jueves, 31 de diciembre de 2009

That every kiss was neverending

Los miedos terminan cuando empieza lo inevitable.

El 18 de diciembre pasado, culminamos con Victoria nuestra historia de novios y nos largamos a vivir nuestra historia de casados. Una historia de novios que comenzó hace 5 años; casualmente, en un momento donde no pensaba hacer nada mejor que concentrarme de lleno en mis metas profesionales y seguir haciendo de mi vida amorosa un desastre total.

Recuerdo que (cuando todavía estábamos en el forcejeo interno de dejarnos entrar uno en la vida del otro) nos dimos cuenta -ella primero- que esto iba para largo. Al principio me tragaba los "te quiero", los masticaba y los hacía desaparecer. Hasta que un día sentí que faltaba algo despedirme; por inercia lo pensaba y casi lo decía. Casi, hasta que un día simplemente lo deje escapar. “Te quiero, Vicky”. A partir de ese momento, ella empezó a robarse los "te quiero" de mi boca.

De la manera menos pensada, encontramos a alguien en donde pegotearnos un poco, sostenernos para que las caídas no duelan tanto, y que los chistes sean más graciosos.

Pasaron los meses, y ya era inevitable que (al menos) pensemos un poco en explicar que nos pasaba. Lo bueno de todo, fue no darle forma a nada y seguir así. Como generalmente sucede en estos casos, la explicación que yo buscaba estaba en su mirada y su sonrisa. Mirar sus ojos verdes y escucharla sonreír era (y es) la maravilla de cada día.

Ella no es una pequeña bailarina en una cajita de música, no es un roble fuerte donde cobijarse. Ella es mucho más que todo eso.

Ella es la señora de los bosques, la reina del abrigo, aquella mujer hermosa que me deja dormir abrazado a su cuerpo y sentirme muy chiquito.

No hay coraza posible, inventada por el hombre, que frene una mirada que te llegue hasta el estomago y que atraviese tu corazón, y eso lo sabemos.

Lo mejor de estas historias es vivirlas todos los días, como si fueran el primero y el último.

Esa es la única realidad, que todos nuestros miedos mueran en una búsqueda inevitable por ser feliz.

Este lugar, este blog, fue un poco eso durante este año, la búsqueda de ser feliz, de tener un cable a tierra entre tanto acelere laboral y casamenteril.

Sirvió, y como. Recordar cada momento en forma de torbellino me pareció genial, volverme tan lineal en los últimos meses, no tanto. Creo que falta mucho por contar, historias, miles de historias inconclusas, gente que ni siquiera se asomo, y sobre todo, mis días con Victoria. Resumir la relación en espacios tan acotados le quitó toda la magia que siempre tuvo, las alegrías y las tristezas, y más alegrías, siempre más alegrías.

La idea de contar todo, fue darle forma a mi historia, y eso esta cumplido en un porcentaje muy pequeño. Me gustaría contarles de la internación de Sandra MuchoTiempo a mediados de este año, de la reunión de ex alumnos y de Paula Miano, de la vida actual de Jorgelina Pecas, del momento exacto en qué desapareció Angelo de esta historia, de la muñeca antigua que Richard se robo la noche de los brownies de marihuana, la historia de Dalia, sobre el violento final de mi viejo... muchas cosas, muchas historias, poco tiempo.

Este es el violento final. El violento final feliz. Así termina esto, en su ley, en el relato de la historias que no fueron, la narración de las no-historias, y con mi casamiento, como siempre supe que terminaría.

Las historias de amor -de las verdaderas historias- son las que uno no planea vivir, las que aparecen a la vuelta de la esquina y nos llevan de la mano a un mundo de costumbres totalmente nuevas y desconocidas, a un mundo de recuerdos que termina dando forma a nuestro presente. Esa es la magia del verdadero amor, que nuestra historia pasada sea el nexo con nuestro presente y nuestro futuro, haber amado para poder amar.

Gracias a todos por leer, por acompañarme. Feliz año para todos, de todo corazón. Me llevo la notebook para cerrar el ciclo, para terminar de responder cada uno de los comments como siempre hice, que sepan que estoy acá, con tiempo de vacaciones y luna de miel, Entre desayunos increíbles y soles cordobeses.

Final feliz, sin dudas.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una luna de miel en la mano

Durante la fiesta hubo miles de anécdotas que jamás podrían ser contadas en una sola entrada. Sin dudas, fue una gran fiesta.

La luna de miel es en enero. Victoria y yo teníamos un montón de obligaciones que acompañaban a la guinda del casamiento; laburos y demás. Enero es una buena fecha, vamos a ir a Córdoba (primero) y después, veremos. No tenemos nada planeado, iremos improvisando sobre la marcha. En ese sentido, somos los dos bastantes tranquilos. La fiesta (por el contrario) tuvo que ser “importante” porque había gente involucrada que esperaba que sea una super fiesta. No en el sentido de una fiesta de revistas, sino una fiesta con muchos invitados, gente con la que uno quiere compartir el momento.

Estuve escribiendo todo diciembre, tengo cubierta la editorial hasta marzo (5 notas y 2 cuentos, y a otra cosa). La productora de eventos esta muerta en enero y febrero, lo único que hay son entrevistas para fiestas con deadline a partir de marzo (Gabriel las toma). El teatro nos pidió re-estrenar la obra en enero (segunda temporada, dicen). La versión oficial manifiesta “creemos que es un éxito pequeño que podemos llegar a convertir en uno mediano, la propuesta es interesante, el teatro apuesta a la obra”. Todo muy lindo, la versión extra-oficial -en cambio- dice “miren, muchachos, en enero no tenemos una puta obra en cartelera porque se van todos a la costa; si ustedes quieren, renovamos”. En fin...

El 2010 viene muy agitado; pero como dice Victoria “tranquilo”.

Si, tranquilo.

Las valijas ya están en el living. Deje algo de ropa afuera para pilotear la indecisión de “¿qué carajo me pongo en año nuevo?”. No me importa, tengo excusa, tengo 3 hermanas, 2 sobrinas... puede ser todo lo superficial con la ropa que quiera. Después del brindis, vamos a pasar por la casa de Gabriel.

No se cuando vamos a volver. Puede ser el 15, puede ser el 20.

Ahora, el consejo gratis: nunca se casen en diciembre. Es un horror, es la peor pesadilla convertida realidad. De nada.

martes, 29 de diciembre de 2009

El año del cometa

Como sabrán, el último año de novios fue un descontrol. Hubo corridas, apurones, insomnio, recuerdos, amores y desamores. Fue un año hermoso, en más de un sentido.

Recuerden este año, porque es probable que la raza humana haya ganado concursos millonarios, las máquinas de boletos en los colectivos, hayan escupido pasajes capicúas uno tras de otro, y la mujer y el hombre de sus sueños se haya entregado a todos sus placeres... fue un año, no solamente para mí, sino para todos creo. Es que solamente hay que recordar un poco lo vivido. Hay oportunidades que aparecen una sola vez en la vida, y no hay que dejarlas escapar. De eso se trate, de ver el cometa y pedir un deseo. Yo vi una estrella fugaz, pero subí la apuesta. Era la hora de pedir mi deseo.

Fue ser feliz.

Y mirando lo hermosa que estaba Victoria, no podía dejar sonreír como un boludo. El cura dejo hablar, en un momento; era la hora de abrir la boca y decir lo mío:

- Si, acepto.

lunes, 28 de diciembre de 2009

El año que vivimos en peligro

Victoria caminaba despacio hacia el altar, con su papá del brazo. Bellísima, sonriente, con sus ojos verdes encandilándome en cada paso. Su sonrisa de ángel, feliz.

