lunes, 30 de noviembre de 2009

La manera correcta de gritar

Cuando uno intenta levantarse una mujer que esta por sobre la media de mujeres normales lindas, hay solamente una manera: llamando la atención descaradamente, quedar como un boludo, desaparecer unos 15 minutos y luego volver relajado, cauteloso y listo para atacar. ¿Cómo funciona esto? De la siguiente manera: por mi parte, ya había realizado cada uno de los pasos a seguir.

Llame la atención descaradamente con un comentario desubicado (“Decime, Ceci, ¿por qué están tan fuertes tus amigas?”), reforcé agarrando a Cecilia de los hombros y sacudiéndola en chiste (“¿Por qué nunca tuviste amigas así? ¡Habla!”). Pude ver las sonrisas incomodas de sus amigas... Ergo, quede como un boludo. En ese momento, me convertí pase de “el mejor amigo de Cecilia” a “el amigo boludo de Cecilia”, sin escalas. Eso era bueno.

Mis 15 minutos desaparecido en la cocina agradeciendo a San Expedito semejante harem fueron suficiente para calmar un poco las aguas. Era la hora de regresar -con calma- y demostrar que efectivamente era un caballero y un tipo bastante simpático, a pesar de todo. Demostrar, no... hacerles creer que lo era.

Los tipos caballeros y simpáticos son los primeros en morir en una fiesta, nadie les da bola. Mueren en el anonimato del balcón, fumando un cigarrillo. La única forma de sobrevivir a semejante suicidio social era quedar como boludo y volver para demostrar lo contrario. Cuando salí de la cocina, con algunos vasos y un par de botellas de cerveza, ya tenia un par de miradas expectantes (“A ver, ¿qué va a hacer el boludo ahora?”). El “boludo” te va a atender como reina, te vas a sentir cómoda hablando de cualquier cosa, y media hora después vas a pensar “es el famoso simpático chistoso del grupo”. Error. El “famoso simpatico chistoso del grupo” es Gabriel; yo lo único que quiero es tu número de teléfono y garchar. Era esto o llorar por Jorgelina Pecas abrazado a una botella de Gancia. Y funciona... “la redención del boludo” es una de las tácticas de levante que mejor me funciona.

Los ojos de Natalia Halloween eran perfectos. Era igual a Nicole Kidman, era “incomodante” lo parecida que era.

- Así que trabajaste muchos años en un video club, Pablo? Me encanta el cine...
- ¡Que copado! ¿Qué te género te gusta más?
- La ciencia ficción.
- Mira vos... ¿Viste Terminator?- la pregunta del millón, tenía que hacerla.
- No. Me gusta mas la ciencia ficción elaborada. Onda Blade runner.

En ese momento casi me levanto y me voy a la mierda. ¡¿Qué carajo pasa con las mujeres que no vieron Terminator?!

- Uy, ¿pasó algo?- preguntó Natalia.- Mira que si es por lo de Terminator, las puedo ver... A las 3 de corrido.
- Ah, por lo menos sabes que hay 3.
- Claro, la tercera es la de la Terminatrix, la minita rubia.

Dijo "terminatrix". Empezamos bien, pensé.

A las 5 de la mañana, Natalia Halloween se fue. La acompañe a la remiseria de Álvarez Thomas y Monroe.

- Gracias, Pablo.
- Encantado de conocerte, Natalia- sonreí.- Hasta el próximo cumpleaños, ojazos.
- Hasta el próximo cumpleaños- colocó un super beso en mi mejilla derecha y se subió al remis.
- Un gusto, reina- le dije en voz muy baja al oído. Encendí un cigarrillo, mientras el auto arrancaba.
- ¡Pablo!- gritó Natalia Halloween asomándose por la ventanilla.- Voy todos los jueves al Shamrock después de trabajar. Besos, rey.

Nicole Kidman me acaba de guiñar un ojo. Perdón, Natalia Halloween me acababa de guiñar un ojo, el auto aceleró y se fue por Monroe.

El 31 de octubre del 2004, sin duda, fue una buena noche. La perfección de ese momento fue increíble.

viernes, 27 de noviembre de 2009

No le pidas más al diablo

- ¡Feliz cumpleaños!- abrace a Cecilia Miel con una sonrisa.- Ya nos vamos, Ceci.
- ¿Dónde van?- preguntó Cecilia con una sonrisa perfecta.- Ni se les ocurra irse... Ustedes se quedan.
- No da, Ceci- le dije.- Festeja con tus amigas, no hagan lío.
- Quédense, esta todo bien. Pedimos pizza- Cecilia, y después preguntan por qué todos nos enamorado de ella alguna vez.
- Cerra la puerta, corazón- Martín, llevando algunos platos y restos de comida a la cocina.
- Espera que falta más gente- se escuchó otro ascensor que llegaba. Entraron 4 chicas más, con cajas de pizza y empanadas. Volvimos a triangular miradas con Diego y Martín.
- Ahora las chicas suben las bebidas- dijo una rubia, apoyando las pizzas sobre la mesa.
- No quiero preguntar, pero tengo que hacerlo- le dí gracias a la cerveza por la cantidad de “frases bomba” que venían a mi mente a la velocidad de la luz.- ¿Cuántas son? ¿Y por qué están todas tan fuertes?
- Somos 15- Cecilia soltó una carcajada increíble y me presentó.- El es Pablo, es como mi hermano... mi mejor amigo
- ¿Y la segunda, Ceci?- insistí.
- ¿Que segunda?
- ¿Por qué están todas tan bárbaras, Cecilia? ¿Por que?- la agarre de los hombros y la sacudí- ¿Por qué esperaste tantos años para tener amigas así de fuertes? ¡Responde!
- Les juro que no muerde- pude ver la mano de Martín, tapándose la cara de vergüenza ajena; mientras inventaba una excusa.

El desfile de invitadas fue increíble. Eran 14 mujeres hermosas, todas promotoras. Pantalones ajustados, musculosas, siliconas, culos divinos, maquillaje, hombros para pasarle la lengua, ombligos con piercings... Todas encerradas en un piso 17, correteando por un dos ambientes... Todas encerradas con dos tipos solteros con ganas de bajarle la caña a más de una. Les aseguro que no es una situación agradable. Había tanto para elegir, tanta carne. Solo quedaba una sola cosa por hacer. Nos acercamos sigilosamente a Cecilia y la tiramos la mirada “cocina ya”. Cecilia fue a la cocina con una excusa cualquiera, cerramos la puerta.

- Okey, Ceci, hay 14 chicas en el living. Quiero que me señales a las casadas, a las que tienen novio y a las histéricas- le dije.
- Eso, habla...- murmuró Diego mientras habría una botella de cerveza y me servía un vaso.

Diez minutos después, me arrodille delante del almanaque que había en la cocina. Martín entro buscando servilletas.

- Voy a llevarle una cervezas a tus amig...- Martín, sorprendido.- Pablo, ¿qué carajo haces arrodillado?
- Silencio, le estoy agradeciendo a San Expedito- le dije mientras apoyaba una mano sobre el santo del mes de octubre.

El promedio de las amigas de Cecilia era mas que alentador. De las 14 chicas, había 4 de novias, 1 casada y 2 histéricas. Eso arrojaba un porcentaje de acción importante. Eran 7 las mujeres libres, 14 hombros con posibilidades de ser lengueteados, 7 ombligos con piercings para besar, y quién sabe cuantos tatuajes ocultos por descubrir.

Sí, eso tenía que ser el paraíso. Gracias, San Expedito. Una que hiciste bien.

- Diego, agarra todo el alcohol de la heladera y llevalo al living- sonreí.- Esta noche, si la hacemos bien, quien te dice que garchamos.
- Me gustan todas, boludo, no voy a poder elegir- nos miramos, abrimos la puerta de la cocina, scaneamos el living rápidamente y volvimos a cerrar.
- Che, ¿nos dejan salir?- Martín y Cecilia, arrinconados en el lavadero.
- Momento- dijo Diego.- Ya elegí, la bajita tetona... ¿Vos?
- Yo elijo a Nicole Kidman- si, dije eso.

Cecilia, Martín y Diego abrieron la puerta, se asomaron y la cerraron rapidamente.

- Es verdad- dijo Martín.- Se parece a Nicole Kidman.
- ¡Yo sabía que Natalia me hacia acordar a una actriz!- grito Cecilia.- ¡Nicole Kidman! ¡Es igual!

Dicho esto, la puerta de la cocina se abrió para que los cuatro ingresemos al living.

