martes, 30 de marzo de 2010

Interludio musical

La banda favorita de Sandra MuchoTiempo era Depeche Mode. Y en este recorrido incierto por los laberintos de mi memoria, ella traía música para escuchar y ahí nos quedabamos, escuchando, bailando, durmiendo. Algunos temas de Depeche Mode tienen esa onda “drama y melancolía” que te transportan a un estado de conciencia superior. No miento, el mejor ejercicio es escuchar un live de Enjoy the silence una noche lluviosa, con las luces de la calle entrando por la ventana.

Postales. La recuerdo bailando mientras yo la miraba desde el sofá, y ella caminaba hasta sentarse sobre mis piernas. La sonrisa en su rostro de bailarina, nuestra primera vez, mi primera vez, sus ojos marrones, su pelo negro brillante. Siempre tuve la sensación de qué cada canción de Depeche Mode se convertiría en pequeños himnos, postales de diferentes momentos con Sandra. No me equivoque.

Muchos años más tarde, Sandra MuchoTiempo me dejó, pero su música -ni idea por qué- se quedó.

Precisamente por eso, cuando en junio del año pasado internaron Sandra por un intento de suicidio mal concebido, fuí a mi casa, agarre 101, un viejo disc-man Sony, y le pedí al primer taxi que se cruzo en mi camino que me deje en la puerta de la clínica.

Una postal... su sonrisa cuando me vio entrar en la habitación.

Pedazos de una historia que pronto vendrá.

viernes, 26 de marzo de 2010

Aeropuerto 2010

La llegada de Bruno fue muy emotiva. Mariana, Patricio y Martín lo abrazaron durante un largo tiempo. Diego y yo no tanto. Por mi parte, le di uno de esos abrazos de palmada y sonrisa. Del abrazo de Diego no puedo decir demasiado, no preste atención. Bruno tenía la misma sonrisa que todos recordábamos, eso ayudo bastante. Martín fue el conductor de la charla por el hall de Ezeiza, lo cual agradecimos todos. Si bien la mayoría de nosotros tenía un cierto grado de ansiedad bastante manejable, jamás me hubiera imaginado que Bruno se llevaba el premio.

- Necesito sentarme un segundo- dijo Bruno mientras se tiraba sobre unas sillas.

Mariana Pizza miró a Martín, Martín miró a Patricio, Patricio me miro a… Bueno, la triangulación de miradas me incomodo un poco, lo admito. Pude escuchar la respiración de Bruno, el aire entrando por la nariz a raudales, llenando los pulmones y luego, muy despacio, dejando su cuerpo por la boca.

- ¿Te sentís bien, Bruno?- preguntó Diego.
- Evidentemente, no- murmuré.
- No- respondió el recién llegado, sacando un pañuelo en el bolsillo y limpiándose la frente.- Me duelen las piernas.
- Ya vengo...-dijo Martín, alejandose.
- Tendría que haber venido Richard- pensé en voz alta. (Richard es médico).
- Si, pero todavía no se recibió…- dijo Pato.
- ¡Tiene 38 años! ¿No se recibió?- pregunté.- Pense que sí.
- Creo que le faltan dos materias…- explico Patricio.
- Bueno… dos materias, es médico- dijo Diego intentando poner fin a la discusión.
- No, le faltan dos materias. Si le faltan dos materias, no es medico- Patricio, continuaba discutiendo y Bruno seguía sin poder articular una respiración decente.
- Es médico, Pato.
- No le faltan dos materias, Diego.

Repentinamente, tuve la sensación de estar esperando que un super-meteorito venga a estrellarse contra la Tierra.

Y (dejenme decirles algo) cuando uno tiene esa sensación, solamente quedan dos posiblidades: o que todos mueran, o que alguien haga algo.

Lo que sí estaba claro es que a Bruno le resultaba cada vez más difícil respirar.

Por lo tanto, alguien tenía que hacer algo.