La mayoría de las historias de amor son tan simples de contar que uno puede calificar cada momento de rutinario. Dos personas se quieren, punto. No hay mucho más. Pero hay que vivirlas... nadie puede morirse sin haber vivido una verdadera historia de amor. La vivencia de querer es tan frágil que cualquier cosa la puede romper. Y nuestro cuarto año de noviazgo comenzó con un cimbronazo, un temblor seguido de pequeñas secuelas que fueron removiendo los cimientos... No fue fácil. No, no lo fue.

Jorgelina Pecas regreso a pasar la navidad con sus padres y para quedarse en Buenos Aires. El restó había quedado en manos de un primo lejano (ni idea). No lo voy a negar, había recibido llamados de Pecas en fechas claves (cumpleaños, navidad, día del arquero) durante los últimos 3 años. En algún llamado de tantos le dije que estaba de novio. Eso fue todo, ella siguió llamando. No hay muchos más que decir. Me hago cargo del silencio, de las llamadas clandestinas y de haber blanqueado la historia de pecas con Victoria en el último instante posible. Fue cuando nos cruzamos los tres en el hall de mi edificio. Victoria supo al instante que algo pasaba. Le dije la verdad. Que Jorgelina Pecas era “antes”, eso fue todo lo que necesito Victoria. Pero hay una realidad, Jorgelina Pecas no vino a recuperar nada. Esas cosas solamente pasan en las películas. Sin embargo, su regreso me hizo replantear un montón de cosas. Pecas era demasiado inteligente como para intentar nada, sabiendo que ya íbamos por nuestro cuarto año de novios con Victoria.

Los primeros seis meses del 2008 fueron casi caóticos. La adicción al trabajo tuvo su momento de gloria con un proyecto al que no pude negarme, un proyecto por el que había luchado durante mucho tiempo. Era “el sueño”, como lo llamábamos con Gabriel. Era un trabajo progresivo durante casi todo el año, con todo lo que eso implicaba para mí: no dejar ninguno de mis otros laburos satélites (editorial, eventos, correcciones, etc). Era no tener más vida, no ver a Victoria más que una vez por semana, llegar a mi casa sufriendo de soledad. Victoria fue compresiva, sabía lo que me estaba jugando. No dijo nada. Mi relación con Victoria sufrió cada decisión que yo tomaba. A pesar de esto, peleamos mucho. Peleas que eran -en realidad- pedidos de auxilio. No los escuchamos. La compresión, por supuesto, tiene sus límites. Llegamos a pasar 4 días sin hablar, eso era muchísimo. Había algo que estaba mal, que se estaba rompiendo.

El 19 de diciembre del 2008 me di cuenta que me había convertido en el “Jorgelina Pecas” de Victoria. Habíamos cumplido 4 años de novios y yo ni siquiera la había llamado. Poco a poco había hecho a un lado a Victoria por perseguir mis sueños, mis metas laborales y profesionales. Me había convertido en un año en lo que a Jorgelina le tomo varios años y muchas idas y regresos. Había dejado sola a Victoria; sin ella, cualquiera de mis logros era “medio logro”. Era una mierda.

El 20 compré un anillo y le propuse casamiento.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Los años felices

Pilar no sonreía; tenía los ojos húmedos, cruzamos miradas y le sonreí. Ella modulo un “te quiero” perfecto, y me devolvió la sonrisa. Paz lloraba. Nunca entendí la manía de llorar en los casamientos. No les voy a negar que yo también lo hice. Una sola vez, fue en el casamiento de Patricio, fue una sensación liberadora, felicidad pura... raro, me sentí un pelotudo. A un costado, estaba Patricia -radiante, la mas hermosa de todas- se había preocupado por cada mínimo detalle de su vestuario, maquillaje y peinado. Y mis sobrinas, Macarena y Micaela... El primero en darse cuenta de lo crecida que estaba Maqui fue Alejandro. Fue una suerte para él que tuviera otras cosas en que pensar...

Mientras tanto, Victoria caminaba despacio hacia el altar, con su papá del brazo. Mi suegro, dios mío.

Llegando al segundo año de noviazgo conocí a la familia de Victoria, y viceversa. Ella primero y -para variar- mis hermanas la odiaron. Mi vieja todo lo contrario, la amo desde el primer momento. Patricia criticó su ropa, Paz criticó algunos comentarios que hizo durante la cena, y Pilar... bueno, Pilar simplemente le bajo el pulgar de entrada. Fue una suerte tener a mi vieja de nuestro lado. Pudo haber sido peor. Las diferencias fueron suavizandose con el correr del tiempo, por suerte
No pude dilatar mas el momento de conocer a su familia, integrada por padre, madre y hermano. Por lo poco/mucho que sabía iba a resultar una tarea titánica. La familia de Victoria es el clásico clan aristocrático de Belgrano, codeándose siempre con gente de apellido Anchorena, Ocampo, Bustamente o Larreta, o combinación de ambos apellidos. No fue tan malo como pensaba. Vivían en una casa enorme en la zona de los “virreyes”, jardín adelante, jardín atrás… Cuando cruce las puertas de aquel caseron escapado de una telenovela de las 3 de la tarde, el único recibimiento que tuve en el jardín fue Dalia (si, Victoria se quedó con la perrita). La familia nos esperaba en una recova que tenía la casa. Al día siguiente, la mamá de Victoria me describió como “un joven encantador”. A decir verdad, la familia de Victoria me recibió mucho mejor que mi hermanas a ella. Me sentí muy comodo, y la relación fue creciendo con los años.

El tercer año de noviazgo fue maravilloso. Fue el primer año que pudimos irnos de vacaciones, hubo muchas salidas con mis amigos y los dos nos afianzamos mucho en nuestros laburos. El único momento oscuro del año fue cuando sucedió el “incidente del concurso teatral en Miami”. Aprendí (aprendimos con Gabriel) que antes de entregarle un script a un productor, lo mejor es tenerlo registrado. Algún día me gustaría volver a cruzarme con ese tipo… Victoria fue de gran ayuda, apoyó y motivó lo suficiente para abrieme los ojos. ¿Era realmente eso tan importante? Era una cagada, sí. Pero no era lo más importante, yo ya estaba laburando y tenía todo lo necesario para vincularme laboralmente en lo que yo quisiera. Ese fue otro error, me convertí en un adicto al laburo. Feliz y enamorado. Este año fue increíble, empecé a laburar más eventos en la productora, más notas y cuentos en la editorial, más asistencias de producción para mis amigos, más de todo… mi idea era comerme el mundo, formar un equipo de laburo transparente y perfecto. El final de nuestro tercer año de noviazgo no podía prometernos un futuro mejor, la productora de eventos nos dio la posibilidad de laburar algunos eventos instituciones (pasar de familiares a empresariales era el salto que estabamos esperando hace años), edite mi primer libro, estrene mi primera obra de teatro (con Gabriel y yo produciendo, esta vez no nos iba a cagar nadie), la editorial empezó a pedirme cuentos... fue un año maravilloso.

Si, el nuestro tercer año de noviazgo fue maravilloso… excepto por un pequeño detalle: cuando estabamos por cumplir 3 años de novios (el 18 de diciembre), Jorgelina Pecas regreso de Nueva York.

jueves, 24 de diciembre de 2009

El año del conejo

Si... efectivamente, Diego estaba llorando. Pude ver el codazo entre Agustín y Gabriel -complices- intentando recordar las silenciosas lágrimas de Diego para después hacer mil chistes sobre eso.

Victoria caminaba despacio hacia el altar.

Nuestro primer año estuvo lleno de cosas lindas. Estar con Victoria era un sentimiento nuevo para mí. Todavía no sabía si estaba enamorado. De lo que no había dudas era del mareo, estaba mareado. Ella se fue metiendo en mis rutinas y yo deje que lo haga. Desayunaba con ella, la llamada después de almorzar, antes de acostarme, y poco a poco le fuimos dando forma a esa rutina. Todo tenía un entorno, nada era dejado al azar. Siempre estaba el placer de observar alrededor y comprobar que un momento mágico, puede ser pintado con aromas, colores, ruidos y voces. Con su perfume, con su color preferido para las remeras, con el ruido de sus llaves, con sus mil y una risas. Si, Victoria tiene mil risas, una para cada momento. Eso fue algo que me llamo la atención, y me enamoro.