La cacería había comenzado.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Cosa de hombres

No había tiempo para muchas palabras, la puerta del departamento se estaba por abrir de un momento a otro. Martín tenía que responder algo.

- ¡Por favor! ¿Qué tal están? ¿Están fuertes?- Diego, gritaba cautelosamente, moviéndose como un mono enjaulado.

Son códigos, esto pasa siempre. Si la novia de un amigo viene con alguna amiga que el grupo no conoce, nuestro amigo esta obligado a pormenorizar detalles básicos de la nueva chica. A medida que nos empezamos a poner de novios, comentar sobre las virtudes de “la amiga de novia” se volvía difícil. No es algo bueno que nuestra novia nos escuche comentarle a nuestros amigos babosos que tal esta su amiga. No, definitivamente no.

Por suerte, con mis amigos perfeccionamos una técnica para calificar a las chicas que vemos por ahí -y a las amigas de nuestras novias, también-, delante de nuestras novias y que ellas nunca sepan de qué estamos hablando. La gracias de esta clasificación es que en lugar de números son palabras. La dificultad del código radica en que son palabras que no siguen ninguna línea lógica de pensamiento. Claro, si uno las dice seguidas. Individualmente, cada palabra funciona a la perfección. De menor a mayor, viene a ser algo así: Comadreja, Vasija, Peucelle, Jesuuusssto y...

Un segundo antes que la puerta se abriera completamente, Martín habló.

- Everest- murmuró Martín.- Son todas Everest.

La puerta se abrió, entraron Cecilia y tres amigas. Perdón, tres Everests.

Las 3 mujeres más lindas que jamás vi en mi vida.

Y lo mejor de todo, la noche recién empezaba.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La flor más bella

Todos los chicos del grupo nos enamoramos alguna vez de Cecilia Miel. Tarde o temprano cada uno fue cayendo en esa red implacable de ternura angelical y buena onda. No es para menos, Cecilia Miel es un ángel.

Yo me enamoré de Cecilia en nuestras primeras vacaciones grupales. Fue en una playa de Villa Gesell. Me enamoré de sus mates. Por suerte, mi amor duró lo que dura un mate de tiro corto. Sin embargo, en ese momento había caído completamente en su dulzura y me gustó. A partir de entonces, Cecilia y yo nos hicimos más amigos que nunca. No se como funcionan estas cosas, supongo que simplemente se dan. Lo gracioso fue que durante la secundaria casi ni nos dirigíamos la palabra. Ella formaba parte del grupo de bonitas, con Silvina Veneno al frente. Y debo reconocer que yo estuve toda la secundaría enamorado de Silvina, una de las pendejas con más estilo y encanto que haya pisado jamás un doble escolaridad bilingüe. Silvina era tan encantadora como hija de puta. Lo mejor que pudo pasarle a Cecilia fue salir de su influencia al terminar el secundario. Y eso, en parte, fue gracias a Martín.

Nadie podía negar que Martín y Cecilia eran la pareja perfecta. Lindos, divertidos, buena gente. Al terminar la secundaria, Martín tuvo el gesto de amor más genial que jamás vi en un hombre. Le regaló una “caja de tiempo” a Cecilia. Esa caja tenía fotos, dibujos, papeles de chocolate gastados, boletos de colectivo, entradas a recitales. Cecilia se enamoró perdidamente de Martín. Pero no funcionó. Dejaron de salir un tiempo y 5 años más tarde, volvieron a intentarlo. Estuvieron juntos un tiempo largo, hasta volver a cortar. Si la memoria no me traiciona (y les juro que no), en agosto del 2003, Martín le dio un anillo a Cecilia. Si, un anillo.

Fue en la salida de Locos por el Fútbol (claramente yo estaba demasiado borracho como para prestar atención a semejante acontecimiento). Una semana después, se fueron a vivir juntos al departamento de Martín. Fueron felices y comieron perdices.

El 31 de octubre del 2004 habíamos quedado en ir a cenar a lo Martín, Cecilia iba a salir con sus amigas del laburo, así que teníamos el depto para nosotros solos. Pizza, cerveza, charlas pelotudas, anécdotas bizarras, lo mismo de siempre. El aguante a Martín se lo hicimos con Diego, a esta altura, los únicos tipos solteros del grupo. ¡Hasta Richard tenía novia! Diego y yo no teníamos mucha suerte con las mujeres. Así que -agarrado a una Quilmes- les conté lo que había pasado con Jorgelina Pecas.

Mi relato fue cortado por el sonido del portero eléctrico. Era Cecilia, Martín tuvo una intensa conversación desde el piso 15 hasta planta baja y volvió con cara de asado escupido.

- Parece que no consiguieron lugar para ir a cenar- dijo Martín.- Vienen para acá... Ceci con un par de amigas del laburo.
- ¿Consiguió trabajo? Que bueno, hace bocha que estaba buscando- me puse contento.
- ¿Dónde consiguió?- preguntó Diego.
- En una empresa de promociones, por recomendación de unas amigas que laburan ahí.
- Para, para... ¿vos me estas diciendo que las amigas que suben “en este preciso instante” con Cecilia son promotoras? ¿Promotoras posta “posta”?- pregunté.
- Promotoras posta “posta”- afirmó Martín.
- ¡Por favor! ¿Qué tal están? ¿Están fuertes?- Diego, sacadísimo.

Triangulamos miradas rápidamente, desde el pasillo se escuchaba un murmullo persistente de voces agudas y la puerta metálica del ascensor que se cerraba.

Se hizo un silencio que duro segundos eternos. Por mi cabeza, solamente pasaba un solo pensamiento “por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas; por dios, que estén todas buenas”...

¡Por Dios, que estén todas buenas!

martes, 24 de noviembre de 2009

Bye bye

Todo el mundo sabe que tengo una memoria prodigiosa. No jodo, es buena en serio. Es buena, pero no es lineal. O sea, no sirve para recitar e interpretar La semiosis social de Eliseo Verón. Sirve, por ejemplo, para detallar cada suceso que acontecía en mi vida mientras yo intentaba estudiar las condiciones de producción y reconocimiento de los discursos sociales. Algunos lo llaman “dispersión”, yo prefiero creer que es una buena forma de contener los recuerdos, sumándole más recuerdos, buscando anclas en la memoria.

Pecas cumplió su palabra: me llamó cuando llego. Eso fue lo último que supe de ella por 15 días. Ni un solo llamado. El 30 de octubre del 2004 recibí la segunda llamada de Jorgelina Pecas, desde Nueva York.

- Perdón por no llamar...- empezó a justificar.
- Ni mandar mails, ni dejar mensajes en el contestador...- me adelanté.
- Perdón.
- No hay problema, me sorprendería que no me sorprenda
- ¿Qué queres decir?
- Que sos una flaca que no se vincula, Pecas. Todo bien- en realidad, pensé que iba a ser peor; por suerte fui protocolar.
- Pablo, discúlpame.
- ¿Vos te das cuenta que estuvimos saliendo un año, no? Y no fuiste capaz de crear un puto vínculo. Algo que te diga “tengo que llamar a Pablo y decirle que estoy bien”.
- No puedo con todo- realmente se la escuchaba abatida.
- No te preocupes- respire profundo.- ¿Cómo esta tu vieja?
- Bien, pero...- pausa.- Mi tía me dejo el restó.
- ¿Cómo? ¿Cuando volves?
- Tengo que administrar el restó.
- ¿Me estas jodiendo?
- Mi vieja quiere que lo vendamos, pero no se si esta bien eso...
- ¿Entonces?- pregunté.
- Me voy a quedar, voy a intentar que esto no se caiga, fue el sueño de mi tía.
- ¿Estamos “cortando” por teléfono?
- Pablo... te quiero. Te quiero mucho, corazón. Sos el...
- ¿“Hombre de tu vida”? Dale...- me reí.
- El tipo mas especial que conocí.
- Genial. ¡Un año de novios, boluda!- me reí, suspire, trague saliva, sentí que el corazón me explotaba, volvía reír, volví a suspirar, trague saliva.
- Perdón.
- Que se no se corte- le dije, intentando disfrazar mi tristeza de ironía. El resultado fue casi un grito ahogando un llanto. Patético.
- Te quiero- escuche ese “te quiero”, y lo sentí. Realmente lo sentí.
- Yo también- murmuré.
- Te quiero mucho.
- Un beso, Pecas.
- Un beso, Pablito.

Cortamos. Apoye el auricular, instantáneamente el teléfono volvió a sonar. Atendí, era Pecas, de nuevo.