Y como casi siempre sucede en estos casos: Martín siempre termina salvando el día. Llegó acompañado por dos guardistas de la sala de emergencias, y se llevaron a Bruno a la guardia hospitalaria del aeropuerto.

Bienvenido, Bruno.

martes, 23 de marzo de 2010

Doe, a deer, a female deer...

“Esperar” puede ser un proceso caótico. Odio los silencios incómodos (a menos que yo los genere, por supuesto). Ahí estábamos, sentados en algunas sillas de espera de Ezeiza. Diego comía semillas de girasol. Martín miraba la hora cada 5 minutos. Patricio caminaba, se lo veía ansioso. Por mi parte, me cruce de brazos y espere, en silencio. Entonces me di cuenta que el silencio no era una buena compañía para ese momento.

- ¿Ustedes sabían que las personas que se quedan peladas antes de los 30 tienen menos probabilidades de contraer cáncer de próstata?- pregunté, mientras Mariana suspiraba y ponía esa mirada de “oh no... conversación de hombres y de nuevo yo en el medio”.
- Tranquila, Mariana... Vos sabes que para nosotros, tenes “pitito”- dijo Diego.
- Es por una hormona... como que la queremos “poner” a cada rato... Se llama testosterona. Esa es la hormona que nos hace inmune al cáncer de próstata.

Y de nuevo el silencio. Gabriel, Richard, Agustín y Alejandro fueron a recibir a Bruno. De Agustín no me sorprendió. Los demás, tenían que laburar. Bueno, en teoría yo también tenía que laburar... Tantas cosas que hacer y tan poco tiempo. ¿Qué carajo estaba haciendo ahí? Eso es lo malo de los silencios incómodos... uno termina pensando y preguntándose estupideces.

- Como me calientan las azafatas...- dije.
- Estaba pensando lo mismo- Diego.
- Yo también...- suspiró Martín.
- Una vez me garche una azafata- dijo Patricio.
- ¡Dejate de joder!- se indignó Diego.- Eso es mentira...
- ¿Cómo sabés?- preguntó Patricio.
- Pato... si te hubieras garchado una azafata, lo primero que hacías después de acabar era mandar mensajitos por celular a todos...- dijo Mariana.
- La boquita, Mariana...- dijo Martín.
- Que fina la condesa- suspire.

En la tensa espera, Mariana Pizza mantenía un respetuoso silencio. Sin embargo, hay algo que Mariana no puede controlar: su mirada. Tiene un don, es una de las pocas personas que conozco que puede reírse con los ojos...

- Doe...- murmuró Mariana.
- ¿Que?- Diego, comiendo semillitas.
- Doe... a deer...- continuo Mariana.
- A female deer...- sonrio Martin.
- ¿Que pasa? ¿Que pasa? ¿Por qué estan hablando en inglés?- Diego, exasperado.
- Que memoria...- suspire.- The sound of music.
- Me suena...
- La novicia rebelde, Diego... La novicia rebelde. Sabes que hay algo que todavía no puedo creer... ¿Casi 13 años en un colegio doble escolaridad, y todavía hay que traducirte los títulos de las películas? Pobre tu vieja, se debe querer matar... La guita que gasto al pedo- dije indignado.
- Callate, boludo... ¿Y vos? ¿O no te acordas las canciones que le grabaste a Victoria cuando cumplieron 3 años de novios? Tu inglés apesta, Pablo... Hay copias de esas canciones en internet, deberías tener cuidado- dijo Martín.
- Gracias, Martín- Diego le ofrecio semillas de girasol a Martín.
- Miren... para que sepan: mi inglés es pésimo, pero es porque tengo un “problemita”. No retengo la buena pronunciación, pero entiendo todo... no necesito que me traduzcan nada- me justifique.
- Pobre tu vieja, se debe querer matar... La guita que gasto al pedo...- sonrió Diego.
- En fin... ¿les conté a quién me encontré el otro día cuando fui a pagar los impuestos para que no me corten la luz?- intente cambiar de tema.
- Contamos... pero en inglés- dijo Diego, obviamente mi estrategia fue pésima.
- ¡Ahora no te cuento nada, pelotudo!
- Chicos, ahí llego el avión de Bruno...- anunció Patricio.