Nuestro primer año de novios fue como subirse a un columpio, una de esas hamacas de plaza pública, sentir el movimiento, el viento en la cara, y dejarse llevar. Ir cada vez mas arriba, subiendo la apuesta. De eso se trataba, de un movimiento sutil, de un viento suave y un aroma dulce, de cabellos al viento, dibujando una parábola, de una sonrisa que no para de crecer.

La multiplicad de sentidos. Los distintos tonos del cielo. Las formas monumentales y fantásticas de las nubes. La táctica del movimiento genial. El mareo visceral al cerrar los ojos. Ir y volver. Reir y re-volver. Sentir el viento en la boca abierta, el aire de lleno en los pulmones, inflando corazones. Jugar con quien sepa jugar... dejarse llevar.

No hay peor que sacar un animal de su habitat natural y ponerlo en cautiverio. Esa es mi teoría sobre los conejos. Así me sentía, en un lugar nuevo, inspeccionando asustado cada momento y situación, esperando cualquier acontecimiento inesperado.

Tarde más de 6 meses en presentarla a mis amigos, casi un año en invitarla a cenar con mi vieja y mis hermanas, y mucho más que eso en conocer a su familia. Ella lo entendía, supo las reglas desde un principio. Fue ir de a poco, pero pisando firma en cada momento. No hubo errores.

Ella conocía el juego... mucho mejor que yo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ceremonia

En el triángulo de las Bermudas barrial que forman las calles Estomba y Echeverría, se encuentra situada la Parroquia San Patricio. Es una zona reclamada por 3 barrios, Villa Urquiza, Villa Ortúzar y Belgrano. A nadie le importa. En esta Parroquia tome mi primera comunión y -contra todos los pronósticos- fue la que elegimos con Victoria para casarnos. Mi vieja hubiera preferido que elija el Santuario de Jesús Misericordioso (en Miller y Rivera) o la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (en Cullén y Triunvirato). Mas datos inútiles. Elegimos precisamente San Patricio porque esta en esa lugar incierto en donde ningún familiar nos podía decir “¿por qué no se casan en algún lugar del barrio?” Estomba y Echeverría no es Villa Urquiza, no es Belgrano, ni siquiera se sabe si es Villa Ortúzar. Fue la elección correcta.

Casarse por iglesia es una experiencia personal y única. El silencio de la espera, la llegada de la novia, todo tiene una mística muy especial. Creo que con Victoria nos necesitábamos este momento. Casarse por iglesia es algo que corona todo, le da un sentido casi mágico, más allá de ser creyente o no, es el momento que todos esperan.

- Que buenas que están las amigas de Victoria- me dijo Alejandro.- Tranquilo, estoy haciendo un chiste para descomprimir el momento.

Me asomé por un ventanita y pude ver a Diego fumando un cigarrillo a las apuradas. Me estaba muriendo por un cigarrillo. Casi podía ver toda mi vida pasar por delante de mis ojos cuando empezó a sonar la música. Me estaba muriendo por un cigarrillo, la puta madre. Toda mi vida, no. Solamente los últimos 5 años con la mujer que estaba entrando en ese preciso momento por la puerta de la parroquia. Respiré hondo... cerre los ojos un segundo, mire a mis amigos. ¿Diego estaba llorando? ¡Que pelotudo!

Victoria seguía caminando, sonriendo. El cura empezó a hablar. No lo escuche, estaba disfrutando cada recuerdo de cada año que estuve con ella.

martes, 22 de diciembre de 2009

Get me to the church on time

El sábado a la mañana nos despertamos con una mezcla de excitación y nerviosismo. Tenía todas las ganas del mundo en convertir el día en algo divertido y memorable para Victoria. El problema fue el desayuno. No tendría que haber comido nada. Siempre me pasa lo mismo. Tengo miles de anécdotas que involucran “nervios y baños”. Me pongo nervioso, empiezan los retorcijones y voy corriendo al baño. Victoria se muere de risa cuando me pasa esto.

- ¿Cuándo vas a entender que los nervios están en tu cuerpo pero no “acá”- me dijo una vez, señalando mi cabeza.- Tu mente esta re tranquila, es tu cuerpo el que esta somatizando.

Aquella vez fue mucho más comprensiva. De todos modos, supongo que ver a tu novio pasarse casi todo un sábado encerrado en el baño no debe generar visiones de futuro muy prometedoras. Se entiende.

- ¡Pablo, salí del baño o te mato!- grito parada en el pasillo del otro lado de la puerta.- ¡Tenes que irte a lo de tu vieja! Te tenes que ir a preparar. Nos casamos dentro de dos horas, la puta madre.
- Bueno, bueno... ya estoy- salí del baño mientras Victoria quería entrar.- Espera, no se puede entrar... Hay olor.
- Dejate de joder- y entró. Y salió al instante.- ¡Pero que olor! ¿No dijiste que no comiste nada?
- Es el olor del miedo, Victoria. ¡El olor del miedo!
- Dios...- Victoria tomo aire, aguanto al respiración y se encerró en el baño. Pude escuchar como vaciaba un desodorante de ambientes entero.- ¡Anda a lo de tu vieja ya!

Obviamente, hice lo que todo hombre en mi situación haría.

Le hice caso.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Civil war

El viernes estuvo todo muy lindo. El civil era a las 14.30. Mis testigos fueron Patricio y Mariana Pizza.

Contra todos los pronósticos, no tuvieron que tirar abajo la puerta del baño de mi casa. Así que todos los que pensaron que me iba a atrincheran ahí hasta el último minuto posible, se equivocaron. Abrí la puerta del baño a las 14.28.

- Estas llegando tarde- apretó los dientes Pilar.
- Callate y dame lo que te pedi.
- Pone la mano- mi hermana tiró sobre mi mano dos pasillas de carbón y yo manoteé un vaso de agua en la cocina.
- No puedo creer. Te juro que hace dos días que no como nada...- intenté una excusa.
- Siempre lo mismo... te pones nervioso y te cagas, dejate de joder. ¡Apurate!

Salí de mi casa, Diego me estaba esperando en el auto. Llame a Victoria.

- Hola...- no era Victoria.
- ¿Victoria?- pregunté.
- Cecilia, Pablo. Victoria esta en el baño.
- ¿Qué le pasó?
- Se descompuso, los nervios... Además se comió una barrita de cereal porque estaba ansiosa y se ve que le cayo mal.
- ¿Eh?
- No importa, porque yo tengo un set de cepillo de dientes siempre. Me quedaron un montón de una promoción, son como los que te dan en el avión, chiquitos que entran en cualquier lado y...
- Cecilia, pasame con Martín- aparentemente era la mejor opción.
- ¿Pablo?
- ¿Qué pasó?
- Comió una barrita de cereal para no comerse las uñas esculpidas, le cayó mal, le dieron ganas de vomitar. Y... los nervios.
- Pero, ¿esta bien? Si hay que suspender...- cruce los dedos.
- ¡La puta que te pario! ¡Vení acá ya!

Afortundamente, no hubo nada que suspender.

Como les decía, el viernes estuvo todo muy lindo. El civil fue a las 14.45... cosas que pasan.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Wouldn't it be nice

A pesar del acelere que tenía, estaba tranquilo. Aún con el corazón latiendo a mil, estaba tranquilo. “Nos vemos una vez y veo que onda”, pensé. Este era un encuentro sin filtros, no había borrachera de la primera vez, ni estábamos protegidos por el tubo del teléfono. Era un encuentro real, y ni siquiera estaba ansioso. Victoria era inteligente, dulce y muy bonita; lo que mas recordaba de ella eran sus ojos verdes, y su cabello castaño, lacio y brillante. Evidentemente, nada más alejado de mi gusto por las mujeres. Las morochas me pierden irremediablemente, las rubias me calientan bastante y las pelirrojas... bueno, las pelirrojas suman. Las castañas, no. Nunca me llamaron demasiado la atención.