- Un día voy a volver, Pablo. Y te juro que ese día vamos a estar juntos para siempre. Te pido paciencia, nada mas. Quiero estar con vos, el día que vuelva no nos separamos más... Te quiero- adivine la angustia y la seguridad, se la escuchaba feliz y triste. Ella sabía que iba a volver. Y lo que es peor... yo también sabía que iba a volver.

Sostuve el auricular en la mano hasta que la alarma de descolgado de Telecom me perforó el oído. Colgué, mirando el almanaque. 30 de octubre del 2004.

Faltaba un día para el cumpleaños de Cecilia Miel.

Un día para conocer a Natalia Halloween.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Fondo profundo

Nunca entendí a la gente que como consuelo a determinada situación dicen “no te preocupes, va a pasar cuando menos te lo esperes”. Me encantaría saber qué significa eso. Básicamente es como justificar el exceso de tiempo al pedo.

Por ejemplo, quiero conseguir un buen laburo, pero lo quiero ya. No quiero esperar. “No te preocupes, va a pasar cuando menos te lo esperes”. Es como pretender que el tiempo no existe. Yo quiero un buen trabajo “ahora”, no quiero conseguirlo “cuando menos lo espere”. No tengo esa clase de tiempo para perder.

Evidentemente, algo estoy haciendo mal, algo esta mal conmigo, porque la mayoría de cosas “buenas y malas” me suceden “cuando menos lo espero”. Y eso es lo que me molesta, porque yo siempre me consideré un generador de circunstancias interesantes. Pero no, no tengo control sobre los sucesos extraordinarios.

Y no quieran saber lo que me costó salir de ese 114, dios. Nada grave, lo peor fue el susto (diría mi abuela). No paso nada, simplemente aterricé sobre mi hombro izquierdo, y después mi espalda fue bañada por pedazos de vidrio chiquitos. Lo primero que pensé cuando abrí los ojos fue “ahora explota todo, seguro que hay una fuga de nafta, vamos a volar todos como moscas”.

- Señor, ¿esta bien?- alguien me agarro del brazo, guiándome por el pasillo.
- ¿Señor?- murmuré. ¿Señor? La puta madre, me dijo “señor”. Un pibe de unos 17 años.- Gracias, todo bien... Gracias.

Cuando me baje del 114 vi el choque de afuera. Una Fiorino blanca se había empotrado en el 114. Me senté en el cordón de la vereda, pensando que era una locura sentarse ahí (sobre Mosconi). De la Fiorino venían gritos adolescentes. El colectivero puteaba a lo loco, y siguió puteando hasta que llegó la ambulancia del SAME.

- ¿Vos estabas en el 114?- levante la vista, un ambulatorio me miraba serio.
- Si- respondí, arrojando el cigarrillo a medio terminar. Intente incorporarme con mucho dolor.- No vi nada, estaba dormido.
- No es por eso, veni que te hacemos un chequeo mínimo.

Es genial la técnica ambulatoria en caso de accidentes. Lo bueno de todo es que no había heridos de gravedad. Los pendejos de la Fiorino estaban siendo perfectamente atendidos... por la policía. La gente del 114 fue pasando uno por uno por un simple chequeo. Bien podríamos haber tenido hemorragias internas que nadie se hubiera dado cuenta de nada. Me dieron un calmante para el dolor del hombro, que ya se había hinchado considerablemente. El transito de Mosconi comenzaba a ser más fluido. Me subí al primer taxi que pasó. Me despertó el tachero cuando llegamos a mi departamento.

Ni me acuerdo como subí hasta mi cama. Si lo miro en perspectiva parecía salido de una película de George Romero. Caminando torcido, un hombro mas arriba que el otro, ojeroso... Si, de una película de Romero. Bondi of the dead. Lo último que ví antes de quedarme dormido profundamente fue la luz roja del radioreloj que indicaba las 8 de la mañana.

Desperté -creo yo- en la misma posición en que me acosté. De hecho, supongo que el despertador fue algún movimiento que hice sobre al lado izquierdo, lo que provocó una reacción en cadena de dolores desde el hombro hasta mi cabeza. Si, creo que eso fue lo que me despertó. Casualmente... cuando menos lo esperé. Eran las 5 de la tarde. Había dormido casi 10 horas de corrido. El calmante había sido bueno, en definitiva.

Fui hasta el teléfono, quería saber como iban las cosas con los viejos de Pecas. El contestador de Telecom me dio la bienvenida. “Usted tiene mensajes nuevos”. Eran 15 mensajes no escuchados. Los primeros 14 eran llamadas bobas. La clásica llamada que haces queriendo ganar al contestador pero nunca lo logras. Quiero que sepan que la gente que hacemos uso y abuso de los contestadores telefónicos, odiamos a la gente que hace eso. ¡No corten, hablen, dejen su mensaje! Gracias.

La llamada número 15 era la importante.
Pabli, soy Pecas. Te estuve llamándo toda la mañana y nada, obviamente estas durmiendo, debes estar re cansado. Me voy a New York, mi vieja quiere viajar y no quiero que viaje sola. Realmente esta inconsolable. Mi viejo va a pasar a buscar las llaves de mi departamento mañana, para tener el control de los impuestos y servicios. Si, ya se, no debería pensar en eso justo ahora, pero no quiero traerte kilombos. No te preocupes, Pablo, te llamo. De verdad, te llamo en cuanto llegue. Te quiero mucho, sos un tipo genial. Te quiero, Pablo. Te quiero.

Yo no quiero que las cosas me pasen “cuando menos lo espero”. Tiene que haber alguna forma de evitar esto.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El blues de las 6 y 30

Esta es la no-historia de Laurita Mística. Claro, porque lo más interesante de Laurita no es que fuimos “novios” en un determinado momento de mi vida. Lo realmente interesante es lo que vino después. Podría decirse que Laurita fue mi regalo de cumpleaños en el 2000 y que así la conocí.

Empezamos a salir la semana siguiente. ¿Cómo logró mi hermanita Paz que accediera a tirarme las cartas? ¿Cómo logré que Laurita Mística me diera bola? Todo eso pasará a formar parte de las historias jamás contadas; como por ejemplo: ¿quién tiro el choclo brasilero que desnucó al novio de Lucinde? ¿qué pasó con la muñeca que Richard se robó la noche de los brownies locos?

Yo les avise: esta es la no-historia de Laurita Mística. Salimos juntos durante un mes y medio. Punto. Por eso, lo más interesante vino después: nuestra amistad inquebrantable.

Lo que siempre me llamó la atención de Laurita fue su ductilidad para interpretar sueños. Era creer o reventar. Realmente era muy buena en eso. No jodo. Y menos después de lo que pasó aquella mañana, cuando regresaba de la casa de Pecas en Flores.

- Soñe con vos...- afirmó Laurita por celular, mientras yo espiaba por Mosconi si venía un 114, 107... algo.
- Te putearia, Lau; pero la verdad, te quiero demasiado como para mandarte a la mierda- no había taxis esa madrugada.- No es un buen momento... En fin, contame.
- Perdón- murmuró Laurita, y luego continuó.- Soñé que estabas durmiendo en tu casa, y tenías una mancha de sangre en la camisa, chiquita… como una gotita. ¿Seguís teniendo la camisa celeste?
- Es la que tengo puesta ahora, Lau- dije mirando el reflejo de mi camisa en la vidriera de una ferretería cerrada.- ¿Sangre? ¡Para, hija de puta! Siempre me haces lo mismo... ¡Precogniciones, las pelotas! ¡Sabes que esas cosas me dan miedo!
- ¿Te cuento o no te cuento?- no esperó mi respuesta.- Intentabas sacarte la camisa pero no podías, y así... se iba manchando mas de sangre... Perdón, la mancha... hasta que cubría toda la camisa. Quedo toda roja.
- ¿Pero me pude sacar la camisa o no?
- No...- silencio, escuché el chasquido de un encendedor del otro lado, seguido de la respiración de humo.- Análisis...
- A ver...
- Un mancha en una camisa significa que uno se encuentra atravesando por una situación molesta. Viene de las contigencias de la vida, la mancha que esta "ahí" y uno no sabe cómo llegó... pero esta "ahí". Como pasa siempre con los momentos molestos, uno no sabe como aparecen, pero estan...
- Mira vos...- eran las 6 de la mañana, venía de lo de Pecas, había fallecido su tía yanqui, Angelo me rompía las bolas, camine por Nazca esperando un 133 que no vino, no venía ningún 114, ningún 107. Si, estaba molesto, puede ser.- ¿Qué más?
- Okey, si la sangre es mucha. Tengamos en cuenta que al principio es una manchita en la camisa hasta que se extiende y la camisa pasa a ser totalmente roja. Ponele, ahí la sangre es abundante, mucha... significa que vos deseas algo y que esta por venir pronto...- evidentemente tenía razón, porque venían dos colectivos: el 114 y el 107.
- Te quiero, Lau- reí.
- Escucha, escucha, escucha...
- Dale viene el bondi...- estire el brazo, el 107 se abrió por la otra punta.
un costado de la avenida. Maldito colectivero mañanero. Le hice señas al 114.
- Pero... acá viene lo mejor. Si soñas “específicamente” con ropa manchada de sangre, quiere decir que tenes que tener cuidado porque hay gente que te quiere hacer mal... Es el conjunto de "ropa sumado a sangre" lo que da el conflicto.
- Tengo que subir... se me va el 114.
- ¿Cómo el 114? ¡Pablo no te subas al 114!- gritó.
- ¿Por qué?- el 114 se acercaba al cordón.- ¿Qué tiene que ver?
- ¡Es rojo! ¡No te subas al 114!
- Lauri, dejate de joder...- la tranquilice.- Además, no te olvides que el sueño lo tuviste vos, no yo.
- ¡Es rojo! No subas... ¿Por qué nunca me haces caso?
- Porque estoy cansando, Lau. Quiero llegar a casa y dormir- le tire un beso por el celu, mientras ella todavía seguía puteando.