Otra vez el silencio.

- Che...- Diego, inaudible.- Al final... ¿Lo abrazamos o no?

viernes, 19 de marzo de 2010

Un montón de nada

Dicen que los reencuentros después de tantos años, siempre son hiper emocionantes.

Martín fue el primero en enterarse de la llegada de Bruno. Realmente nos tomó por sorpresa a todos, no esperabamos semejante noticia. Habían pasado casi 20 años desde que Bruno se fue vivir a Francia. ¿Toda una vida? Y ahora volvía a Villa Urquiza, tanto tiempo después, convertido en el hombre en que nos habíamos convertido todos. Mientras comíamos la pizza (y empanadas) de los martes, en el departamento de Martín, nos sorprendimos recordando viejas andanzas (como casi siempre). Sin embargo, el pasado se cerró para nosotros dejando paso a las conjeturas de aquel futuro incierto que no habíamos compartido y -sobre todo- un presente neblinoso.

- ¿Lo tenemos que abrazar?- preguntó Diego.
- Creo que sí- pensé.- Si, ¿por qué, no? ¿No te pone contento?
- Es Bruno, boludo- dijo Patricio.
- Para, para… ¿alguno de ustedes mantuvo contacto con él?- seguía Diego con su pesquiza. Mientras Martín sacaba dos cervezas del freezer se hizo un silencio bastante incómodo.
- Es que… antes no era tan fácil como ahora, Die- dijo Pato.- ¿No nos escribíamos cartas?
- Las cartas le llegaban a Martín pero eran para todos. Quedamos que iba a ser un kilombo que mande una carta para uno… ¿No te acordas?- le dije.
- ¡Las cartas!- Martín fue a buscar la caja de madera donde guardaba todas las (pelotudeces) cosas que no sabía donde guardar. Abrió la caja y empezó a sacar fotos, papeles, cartas, entradas de cine.- No están…- dijo mirándonos a todos.
- ¿Las cartas de Bruno no están ni siquiera en tu caja de pelotudeces?- pregunté.
- ¿Cómo “pelotudeces”? Esta es nuestra historia…
- Dejate de joder, mejor me voy a fumar un pucho a la cocina…- señale la caja de "pelotudeces".- No se ustedes, pero yo a eso lo llamo “una señal”.
- Pablo tiene razón- habló Agustín, que por suerte había tenido la sutileza de quedarse callado hasta el momento, pero su participación ya era inevitable.- Las cartas no aparecen, nosotros no vamos. Punto.
- Por ahí te las dejaste en la casa de tu vieja cuando te mudaste acá, Marti- Pato siempre tan esperanzador.
- Si, pero igualmente, no voy a ir a lo de mi vieja a buscarlas ahora.
- ¿Vale la pena?- preguntó Diego.
- ¿Ir a buscar las cartas, abrazar a Bruno o qué?- Agustín, de nuevo. Ese era el peligro de Agustín... dejarlo hablar, el tipo con mas veneno que conocí en mi vida.- Sos un boludo.
- No se…
- Yo voy a ir a esperarlo a Ezeiza- dijo Pato.- Si alguien se prende estaría copado... No creo que lo vaya a esperar mucha gente
- Si… estaría bueno, chicos- propuso Martín.
- ¿Y la vieja de Bruno?- pregunté. Se hizo un silencio, bastante pesado.- ¿Qué pasa?
- ¿No te enteresaste?- dijo Martín.
- ¿No te enteraste lo que le pasó a la vieja?- Pato se puso demasiado serio.
- No- improvise un cenicero con un pocillo de cafe.
- Se tiró a principios de enero en Drago… al tren. Bruno viene para arreglar algunos temas de sucesión de la casa de Rivera- dijo Martín.
- ¿Se treneo la loca de la escoba?- Agustin hizo una mueca que intentaba ser un poco de sorpresa y cinismo.
- Agustín... Callate... Callate, Agustín. Aunque sea un minuto... Callate- me acerqué a Pato.- Me estas jodiendo...
- Boludo, que garrón… venir después de casi 20 años porque tu vieja se treneó, dejate de joder. ¿Qué te queda? Nada… ni siquiera nosotros… ni las cartas…- Diego estaba tan sorprendido como yo.- ¿Y cuando estaría llegando, Martín?
- El martes que viene, chicos.