Cuando llegue a Cabildo y Juramento, ella todavía no había llegado. Cinema no tenía mucho tiempo más de vida, quedaba poca gente y seguro cerraban en minutos. Encendí un cigarrillo, mi corazón latía con fuerza, apenas podía tragar el humo... pero juro que no estaba nervioso. Era una sensación extraña.

- No sabia que fumabas- escuche una voz a mis espaldas. Era Victoria.- No fumes, hace mal.
- Hola- tire el cigarrillo y nos saludamos con un beso en la mejilla. Nos miramos un segundo. Creo que fue el segundo más largo de mi vida. Por supuesto, que no teníamos la más puta idea de cómo nos recordábamos. Suele pasar siempre con esa clase de encuentros, que uno “cree” que se acuerda de la persona a la que le dio su teléfono, y luego en el encuentro se da cuenta que no se acordaba nada.
- Si, ya se, seguro pensaste que tenía más pelo- tenía que hacer un chiste en forma urgente para desdramatizar la situación, fue lo mejor que se me ocurrió.
- No, en realidad, pensaba que tengo muy buena memoria. Tenía miedo de no acordarme de vos- tiro una carcajada sonora y miró a los mozos de Cinema.- Están cerrando. ¿Vamos por Juramento? Algo tiene que estar abierto cerca de la estación.

Acepté, mi corazón latía más rápido, mientras las calles iban avanzando. Me sentí afortunado, la charla durante la caminata fue muy amena, cómoda. Llegamos a una confitería con ventanas francesas y nos sentamos afuera. Ella pidió un capuchino, yo pedí un cortado en jarrita. Victoria era muy agradable. Yo creo que durante los primeros 20 minutos no pare de hablar. Esto me pasa -a veces- cuando estoy nervioso (aunque hasta el día de hoy juro que no, que esa noche estaba super tranquilo). Generalmente hablo mucho; pero Victoria dice que aquella noche, durante los primeros 20 minutos, ella apenas pudo conseguir meter una palabra en la conversación. Creo que exagera.

- Esta bien, mejor me callo- dije.
- No hay problema, pero se te va a enfriar el café- ya estaba helado, de hecho.- Igual no me molesta que hables, te imaginaba así.

Entonces no hubo marcha atrás. Hable de mi viejo, le conté que no sabía manejar, que vivía solo, de mis hermanas, de mis sobrinas, de mi vieja, de mis amigos, mi carrera, mis múltiples laburos. Ella se reía, estaba mostraba atenta e interesada por cada historia que yo le contaba.

Eran casi las 3 de la mañana cuando terminamos la segunda ronda de café, la acompañe hasta su casa, cerca de Belgrano R. Nos despedimos con un abrazo, creo que no lo pudimos resistir. Nos quedamos un raro en silencio, y nos besamos por primera vez. Volvimos a abrazarnos, fuerte, como para perdurar en la oscuridad de la noche ese lindo momento. Durante el segundo beso, sentí un ruido seco sobre las baldosas de la vereda y una sombra pasó corriendo rápidamente a la altura de nuestras rodillas. Victoria se separó.

- ¡Mi sandalia!- gritó.
- ¿Eh?
- Que me saque la sandalia... y...- giró hacia la esquina.
- Uy... no- entonces la vi tenía la sandalia de Victoria cruzada entre sus dientes y nos miraba moviendo la cola.- A ver...

Era una perra callejera, tamaño mediano, con algún ancestro ovejero (según el pelaje que iluminaba la luz de la calle). Me acerqué despacito y la perra empezó a correr. Aquí comienza el “episodio de la sandalia y Dalia”, historia que merece ser contada pero que, por cuestiones de tiempo, nunca lo será.

Dos horas después, tenía la sandalia de Victoria en la mano, un paquete de galletitas Surtidas en la otra, una perra siguiéndome para todos lados y unas ganas terribles de pegarme un baño.

- Dos horas persiguiendo un perro. ¡Sos un cabeza dura!
- ¿No lo ves como un acto de caballerosidad increíble? ¿No te hace caer rendida de amor a mis pies?- pregunté.
- Puede ser...- dijo Victoria sonriendo.
- No doy más... como me hizo correr esta hija de puta- señale a la perra.

Terminamos el paquete de galletitas entre los tres (Victoria, la perra que más tarde sería bautizada como Dalia y yo). Esa fue nuestra primera cita, no estuvo tan mal. Cuando estaba amaneciendo decidimos ir a desayunar. La perra nos acompañó.

Nos volvimos a ver al día siguiente, y al otro... El 18 de diciembre del 2004 decidimos que queríamos estar juntos y ver que pasaba, ser novios.

Esa misma fecha, fue la que elegimos -cinco años después- para casarnos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ella está de mi lado

Escuchar la voz de Jorgelina Pecas en una semana tan complicada, feliz, triste, como aquella semana de diciembre del 2004; solo me hizo pensar en una cosa: evidentemente eran presagios que anunciaban la tormenta. La llegada del huracán.

- Hace una semana falleció mi viejo- le dije.- Supongo que te hubiera gustado estar acá, para abrazarme y acompañarme en este momento, como hice cuando falleció tu tía en Nueva York.
- Lo que estas diciendo no es justo, Pablo.
- No te preocupes, lo entiendo. Se que hay cosas más importantes- jugué con todo el sarcasmo que pude exprimir a mis tonos.- ¿Cómo va el restó?
- Dejame decir algo... ¿Puedo?- preguntó Pecas.
- Te escucho, Jorgelina.
- Siento mucho lo de tu papá. Me hubiera gustado estar con vos...
- No te preocupes, lo entiendo.
- Te quiero mucho, Pablo. Quería escucharte.
- Realmente deseo que tus cosas en Nueva York vayan geniales, Pecas- suspiré.- Pero no se si esta bueno que sigas llamando.
- ¿No? Yo algún día voy a volver.
- Algún día...- hice un esfuerzo por no estallar en una risa increíble.
- Algún día, si. Algún día voy a volver...- hizo una pausa y luego continuo.- Pablo, vivimos en tiempos distintos, pero siempre encontramos nuestra sintonía. Nos merecemos estar juntos...
- Claro, algún día...
- La distancia no me hace dejar de pensar en vos, cada día, cada noche cuando llego a casa... y tampoco hace morir la necesidad de hablar con vos 50 veces por día... de escucharte.
- Jorgelina... Te fuiste a Nueva York porque falleció tu tía. No tu vieja, no tu viejo. Tu tía. ¡Te fuiste hacerte cargo de un restó! Esa fue tu elección... Ser... ser... ¿Manager? ¿Como mierda se dice?
- Lo que sea...- completó Pecas.
- ¡Lo que sea! Esa fue tu elección... ser “lo que sea” del restó de tu tía. Con esa decisión “vos” elegiste tu destino. Un destino en el que yo no figuraba.
- Pablo... somos dos personas libres que están solas y que se llevan muy bien, que se quieren, que se tienen afecto, y que si el “destino” (como vos decís) quiere los hará encontrar... como sea... Y esto significa, en “algún momento”, en “algún día”... en cualquiera sea el momento de sus vidas en que se encuentren. Esa es mi opinión sobre el “destino”.
- Que tengas una Feliz Navidad, Pecas.
- Vos también...

Eran las 23.50 cuando corte con Pecas. El teléfono volvió a sonar, sonreí.