Y subí... en el fondo, me acomode en el ultimo de los 5 asientos, el que esta al lado de la puerta para bajar. Me quede dormido.

El ruido de los frenos clavándose en Mosconi y Artigas me despertó. Un fuerte impacto me hizo volar dos metros por el pasillo, cuando me estaba por incorporar escuche las ventanillas romperse en mil pedazos. Ahí estaba yo, tirado en el pasillo, preso del infierno rojo de la Línea 114.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Bancate ese defecto

No nos pudimos sacar de encima a Angelo en toda la noche. El tipo sabía lo que hacía, era un ser muy hábil en el arte de la seducción. Su sonrisa era abrumadora, casi felina, casi angelical; por ende, mortal. Cuando llegamos a lo de los viejos de Jorgelina, fue a la cocina y preparó café, mientras la mamá de Pecas intentaba comunicarse con alguna vecina de su hermana asesinada. Jorgelina hablaba en un rincón de la casa con su padre, yo caminaba por el living.

- Pablo... ¿un café?- el “sorprendente” Angelo al rescate.
- Gracias- agarre un pocillo y el tano se sirvió el último de la bandeja. Mi vista se perdió en una repisa llena de fotos de Jorgelina pequeña, con pecas en la cara como botones y un pelo rojizo anaranjado mandarina.
- Se convirtió en una gran mujer- murmuró Angelo.
- Si- sonreí, y generé el clásico silencio “bueno, tenemos que hablar”.
- Pablo... tenemos que hablar- dijo Angelo.- Voy a hacer todo lo que este a mi alcance para llevarme a Jorgelina de nuevo a Italia...

Durante unos segundos, la hostilidad de nuestras miradas fue preocupante; pero ninguno de los dos iba a perder la calma. No ahí, no en ese momento.
- Chicos... me voy a quedar con mi vieja, no esta bien- sentí el brazo de Pecas anudarse contra el mío.
- No hay problema... ¿necesitas algo más?- pregunté.
- No, Pabli, anda a dormir. Todavía no sabemos que hacer...- hizo una pausa, miro a Angelo.- Gracias por alcanzarnos, Angelo.
- Si puedo hacer algo me encantaría...- tejía el italiano.
- No, gracias- sonrío Pecas.- Hiciste mucho, gracias.

Salimos de la casa de Jorgelina en silencio. Angelo fue hasta su coche, yo hasta Nazca (los viejos de Pecas vivían en Flores) buscando tomar un taxi.

- Te alcanzo, Pablo- invitó Angelo.
- Prefiero caminar- encendí un cigarrillo y me fui caminando en silencio. Pude sentir el motor de Angelo, perderse entre los primeros ruidos de la mañana.

Eran las 6 de la mañana, espere un taxi que no vino jamás. Decidí caminar por Nazca hasta que en algún momento aparezca un 133, cuando estaba llegando a Mosconi sucedió lo inesperado. Mi celular tiró las notas de Detroit Rock City de Kiss. Soy un clásico. Mire el display. No era Pecas. No era Angelo. No era mi vieja.

- ¿Laurita?- era Laurita Mística.
- Pablo, soñe con vos...- y esa afirmación, viniendo de ella, no era una buena noticia.

Lo que viene a continuación es la narración pormenorizada de uno de los sucesos más extraños que viví en mi vida.

Pero primero, llego la hora de contarles sobre Laurita Mística.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Transatlantico art decó

Era imposible que Angelo le caiga mal a alguien. Evidentemente, tenían mucho en común con Jorgelina, ella también le caía bien a todo el mundo. Angelo era un joven atractivo y emprendedor de muy buena posición económica, llegó a Buenos Aires por un laburo de comunicaciones satelitales en Bariloche. Tenía un perfecto español, con un acento impecable y seductor. Cocinaba excelentes platos mediterráneos, enamorado de los buenos vinos... en una semana aprendió el significado de una buena picada y saboreaba cada momento compartido con Pecas... y conmigo, porque no los dejaba ni un segundo solos. ¿O qué? ¿Debería?

En teoría, estaba de paso por Capital, se iba a quedar dos días. Ya había pasado una semana y no se iba, tenía un viaje planeado a Bariloche que aparentemente había encajonado.

- ¿Cuándo se va el tano?- le pregunte a Jorgelina.
- No se va...- se acurrucó en mi pecho.- Quiere que lo acompañe a Bariloche.
- ¿Qué? Lo mato- mentira, Angelo me ponía una mano encima y me escondía debajo del parquet. Pecas no dejó que me incorporara, suspire.- Creo que es obvio que el flaco sigue teniendo onda con vos...
- Lo se... me lo dijo.
- ¿Cuándo?- quería saber en qué momento me había descuidado.
- Hace dos días, cuando te llamaron del laburo y te fuiste a hablar a la cocina...- la puta madre.- No te preocupes, le dije que no venga más... Angelo no es un mal tipo, es un poco pesado cuando se le pone algo en la cabeza. Ya fue, le pedi que no me llame más...

Sonó el teléfono. Pecas atendió, era la madre. La cara de Jorgelina poco a poco se fue oscureciendo.

- ¿Te acordas de mi tía? ¿La que tiene un restaurante en New York?- dijo Pecas cuando cortó.

Recordé que Jorgelina me había hablado mucho de su “tía en New York”, era la mujer que le había enseñado de pequeña a cocinar cosas tan ricas. Un día se marcho dejando un recetario increíble de comidas secretas que Jorgelina sabía preparar muy bien. Me acordaba, claro que sí.

- Ayer entraron ladrones al restó, mi tía se negó a darles la plata y le dispararon...- nadie se adjudica los crímenes cuando son pequeños. Atentados cordiales, en lugares de elite. La inseguridad esta en todos lados, aunque uno puede pensar que no es así. La vida siempre nos recuerda que nos equivocamos. Siempre.

Nos vestimos rápidamente, al salir del edificio nos sorprendió Angelo. En sus manos, tenía un ramo de rosas rojas.

- Creo que no es un buen momento, Angelo- le dije, con cautela.- Acaba de fallecer la tía yanqui de Jorgelina. Nos estamos yendo.

Hubo un silencio. La situación era comprometida, las miradas decían mucho, y encerraban frases reveladoras. Descubrí que Angelo era un hábil negociador, un genial tejedor de situaciones ocasionales. Es una tarea precisa. Angelo era un jugador de poker.

- Tengo el auto en la esquina- Angelo arrojó las flores en el piso, como un paquete de cigarrillos.- Los llevo, ustedes diganme por dónde.