No me había dado cuenta, pero mi cigarrillo se estaba consumiento sólo en el cenicero. El silencio se hizo dueño del living. El ruido del timbre nos sobresalto un poco.

- ¿Hola?- dijo Martín por el portero electrico.- Suban... Bueno, estan subiendo Richard, Alejandro y Gabriel...

Por suerte, Alejandro se había acordado de traer mas cerveza. Comimos en silencio... Nadie toco las empanadas de humita.

- ¿Quien es el pelotudo que siempre pide empanadas de humita y nunca se las come?- pregunto Diego.
- Bueno, si quieren...- dije, mirando a Diego.- Como para cortar el clima, les pudo contar con quién me encontre hoy en Triunvirato cuando fuí a pagar la luz que mi hermana se olvido de pagar...
- ¡Con quién!- preguntó Diego.
- Bueno, resulta que fuí a Triunvirato... Patricia se lvido de pagarme la luz, y bueno... Fuí a pagar y...
- Yo digo que votemos- interrumpió Martín.
- ¿Qué?- dijo Diego agitando la empanada.
- Ahora que estamos todos, que votemos...- Martín nos miro seriamente a todos.- Los que quieran ir a buscar a Bruno a Ezeiza que levanten la mano...

Y votamos...

Dicen que a veces se vuelve por necesidad... otras por fuerza mayor. Pero que al fin y al cabo, siempre se vuelve.

Y nosotros decidiendo el abrazo largamente postergado en una votación de mano alzada.

martes, 16 de marzo de 2010

Cero mensaje en el contestador

Ojalá, pero no.

Mensaje de Elizabeth Veterana
Pablo, soy Elizabeth... como estas? Espero que bien, hace un par de meses estoy pensando en vos. Surgió un tema de laburo, algo de prensa orgánica. Me gustaría charlar con vos personalmente, es una propuesta interesante. ¿Como te ves para escribir gacetillas políticas para una grilla de medios pautados? También habría que cubrir algunas conferencias en el congreso. Necesitaría que me confirmes antes del 1ero de marzo, ese día se empieza a sesionar... y quiero arreglar el tema de las acreditaciones. Llamame así te comento un poco mejor.

Mensaje de Alejandro
¡Pablitooo! Tengo que hablar con vos, llamame ni bien llegues. ¿Te acordas del material de stand up que cediste para la obra de mi amigo Carlos? ¿El monologo de las obsesiones? Bueno, llamame, el actor que lo estaba tirando en el teatro tuvo un accidente, nada grave, pero bueno... Bueno, el productor me dijo que te pregunte si no te interesaría subirte y decirlo vos... Te pagan la fecha, eh. No se, fijate... Ah, escuchame, otra cosa... ¿Te llamó Martín? ¡No sabes lo que paso, boludo! Nos tenemos que ver... Beso, llame cuando llegues, no te cuelgues.

Mensaje de Gabriel
Pablo, todo bien con la productora de eventos, tome 7 entrevistas, y voy cerrando la creatividad de la fiestas. Nada, espero que la estes pasando bien. Te dejo este mensaje porque se que me vas a llamar desesperado cuando llegues para ver como va todo. Con el tema de la editorial, necesitaría dos cuentos: misma temática que los anteriores. Esto es recién para marzo, así que tranca. ¿Hablaste con Martín? Terrible noticia... la verdad quede de culo. Bueno... nos tenemos que ver. Abrazo.