- Hola- dije, intentando sacarme la mala energía de la conversación anterior.
- Pensé que te habías reservado el horario de las 23.30 para hablar conmigo- dijo Victoria.- Que no vuelva a pasar...
- Tenemos que hacer algo al respecto, no podemos estar siempre hablando por teléfono.
- Es verdad... ¿En cuanto estas en Cabildo y Juramento?
- En 5 minutos, te espero en Cinema- colgué el teléfono sin darle oportunidad de responder.

Me subí al primer taxi que venía por Monroe. Las cosas solo podían mejorar. Mire el cielo. La noche estaba despejada, sin nubes. Eso era una buena señal.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Moonlight serenade

Los primeros minutos de conversación fueron los más duros. Como sea, Victoria había llamado y no se merecía ni mal humor ni malos tratos. La charla navegó por los tópicos habituales, estudios, laburo, familia. Los dos evitamos el tema pareja, creo que no lo consideramos necesario. Esa fue la primer llamada.

Al día siguiente, durante la segunda llamada, empezamos a construir la relación, nuestra “amistad”. También liberamos algunos sentimientos con la certeza de que había alguien del otro lado de la línea para sostenernos.

Luego de su tercera llamada, colgué con una sensación extraña: me gustaba acostarme escuchando la voz de Victoria.

En su llamada número cuatro, ya teníamos un coqueteo inocente y divertido. Los dos estábamos seguros hacia donde iba todo y nos gustaba.

Al llegar la quinta noche, esperaba con muchas ganas que el teléfono sonará a las 23.30, hora en qué por lo general Victoria solía llamar. Me había convertido en una especia de perro de Pavlov telefónico. El ring no se hizo esperar. El pequeño detalle fue que no se trataba de Victoria.

- Pablito... Te extraño- una lluvia telefónica cubría la entrecortada voz de Jorgelina Pecas desde Nueva York.
- Pecas...- mire la hora, 23.28.- Tanto tiempo.
- Necesitaba escucharte. ¿Cómo estas?

martes, 15 de diciembre de 2009

Y si amanece por fin

- ¿Tomas un café?- invite a Sandra a entrar en lo de mi vieja. La casa estaba vacía. Era raro, sin ese murmullo femenino persistente era demasiado grande, el eco recorría los ambientes de la planta baja jugando en cada mueble.
- ¿Cómo estas, Pablo?- preguntó Sandra.
- Bien... la verdad que bien. Creo que es lo que todos esperamos desde hace un año- me sorprendió la frialdad con la que hablaba de mi viejo. Algunas cosas que jamás me perdonaría.
- Si, tu vieja y mi vieja siguen hablando. Me enteré de lo que paso hace unos meses. Una verdadera tragedia.
- Si... nos tomó por sorpresa todo eso. Hicimos lo que pudimos.

Los memoriosos recordaran a Sandra como una chica que asesinó mi corazón hace mucho tiempo. Mantuve la mirada fija en sus ojos en cada momento de la charla. A mitad de la conversación, me di cuenta de algo. Sandra estaba muerta. Murió cuando apretó el botón del inodoro, dejando que cinco años de noviazgo se vayan por esa cañería. No era una mala mina, simplemente había dejado de querer. Aún así, yo la asesiné. La mate en vida.

- Vivimos a menos de una cuadra y no nos vemos nunca- y ella lo sabía.- Muy mal eso.
- Una locura, si.
- ¿Qué es una locura, Pablo?
- Encontrarnos cada 6 meses en el kiosko o en Drago esperando el tren.
- Y si, habría que hacer algo con eso- intentó una sonrisa.- Por lo menos, intenta saludarme cada vez que nos crucemos en la estación.
- Si- sonreí.
- En serio, deja de hacerte el boludo. Las mujeres nos damos cuenta de eso- se levantó y camino hasta la mesada. Ahí estaba yo, tomando mi café. Puso su mano en mi mejilla, sosteniéndola.
- Claro, vos ya sos una mujer- sentí una sonrisa estirarse hasta tocar la punta sus dedos en mi rostro. Nos dejamos de mirarnos ni un instante. Por suerte, para nosotros (para mí, para ella, para todos) los dos hicimos el movimiento para separar nuestros cuerpo a la vez. Claramente, la situación nos incomodaba pero la disfrutamos. Eso es lo único que recuerdo.- ¿Cómo estás vos, San? ¿Tus cosas?
- Me recibí- la carrera era Administración de Empresas.- Ahora estoy buscando trabajo, pero esta todo bien... Estuve laburando haciendo cosas chicas y ahorré bastante plata... Me fui a vivir sola, estoy alquilando en Coghlan.
- Cerca- me serví más café.- ¿Y Noelia, como anda?- recordé la cantidad de veces que fuimos a buscar a la hermanita de Sandra al jardín.
- No creo que la conozcas si la ves por la calle. También, ya es una mujer- terminó su taza.- ¿Necesitas algo? ¿Mas abrazos?
- Gracias, San, esta bien así.

Sandra se fue, regalándome un abrazo interminable mientras yo cerraba con doble llave la casa de mi vieja. Caminamos hasta Drago, ella se subió al andén que iba a Retiro, acortando camino por Roosevelt para entrar en Coghlan. Por mi parte, llegue a mi departamento, anestesiado por el velorio de mi viejo, por la charla con Sandra... Tanto, que tarde algunos segundos en darme cuenta que el teléfono no paraba de sonar. Esta vez, sí.

- ¿Hola?- casi gruñí.
- Hola, chico It.

Esta vez, sí. Era Victoria.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Haciendo cola para nacer

A las 6:30 de la madrugada del pasado sábado 4 de diciembre de 2004 dejó de existir, víctima de paro cardio-respiratorio, un grande de corazón, el sastre José Luis Vanucci, cuyo deceso constituye una irremplazable pérdida para la comunidad de vecinos de Villa Urquiza. Con motivo de sus sensible fallecimiento: sus hijas, Pilar, Patricia y Paz; su hijo Pablo; sus nietas, Macarena y Micaela; participan que sus restos estarán siendo velados en... (sigue)

Dotado de una envidiable destreza para la aguja y de una tenacidad sin límites a la hora de jugar al billar. Estuvo frente a su negocio hasta principios del 2003, año en que tuvo el famoso accidente que recordarán todos los vecinos, en el cual... (sigue)

Ante su dolorosa pérdida física, queda para la posteridad su bella obra como padre de tres hermosas mujeres y el inolvidable disfraz de monito como estímulo para el crecimiento artístico de su hijo... (sigue)

Camine hacia la casa de mi vieja, había sido un día durísimo. Cuando un ser querido viene de una larga convalecencia uno desea su muerte, su paz. Terrible historia, oscura, una situación de mierda. La noticia de la muerte de mi viejo -no lo voy a negar- fue un alivio. Desde hacía un año que...

- Pablo- mira hacia la voz.- Me enteré de lo que pasó.
- Sandra...- era Sandra MuchoTiempo.
- Lo siento mucho- y me abrazó, la deje.

¿Cantidad de años en que no me cruzaba con Sandra MuchoTiempo? Infinitos. Muy de vez en cuando la veía tomar el tren en Drago o caminar por Acha hasta Monroe... y yo haciéndome el boludo. Lo que generalmente hacia en estas situaciones era caminar más lento, mirar para otro lado, así durante años. No quería volver a verla nunca más en mi vida, desde aquella conversación a la salida del Banco Galicia. Ahora, todas esas actitudes me parecían tan estúpidas, tan sin sentido.

Deje que Sandra me diera ese abrazo, que yo tanto necesitaba.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Yo te avisé

El amor es un lenguaje -imposible de definir- que encierra un montón de secretos. Dicen que el amor es como una gran Babel, donde los futuros enamorados van dando vueltas sin encontrarse. O, mejor dicho, buscando su par. Es decir, dos personas, un mismo idioma. Así se empieza. Esto es lo que llamamos “el ideal”, es lo que golpea nuestra puerta una vez sola vez en la vida. Ahí es cuando el amor empieza a tomar forma de “nosotros”. El amor se transforma en una especie de afecto que no se puede romper, es un tipo de lenguaje que no se puede definir, es un sentimiento que no puede expresarse. Es la combinación de dos almas puras -perdón, “puras” no, dispuestas-, la comprensión mutua de dos personas que no necesita ningún soporte físico. Es un mismo lenguaje, algo vinculante a un montón de aspectos: una charla con un tema en común, una mirada, un gesto. Y Victoria me había guiñado el ojo, esa era mi puerta abierta. Eso era el “seguí intentando”, “seguí buscando”.