Monroe, Griveo, Nazca... El Infierno: Estación Terminal.

martes, 17 de noviembre de 2009

The Butterfly Effect (2004)

“El Efecto Mariposa”, todo el mundo sabe qué es eso. La Teoría del Caos se basa en un montón de teoremas, reglas y efectos que intentan deducir las condiciones iniciales de los sistemas dinámicos (sistema que cambia, que empieza siendo una cosa y termina siendo otra). La Teoría del Caos estudia los momentos, situaciones e imprevistos que tuvieron lugar para que el sistema cambie. Algunos dicen que no “cambia”, sino que “evoluciona”. Hasta acá, cualquier persona que lee estas líneas podría suponer que se esta hablando de una rama de la Sociología, de la Antropología o de cualquier disciplina que estudie el amplio campo de las relaciones humanas y ciclos de acontecimientos. Bueno, no. La Teoría del Caos, sus teoremas, reglas y efectos, los sistemas dinámicos, el Efecto Mariposa... forman el objeto de estudio de los matemáticos modernos, es Matemática pura. En mi modesta opinión, esta mezcla de conceptos es algo que haría que el mismísimo Isaac Newton se revuelque en su tumba. No hay forma de mezclar los conceptos “evolución” y “cambio” con “los números”.

Los “nuevos” académicos dicen que con esta teoría matemática del caos, se pueden predecir cambios a largo y corto plazo en ámbitos totalmente contrapuestos; por ejemplo: la bolsa de valores, el sistema meteorológico y el recorrido del 114 que pasa a las 9 de la mañana por Lugones y Olazábal en Villa Urquiza. Odio a los “nuevos” estudiosos. Mezclar ciencias no conduce a nada, es un híbrido que no conduce a nada... y que solamente puede traer una sola cosa: caos, justamente.

Lo que dice el Efecto Mariposa (el posta, el enunciado matemático) es que dadas determinadas condiciones iniciales en un sistema dinámico, las mínimas modificaciones en estas condiciones pueden provocar un cambio, una evolución a condiciones actuales diferentes. O sea, un flor de kilombo en un punto determinado de nuestra historia. O no, o tal vez simplemente ayudar a que no pase nada.

Por ejemplo, si yo no me hubiera comprado lentes de sol con aumento para mis primeras vacaciones en Brasil, probablemente nunca hubiera conocido a Pecas. Lo más seguro es que nuestro primer encuentro no hubiera existido nunca. Jamás nos hubiésemos chocado al salir del ascensor, la botella de Mónica di Sardegna jamás se hubiera roto... y todo esto por no usar lentes. Los lentes de sol con aumento fueron mi “condición inicial”. A partir de ahí, el caos. ¿Por qué? Porque después de mucho tiempo, entendí que jamás tendría que haber conocido a Jorgelina Pecas.

El Efecto Mariposa apesta.

La película, por el contrario, es bastante entretenida.

Todo el mundo vio The Butterfly Effect, con Ashton Kutcher y esa rubia hermosa llamada Amy Smart. Jorgelina Pecas y yo, también. Cine, estreno 2004, más o menos a principios de octubre. Llegábamos a nuestro edificio charlando sobre la película, pensando en tomar algo en su depto y quedarnos ahí, cuando una persona se asomó por el umbral de entrada. Un tipo de unos 35 años, morocho, ojos negros como la noche, bien parecido, elegante.

- ¿Jorgelina?- dijo el morocho.
- ¿Angelo?- pude sentir la mano de Jorgelina desprendiéndose de mi brazo.

Se abrazaron durante un largo minuto delante mío. Mientras intentaba categorizar el abrazo (cariñoso, intenso, muy cariñoso, muy intenso), Jorgelina me agarro la mano y se acercó a mi brazo.

- Pablo... el es Angelo- nos presentó.- Con Angelo estuvimos saliendo cuando estuve en Italia, hace un par de años...

Un meteorólogo yanqui dijo que gracias a los enunciados de la Teoría del Caos -precisamente, al Efecto Mariposa- pudo predecir ciertos aspectos climáticos y atmosféricos, introduciendo pequeños cambios para adivinar catástrofes. Fue el tipo que dijo “el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar un huracán en New York”.

Precisamente, hablando de huracanes...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Me siento mucho mejor

El motivo de su regreso. Como sabrán, Jorgelina Pecas estaba en Chile trabajando en una sucursal de su laburo, en la parte legal. Además de eso, enviaba todos los meses una cantidad de dinero para solventar los gastos del comedor para chicos de la calle en Lomas del Mirador. Gracias a ese dinero, el Comedor se amplió a Salita de Primeros Auxilios y Emergencias. Pecas había vuelto a la inauguración de la salita -era en una semana-, y me invitó al evento. Durante esa semana, cenamos y dormimos juntos varias noches. No me cuestioné nada, aprendí a dejarme llevar. Es lo que generalmente se hace cuando a uno lo agarra un huracán al salir de su casa.

Cuando pasaron dos semanas de la inauguración y Pecas no regresaba a Chile hice la pregunta de rigor.
- ¿Cuándo te vas, Pecas?
- No me voy... ¿Vos viste la cara de los chicos? Esa felicidad es impagable, valió la pena todo- no solamente vi brillar la cara de los chicos, sino también los ojos de Pecas. Y su voz tenía el timbre de los sueños, de aquellos sueños que invitan a viajar a todos los mundos de Jorgelina Pecas (y que eran muchos). Fue esa mirada la que me hizo dar cuenta que estaba luchando una batalla pérdida. Intentaba sostenerme de cualquier cosa, de mi seguridad, de mi forma de ser, de mi personalidad… cualquier cosa para no volver a sufrir. Pecas no se fue, efectivamente.

A casi tres años de conocerla, aprendí la primera lección: dejarse llevar. Pecas estaba llena de vida, llena de curiosidad. ¿Cómo luchar contra la reina de los espíritus libres? ¿Cómo luchar contra las fuerzas de la naturaleza? Dejandose llevar.

En cierta forma éramos realmente muy parecidos. Eso era lo que me gustaba de Pecas, ese espejo de personalidad en donde me veía reflejado. Y lo más importante, los estábamos buscando algo en la vida. Algo más que la gente que nos rodeaba. Algo importante. Algo hermoso.

Lo intentamos de nuevo.

En los meses (si, meses) siguientes, desarrollamos una especie de rutina increíble. Bajamos y subimos de nuestro edificio mil veces, dormíamos en su departamento o en el mío. Los días que ella viajaba a Lomas del Mirador, regresaba tarde y yo la esperama con mi especialidad: hamburguesas en pan de sésamo, un poco de queso, lechuga y tomate, algo de cebolla. Pecas fingía que era la mejor comida que había probado jamás, devorando cada bocado de esos sanguches a la velocidad de la luz. Mirabamos televisión hasta quedarnos dormido, hacíamos el amor hasta ver el sol por nuestras ventanas, íbamos a la costanera a caminar tardes enteras, salíamos a bailar hasta el desayuno del domingo, hablabamos durante horas…

Durante (ahora sí) nuestro noviazgo, Jorgelina Pecas logró muchas cosas. Matar mis miedos, hacerme felíz, completarme en muchos aspectos…

Desde agosto del 2003 hasta (más o menos) fines de octubre del 2004, Jorgelina Pecas logró -también- hacerme creer que era la mujer de mi vida.

Creo que ese fue su mejor logro.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Despertar de mambo

La "sorpresa" es un breve estado emocional que viene como resultado de un suceso inesperado. Lo que pasa con la “sorpresa” es que es fácilmente de identificar porque es imposible “sorprenderse” sin tener un acto reflejo emocional, facial o gestual. Esa es la gracia de la sorpresa, y por eso es identificable como una de las emociones básicas del ser humano (junto con la felicidad, el asco, la furia, el miedo y la tristeza). Lo malo de la “sorpresa” es que es imposible de ocultar, se refleja en cada gesto. Ni siquiera el alcohol puede anestesiar el aparato gestual que desencadena una sorpresa.

Por eso, cuando apareció Jorgelina Pecas en el hall de mi edificio -con facturas y olor a pan- yo vomité. Ese fue mi acto reflejo, vomite. No me sorprendí, no abrí los ojos como platos, no grite... vomité. Simplemente eso. Y no fue por el alcohol, se los aseguro. Fueron los nervios, la "sorpresa". O será que simplemente abrí la boca y salió lo que tenía que salir. No lo se.

Jorgelina me llevó a mi departamento, me sacó las zapatillas y me acostó (o me dejó caer) sobre la cama. Antes de cerrar los ojos, la pude ver salir al pasillo con un balde y un trapo de piso... al día siguiente, me enteré que fue a limpiar el vomito del ascensor. Dormí como un muerto.

El olor a café me despertó algunas horas después.