Mensaje de Martín
Pablo... Recibí una llamada de Bruno. Esta llegando a Buenos Aires a mediados de febrero. Falleció la vieja... Tenemos que juntarnos con los chicos, habría que ir a buscarlo a Ezeiza, no se. Llamame cuando llegues.

Mensaje de Mariana
¿Señor Vanucci, como le va? Llego la hora de cumplir mi promesa... un poco tarde, una amiga locutora quiere armar un programa, le propuse a vos y a Gabriel para la producción de contenidos. Me encantaría... Ah, si, la promesa... es pelirroja. Locutora y pelirroja... Bueno, vos estas casado... pero yo cumplo mis promesas, jajaja. Hablando en serio... Vuelve Bruno, terrible lo que le pasó a la vieja. Besos, pensa lo del programa.

Mensaje de Patricia
Pabli... mamá se fue de vacaciones, me dejo los servicios de tu depto para que los pague... pero me salió un viajecito a la costa. En fin, nada, que no los pague... Sorry, te deje la plata en casa, pasa a buscarla antes que te corten la luz. Besitos.

Elige tu propio mensaje... empezamos, nomás.

¿Por dónde?

No se.

viernes, 12 de marzo de 2010

I´ve got my mojo working

Hace algunos meses, unos tipos ingleses hicieron una encuesta sobre el trabajo y las personas. Los resultados fueron devastadores: el 55% de las personas admitieron ser infelices en su trabajo. Lo peor no fue eso; lo peor fue que un 90% admitió tenerle miedo a los lunes.

Todavía no me explico como uno puede irse de vacaciones, olvidarse del mundo; volver y encontrarse con la cruel realidad laboral como si nada. Debería existir algún Centro de Ayuda… no sé, algo. Las personas como yo no estamos preparadas para afrontar la realidad del regreso al trabajo sin sufrir un terrible stress. Yo laburo desde los 15 años. Y eso sólo puede significar una cosa: soy un adicto al trabajo. Trabajar hizo posible que me diera todos los gustos: viaje a Bariloche de egresados, salidas todos los fines de semana, cine, ropa, un departamento.

Cuando “las personas como yo” nos vamos de vacaciones sufrimos de abstinencia. No nos permitimos el disfrute. Por suerte, Victoria se encargo de recordarme que nos íbamos a quedar un mes sin volver a casa y que podía dormir hasta la hora que yo quiera. Me costó mucho desprenderme de mi rutina, pero lo hice… Enero será recordado como el mes del caos, las sábanas arremolinadas, los desayunos frutales, el all inclusive, los protectores solares y la arena blanca entre los dedos del pie.

Disfrutamos pero, en silencio, pensamos en todo lo que nos espera al regresar. Sonreímos, nos entregamos el goce de unas vacaciones bien merecidas, pero planeamos secretamente nuestro regreso. No lo voy a negar, debo reconocer que estaba ansioso por volver a mi rutina laboral. Ese fue mi segundo error.

El primero fue no haber leído la nota de los ingleses en su totalidad. Al final, informaban -en letra muy pequeña- que uno de los golpes de stress más grande que sufren las personas en relación a su trabajo es ocasionado por un solo y único factor: volver de unas largas vacaciones. Por eso el 90% de la gente encuestada le tenía miedo a los lunes.

Por mi parte, hasta hace un mes y quince días, pensaba que mi miedo más grande era salir a la calle, tomarme el 114, sentarme en el primer asiento de uno, y que el colectivero me diga: “señor, se olvido de ponerse los pantalones, el boxer rojo con círculos blancos no le queda tan mal, pero le voy a tener que pedir que se baje en la próxima parada… y por favor, utilice la puerta de atrás”. Para sumar desgracias, mi suegra viajaba en ese bondi. Bueno, ese era mi miedo más grande.

Eso fue hasta el 4 de febrero de 2010… el día que regrese de vacaciones, entre a mi departamento de soltero, vi la luz del contestador telefónico titilando furiosamente y apreté “escuchar”. Mientras el zumbido del rebobinado mosquiteaba, suspire. Empezaba el febrero más agitado de mi existencia; pero primero, lo primero.