- Pablo, estoy re borracha- me dijo Mariana.- ¿Vamos?
- Mariana, vení conmigo- agarre a Mariana de la mano, y la lleve hasta donde estaba Victoria con dos amigas.
- ¿Te puedo molestar un segundo?- le pregunté con total impunidad. Victoria se acercó.- Ella es Mariana, es mi mejor amiga. Mariana esta muy borracha y necesita que alguien la acompañe a su casa. En este caso, yo tengo que cumplir ese rol. El problema es que...- le apreté el brazo a Mariana.
- El problema es que...- Mariana gesticulo como si fuera una nutria enjaulada.- Tenes que darle el teléfono a mi amigo, porque sino es capaz de quedarse toda la noche acá.
- Y no voy a poder llevarla a su casa- termine la frase porque tenía miedo que Mariana siga hablando y vomite entre los pies de Victoria.
- El problema es que... no tengo celular- dijo Victoria.
- ¡Pero cómo! Todo el mundo tiene celular. ¡Dios!
- Bueno, yo no uso celular.

En este punto de la charla y de la noche, había algo clarísimo. Había llegado al subsuelo del encare, utilice la borrachera de Mariana, y nada. Victoria no tenía la más mínima intención de vincularse. Y yo no estaba tan borracho como para seguir insistiendo. Estaba a punto de dar la batalla por perdida.

- Dame el tuyo- dijo Victoria.
- No me vas a llamar- retruque.
- No lo sabes.
- Si que se.
- No, no sabes.
- No me vas a llamar- me cruce de brazos.
- ¡Dale el teléfono, Pablo, por Dios!- grito Mariana y corrió buscando la salida tapándose la boca.
- Tu amiga va a vomitar- Victoria señaló el recorrido realizado por Mariana.
- No me vas a llamar- gruñí mientras anotaba mi número telefónico.
- ¿Sos de Urquiza?- dijo Victoria mirando el papel.
- Si... ¿Vos?
- De Belgrano.
- ¡Pablo! ¡Por el amor de Dios! ¡Me muero! - los gritos de Mariana interrumpieron cualquier posible acercamiento.

El taxi agarró por Córdoba. Mariana hizo que el conductor frenara dos veces para vomitar, la dejé en la puerta de su casa, de la misma manera que ella lo hizo cientos de veces conmigo.

Esa noche dormí muy bien, estaba cansado y el alcohol había logrado relajarme lo suficiente.

Me despertó el teléfono, a las 7 de la mañana. Era Pilar.

- Pablo... acaba de fallecer papá.

Así empezó el 4 de diciembre del 2004.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Espejito, espejito

Es una hecho que estar enamorado es una sensación por demás agradable. Los que saben, dicen que sienten que el corazón late más rápido, sin agitarse. Es raro, no hay un efecto cardíaco semejante. Eso es imposible. El corazón no puede latir rápido sin que el ser humano este agitado. La excepción que hace a la regla es un extraño tipo de taquicardia, seguida de muerte. Nadie la ve venir, pero cuando viene, mata. Sin avisar, así nomás. Como el amor... Como el aquel día, hace 5 años...

La charla con Mariana Pizza se prolongó, incluso después que la barra cerrara el Happy Hour. Sentados en unos sillones, bebimos en silencio una botella de New Age, probablemente lamentándonos por nuestros fracasos amorosos. Generalmente, la gente hace esas cosas cuando el alcohol empieza a nublar la mente. Decidí dar una vuelta por el pub, mientras pensaba en lo mucho que estaba tomando cada vez que salía. Por desgracia, aquella noche mi compañera de copas era Mariana. O sea, un verdadero desastre. Cuando Mariana terminó su última copa de New Age ya estaba besándose con el primer boludo que se le cruzó enfrente. Así que me dediqué a recorrer el boliche.

Me considero una persona que puede ser capaz de cualquier cosa con tal de lograr que una mujer le de su número de teléfono. Mínimo, el número el teléfono. ¿Por qué? Porque me gustan mucho las mujeres, me encantan. Y siempre tuve en claro una cosa, que si yo no voy a buscarlas, ellas no van a venir. El espejo se encarga de recordármelo todas las mañanas. He llegado a planear tácticas magistrales, otras no tanto y otra realmente, humillantes. Y quiero dejar algo: no me arrepiento de ninguna.

Por eso, cuando vi que Victoria se dirigía a la barra, solo quedaba una opción: la humillación. Me acerqué a ella, muy sigilosamente, y le toque el hombro con mi dedo índice, tres veces.

- Si, ya se... es muy probable que sea el flaco número 14 que se acerca para intentar chamuyarte. Pero mira el lado bueno, soy el único de los que esta acá que leyó It- tenía que dejar de hablar de It ya mismo o la iba a manquear de nuevo.- Bueno, cuestión que con esos ojos, si es que funcionan tan bien como se ven, tampoco me des mucha bola... Gordito, pelado, un desastre... ¿Qué caradura? Y no se, arriesgado diría yo, es arriesgado pensar que me vas a dar tu teléfono... Y más a alguien como yo. Alguien “cualquiera”. Si, arriesgado. Bueno, al grano: ¿cómo te llamas, “chica It”?
- Victoria- recibió sus tragos del barman.- Y tenes razón, no le doy mi teléfono a la gente que no conozco.
- Me llamo Pablo- tome aire.- Me gustan las mujeres con un manejo excepcional del sable láser y las armas de corto y largo alcance en el Counter Strike. Si, me junto una vez por semana a viciar unos tiros con mis amigos... Aunque si de eso depende un café con vos puedo pasar el día.
- Bueno, pero...
- No termine- levante la mano para frenar su huída.- También me gustan las minas que pueden pensar venganzas épicas, llenas de sangre y muertes, las que desarrollan software para terroristas, las que tienen una habilidad sublime para molestar a los empleados de "soporte técnico" de celulares, las que saben en qué bajada salir cuando van por la General Paz a Tigre, y corto acá para no aburrirte...
- ¿Estas muy borracho, no?- me estudió.
- Si... Gordito, pelado, borracho y sin tu teléfono. ¡El mundo es una mierda! ¿Me vas a rescatar o me tiro en el próximo movimiento de traslación?
- Rotación.
- ¿Qué?
- "Rotación”, queres decir. Es lo que hace la Tierra por día, supongo que queres decir que te vas a tirar dentro de poco. “Traslación” es lo que dura un año, alrededor del Sol.
- Uy, sos re nerd. Que nerdita.
- Esa no es una buena respuesta de alguien que quiere mi teléfono- me guiño el ojo y se fue con sus amigas.

Ese fue el segundo intento de la noche.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Love actually

“¿Existe el amor realmente? ¿qué carajo es el amor?”, yo no entiendo por qué todo el mundo hace tanto problema preguntándose esto.

La mayoría de las personas dice “el amor es increíble”; pero -aún así- siguen lastimándose día a día, se lastiman en nombre del amor. Las mujeres se la pasan llorando porque “mi novio no me escucha”. Los hombres se quejan porque “ella no me entiende”. Dejar de amar, duele. Que nos dejen de amar, también. Esa es la cruda realidad. No hay vueltas ni lugares oscuros, es así de sencillo. Duele mucho.