Cuando uno regresa de una borrachera épica y la primera imagen es el techo de su habitación, generalmente se toma 5 (¿10, 15?) minutos para recordar con detalle cada momento de la ncohe anterior. Por suerte, la mayoría de las piezas del rompecabezas se fueron acomodando. Busque en mi pantalón un CUIL con un número de teléfono y lo guarde en mi mesita de luz (nunca se sabe). Otra cosa, la resaca de una mezcla importante de alcohol es espantosa. Por suerte, yo había tomado mis precauciones en el desayuno con Mariana y Diego en la YPF. Gracias a eso, libere la mayoría del alcohol en la esquina de casa. Pero el alcohol deja olor, olor en tu cuerpo; el olor a resaca es peor que el olor a cigarrillo a una remera de algodón.

Caminé hasta el baño y me asomé al living. Ya la situación me superaba completamente. ¿Qué carajo podía hacer? Ahí estaba Pecas, nos miramos durante unos segundos en silencio. Estaba hermosa, increíblemente hermosa y brillante.

- Si, ya se... estoy mas gordo- le dije.
- Pablo...- ella sonrió, acunando una taza de café en sus manos- Un hombre sin panza es como un cielo sin estrellas...

Agosto de 2003. El Huracán Pecas, de nuevo.

jueves, 12 de noviembre de 2009

If you don't start drinkin'...

Dicen que la peor borrachera es la que recuerdan todos los amigos del borracho menos el implicado. Eso fue lo que me paso a mí, me acuerdo de muy pocas cosas de aquella noche. Se que me quise chamuyar a Mariana, que me baje dos botellas de champagne, medio Tequila Sunrisa y casi todo un Sex on the beach. Casi todo, porque lo que no termino en mi estómago, termino en la camisa de... otro borracho como yo, pero con varios kilos de músculo más. Fue la clásica lucha entre la borrachera “no me importa nada” y la borrachera “violenta”.

- ¿Pero vos sos pelotudo?- dijo Musculito.
- A verrr...- me baje lo que quedaba en el trago, le dí el vaso vacío a Mariana.- ¿Qué te pasa, Musculito?
- ¿Qué te pasa a vos, pelotudo?- Musculito me empujó.- ¡Te voy a romper la cara!
- No... vos no le vas a romper la cara a nadie- le puse la mano en el hombro a Musculito para entrar en confianza, y apunte con el pulgar sobre mi hombro.- ¿Ves el flaco que este atrás mío? Sabe karate… Si vos me tocas un pelo, el te va a dejar la boca “así”.

“Dejar la boca -así-”, enfatizar el “así” con el gesto de llevar la mano derecha hacia la boca en clásico ademán de querer colocarse una máscara de oxigeno. Pude ver como Mariana se tapaba los ojos murmurando “Ay, Dios”.
- ¿”Así” qué?- dijo Musculito.
- “Así”- repetí el gesto.- Hinchada y sin dientes, boludo. ¿Los anabólicos te comieron el cerebro, boludo?
- Hijo de puta- y Musculito me empujó, nuevamente.

Acá es cuando otra vez, la borrachera arroja su manto piadoso de flashes y olvidos. Lo bueno que tienen los borrachos violentos como Musculito, es que en lugar de pegar primero, te empujan. Por eso, gracias a ese empujón -y gracias a mi super borrachera- ni siquiera me molesté en aguantar el movimiento y continuar con la parábola de mi caída.
- ¡Guarda, Diego!- grito Mariana, mientras Diego ponía su cara para recibir la trompada que segundos antes iba dirigida a mi.

Como bien pueden deducir, la cosa no iba terminar muy bien. Según Mariana, fue como ver dos pitbull pelearse. Los amigos de Musculito se lo llevaron tirando espuma por la boca. Nadie vio ningun manotazo, la seguridad del boliche estaba de paro.

- Me salvaste la vida…- le dije a Diego, cuando logré ponerme de pie.
- Ya se.
- Ustedes dos están locos- Mariana se apoyó en la barra.
- Tres tequilas.
- No tomes más- aconsejó Mariana.
- Estoy festejando que Diego me salvo la vida. Además, somos los tres solteros del grupo… ¡Quiero un tequila con mis amigos solteros!- grite.

Eran las 4 de la mañana cuando el ruido de los shots de tequila golpearon la barra, fueron 3 rondas. A las 4 y media, perdí el control de los recuerdos. Tengo flashes de buscar a todos los chicos para irnos, y darme cuenta que solo quedabamos Diego, Mariana y yo. Me acuerdo de estar a los besos con una chica que me dejó su teléfono en un CUIL. De un desayuno con Diego y Mariana en una estación de servicio. De casi nada.

A las 9 de la mañana, me baje del auto de Diego, vomite en la esquina de casa y camine hasta mi departamento. Busque la llave, y corrí hasta el ascensor.

- La puerta de calle se cierra- escuche una voz desde el pasillo, mientras abría el ascensor.

Jorgelina Pecas estaba parada en la puerta del hall, con una bolsa de pan humeante y facturas... Justo lo que necesitaba. Quiero decir, no la comida, y menos un encuentro así. Estoy siengo irónico.

Vomite adentró del ascensor, Pecas se ocupó de cerrar la puerta y subirme a mi casa. De eso si me acuerdo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

One bourbon, one scotch, one beer…

La historia es un desastre. Dentro de unos años, van a existir tantas carreras destinadas a estudiar la historia que nunca vamos a saber realmente cuando un hecho (una anécdota, un suceso) se encuentre relatado en su totalidad. La Historia, la Antropología, la Filosofía, la Filología… la Psicología. Si, la Psicología tambien. Un psicologo hubiera dicho “aquella noche de 2003, Pablo, vos te pusiste en pedo para olvidar a Alejandra Canta”. Ponele, y ponele que este totalmente equivocado. Porque eso es lo que tiene el poder educativo, te da la posibilidad de chamuyar desde cualquier ángulo. Si quieren saber la verdad, yo les podría decir -cuando me terminé la segunda botella de Mumm 750 ml- que solamente estaba disfrutando de una salida con amigos. Solamente tuve dos borracheras históricas. La primera fue en Bariloche, viaje de egresados. La de Locos por el Fútbol, la segunda.

Tenía más o menos un litro y medio de champagne. Esto quiere decir que ya estaba borracho cuando me puse a teorizar con Mariana Pizza (casi una hermana) sobre las posibilidades de tocarnos un rato en algún sillón vacío.

- Dale, Mariana, dejate de joder.
- Estas re borracho, Pablo. Te quiero un montón, pero soy yo... Mariana. Nos conocemos desde jardín, boludo. Somos amigos.
- ¡Pero hagamos como hacen todos los amigos! Saquemonos las ganas... ¿Qué estas tomando?- le saque el trago de la mano.- Tequila Sunrise... que rico.
- ¿Y qué hacen un amigo y una amiga cuando se sacan las ganas?
- ¡Hacen como que no pasó nada! - silencio incomodo, me tomé lo que quedaba en su trago.- Que se yo. Pero te redoy... Posta.
- No mezcles, Pablo.
- No mezclo. La amistad es una cosa y si nos tocamos un rato es otra... No mezclo.
- No, no mezcles champagne con tragos- señalo el vaso vacío.- Te vas a morir.
- Y entonces, ¿por que mierda no trajiste alguna amiga?
- Pareces un animal en celo...
- Soy un animal en telo... Acá a la vuelta hay uno. Prendete- le guiñe un ojo, aunque en realidad creo que lo cerré de dolor porque empezaba a sentir los martillazos en mi cabeza.
- Mejor vamos a bailar... vení- Marina me agarro la mano.
- ¡El viejo truco de entretener al borracho!- grite.

Los que dicen que la historia no es circular, que no es cíclica. Mienten. Napoleón… Hitler… Conquista de Europa… Invierno ruso... Borrachera histórica en Bariloche donde jure nunca más tomar ponerme en pedo... O al menos, si lo hacía, no perder el control... La historia es una puta.

- ¡Diego!- abrace a Diego (que justo pasaba correteando una pendeja), y después a Mariana. Así estaba como herido de guerra, en el medio de los dos.- ¡Los quiero! ¡Somos los únicos solteros del grupo! Los tres chiflados… los tres mosqueteros sin D’artagnan… Las flores de la costa… ¡El Trío Galactico!
- Uy, Dios…- Diego estaba tomando un Se on the Beach, lo supe cuando le saque su trago y empecé a bajarlo como agua.- Estas re borracho, Pablo. Y yo estaba chamuyandome a una pendeja de 19 añitos. No me podes hacer esto.
- Estoy re bien… ¡Bailemos!- agarre a Mariana de la mano, pero el sudor del hielo en el trago de Diego me había mojado las manos. Corrijo, intente agarrar la mano de Mariana, pero mis dedos se deslizaron sobre su mano y termine girando sólo.