El primer mensaje era de Elizabeth Veterana.

martes, 9 de marzo de 2010

Alma bajo la lluvia

El día de la graduación de Nuria Vainilla llovía mucho. Un vendaval de viento y agua azotaba el SUM del country donde mi colegio solía hacer la fiesta de fin de año y entrega de diplomas. Fue el mismo country donde -dos años más tarde- Paula Miano nos dejaría a todos en vela y con un sweater deshilachado en mano. Pero para eso faltaba un tiempo, y además ustedes ya conocen esta historia.

Lo que nos importa es la lluvia. La lluvia y Nuria. La fortuna y el último día que la vi. Realmente unos pocos afortunados de 3er año logramos tener acceso a la fiesta. Algunos consiguieron su la entrada por el simple hecho de ser hermanos o hermanas de alguna de las comisiones de 4to año que organizaban la fiesta. Otros, como Bruno, por ser hermano de una egresada. Y algunos pocos; perdón: yo, por la gracia divina de ser una de las pocas familias con cuatro hermanos en el colegio. El famoso chantaje legalizado. Pilar hizo uso y abuso de ese poder; lo mío era solamente en ocasiones especiales. Ocasiones como las fiestas de egresados en ese country, me encantaban.

El final del ciclo de Nuria fue la única fiesta de egresados en la que llovió. Aún así, mi primer recuerdo fue verla bailar bajo la lluvia, iluminada por las luces y la luna que se escondía entre nubarrones enormes. Estaba sola, y en un giro me vio, su sonrisa fue intensa, sincera y hermosa. Me acerqué, me di cuenta que estaba borracha.

- Te puedo hacer una pregunta, Nuria?- ella dejo de bailar y me miro.- Hace 3 años me dejaste un sobre con una figurita adentro.
- La Antorcha del atleta del Cuerpo Humano- Nuria busco su vaso de cerveza (protegido en un reparito de ventana) y se lo bajo entero.- Que álbum de mierda.
- Si, la verdad que si...- suspire.- ¿Cómo conseguiste la figurita esa?
- La robe- me dijo.- Entre al kiosko justo en el momento en que un chico canjeaba su “Antorcha” por el casete. Le pedí una gaseosa, se fue atrás a buscarla y se olvido la figurita ahí...
- ¿La robaste?
- ¿Qué tiene de malo? Si total el pibe que la cambio ya tenía su casete. El kioskero seguro que la perdía- se rió muy fuerte.
- Nada- no me esperaba esa respuesta.- Nunca te dije... pero: gracias, Nuria.
- De nada, Pablo... Anda a bailar adentro, te vas a mojar acá. Nos vemos cuando vuelva.
- ¿A dónde te vas?
- Me voy a tomar el año que viene para recorrer Latinoamérica. Siempre fue un sueño para mi.
- ¿No vas a entrar al CBC?
- No este año... me siento un toque mariposa.

Nuria me contó sobre las mariposas. Una teoría extraña y significativa; sin embargo, esa noche no le preste atención. Sobre la energía de la vida, la naturaleza que nutre los cuerpos otorgándoles un significado único, un motor. Esa era la energía que Nuria rescataba día a día, la que la impulsó a robar una figurita difícil; y la que ahora la llevaba a llenar una mochila con algo de ropa y viajar.

- Tenes que leer a Nietzche... algún día- me dijo.- Una mariposa ejecuta sus propios deseos, sin atarse a nada.
- ¿Y esta bueno eso?- pregunté.
- Esta buenísimo eso, claro. Es una forma de convertirnos en espíritus libres, de imponer nuestros sentimientos al mundo...