Pero hay algo que duele más, es no haber amado nunca. Y esto -ya lo se- es un maldito cliché. Hay uno peor, y es: no haber intentado amar nunca. Todas las personas del mundo, deberían entregarse por completo a ese cliché y decir “te amo”. Ese es el intento que vale, porque si no funciona, nos queda el aprendizaje. Para bien o para mal, esa es la historia de mi vida: los intentos, intentar ser feliz.

Ahí estaba yo -hace cinco años- , frente a esa sonrisa increíble, y esos ojos verdes radiantes. Y tenía que decir algo, tenía que decir algo mágico, perturbador y significante. Algo que haga valer el intento.

- Bip bip, Richie- dije, imitando al payaso de It. Un segundo después de decir eso, me di cuenta que lo que acababa de decir era una tremenda pelotudez.
- De nada- dijo Victoria, y volvió a sentarse con sus amigas.

Por supuesto, ella siguió su camino huyendo del borracho que intentaba seducirla con frases de It. Bueno, todo no se puede, pero al menos lo había intentando. De eso se trata, de intentarlo.

Ese fue el primer intento de la noche.

martes, 8 de diciembre de 2009

Tonto rompecabezas

Dos días antes de mi despedida de soltero, estaba tomando un café con Mariana Pizza en la Del Carmen de Cabildo y Monroe.

- ¿Qué es lo primero que miras en una mujer?- me preguntó Mariana
- Piernas, culo, boca, tetas... en ese orden- la lista fue bastante fácil; aún así, me quedé pensando.- No, espera… a ver…

Con el fin de responder correctamente a su pregunta, realicé un pequeño trabajo de campo recordando un par de detalles puntuales de las tres mujeres de mi vida.

El día que conocí a Sandra MuchoTiempo ella tenía puesta una remera verde. Odio el verde… pero ese culo fue inolvidable. Me causa gracia hablar de Sandra y pensar que lo único que puedo decir de ella es que tenía un culo increíble. Después de tanto tiempo juntos. No dejaba de ser un detalle que me causaba gracia.

Con Jorgelina Pecas fue distinto. Los ojos de Jorgelina eran de un color tan intenso que enmarcaban su rostro decorado con pequeñas pecas. No era linda en el sentido estricto de la palabra, pero tenía una confianza en su cuerpo que cada gesto la convertía en una mujer sexualmente perturbadora. Sus ojos eran... Verdes. No, grises. No... creo que eran celestes. Creo que si. Después de tanto tiempo sin verla, me había olvidado del color de sus ojos. ¿Cuánto hace que no nos cruzabamos? ¿Un año? ¿Seis meses?

Y Victoria...

- Y entonces, ¿qué es lo primero que mirás en una mujer?- me preguntó Mariana.
- La verdad… no tengo la más puta idea, Marian- respondí, al fin.

El día que conocía Victoria la mire directamente a los ojos. Eran verdes, y no mire nada más. Creo que eso fue todo lo que necesite para avanzar, su sonrisa y su mirada.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Comunicado # 3

Este sábado fue mi despedida de soltero. Todavía intento recuperarme y bajar el nivel de alcohol en sangre que tiene mi cuerpo. Sepan disculpar las molestias. Hay mucho que contar, todavía. Paciencia que ya llegamos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El club de los perdedores

- Perdón, Pablo, si hubiera sabido que Sabrina tenía tan poca onda...- se excusaba Mariana Pizza. - Una boluda.
- Ya fue, Marian- resigné mi bronca en un suspiro.

Sabrina Rebote me dejo caramboleando entre las paredes cincuentosas de ese pub, saludo a Mariana y se fue. “Tenía que despertarse temprano”. Podría haber elegida alguna excusa mejor. Por suerte, Mariana se quedó un poco más. Fuimos a la barra, todavía estaba vivo el Happy Hour y pensamos aprovechar con un par de tequilas.

- Parecemos los personajes de It- sonreí. It es un libro de Stephen King que recomiendo con ganas.
- El club de los perdedores- murmuró Mariana.

El libro tuvo una pésima (o genial, según a que edad uno la mire) adaptación para la televisión. Canal 9 se encargó de contaminar nuestras mentes y noches de insomnio con un doblaje maravilloso, lleno de citas increíbles. “Me preocupas, Beverly... a veces me preocupas mucho”. “Flotan... todos flotan aquí abajo”. Maldito payaso. ¡Maldito payaso! Lo mejor del libro (y la miniseria de televisión) era ese retrato espectacular de la infancia de los protagonistas, el club de los perdedores. Los siete protagonistas eran chicos unidos por una vida de mierda, una miseria atada a viejos temores, intentando constantemente superar eso. Ser felices.

Después de apurar dos tequilas más, colgué pensando en un montón de cosas. En el laburo, en la soledad, en una rubia que estaba bailando sola en un rincón, en Jorgelina Pecas, en las tetas de una morocha que se paseaba impunemente entre la gente, en Natalia Halloween, en el escote de una pelirroja de una mesa cerca de la máquina de canciones, en los chicos, en las vacaciones que se acercaban, en una petisita divina que correteaba entre las mesas, en las ganas que tenía de ser feliz... Pero feliz en serio, feliz de verdad. La pollera hiper corta de una flaquita que camina hacia el baño me hizo perder el hilo de... También pensaba en lo mucho que estaba laburando y cuando mis pensamientos se volvieron más circulares y redundantes...
- Che, Marian... ¿Sabés? Yo me acuerdo de todos los personajes principales de It- le di un codazo para despejarle la borrachera.
- Siempre tuviste buena memoria, Pablito- Mariana bostezo.
- El Club de los Perdedores...- suspire y empecé a enumerar.- Ben Hanscom, Eddie Kapsbrak, Beverly Marsh, Mike Hanlon, Bill Denbrough, Stan Uris y...
- ¿Y?
- Y...- pensé y me ahogue en mi propia laguna, nadar entre miles de nombres no es bueno, era imposible hacer pie.- Y... ¡La puta madre! Ben Hanscom, Eddie Kapsbrak, Beverly Marsh, Mike Hanlon, Bill Denbrough, Stan Uris y...
- Richie Tozier- dijo una voz al lado mío, junto a la barra.

Gire y ahí estaban los ojos verdes más hermosos que jamás había visto.

Ahí estaba Victoria.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Keep the faith

Una relación de rebote es el que comienza poco después de la ruptura de una relación sentimental importante. Esto se conoce como “relación de rebote”. Bien, lamento comunicarles, estas relaciones están destinadas al fracaso.

En este caso, me usaré de ejemplo para ser más gráfico. Luego de una relación intensa y genial con Jorgelina Pecas caí en las redes vocales de Alejandra Canta. Rebote en Alejandra, tuvimos una relación de rebote, duró un par de meses, fracaso, todos amigos, aquí no ha pasado nada.

Una persona en el rebote, pasa a una nueva relación, sin tomarse el tiempo para sanar el fracaso de su relación anterior. El “rebote” es -sin dudas- una distracción al dolor anterior y una solución rápida para la autoestima dañada.

Luego de una mala ruptura, una persona en el rebote puede estar en un estado de confusión emocional importante. Puede seguir rebotando... seguir penando, seguir rebotando. Y volvemos a caer en Natalia Halloween, en donde el rebotador sigue su juego de caer en relaciones sin sentido, buscando las respuestas al fracaso de la relación anterior.

Lo bueno de estar en “relaciones de rebote” es que uno elabora cierto duelo con respecto a la primera relación, a la originaria y poco a poco se va recuperando. Uno comienza a ver esa relación original como una perdida de tiempo. Eso esta bueno, ahí es cuando el rebote sigue tomando impulso... y llegamos a Sabrina Rebote.

Lo malo de todo es las “relaciones de rebote” nos plantan en una cumbre de éxitos, nos hace sentir dioses de la seducción. Es cuando el rebotador deja la vida lo lleve a vértigos increíbles... Sólo el tiempo esta delante de nosotros, la necesidad imperiosa de querer más y mas. Es cuando el rebote cobra un impulso inesperado.