Por suerte, había una pared para evitar que siga girando como un borracho descontrolado y bailarín.
- ¿Qué hiciste, boludo?- no era una pared. Era un flaco grande, casi un ropero estilo rugbier. Todo músculo.
- Uy…- dije mientras miraba como la camisa blanca de la “no pared” se manchaba con lo que quedaba del Sex on the beach de Diego.- Disculpame... pero vos me chocaste.

La impunidad del borracho es lo más.

martes, 10 de noviembre de 2009

I drink alone

Hay muchas formas de estudiar la historia. Muchas ramas sociales se dedican a despedazar el pasado para poder armar nuevamente el rompecabezas final. Lo social, lo historico, lo filosofico, lo... todo, se unifica con un mismo fin: estudiar la historia. Como sea, el fin es el mismo: estudiar el desarrollo de los seres humanos, y la forma en qué nosotros "creamos" esa historia. Los propositos, las metas, las consideraciones que tuvimos que tomar, las decisiones acertadas o no, todo lo que nos ayuda a crear nuestra historia. Todo es estudiable. Acción y reacción.

¿Qué es lo que crea la historia? ¿El sujeto, el individuo social o el individuo grupal? ¿Las organizaciones de la sociedad, amigos, grupos de laburo? ¿Qué carajo? Es increíble como un simple acto puede desencadenar un montón de sucesos caóticos... como puede "hacerse" la historia.

Locos por el Futbol. Recoleta. Un tiempo después de cortar con Alejandra Canta ¿Mayo, Junio, Julio de 2003? Odio la linealidad de todo esto. Para mi la creación de la historia, como “anécdota” de ser contada, es un proceso caótico. Como una buena borrachera. O una mala.

- Daikiri de frutilla- Gabriel.
- Capuccino Loco- novia de Gabriel.
- Sex on the beach y un porrón- Richard y novia muda de Richard.
- Daikiri de frutilla- Patricio.
- Una cerveza- novia de Patricio.
- Un Daikiri de durazno- Mariana.
- Tequila Sunrise- Martín.
- Gancia con Frutilla - Cecilia Miel.
- Una cerveza y una pizza- Diego.
- Margarita, con mucha azucar- Alejandro.
- ¿Y usted, caballero?- me preguntó el mozo.
- Una botella de Mumm.
- ¿Cuantás copas?
- Una- respondí.

El mozo repitió la orden.
- … y un individual Mumm de 187- terminó.
- No, no…-aclaré, mientras podía sentir la mirada de todos.- Indivual, no. Un Mumm. 750 mili. Una botella grande…
- Perfecto- dijo el mozo, un toque incomodo.
- Una copa…- le recordé levantando el índice, muy despacio.

Así empezó, la peor borrachera de mi vida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Final caja negra

Alejandra Canta quería ser cantante desde que tenía 5 años. A los 15, su papá le dijo que si quería dedicarse a cantar, primero tenía que tener un título que le pueda permitir ese “hobbie”. Lo que el padre no sabía era que no era un “hobbie”; aún así, Alejandra se recibió con promedios excelentes en Administración de Empresas. Al día siguiente de recibir su título, se compró una guitarra acústica, su primera guitarra. Durante los años que vinieron, hizo lo que le aconsejo su primer maestro de música: educar el oído. Tenía un sentido de la afinación perfecta para el blues, el soul o el jazz. Escucharla cantar era genial, son esas cosas que no te pasan nunca en la vida. Tenía una voz brillante y dulce.

Jamás pensé que iba a disfrutar de serenatas antes de dormir, o escucharla cantar mientras se bañaba. Eso si que fue algo nuevo, distinto. Incluso intentó enseñarme a cantar cuando le conté que durante buena parte del secundario me decían “Nenita” (gracias, Mrs Boomer).

- Tenes que respirar por la nariz, endurecer el diafragma, ir dejando que el aire se escape de a poco, sentir su calor en el paladar...- puedo escuchar aquella lección como si la tuviera delante mío.- A ver...

Obviamente no funcionó.

Nuestro noviazgo tampoco, dejamos de salir a los 3 meses.

No hubo portazos, ni maldiciones, solo un fuerte abrazo, una sonrisa y muchos besos cariñosos.

- ¿Entonces no hay drama en que la contrate para que cante?- dijo Victoria, casi seis años después mientras yo todavía miraba la tapa del CD.
- Y no, que se yo... Bah, no se que decir... No, no tengo drama.
- Dejate de joder, Pablo. Saliste tres meses con la flaca, y terminó todo bien... tampoco es que...
- Ya se, entiendo. Me siento raro, es la verdad. No se, Victoria...
- Vicky, podes decirme Vicky. Si me decís Victoria es porque ya te estas poniendo loquito.- Victoria se cruzo de brazos.
- No se, Vicky... tarada.
- Idiota.
- Bueno, encargate vos...

Eso fue exactamente lo que hizo. A los dos días, estábamos tomando un café con Alejandra Canta tirando la lista de temas para la fiesta.

No voy a negar que volver a verla después de algunos años fue una experiencia extraña. Pero todo se soluciono con esos abrazos que ella siempre me daba, y un super beso cariñoso en la mejilla. Nos pusimos al día rapidamente, la vida nos había llevado por caminos distintos y parecidos. Después de un rato de anécdotas protocolares, risas, comentarios complices entre Victoria y Alejandra, lo mejor fue cerrar la lista de temas.

Alejandra fue anotando, y haciendo comentarios sobre cada tema.
- Hay amor en esta lista, son temas lindos, pero no melosos. Me gusta… me musta mucho- y preguntó.- ¿Cómo hicieron para armarla?
- Es una larga historia- dijo Victoria, sonriendo y buscando mi mano sobre la mesa del bar.

Alejandra escuchó la historia, soltando carcajadas sonoras de vez en cuando o siemplemente sonriendo con ojos soñadores. Victoria le contó la elección de cada tema y por qué, estuvimos charlando como 3 horas, cenamos y nos quedamos a ver el show de Alejandra. Terminamos la lista con un café, un rato después.

Un problema menos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Ni un segundo

El tren se alejaba de la estación y la chica de la máquina 7 estaba intentando maniobrar un par de mechones que el viento del último vagón le dejó de recuerdo.

- ¿Si?- dijo ella, girando.
- ¿Si te puedo hacer una pregunta?
- Si, decime.
- ¿Me darías tu MSN?
- ¿Cómo?
- Es que si te pido tu número de teléfono, no me lo vas a dar...
- ...
- Bueno, por eso. Me conformo sólo con la parte que va adelante del "@hotmail.com".
- Te lo vas a olvidar- sonrisa.
- Te juro que tengo buena memoria...- la mire por arriba de mis lentes.
- No se...- sonrisa.
- Voy a insistir.
- A ver...
- ¿Me darías tu MSN... "por favor"?
- ...- exhalación de risa contenida. No se rió por fuera, pero por dentro le estaba encantando la situación.
- ¿Mejor, no?
- Y si.

Un minuto después tenía su MSN, un beso de despedida, un colectivo que tomar, y un cumpleaños al que asistir. Sentado en el último asiento de un 93 rumbo a Saavedra, me di cuenta de algo muy importante: olvide preguntarle el nombre.

Al día siguiente, por suerte, me enteré de varias cosas. Estudiaba administración de empresas, le gustaba cantar, bailar y salir con sus amigas los fines de semana. No estaba tan mal después de todo, y casi la charla me hizo olvidar que tenía un culo magnifico.

Durante la semana nos encontramos a tomar un café, a caminar un rato... Alejandra Canta, se llamaba.

Si cierro los ojos, todavía puedo ver su guitarra apoyada en el único sillón de mi departamento. Una Yamaha Jumbo FG (algo así) fue la inquilina de aquel sillón durante casi 3 meses.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Juego de seducción

Corría el mes de febrero de 2003, precisamente el 15, el cumpleaños de Gabriel. Por eso les decía, que los recuerdos cuando laburan en función de una determinada imagen, utilizan un sinfín de estímulos.

Jorgelina Pecas había viajado a Chile y -por mi salud emocional- decidí que eso me chupara un huevo. La primer semana fue difícil, pero la segunda fue mucho mejor. El 15 de febrero de 2003 cayó sábado, tenía que llevarle a Gabriel un par de cosas de laburo así que pase por el cyber para imprimir unas hojas. Mi Epson 600 tenía serios problemas para entender que las hojas se imprimen de a una y como no me gusta discutir con objetos inanimados, la deje hablando sola y me fui.

