y nos fuimos.

Nunca volví a ver a Lucinde... en aquellas vacaciones. Diez años mas tarde, ella viajaba a Buenos Aires a conocer a su novio argentino.

¿El Caso Lucinde? Por supuesto, recién empieza...