martes, 2 de marzo de 2010

Parte de la religión

“La loca de enfrente” y “la vieja de la ventana” eran la misma persona. La diferencia estaba en las distintas generaciones que le habían regalado ese apodo. Por ejemplo, la generación de Patricia y Paz fue la encargada de bautizarla como “la loca de enfrente”. A mi vieja eso nunca le gustó. Años más tarde, Maqui y Mica -y su grupo de adolescentes caóticos y descontrolados- la empezaron a llamar “la vieja de la ventana”. Para entonces, mi vieja dejo de darle importancia, y simplemente intentaba cambiar de conversación. En cierta forma, yo la entendía. A mí tampoco me gusto ver como “la mamá de Bruno” iba transformándose en un fantasma.

Durante el último año, la vi muy pocas veces, generalmente cuando me bajaba del tren en Drago y caminaba por Acha. Ahí estaba ella, barriendo hojas secas de su vereda, saludándome con un ligero movimiento de cabeza. Siempre tuve la sensación de que no me recordaba.

Mariana Pizza nos contó que un día la escuchó murmuran “hija de puta, hija de puta, hija de puta” en un susurro casi inaudible de mirada perdida, apretando muy fuerte el palo de la escoba. Mariana nunca más volvió a caminar por aquella vereda, ni pasar por enfrente de lo que hace algunos años fue la casa estilo chalet de Bruno. Aquel “hija de puta, hija de puta, hija de puta” le erizó la piel.

No creo que el papá de Bruno haya sido el destinatario de aquella maldición. El hombre dejo la casa estilo chalet cuando se cumplió el segundo aniversario de la muerte de su hija, Nuria.

Es de esperar que las maldiciones no se dirijan al encuentro de Nuria (dónde quiera que se encuentre su alma). Ella no tenía la culpa de su destino. Nadie decide recorrer América Latina pensando que va a morir en la rodoviária de Rio intentado resistir un robo. Ese fue el revés del destino, esa jugada siniestra que uno jamás espera…

"Hija de puta, hija de puta, hija de puta"; obviamente, se refiere a la vida. Aunque podría también referirse a la sorpresa inesperada, a la policía golpeando la puerta para avisar del triste final de su hija de 19 años, a la espera, a la lluvia de verano que no pudo hacer invisibles las lágrimas de una familia que empezaba a desmoronarse.

Nuria Vainilla tenía 19 años cuando murió; sin embargo, 3 meses antes -el día de su graduación- me contó la historia de la “antorcha”, la figurita más difícil de un álbum aburrido. También me habló de su viaje y de las almas libres. Recuerdo esa noche como si fuera hoy. Fue el suceso extraordinario de aquella madrugada.

Con respecto a esta historia, hubo varios sucesos más.

Una vez, luego de regresar de unas vacaciones en Brasil, la mamá de Alejandro mencionó que le pareció ver al papá de Bruno mendigando algunas monedas en una playa de Recife. La noticia no dejo de producirme cierta angustia.

La mamá de Bruno empezó a aislarse cada vez más. La hermosa casa estilo chalet, se convirtió en un caserón horrible, lleno de plantas que intentaban devorarlo. Desde una ventana, en el primer piso, “la vieja de la ventana” abraza fotos y recuerdos antes de dormir.

Cuando Bruno terminó la secundaria, lo primero que hizo fue mudarse a Paris. Ahora, puedo definir un par de cosas. Creo que la mamá de Bruno pudo ver su futuro, y entonces intentó el último manotazo para pelearle al destino. Sacó todo el dinero de la caja de ahorros y se los envió a su hermana, dispuesta a recibir a su sobrino en su casa de Montparnasse.

Bruno se fue dejándome el casete de Tango 4, como recuerdo inalterable de un verano con muchas historias. Bruno se fue, al principio, hubo un intercambio de cartas. Yo no se, no recuerdo bien, si llegamos a la “era mails”. En algún punto de nuestras historias (la mía, la de mis amigos) Bruno desapareció -como su padre- y nadie lo juzgo por eso.

Todos pensamos lo mismo.

La vida -a veces- es una hija de puta.

23 comentarios:

Sol dijo...

Pufff, garrón que sea así... pero que bueno que actualizaste, siempre da gusto leerte a pesar de la hijaputez de la vida...

Lola dijo...

Qué triste!
Estuve rastreando entradas sobre el tema y la verdad que parece una familia de fantasmas.
Y coincido, para mi la pobre señora estaba puteando a la vida nomás.

Paula dijo...

durísimo

Tiffita dijo...

Uf me dio escalofrios. No me lo esperaba.

Mecha dijo...

Uff... qué duro...
Yo estaba esperando la historia de la desaparición de Bruno, pero no pensé que fuera tan dura...

Sep, a veces la vida es una hija de puta...

Roger Borratint dijo...

Me provocó una profunda angustia este texto.

Bien.

Juan Manuel. dijo...

Qué duro :(

Agustín Molina dijo...

Nuria, la de la morgue en el Hospital Pirovano! Vivió rápido, como un tornado. Arrasó con todo a su paso.
Durísima entrada, Pablo!

Anónimo dijo...

Que historia más triste. Pero coincido con Agustín hay gente que vive así rápido y el mundo no está preparado para que vivan más tiempo.

Francisca dijo...

Guau, no puedo creerlo. Venía leyendo tu Blog y la historia de Nuria Vainilla sobre todo.
Me gustaba mucho (y me sigue gustando, claro) por la forma en que lo contás.
Pude imaginarme todo. Esas tres cuadras sin hablar, ese sobre con la antorcha...
La vida a veces es, sí, una hija de puta.

Un beso, me gusta mucho tu Blog.

Campanula dijo...

Que historia triste, me dejo como con un sabor bien amargo.
un abrazo

Anónimo dijo...

Triste final para esta historia de verano...

Voy a dar clases en el CBC de Drago, muchas de tus aventuras trancurrieron por ahí, no?

Eli dijo...

Me dejaste helada Pab. Si, muchas veces la vida se pone en hija de puta. Pero cuando pega el cachetazo no queda otra que devolvérselo.
Besos!

Acido dijo...

durisimo. que bueno que lo escribiste. muchas veces pasarlo ayuda a entender las cosas... cuando no hay explicacion posible. bellisimo post.

Madame dijo...

no te la puedo creer. me dejaste muda.

C dijo...

sin comentarios.
pd: AMO tu blog.

lulu dijo...

Esta bueno,pero no contas mucho la historia!
slds!

Jules dijo...

Que duro!!!

A ~ dijo...

es la verdad, a veces es una mierda, pobre Nuria, muy bueno que hayas actualizado.. esta muy bueno el blog, lo sigo de hace ya bastate tiempo- me encanta tu manera de escribir,

Oli sala verde dijo...

que triste =(

Perica dijo...

Me conmovió mucho tu relato y la última frase, es la posta!

Te sigo!

Anónimo dijo...

A veces la vida es hija de puta, pero al ser su satisfacción hacernos mal, hay que ser hijo de puta y medio y dejarla sin razón de goce. Nadie tiene el control de lo que le pasa, pero si de lo que hace con lo que le pasa. Y le adelanto que me quedé toda pachucha después de leer esta entrada, momento reflexivo. Buenas nochees.

vickydu dijo...

Que hijos de puta Bruno y el marido que dejaron sola a la señora....