Hay dos cosas que una persona no debe hacer cuando va a un cyber a imprimir algo rápido y seguir su camino. La primera es pedir una máquina para imprimir; la segunda: abrir el MSN... ese invento del infierno. ¿Y qué hice, entonces? Pedí una maquina y abrí el MSN... y me colgué, obvio. Es lo que tiene el MSN, te hipnotiza y te colgas, te colgas, te colgas... hasta que el perfume de la chica de la máquina 7 te despierta. Morocha, pelo lacio (hasta los hombros), piel café con leche, piercing en la nariz, lentes FADU, más o menos todo eso podía ver desde mi posición. En esa época, dejaban fumar en cualquier lado, así que saque un cigarrillo y lo encendí con un Zippo destartalado. El ruido fue lo bastante notorio como para que nos miremos por primera vez.

Eran las 22.30 cuando Martín me llamo al celular.
- Son las diez y media, boludo. ¿Dónde carajo estas?
- Uy, colgue mal... Ya voy- fui a cerrar mi maquina y retirar las impresiones.

Mientras me daban el vuelto, me dí cuenta que al lado mío estaba la chica de la máquina 7. La mire descaradamente, acomodé mis lentes, típico reflejo de los que usamos lentes y nos gusta. Segundo cruce de miradas: ojos marrones claritos, forma de ojos casi felina.

Por cuestiones de seguridad, la puerta del Cyber permanecía cerrada luego de las nueve de la noche. Así que hice el primer movimiento bélico, guarde muy “lentamente” el vuelto, contando “muy despacio” la plata y caminando “despacito” hacia la puerta. El empleado hizo lo que haría cualquier empleado pajero de cyber un sábado a las 22.30: le cobró a la chica de la máquina 7 mientras yo iba caminando hacia la puerta, para no tener que ir dos veces a abrir y cerrar la puerta.

Acá es cuando los planetas empiezan a carambolear. La puerta del cyber se abrió una sola vez, y deje que la chica de la máquina 7 saliera primero. Ahí me di cuenta que estaba viendo algo de otro mundo... tenía delante de mi el culo de los culos. Casi un Jennifer Lopez auténtico. Ahí estaba ella, caminando hasta la barrera de Drago (la de la otra punta del CBC), cuando escuchó automáticamente la campanilla del tren y se detuvo. Es prudente, me gusta eso.

- Discúlpame... ¿te puedo hacer una pregunta?- le dije, cuando la fuerza centrífuga del tren jugaba un poco con su cabello super negro...

martes, 3 de noviembre de 2009

Imágenes retro

Mas o menos cuando Maqui logró que me cambié la camisa rosita (perdón, salmón) por una celeste y Mica logró que le preste los últimos números de Birds of Prey (en inglés) -es decir, cuando estaba a punto de cometer un sobrinicidio- llegaron Pilar y Victoria con algunas bolsas y super sonrientes. Victoria se acercó rápidamente al equipo de música y colocó un CD.
- Quiero que esta chica cante en nuestra fiesta- sonrió.- Escucha la voz...

Escuche la voz. La capacidad del ser humano para recordar cosas funciona en tres niveles: la memoria a largo plazo, la memoria operativa (la de corto plazo) y la memoria eidética. Bueno, yo tengo las tres, y las tres funcionan en el mismo nivel.

- ¿Dónde la conociste, Vic?- mire la tapa del CD.
- En un bar de Palermo, recién; parmos a tomar algo con Pilar y estaba cantando. Hace temas re lindos, me gusto la voz y le compre un CD. Me dijo que hace eventos, que no tiene drama- Victoria trackeó otro tema.- God only knows... ¿Viste que voz?
- Terrible...- murmuré.
- Alejandra se llama.

Cuando un recuerdo se transforma en estímulo de largo plazo, ya generé toda la memoria sensorial de corto plazo para no olvidar nunca ese momento. Ahí mismo, en ese ir y venir es cuando aparece la memoria eidética; esto es, la capacidad de generar recuerdos a un nivel de detalle casi perfecto.

Fue el 15 de febrero de 2003, mas o menos dos semanas después de que Jorgelina Pecas viaje a Chile. Por eso, puedo recordar el momento exacto en que vi el culo de lo culos. Era de esos culos a los que solamente le hubiera faltado cantar...

Evidentemente, más de 6 años después, la portadora de semejante cola había aprendido. Y no lo hacia tan mal.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Comunicado #2

Tengo la sensación que poco a poco este blog se esta convirtiendo en el conejo blanco de Alicia, “no llego, que tarde estoy llegando... no llego”. Alicia siguió al conejo y cayó en el mundo de la maravillas. Lo mismo le paso a Jack Shephard -en White Rabbit, el 5to capítulo de la 1era temporada de Lost - por perseguir al fantasma de su papá, Jack encuentra las cuevas y agua potable. Copado porque ahí el conejo era el papá de Jack. Entonces, decir “estoy siguiendo mi conejo blanco” (si, en Matrix también) es como estar persiguiendo algo con fe ciega, y que el fin mismo de la persecución no esta en “atrapar al conejo” sino simplemente en la posibilidad de que esa búsqueda nos traiga mas aventuras o una revelación final de descubrimiento.

Es la búsqueda en sí lo que importa, no la meta.

Estoy totalmente en desacuerdo con esta teoría. Yo quiero atrapar al conejo. ¿Ustedes?

Así es que, durante noviembre, muchachada loca, actualizaciones de lunes a viernes.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cosas mías

Lo primero que hice cuando me encerré en mi cuarto fue mirar la hora. Por suerte, ya quedaba poco tiempo. La tortura estaba a punto de terminar. A las 19 tenía una entrevista por un evento, así que aproveche para vestirme mientras mis sobrinas gritaban del otro lado de la puerta.

- Dale, tío- Mica, con su dulzura inalterable.
- Dale, “Monito”, salí...- Maqui, con su sentido del humor tan delicado.
- No me digas “Mon...”- abrí la puerta para largarle una puteada.
- Ah... para... ¿De qué color es esa camisa? ¿Rosita?- me interrumpió Maqui.
- Rosita no, salmón.
- Ah... “que linda te queda”.
- Claro, la clásica ironía de la familia, seguí viniendo acá y por ahí se te pega algo de la mía.
- ¿Vas a trabajar?
- Si, tengo una entrevista.
- Ah, ¿estás buscando trabajo?
- No... yo entrevisto gente, de eso laburo.
- ¿Pero vos no escribías?- Maqui, cada vez más parecida a Pilar (y a Patricia).- ¿De qué trabajas, Monito?
- Escribo... ¡Deja de decirme “Monito”!
- ¿Sos escritor?
- No necesariamente.
- ¿Pero, qué escribís?
- Escribo, Maqui. Escribo.
- Si no me decís, entonces es porque mi vieja tiene razón. Que no tenés un trabajo “trabajo”.
- Claro, en esta familia solo los que se reciben de abogados o médicos son aceptados socialmente en la raviolada de los domingos.
- Claro, como mi mamá.
- Mira, Maqui, no quería ser yo el que te lo diga... pero ya sos grande, lo podes aceptar...- junte aire para gritar.- ¡¡¡Tu vieja es kinesióloga!!! Y los médicos de verdad... ¡salvan vidas!
- Bueno, igual acá te vamos a querer. No importa tu condición sexual- Maqui al ataque.
- ¿Lo qué?
- Digo, por la camisa... rosita. Sea cual sea la decisión que vos tomes, nosotros no te vamos a dar la espalda.
- Que simpática. Gracias. Significa mucho para mí- sarcasmo ON.
- No, de verdad. No importa cuál sea "tu" elección, nosotros te vamos a apoyar. No importa si se trata de una elección de estudios de verdad o, por ejemplo, de elegir un estilo de vida... ¿Sabe Victoria que te gustan los tipos?
- Para, pendeja, eh... que vaya a laburar con una camisa rosita, digo salmón, no significa que yo...- me mire al espejo.- ¿Todo esto es porque voy re bien vestido, no?
- Si vos querés que la familia no piense que sos rarito... yo empezaría por tirar a la basura los cds que están en tu pieza- dijo Maqui, señalando por sobre mi hombro.
- ¿Que tienen de malo mis cds?
- ¿Spice girls? ¿Dido? ¿Chayanne?
- A mi me gustan las Spice- murmuró Mica que no había dicho nada en toda la conversación, porque estaba intentando abrir el armario intocable (ahora con llave).
- ¿Camisa rosita?- señalo Maqui.
- Tío... cerraste el armario de las historietas- dijo Mica.
- ¡Comics!- grite.

No sabía si podía soportar otro tiempo más, o iba a perder por goleada.