Los psicólogos suelen ver al “rebote” como una herida (¿acaso no lo es?) y a cada “relación de rebote” como los medicamentos recetados. Entonces, llega el momento que -como cualquier herida- cicatriza y la “cascarita” empieza a caer... dejando ver la herida totalmente curada. Ahí es cuando el “rebotador” deja de rebotar...

O mejor dicho, rebota de otra forma, más mundana y terrenal.

Y todo esto para decir que Sabrina Rebote no me dio ni pelota en toda la noche. El consuelo del rechazado.

Evidentemente, no le gusté. Mariana no sabía donde esconderse. Sabrina fue inmune a todas mis tácticas de levante, le hice todos los personajes habidos y por haber... el simpático cuentachistes, la boludo redimido, el gordito copado y torpe... Todos y nada.

Como decían en el barrio... rebotaste.

Por suerte, la noche todavía no terminaba.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Ella vendrá

¿Conocen a tipo que se llamaba Babe Ruth? Este señor fue uno de los jugadores profesionales de baseball más populares de toda la historia. El Gran Bambino -como le decían a Babe- es el único jugador en toda la historia de ese deporte que tiene dos records. El primero, el mayor números de “outs”. Esto es, cuando la pelota es arrojada, y el bate corta el aire sin golpearla durante 3 veces (el famoso “strike 3”); el bateador es eliminado del campo de juego. El segundo record de Babe Ruth es el “home run”. Esto sucede cuando el bateador le pega tan fuerte a la pelota que la vuelva inalcanzable para el equipo contrario. De esta manera, el bateador deja caer el bate y comienza la corrida de bases hasta llegar a completar la vuelta al campo. Eso es el “home run”, al corrida limpia. Babe Ruth tuvo los dos records. Entonces, cuando el Sultán del Bate -también le decían así- cortaba el aire sin pegarle a la bola, los relatores de aquella época decían “seguí pifiando, Babe, seguí pifiando… eventualmente le vas a pegar a una”. Porque los intentos valen… ¡y como!

Lo mismo debería suceder con las mujeres. Cada intento es único, y si sale mal… al menos tiene su momento, su gloria, el rebote y volver a intentarlo. Esta bueno rebotar… porque esta bueno ganar, también. El éxito se disfruta más, claro. Pero el camino recorrido lo vale también. Los intentos son geniales.

“Tengo una amiga para presentarte”, decía un sms de Mariana Pizza.
“Cuándo y dónde”, respondí. La idea era seguir intentando… siempre. Eventualmente podría volver Jorgelina Pecas. Si, todavía pensaba en eso. Me dolía la ausencia, y más me hacía bolsa el desamor, la falta de compromiso. Por eso me dedique a jugar… Primero y sin problemas, con Natalia Halloween. Y ahora, con la amiga de Mariana, seguir intentando.

La cita era un bar sobre la calle Reconquista, un tipico after office. Muy de moda, estilo ‘50´s. En esa época, teníamos un laburito con Gabriel en una empresa de comunicaciones, haciendo los brief de sus productos y un poco de comunicación interna. Un embole, así que después de las tres horas obligadas en el piso de la empresa, fui a encontrarme con Mariana y su amiga. Antes de llegar al lugar, mientras caminaba por Reconquista, la llame para avisarle que estaba llegando.

- ¡Pablito! Dale, mi amiga esta en el baño, ya estamos acá.
- Estoy a dos cuadras, Marian.
- Genial, llegó la hora de pagar mi promesa.
- ¿Perdón?- pregunté sin entender nada.- ¿Qué promesa?
- Uy, dios… ¿Te acordas la vez de Locos por el Fútbol? El día que se comprometieron Martín y Cecilia…
- Tampoco me acuerdo de eso. Creo que ese día estaba muy borracho, Marian.
- Si, estabas muy borracho, pero no pense que era para tanto. Bueno, nos vemos acá. Besos.

Camine las últimas dos cuadras tratando de hacer memoria. ¿De qué promesa me hablaba? Nada. Entre al bar, la decoración me gustó mucho. Fotos viejas, chicas pin-up en las paredes, viejas glorias del deporte… Bonavena, Fangio, Babe Ruth, Muhammad Ali… Busque entre las mesas y ahí estaba Mariana con su amiga. Con la mejor sonrisa de pelotudo me acerqué a la mesa.

- Pablo… ella es Sabrina- nos presentó Mariana.

Fue el 3 de diciembre del 2004 cuando seguí intentando, seguí intentando… hasta que (eventualmente) llegara mi suerte.

Y así fue, la misma noche que conocí a Sabrina Rebote, también la conocí a Victoria.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pupilas lejanas

Estar obsesionado con la belleza y otros atributos socialmente deseables (buen culo, tetas tremendas, etc.), contribuye a la “virginidad por osmosis”. Esto es, a no ponerla nunca porque ninguna mina nos viene bien. Los tipos que buscan la perfección, son los tipos que cuando la mas linda de la fiesta les dijo “no”, se quedan solos y triste en un salón mirando el culo de “una no tan linda” sin encararsela. A todos nos gustan las minas lindas, porque las consideramos como trofeos de guerra. Por eso, sabía que no me iba a enamorar nunca de Natalia Halloween, aunque tuviera los ojos y la cara de Nicole Kidman. La gracia de todo -desde el principio- fue el desafío de conquistarla.

Claro que fui al Shamrock. Natalia Halloween apareció cubriéndome los ojos mientras me susurraba al oído un orgasmico “viniste”. Estuvimos charlando dos horas sin parar, muy cerca, la clásica conversación boca/oreja que se tiene en lugares con música fuerte.

Continuamos la charla en mi departamento, hasta las dos de la mañana. Si me preguntan de qué, les tendría que mentir, ni me acuerdo. Cerca de las dos y media, Natalia fue al baño, yo busque las llave para acompañarla a buscar un remis.
- Te acompaño, se hace tarde- le dije.
- Mañana no trabajo…- sus ojos se iluminaron como los de un gato.
- Entonces, podes quedarte toda la noche…- apoye las llaves en la mesa, y me acerque cautelosamente.
- ¿Es una propuesta?
- Con toda la indecencia del mundo, Natalia- puse una mano en su mejilla y le di un beso, empujándola suavemente contra una pared. Tenía dos tatuajes y unos hombros riquísimos, se que quieren saber eso.

Cuando el sol asomaba por la ventana de mi dormitorio, Natalia se despertó y preparo unos mates. Desayunamos, la acompañe a Drago a tomarse un tren. Natalia Halloween era una belleza de mujer.

Nos vimos dos o tres veces más. A finales de noviembre del 2004 ya empecé a aburrirme. Si, fue raro. Di el primer paso, cortamos sin dolor. Creo que le hice un favor. Seguramente no faltaba mucho para que ella me dijera que no duraríamos mucho más.

Lejos, Natalia Halloween fue la mujer mas hermosa con la que soñé estar. Era la chica poster, la de mirada felina que vigila tus noches desde la pared, la inalcanzable. Fue una mina importante, a pesar de haber salido un mes. Para mi fue un trofeo, fue un trabajo fino, algo premeditado. Yo quería estar con ella y -probablemente- ella también quería sumergirse en ese juego seductor que tan bien resolvimos.

A principios del 2005, se peleó con la encargada de coordinar los grupos de promoción en la agencia donde laburaban con Cecilia. Renunció y nunca más supimos nada de ella. Nunca más regreso ningún cumpleaños de Cecilia, nunca devolvió ninguna llamada de sus ex compañeras de trabajo. Nada. A veces, la gente desaparece así.

Natalia Halloween fue la última. Porque mientras sus ojos se perdieron por Cabildo (la última vez que la vi), encontré una mirada más calma en otros ojos verdes.

Dos días después de cortar con ella, conocí a Victoria.