La deje bailando sola, con un vaso de cerveza en una mano y su cara desafiando nubes. Esa fue la última vez que la vi; dos meses después, Nuria Vainilla moría -víctima de un asalto- en la terminal de micros de Rio de Janeiro. Como mueren las mariposas, atrapadas en la red del puto destino.

viernes, 5 de marzo de 2010

La chica del CUIL

Hubo una noche que todos recordaran como “la peor borrachera en la historia de una persona”. Sucedió hace algunos años, en el Locos por el Fútbol de Recoleta.

Luego de intentar levantarme a Mariana, de escapar del aliento de un dragón del rugby (gracias a la oportuna llegada de Diego), sucedieron muchas cosas... Esa misma noche se comprometieron Martín con Cecilia Miel y yo estuve presente... de hecho, creo que hice un papelón importante (fue algo que dije sobre el compromiso, dicen); entonces, lo mejor fue perderme entre la gente del boliche.

Para mi, estar borracho en un boliche es como ser extranjero en Singapur. Primero, sentís que todo el mundo te mira y después, vos miras a todo el mundo con la mirada perdida. Siempre con esa extraña sensación de querer estar en otro lugar (en el baño de tu casa, en tu cama, quien sabe). Pero no ahí, intentando balbucear “perdón” a cada persona que te chocas. Claro que siempre es cuestión de ver lo bueno en lo malo. Esa es mi filosofía, que resumida a un solo enunciado queda así: podría ser peor. Por suerte, la parte buena del asunto es que siempre existe una raza con la cual vincularse... Dios bendiga a las mujeres borrachas de cualquier boliche.

Ahí estaba ella. Todavía no me puedo acordar como se llamaba.

- A ver... ¿Nombre de que tengo?- dijo la muy incauta.
- ¿Tengo cara de poner apodos a las chicas con las que salgo?- le dije acercándome un poco más a su boca.
- No, no tenes cara de poner apodos.
- ¿Y yo cara de qué tengo?- pregunté.
- No se, pero tenes linda boca...
- Eso lo tendría que haber dicho yo- y la bese.

Bueno, esto resume el apareamiento de un hombre y una mujer borrachos en un boliche. Diálogos sexualmente perturbadores, mucho roce de cuerpos y manos en lugares prohibidos a la vista de todo el mundo.

- Hay un telo acá la vuelta- le hable al oído, muy despacio.
- Vamos- dijo ella.

Y fuimos.

Generalmente soy más apasionado para el garche, pero aquella vez había algo que estaba mal... mucho alcohol. Ella y yo funcionamos bastante bien, pero tanta bebida no dejo tiempo para el disfrute, fue todo muy metódico, muy salvaje, muy... Ahora que lo pienso: no estuvo tan mal.

Eran las 7 de la mañana cuando regresamos a la puerta de Locos por el Fútbol, cada uno buscando a nuestros respectivos grupos. En silencio, ella reviso su cartera, saco una lapicera y una papel.

- ¿Hablamos?- me dio el papel, era un CUIL.- No tengo otra cosa para anotarte mi celu.
- ¿No lo vas a necesitar?- pregunte.
- Voy a un locutorio y pido otro- me dio un beso con gusto a chicle de menta y desapareció.

Me uní a los sobrevivientes de aquella noche -Diego y Mariana- en un importante desayuno en la estación de servicio de Balbín y Monroe. Diego me llevo a casa, donde me encontraría con el punto culminante de mi borrachera en un vomito en el ascensor y el regreso de Jorgelina Pecas.

El año pasado, mientras ultimaba los detalles de mi mudanza, encontré el comprobante de CUIL -arrugado y gastado- en el cajón de mi mesa de luz, muerto en un rincón. Mire el teléfono, intenté buscar mentalmente el “barrio” guiándome por los 4 primeros números. Imposible. Todavía se llegaba a leer el nombre del otro lado del comprobante. No lo leí, hice una pelota con el papel y lo tire en una bolsa de basura.

Ciertamente, preferí que siga siendo la chica del CUIL.

martes, 2 de marzo de 2010

Parte de la religión

“La loca de enfrente” y “la vieja de la ventana” eran la misma persona. La diferencia estaba en las distintas generaciones que le habían regalado ese apodo. Por ejemplo, la generación de Patricia y Paz fue la encargada de bautizarla como “la loca de enfrente”. A mi vieja eso nunca le gustó. Años más tarde, Maqui y Mica -y su grupo de adolescentes caóticos y descontrolados- la empezaron a llamar “la vieja de la ventana”. Para entonces, mi vieja dejo de darle importancia, y simplemente intentaba cambiar de conversación. En cierta forma, yo la entendía. A mí tampoco me gusto ver como “la mamá de Bruno” iba transformándose en un fantasma.

Durante el último año, la vi muy pocas veces, generalmente cuando me bajaba del tren en Drago y caminaba por Acha. Ahí estaba ella, barriendo hojas secas de su vereda, saludándome con un ligero movimiento de cabeza. Siempre tuve la sensación de que no me recordaba.

Mariana Pizza nos contó que un día la escuchó murmuran “hija de puta, hija de puta, hija de puta” en un susurro casi inaudible de mirada perdida, apretando muy fuerte el palo de la escoba. Mariana nunca más volvió a caminar por aquella vereda, ni pasar por enfrente de lo que hace algunos años fue la casa estilo chalet de Bruno. Aquel “hija de puta, hija de puta, hija de puta” le erizó la piel.

No creo que el papá de Bruno haya sido el destinatario de aquella maldición. El hombre dejo la casa estilo chalet cuando se cumplió el segundo aniversario de la muerte de su hija, Nuria.

Es de esperar que las maldiciones no se dirijan al encuentro de Nuria (dónde quiera que se encuentre su alma). Ella no tenía la culpa de su destino. Nadie decide recorrer América Latina pensando que va a morir en la rodoviária de Rio intentado resistir un robo. Ese fue el revés del destino, esa jugada siniestra que uno jamás espera…

"Hija de puta, hija de puta, hija de puta"; obviamente, se refiere a la vida. Aunque podría también referirse a la sorpresa inesperada, a la policía golpeando la puerta para avisar del triste final de su hija de 19 años, a la espera, a la lluvia de verano que no pudo hacer invisibles las lágrimas de una familia que empezaba a desmoronarse.

Nuria Vainilla tenía 19 años cuando murió; sin embargo, 3 meses antes -el día de su graduación- me contó la historia de la “antorcha”, la figurita más difícil de un álbum aburrido. También me habló de su viaje y de las almas libres. Recuerdo esa noche como si fuera hoy. Fue el suceso extraordinario de aquella madrugada.

Con respecto a esta historia, hubo varios sucesos más.

Una vez, luego de regresar de unas vacaciones en Brasil, la mamá de Alejandro mencionó que le pareció ver al papá de Bruno mendigando algunas monedas en una playa de Recife. La noticia no dejo de producirme cierta angustia.

La mamá de Bruno empezó a aislarse cada vez más. La hermosa casa estilo chalet, se convirtió en un caserón horrible, lleno de plantas que intentaban devorarlo. Desde una ventana, en el primer piso, “la vieja de la ventana” abraza fotos y recuerdos antes de dormir.

Cuando Bruno terminó la secundaria, lo primero que hizo fue mudarse a Paris. Ahora, puedo definir un par de cosas. Creo que la mamá de Bruno pudo ver su futuro, y entonces intentó el último manotazo para pelearle al destino. Sacó todo el dinero de la caja de ahorros y se los envió a su hermana, dispuesta a recibir a su sobrino en su casa de Montparnasse.

Bruno se fue dejándome el casete de Tango 4, como recuerdo inalterable de un verano con muchas historias. Bruno se fue, al principio, hubo un intercambio de cartas. Yo no se, no recuerdo bien, si llegamos a la “era mails”. En algún punto de nuestras historias (la mía, la de mis amigos) Bruno desapareció -como su padre- y nadie lo juzgo por eso.

Todos pensamos lo mismo.

La vida -a veces- es una hija de puta.